Luego de terminar sus preparativos, el grupo partió hacia el segundo piso del laberinto, con Aric y Lysandra a la delantera, las magas de apoyo en el medio y Lucien y Serpensq’i cerrando el círculo. Tenían una formación poderosa y equilibrada. Nada más entrar al segundo piso, comenzaron a ser atacados por los monstruos, pero su fuerte formación les permitió seguir avanzando. Los grupos secundarios se encargaron de estabilizar la entrada al primer piso y así pudieron seguir su camino. Se encontraron esporádicamente con monstruos débiles, pero a medida que se acercaban al tercer piso, se encontraron con monstruos jefes. Uno de ellos, en particular, los obligó a dejar de avanzar: el que se supone es el jefe del tercer piso.
-¿Qué hace este monstruo aquí? -preguntó Lucien-. ¿No es este el jefe del tercer piso?
-Y eso no es todo, Lucien -señaló Serpensq’i-. Tiene compañía.
Detrás del monstruo se encontraban dos monstruos del mismo nivel.
-¿Qué está pasando aquí? -preguntó Lysandra, confusa y asustada-. ¿Por qué hay más de uno?
-Primero hagamos que estos debiluchos muerdan el polvo, después nos preguntamos eso -dijo Aric, sacando la espada de su funda y activando el circuito mágico de su mano izquierda.
-Omnem detrus athev darpas creatus sig leavres -comenzó a recitar mientras caminaba directo hacia los monstruos.
-Kaenia, magia de apoyo a Lysandra. Dannal, magia de ilusión, crea copias de Aric -comenzó a comandar Serpensq’i-. Lysandra, cúbrele la espalda a Aric. Lucien, magia de destrucción de alto nivel, idealmente espada de fuego, si es que lo conoces.
-¡Oye! ¡Esa magia requiere mucho tiempo! -comenzó a quejarse Lucien-. Además, soy una maga de agua, no de fuego. No llevamos ni un día haciendo equipo y ya estás sobreexigiéndome, ¡maldición! ¡Me quedaré con todo el botín de estos monstruos!
-Pierdes tiempo valioso quejándote -dijo Serpensq’i-. Hazlo antes de que tengamos la soga al cuello.
Mientras Lysandra intentaba seguirle el paso a Aric, este se encontraba enfrentándose simultáneamente con los tres monstruos. Aprovechando la magia de ilusión de Dannal y con la confianza de tener su espalda protegida por Lysandra, estaba dando lo mejor de sí mismo.
-¡Lysandra! ¡Dame algo de tiempo! -le gritó de pronto a Lysandra, quien no pensó y se lanzó a tomar la ofensiva principal.
Mientras ella lo cubría, Aric se echó hacia atrás y comenzó a respirar muy agitadamente. Al lograr calmar su respiración, comenzó a invocar sus criaturas.
-Spiritus elementalis, accipe vocem meam, surge ex tenebris, manifesta potentiam tuam -recitó concentrado. Un poco de sangre salió de su nariz.
Serpensq’i, que estaba observando todo, le lanzó inmediatamente una bendición corporal para fortalecer su alma. Sabía que no era normal que un Alto Humano tuviera afinidad tanto con la magia como con la espada y las invocaciones. Este chico había llamado completamente su atención.
Aric sintió la bendición y miró con gratitud al chamán. Luego de recuperar el aliento, se abalanzó junto con sus invocaciones, atacando con fiereza a uno de los jefes. Lysandra se mantuvo firme, dándole tiempo a Aric, pero fue herida durante el transcurso de la batalla. Aric logró derribar a uno de los monstruos abrumándolos con sus invocaciones elementales, pero también fue abatido y lanzado lejos por uno de los sobrevivientes.
Mientras todo eso ocurría, Lucien se había estado concentrando y recitando un encantamiento:
-Ignis potentissimus, elementum purum et igneum, creator et destructor, Per vim et potentiam flammae primordialis, quae exardescit in corde universi, Te invoco, spiritus ignis, qui es princeps in regno flammae, Accende flammam tuam ardentem, et fiat incendium magnificum, Ut consumat hostem meum et purget malum a nostris viis. Ignis, ex tua potentia surgat flamma haec, Quae urat et calet, quae purgat et renovat, Flamma ardescat inimicis meis, et dissipetur obscuritas, Ut luce et calore tuo, omnia mala dissolvantur. Spiritus ignis, audi vocem meam et esto mihi auxilio, In hoc momento magnae necessitatis, qua gladius ignis est mihi fidus amicus, Te invoco, te laudo, te honoro, spiritus ignis, qui dominaris elementorum, Per flammam tuam, fiat iustitia et victoria mea. ¡Gladius Ignis Elfi Solis!
Una poderosa esfera de luz se materializó sobre los monstruos, que se alejaron de un salto retrocediendo, pero no fue suficiente, ya que en una fracción de segundo, de la esfera de luz salieron disparadas decenas de espadas de fuego que hirieron gravemente a todos los monstruos.
Aric y Lysandra se levantaron del suelo y remataron en un último esfuerzo a los monstruos debilitados. Estos se desintegraron, dejando caer un anillo cada uno. Estos tenían un aspecto similar pero desprendían un aura única. Aric se acercó al lugar donde venció al primer jefe y este había soltado un hacha de dos manos a diferencia de los otros dos.
-Recojan los ítems -dijo con sospecha-. Los evaluaremos una vez termine todo.
Lysandra recogió los anillos, mientras Kaena y Dannal trataban a Lucien, que se había sobreexigido lanzando un hechizo de un elemento con el cual no tenía afinidad. Serpensq’i se acercó a Aric y le comentó sus impresiones.
-Nunca había ocurrido algo así en todo el tiempo que llevo asaltando mazmorras. Nunca había ocurrido esta anomalía -dijo, mirando a Aric, el cual estaba en cuclillas observando el hacha.
-Es evidente que está ocurriendo algo más -le respondió sin voltear-. Una vez las chicas estén listas, continuaremos hacia la entrada al tercer piso.
Pasado un rato y chequeando que todos estén en buen estado, continuaron avanzando. Aric se quedó con el hacha de dos manos y guardaron los anillos para investigarlos después. Al acercarse a la entrada del tercer piso, comenzaron a ver cadáveres de aventureros con más frecuencia. En el aire se podía percibir fuertemente el hedor a sangre y muerte. A la distancia lograron escuchar los estruendos de un combate. Aceleraron el paso y, al llegar al campo de batalla, se encontraron con el equipo de reconocimiento. Sulfias, la maga de Ceniza, que estaba en la última línea, los percibió y rápidamente les dio instrucciones para apoyar a la ofensiva.
Aric no pudo evitar notar que estaba herida y miró de vuelta a Serpensq’i para que le lanzara una bendición. Luego avanzó junto a Lysandra a ofrecer apoyo a la primera línea.
Lo que vieron los dejó en shock: más de diez jefes similares a los que ellos tuvieron problemas para vencer. Los magos del cuerpo de reconocimiento ya no tenían Aether suficiente para lanzar hechizos de alto nivel, y las pociones vacías cercanas al grupo dejaban ver que se estaban quedando sin opciones.
-Son los únicos que han logrado llegar hasta aquí -dijo uno de los guerreros, Valerian, un aventurero de grado A++. Tenía sangre escurriéndosele por las costillas, estaba arrodillado sosteniendo su espada. Luego de toser un poco, se irguió nuevamente-. Aún tenemos oportunidad. Debemos contenerlos aquí hasta que llegue la Orden de los Altos Elfos Oscuros.
Aric empuñó su hacha y activó el circuito de su mano izquierda. Lysandra respiró profundo y miraron a los monstruos desde abajo.
-Los detendremos entonces -dijo Aric-. Lysandra, cubre el otro flanco.
Goribhia, la combatiente especializada del cuerpo de reconocimiento, se encontraba enfrentándose a tres monstruos simultáneamente. Mientras esquivaba con agilidad sus ataques, iba asestando golpes estratégicos para desgastarlos y poder abrumarlos. Lysandra se unió a la lucha y, en un corto periodo de tiempo, las tornas comenzaron a voltearse.
Por el otro lado, Valerian, el guerrero, estaba intentando retener a tres monstruos junto a Aric, mientras Lucien contenía a los demás monstruos con sus hechizos y las magas de apoyo curaban a los otros magos del cuerpo de reconocimiento.
De pronto, escucharon un fuerte estruendo que los dejó helados. Los monstruos jefes se detuvieron y retrocedieron arrodillándose, dejando un pasillo entre sí. Un gran rugido resonó en el lugar, paralizando a ambos grupos. Lo que vieron los dejó helados: un monstruo enorme con un solo ojo y muchas cavidades en su rostro. De su espalda se bifurcaban muchas lancetas filosas.
La figura de una criatura colosal, flotando en el aire y desprendiendo un hedor a muerte y peligro, se mostró frente a todos, viéndolos desde lo alto con su único ojo.
Un sonido extraño salía de su boca:
Una risa diabólica que les costaría mucho olvidar.