Como pueden imaginar, después de mi encuentro con las Brujas de la Noche en los jardines del Monasterio de Tibães y de ver el ejército que estaban reuniendo, quedé ansioso por discutirlo con alguien. Como no quería que mi familia y amigos fueran expuestos a la existencia de ese mundo paralelo al nuestro y a los peligros que pudieran derivarse de ello, la primera persona que se me ocurrió fue Alice. Después de todo, los de su raza parecían ser uno de los blancos de las Brujas de la Noche.
A pesar de que era una época de mucho trabajo, al día siguiente salí apenas cumplí con mi horario y me dirigí al Bar de las Hadas. Lo que había descubierto me parecía demasiado importante para esperar.
Para mi sorpresa, cuando llegué a la pastelería que servía de enlace entre el mundo en la superficie y el bar subterráneo, descubrí que estaba cerrada. Miré hacia adentro y no había señales de haber abierto ese día, entre otras cosas porque el correo estaba amontonado detrás de la puerta. Intenté llamar a la puerta, pero nadie respondió.
La entrada principal al mundo que existía bajo Braga estaba cerrada. Después de lo que había visto la noche anterior, empecé a preocuparme. Intenté calmarme diciéndome a mí mismo que la pastelería podría estar cerrada por varias razones más mundanas.
Por suerte, yo conocía otra entrada. Así no tenía que torturarme imaginándome lo que habría pasado.
Entré en mi coche, estacionado junto a mi oficina; acto seguido me dirigí al monte del Bom Jesus. Al acercarme a mi destino, empecé a sentirme un poco tembloroso. La otra entrada estaba cerca de la Villa Marta, la casa de los Cerqueira. No sabía hasta qué punto Henrique Cerqueira sabía de mi participación en la fuga de los trasgos que usaba como esclavos en el viñedo de la familia, pero no quería ser visto.
Por suerte, llegué al arbusto que ocultaba la segunda entrada sin encontrar a nadie.
Me adentré en la vegetación y llegué a la pequeña cueva que daba acceso al mundo oculto debajo de Braga. Después de unos pocos metros, donde el pasaje comenzaba a quedar más ancho, esperaba encontrar un guardia como en mi última visita, pero no había nadie allí.
Confieso que me pareció extraño, incluso alarmante, pero seguí adelante, aunque con más cuidado. ¿Habrían ya llegado las Brujas de la Noche y sus fuerzas?
Me dirigí a la estación más cercana del metro que conectaba las diferentes partes de aquella ciudad subterránea. Cuando llegué, una vez más, no vi a nadie. Esperé.
Durante más de media hora, quedé allí, en la plataforma, pero no vi ni rastro de otros pasajeros ni de la criatura que hacía de transporte. Empecé a pensar en caminar hasta el Bar de las Hadas, pero no conocía el camino a través de los túneles peatonales, así que seguí esperando.
Pasados veinte minutos sin ver movimiento, decidí tomar el único camino que conocía, el túnel del tren vivo.
Con la ayuda de la pequeña linterna que siempre tenía conmigo, pues el gran paso no tenía ninguna fuente de luz, me dirigí al noroeste. A medida que avanzaba, me mantuve atento a cualquier ruido, no fuera a pasar el tren y atropellarme.
Durante más de una hora, durante la cual pasé por muchas otras estaciones, no vi ni oí nada importante. Mi temor de que las Brujas de la Noche y su ejército ya habían llegado allí aumentaba, pero no había señales de ello. Parecía que las criaturas que habitaban aquellos túneles simplemente habían desaparecido.
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Finalmente, la linterna iluminó algo que bloqueaba el túnel. Me acerqué con cuidado. Poco después, vi su color marrón rojizo, luego me di cuenta de que no era un derrumbe; sin embargo, no fue hasta que llegué al bloqueo que descubrí de qué se trataba: el corpo de la criatura que servía de "tren". Sus cientos de delgadas piernas estaban dobladas junto al cuerpo, su enorme y casi humana cara se encontraba congelada en una expresión de terror y dolor. A su alrededor yacían pedazos de madera y vidrio rotos, restos de las cabinas que llevaba a la espalda en lugar de carruajes.
Ahora estaba seguro de que algo había pasado, seguramente el ataque de las Brujas de la Noche que yo temía. Había llegado demasiado tarde para avisar a los habitantes de aquellos túneles. Pero tal vez aún podría ayudar. De todos modos, no iba a volver atrás.
La criatura ocupaba toda la anchura del túnel y más de la mitad de la altura, así que tuve que subir por su cuerpo para llegar al otro lado.
Cuando mis pies tocaron el suelo, iluminé la nueva sección del túnel. El escenario era completamente diferente de lo que había visto hasta entonces. Cuerpos de criaturas de diferentes tamaños y formas cubrían el suelo, la mayoría de las cuales pertenecían a razas que yo ya había visto en el Bar de las Hadas. Algunos tenían marcas de quemaduras, mostrando que habían sido muertos por llamas o hechizos, pero la mayoría parecía haber sido abatida por armas contundentes.
Ante ese panorama, consideré dejar los túneles, pero pensé una vez más que tal vez aún podría ayudar a alguien y seguí adelante.
La escena se repitió a lo largo del túnel hasta que llegué a la estación siguiente. Entonces aparecieron los primeros cuerpos de ogros, duendes, ogrons y otras criaturas que yo sabía que estaban al servicio de las Brujas de la Noche, aunque eran mucho menos que los de los habitantes. Parecía que estos últimos habían quedado atrapados en el túnel debido al cuerpo del tren y fueron masacrados.
Aquella era la estación más cercana al Bar de las Hadas, así que dejé la zanja donde el tren había circulado, subí a la plataforma y entré en los túneles peatonales.
En los pasillos, no había muchos cuerpos, pero todas las casas, salas y túneles sin salida tenían el suelo cubierto de habitantes locales muertos.
Finalmente llegué al Bar de las Hadas. La puerta estaba tirada en el suelo, así que lo que encontré dentro no fue una sorpresa. Había cuerpos por todas partes, junto con mesas, sillas y vasos rotos. El balcón había sido destrozado y con él, el conducto que canalizaba el agua que los clientes solían beber. Por lo tanto, ésta ahora goteaba del techo directamente al suelo, empapándolo. El bar no estaba inundado sólo porque el agua se drenaba por un agujero en la base de una de las paredes.
Admirablemente, la puerta que daba acceso a la pastelería arriba y, a través de ella, al mundo en la superficie, estaba cerrada. A pesar de estar atrapados y ante una muerte segura, los clientes del bar no revelaron su existencia al mundo exterior.
Busqué entre los cuerpos por alguien que yo conociera. Dos de las personas que me habían ayudado a liberar a los trasgos del viñedo de los Cerqueira estaban entre las víctimas, pero Alice, mi contacto principal y la persona de aquél mundo que yo conocía mejor, no. Tenía esperanza que ella se hubiera salvado, aunque lo más probable es que estuviera muerta en algún lugar de aquél subterráneo.
Pensé en explorar un poco más y buscar sobrevivientes o hasta las Brujas de la Noche y sus soldados, pero rápidamente abandoné esa idea. Nada de lo que vi indicaba que hubiera sobrevivientes en aquellos túneles, y si los hubiera, estarían escondidos donde un simple visitante como yo nunca los encontraría. Por otro lado, las muertes parecían haber ocurrido algún tiempo antes y no he visto ni oído ninguna señal de que los asesinos aún estuvieran allí.
Recorrí el camino de vuelta al exterior y a mi auto. Sólo esperaba que hubiera sobrevivientes para enterrar a los muertos.
Cuando llegué a casa, tuve una gran discusión con mi esposa. Se me había olvidado avisarle que iba a llegar tarde para cenar y como en los túneles yo no tenía señal en mi móvil, ella no pudo contactarme. Tuve que inventar una excusa, ya que no quería exponerla al extraño mundo que estaba explorando. No quedó muy convencida, pero al menos se calmó.
Después de cenar mi ya fría cena y ayudar a mi hija con los deberes, me fui a la cama. No dormí mucho anoche. No podía dejar de pensar en qué otros lugares las Brujas de la Noche atacarían y lo que yo podría hacer al respecto sin aumentar las sospechas de mi esposa.