"El árbol del origen"
"El árbol de los sueños"
"El árbol de la vida"
Así se conoce a una fuerza más allá del entendimiento mortal, algo que solo existe si crees que existe. Para muchos, es solo una fantasía, una idea inexistente y absurda. Pero para aquellos que sueñan, crean y viven en mundos diferentes al propio, es una realidad. Puede que pienses que solo te hablo a través de palabras e imaginación, pero quiero que comprendas que todo esto es real. Las historias, los cuentos, los sueños y las alucinaciones son reales para quien cree en ellos. Eso es el Árbol del Origen, algo que conecta todos ya todos.
¿Conoces a los héroes? ¿O a los villanos? Sabes de sus historias y de todo lo que vivieron para alcanzar su objetivo. Tal vez pienses que son solo sueños de otras mentes, algo inventado para entretener. Sin embargo, creo que todas las historias nacen de las hojas del Árbol, conectándose unas con otras a través de sus ramas. Lo entiendo, también me sentí frustrado al terminar una historia, al ver cómo todo el camino del héroe se desvanecería con el punto final del escritor, con la última viñeta del dibujante, con la última palabra del narrador...
Sé que es triste y que deja un vacío que, tarde o temprano, se llenará por otra historia.
Pero lo que te estoy contando no es más que una aventura entre muchas, el camino de un protagonista. ¿Algo sencillo, verdad? No importa. Si quieres, escúchame. Sí, escúchame, porque tú no me lees, tú me escuchas. Concéntrate y podrás oír mi voz.
La historia nos remonta a los guardianes de los sueños, aquellos que cuidan cada mundo y cada relato.
Magia, dragones, hadas y mucho más... Tal vez suene repetitivo, pero ese es el tipo de mundo con el que sueñas. Sin embargo, existe una historia que fue corrompida. Una en la que todas las almas sufrieron durante millas de años debido al error de un guardián. Un lugar donde todo lo malo y cruel que puede ser un mortal se hizo realidad, donde los mismos guardianes, a quienes alguna vez llamaron dioses, fueron corrompidos por una luz carmesí...
Esta es solo una historia más, nacida de las ramas del Origen, donde los sueños y las pesadillas se entrelazan, creando una nueva aventura que desea ser contada.
Un resplandor carmesí iluminó el cielo del mundo. Varias razas contemplaron la caída de lo que marcaría el fin de los días de paz en su mundo. Las historias más antiguas cuentan que un gran cráter se formó con la caída del astro, provocando que todo a su alrededor comenzara a morir. El suelo verde se tornó de un color oscuro y marchito, los animales huían despavoridos, y los alrededores fueron consumidos por completo. Pronto, la noticia llegó a oídos de distintos reyes, quienes empezaron a enviar aventureros con la promesa de riqueza y prestigio. No hubo mentira más grande, ya que ninguno de los cientos de almas inocentes volvió. Se dice que, cansado de tantas pérdidas, uno de los reyes decidió emprender un viaje hacia el origen del mal que se avecinaba.
Muerte y oscuridad fue lo que encontré. Todo había sido consumido; el cielo estaba cubierto por nubes negras que opacaban la luz del sol, el suelo era un manto de hierba muerta y ceniza. En el interior de todo lo que había sido devorado, habitaban monstruos nunca antes vistos: criaturas sin forma ni sentido, y lo que alguna vez fueron animales, ahora convertidos en aberraciones de oscuridad. El rey y su ejército se aventuraron en ese territorio, evadiendo a las criaturas y, con muchos sacrificios, lograron llegar al cráter, en cuyo interior emanaba una luz carmesí. Después de eso, no hubo más registros. Solo se sabe que de un ejército de cientos, tan solo regresó un soldado, llevando consigo la corona y la espada del rey.
Ese soldado alertó a su reino y a muchos otros. Así, la oscuridad siguió avanzando, consumiéndolo todo, alertando no solo a los humanos, sino también a muchas otras razas y pueblos del mal que se acercaba lentamente, para matar a todo ya todos.
Muchas razas se unieron para intentar detener el avance de esa oscuridad. El territorio de muchos fue consumido rápidamente; los líderes ordenaban a sus pueblos huir lo más lejos posible y alertar a otros de esa amenaza. Y así lo hicieron. Pronto, casi todas las razas se unificaron contra un enemigo común.
Ejércitos enteros fueron enviados para combatir a las criaturas que intentaban salir de su territorio. Así pasaron los años, y esa lucha no parecía tener un final a la vista. Ninguna estrategia lograba frenarla, y ejércitos enteros eran erradicados antes de poder acercarse al cráter. Muchos reinos poderosos ofrecían refugio a quienes lo habían perdido todo, pero los recursos no eran infinitos. Pronto llegaron las hambrunas; los pueblos clamaban a sus líderes por un poco de pan y carne. No es de extrañar que los humanos fueran los primeros en caer en el canibalismo... Todo parecía estar perdido para la mitad de los seres vivos que quedaban.
Pero un día, la esperanza descendió del cielo encarnada en una raza de leyendas, una especie que solo existía en historias antiguas y religiosas. Tan pronto como estos seres de luz pisaron la tierra, esta comenzó a recuperar su color y vida. Las criaturas oscuras empezaron a huir, y los reinos y pueblos vieron en esos salvadores la luz de la esperanza. Poco a poco, el mundo recuperó su esplendor, y la guerra terminó; la luz carmesí se había apagado.
Los años pasaron, y el mundo vivía en paz. Los reyes y líderes eran nobles de corazón, guiados por los ahora conocidos como dioses. Las naciones prosperaban y cantaban en júbilo a los salvadores. Sin embargo, no todas las razas confiaron completamente en estos dioses, y muchas tomaron la decisión de alejarse de ellos. Cuánta razón tenían...
El cráter donde cayó la luz carmesí comenzó a expandirse nuevamente. Los pueblos y descendientes de quienes vivieron ese infierno dieron aviso de lo que estaba ocurriendo. El pánico comenzó a esparcirse entre la gente que ahora vivía en paz. Pronto, catorce dioses decidieron ir a eliminar esa luz, dejando a los reyes ya un único dios a carga del mundo. Los meses pasaron, y no hubo noticias de que la luz continuara extendiéndose. Los reyes y líderes empezaron a temer que sus dioses los hubieran abandonado. Pero ellos jamás se habían ido... Sin embargo, el día que regresaron, el mundo contempló la encarnación de la oscuridad.
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Naciones enteras fueron reducidas a fuego y escombros; las calles se convirtieron en vertederos de cadáveres y ríos de sangre. Lo que alguna vez fueron sus dioses, se habían vuelto convertidos en la peor de las pesadillas, y el mundo entero temió por su extinción.
Todas las naciones y razas se pusieron en alerta ante la nueva amenaza. Los ejércitos se preparaban para enfrentar a los dioses, que ahora los atacaban a sangre fría. Pronto, las naciones que quedaban unieron fuerzas para combatir a sus antiguos salvadores, en un esfuerzo desesperado por evitar que la vida fuera erradicada. El mundo parecía estar de nuevo al borde de la extinción, y toda la esperanza recaía en la espalda de la única diosa que quedaba, aquella que no había abandonado a sus hijos, vista por muchos como una joven noble y de corazón puro. Con solo unas pocas naciones en pie, todas ellas decidieron proteger a su diosa. Cientos de ejércitos se reunieron para defender a su gente ya la deidad, y cientos de magos y criaturas capaces de usar magia se congregaron a su alrededor. Nadie sabía lo que la joven planeaba, pero tampoco dudaban de ella.
Todos los reyes y líderes dieron la orden de no retroceder ante las criaturas. Los dioses, ahora llamados los Caídos, eran la mayor de las amenazas, incluso los demonios temían acercarse a ellos... Sin embargo, mientras velaban por la seguridad de su gente y de su diosa, todos los ejércitos recibieron la última orden.
—¡Entreguen todo en esta batalla! ¡No dejen que los Caídos lleguen a nuestra diosa!
El grito de hombres y mujeres resonó por los cielos. Con un clamor de valentía y honor, avanzan hacia una muerte segura. El miedo a morir nunca desapareció en ellos, pero tampoco lo hizo su lealtad a la diosa. El campo de batalla, o lo que alguna vez fue el reino más próspero, se convirtió en un lago de sangre y muerte. Todo para darle tiempo a la diosa de hacer lo que debía hacer.
Cuando todo parecía perdido, una luz descendió en medio de todos aquellos magos que daban su vida por la salvación de su mundo. Pronto, todos esos magos cayeron al suelo sin vida, pero en medio de ellos se alzaron cuatro siluetas alrededor de su diosa. Esas siluetas se volverían conocidas como los héroes; la Esperanza, el Valor, la Vida y la Luz, eran lo que cada uno de ellos representaba. Habiendo hecho esto, la luz de un alma pura comenzó a desvanecerse.
La diosa cayó de rodillas ante los héroes, suplicando su ayuda contra este mal. Ellos la miraron como unos hijos a su madre, asintieron y se lanzaron a la batalla contra los Caídos. Las historias cuentan que esa lucha hizo temblar la tierra debido al inconmensurable poder de esos héroes. Muchos de los Caídos huyeron más allá del mar. Las razas gritaron el nombre de la diosa y de los héroes. El gozo y la alegría llenaron a los centenares de millas de soldados y civiles que se refugiaban de los monstruos. El mal se había desvanecido, y las tierras que parecían perdidas podían recuperarse. Todo fue gracias a su diosa.
Los reyes acudieron rápidamente a socorrer a su diosa. Grande fue la sorpresa de todos al verla tan débil y sin su luz. Le suplicaron entre lágrimas que no los dejara, que no podrían hacer nada sin ella. La diosa los miró con amabilidad y dulzura, y antes de morir, pronunció sus últimas palabras, las cuales serán recordadas por los reyes y por aquellos que llevarán su marca.
—No desesperen, no lloren ni se entristezcan, ya que su diosa los protegió y los amó... Vayan y reconstruyan el mundo que tanto se esforzaron en proteger, hijos míos... —fue lo último que dijo antes de convertirse en una estatua de piedra.
Las leyendas de ese suceso cuentan y distorsionan lo ocurrido, pero jamás se supone si esas fueron las verdaderas palabras de la diosa. Solo se sabe que, después de aquello, todos los reyes y líderes guiaron a sus pueblos para reconstruir el mundo que su diosa les había regalado. Por otro lado, tampoco se sabe qué sucedió con los héroes. ¿Acaso murió? ¿O llevaron vidas normales? Nadie lo sabe.
El mundo volvió a florecer, y las razas convivieron en armonía, recordando siempre el sacrificio de su diosa y la valentía de los héroes que los habían salvado. Y así, en los anales de la historia, se conservó la memoria de la última batalla y de la luz que una vez guio a las razas hacia la esperanza y la redención... Pero no todo fue color de rosas.
El tiempo es cruel e injusto, y el sacrificio de una diosa no bastó para cambiar el vil corazón mortal. Todas las razas que alguna vez pelearon juntas volvieron a ser como eran cientos de años atrás. Los prejuicios y el miedo resurgieron, y el mundo perdió a su diosa y, con el tiempo, también a los héroes. Esto destruyó que la avaricia por poder y riqueza brotara nuevamente, y todo se vino abajo. Tal vez el mal del cráter había desaparecido, pero no así los corazones caídos que se dejaron engañar por aquella luz carmesí.
Pasaron cinco mil años, y los Caídos retomaron la tierra bajo el disfraz de "deidades protectoras", engañando así a los mortales. El mundo volvió a sus orígenes: guerras sin sentido, maltrato y discriminación. Los humanos y las razas más numerosas volvieron a reinar. Todo por lo que una vez se había luchado parecía haber sido en vano.
Sin embargo, aún quedaba esperanza para este mundo, pues en algún lugar, ya mar en mar o tierra, se encontraba la estatua de una diosa que esperaba ser liberada.
Los textos antiguos hablaban de una estatua en medio de un campo de flores, donde yacía la diosa que había salvado al mundo. Convertida en piedra, su esencia aguardaba pacientemente, invisible a los ojos de los mortales. Sus sacrificios no habían sido olvidados del todo; Aún quedaban aquellos que susurraban su nombre en secreto, que registraban los tiempos en que todas las razas luchaban juntas bajo su luz.
Las profecías decían que, un día, cuando el mundo estuviera sumido en la más profunda oscuridad, alguien digno encontraría el camino hacia la estatua y despertaría a la diosa. Los héroes que una vez respondieron a su llamada también estaban destinados a regresar. Las estrellas, los vientos y las olas susurraban sobre el regreso de una era de esperanza y unión.
En la cueva más oscura o en la cima de la montaña más alta, en las profundidades del océano o en los bosques más densos, alguien encontraría a la diosa. Y entonces, el mundo conocería de nuevo el poder de la verdadera luz, una luz que ni siquiera los Caídos podrían apagarse.
Así, aunque el mundo parecía haber olvidado, la esperanza nunca se extinguió por completo. En los susurros del viento y en el murmullo de las hojas, aún se escuchaba el nombre de la diosa, la eterna guardiana de la esperanza.
También conocida como...
La Luz Durmiente.
La Luz Durmiente [https://img.wattpad.com/8a9c1d16e395439703d73d1c8b4276cdd0c58093/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f703261656a37745444386d5761773d3d2d313436303233363738302e313765643266373936366530323263333334383639383239393733312e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]