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capitulo 1: nuevo mundo.

En las ramas del Árbol del Origen se encuentran miles de mundos, algunos más interesantes que otros. Sin embargo, en esta historia solo necesitamos conocer uno de los mundos más simples y, al mismo tiempo, más fascinantes: la Tierra. Un lugar donde miles sueñan y crean, pero también donde más soñadores perecen en el vacío del olvido.

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Un palacio digno de cuentos de hadas se alzaba en medio de una infinita oscuridad, una oscuridad relajante y segura. Dentro habitaban los seres conocidos como "deidades" o dioses por muchas culturas y religiones. Cada uno se encargaba de cuidar diferentes mundos, diferentes realidades y sueños.

En un gran salón que resplandecía como el oro, se desarrollaba una acalorada discusión [https://img.wattpad.com/0b87a5321deead1eef7d8271eacb780bec5b74fc/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f4d5f3473415a663936394a5f6c513d3d2d313436303731313739312e313765353465656239346236613063393835303939343734323434332e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

En un gran salón que resplandecía como el oro, se desarrollaba una acalorada discusión. Cientos de deidades de toda forma y color debatían sobre el futuro de los mundos que habían sido abandonados por sus guardianes. Ante todos ellos se alzaba una figura dominante, sentada en un trono de oro y joyas, irradiando una presencia única y majestuosa. La figura alzó la voz ante todas las deidades.

—¡Silencio! —ordenó con un tono de liderazgo imponente.

Todas las deidades miraron a la figura, una mujer de belleza absoluta, rodeada por una luz que parecía protegerla. Ante esa orden de silencio, muchas deidades protestaron contra ella.

—No tienes derecho a ordenarnos nada. Por tu ignorancia perdimos a quince de nuestros hermanos —dijo un ángel de facciones rudas.

—¿Cómo permitiste que Kadiel les hiciera eso? —preguntó con frustración una mujer de cabello como el diamante—. Zilicia tuvo que usar su cuerpo como sello... —añadió con un tono triste y melancólico.

La sala se llenó de protestas y quejas; la pérdida de sus hermanos había afectado profundamente a las deidades. La mujer, sin alterarse o contradecir lo que le decían, decidió mantenerse en calma. Se levantó de su trono y los miró con culpa, sabiendo que no había vuelta atrás. Pronunció las siguientes palabras.

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—Sé que he cometido un error y tengo toda la culpa... Pero les prometo que haré algo. ¡Yo me haré responsable de traer de nuevo a nuestros hermanos! —dijo con un tono de liderazgo y culpa. Estaba frustrada por lo que había pasado; tenía que hacer algo.

Ante esas palabras, todas las deidades guardaron silencio y la miraron antes de desvanecerse en luz. La reunión había terminado y la diosa, aún frustrada, pensaba en alguna forma de recuperar a sus hermanos. Cientos de ideas pasaban por su mente, tantas formas de poder recuperarlos, pero la mayoría suponían poner en riesgo el mundo del cual ella era responsable.

Estaba decidida a resolverlo todo por sí misma, a ponerse en peligro para salvar a sus hermanos de las manos del mal. No fue hasta que una de sus sirvientas le propuso una idea descabellada, algo que no se había hecho en mucho tiempo por su inefectividad y por cómo afectaría a su mundo. Sin esperar nada, decidió intentar aquella idea; solo le faltaba encontrar un candidato adecuado en el mundo del cual se hacía cargo.

La Tierra, un lugar lleno de mentes soñadoras y cosas increíbles para muchos, sería muy complicado encontrar al elegido. Existen artistas, deportistas y estudiosos. ¿Cómo escoger entre tantos humanos? Bueno, solo hace falta encontrar a alguien que verdaderamente esté dispuesto a abandonar todo su mundo por el bien de otro.

La gente vive de cientos de formas, unas más diferentes que otras y muchas iguales entre sí. Una vida monótona es lo que a la mayoría le espera, y es decisión de cada uno aprender a volar o nadar; pero la mayoría decide caminar. Todo esto nos lleva a la vida de un joven, alguien que solo busca una cosa, alguien que disfruta de cosas tan simples como dibujos moviéndose en una pantalla.

¿Qué será de la vida de un joven que pasa sus días trabajando como limpiador de cines, cajero de centro comercial, guardia de seguridad y costurero? Alguien que trabaja de tantas formas debería ser alguien agotado y aburrido de vivir, pero él no es así. Los días pasan rápidos y simples; esa simple vida era algo que él... odiaba.

No era el trabajo en sí, sino que todos los días fueran iguales y simples, sin nada interesante. Claro, de vez en cuando ayudaba a alguna anciana o a un niño perdido, era parte de su trabajo. Pero lo que pasaría un lunes por la noche sería algo que jamás, de ninguna forma, pensó que le sucedería.

Un lunes en la mañana...

[Una alarma sonaba con intensidad]

—Ummm, ¿qué hora es? —murmuró el joven, despertando algo cansado por la noche anterior.

[La alarma marcaba las 8 de la mañana]

—Es temprano... Creo que hoy desayunaré algo sencillo —dijo con tono de fastidio.

Noa se despertó agotado. El día anterior había tenido que trabajar horas extra como guardia de seguridad debido a un evento que se realizaría al día siguiente. Esa mañana, tomó algo de café junto a un sándwich de huevo y se alistó para un duro día de trabajo.

No vivía de una forma pobre ni lujosa, sino que tenía una vida simple. Su departamento era adecuado para alguien que vivía solo; siempre se aseguraba de que todo estuviera en orden al irse y al regresar. Cada vez que salía, el ruido de los autos y de la gente caminando incesantemente por las calles era algo constante del día a día.

Pero no todo era malo en las mañanas de Noa. Casi todos los días, una adorable anciana lo apoyaba con lo que podía, ya fuera una comida o un refrigerio. Ese día, la anciana detuvo a Noa para entregarle algo.

—Noa, ven, ven —la anciana hacía gestos para que el joven se acercara.

—¿Pasa algo, señora? —preguntó Noa.

—Solo quería darte esto. Hoy trabajas de guardia de seguridad y no quiero que te enfermes —dijo con una mirada amable y sincera.

—Je, je, muchas gracias, señora. ¿Quiere que le traiga algo del supermercado? —Noa quería devolver el amable gesto.

—Bueno... si puedes, tráeme una cajita de mate de manzanilla —la anciana le entregaba un billete.

—N-no era necesario... Muchas gracias, señora, trataré de volver temprano —dicho esto, Noa se fue, decidido a trabajar con ganas.

Ese día fue realmente cansado para Noa, pero también más de lo mismo. Tenía que cuidar la entrada de un club de mala muerte. La paga no era mucha y él no era alguien fornido, más bien era escuálido. Habiendo terminado su turno y recibido su pago de dos semanas, no lo pensó mucho y fue a la primera tienda de anime que encontró.

Se gastó su paga en una figurita de anime. Muchos lo llamarían tonto por haber gastado su dinero en algo inútil, pero eso no le importaba. Pasó por el centro comercial y compró una de las mejores cajas de té que encontró. Estaba feliz de poder volver a casa y disfrutar de sus series de anime favoritas.

El camino a casa era algo lejano, pero disfrutaba de caminar y de la paz que traía la noche. Todo iba bien en el camino a casa; la verdad es que estaba feliz de usar el regalo de la anciana. Las dos chompas a rayas estaban tejidas a mano, y se notaba que esa anciana lo apreciaba mucho, ya que ninguno de sus hijos o nietos la visitaba. Y él, que no era nada de ella, aún así la visitaba y comía junto a ella de vez en cuando.

No pasaría mucho para que algo sucediera en esas calles a altas horas de la noche. Él caminaba por las calles solitarias; ya los negocios cerraban y casi nadie pasaba por allí. La mayoría del tiempo no pasaba nada; claro, de vez en cuando veía algunos borrachos o indigentes, pero siempre los ignoraba. No sabía lo que estaba por suceder, algo que, aunque muchos digan "yo sí lo haría, sin dudar", esas palabras son solo eso, ya que la mayoría huiría o simplemente pasaría de largo.

De pronto, notó cómo una niña pequeña, de apenas unos seis años de edad, entraba en un callejón. Noa estaba a punto de seguir su camino cuando vio a un hombre entrar en el mismo callejón. Eso lo puso en alerta.

Con temor y casi temblando, se acercó a ver. Eran dos hombres adultos que habían acorralado a la pequeña. Era más que obvio cuáles eran sus intenciones. Las piernas le temblaban y su cuerpo sudaba. Los hombres estaban a punto de secuestrar a la niña, y en ese momento, con todo el valor que tenía, Noa entró en el callejón.

—¡Suelten a esa niña! —gritó con desesperación, era la primera vez que sentía tanto miedo.

—Esto no te concierne, mejor vete y olvida lo que viste —dijo uno de los hombres de forma amenazadora.

—¡N-no me oyeron! ¡Suelten a esa niña, pedazos de mierda! ¡Llamaré a la policía! —Noa gritaba para llamar la atención de las personas, pero nadie se atrevía a mirar por las ventanas.

Ambos hombres empujaron a la niña, que cayó al asfalto, y se acercaron a Noa de una forma amenazadora y sombría. Noa no retrocedió ante esa acción. Jamás había peleado con alguien, ni siquiera para defenderse, pero en ese momento lo más importante era que la niña pudiera escapar de ese lugar a salvo.

—Míralo, está temblando de miedo —uno de los hombres dijo en tono de burla.

—Tú solo agarra a la niña, yo me encargaré del imbécil —el segundo hombre sacó una navaja de uno de sus bolsillos.

La situación era difícil. Nadie había respondido al ruido que hizo Noa, tampoco tenía tiempo de sacar su teléfono y llamar a la policía. No podía hacer nada más que intentar pelear. Noa retrocedió un poco, no podía arriesgarse a salir herido frente a la pequeña. Antes de que el sujeto se acercara más, Noa se sacó la mochila para usarla como arma, golpeando al hombre y haciendo que este retrocediera.

—En serio, son idiotas... Con todo este escándalo, la policía ya debe estar en camino —dijo Noa con temor.

Antes de poder decir algo más, Noa recibió un golpe en el rostro de parte del tipo que había golpeado. Intentó recuperarse del golpe, pero no esperó mucho para recibir una patada en el estómago que lo dejó tirado en el suelo. El hombre, ya enojado, comenzó a patear a Noa. El chico no sabía qué hacer; poco a poco su visión se volvía borrosa por el dolor. No era capaz de levantarse y pelear. Pasaron unos segundos y uno de los hombres empezó a jalar a la niña, mientras el otro le daba instrucciones.

—¡Asegúrate de dejarla bien amarrada, el jefe no quiere perder más mercancía! —ordenó el hombre, mientras se alejaba de Noa, que yacía en el suelo.

—Está bien, no tardes mucho con este pendejo —dijo el otro, apretando a la niña con fuerza.

La pequeña lloraba y gritaba desesperadamente: —¡Por favor, ayúdame! ¡No quiero ir con ellos! ¡Mamá!

Noa seguía en el suelo, el dolor era insoportable; sentía como si le hubieran destrozado el estómago. El hombre no paraba de golpearlo, su furia y la brutalidad de sus ataques no parecían tener fin. La mirada de odio en esos ojos... Noa no pretendía morir allí. Entonces, aprovechando una leve distracción, mordió una de las piernas del agresor. El hombre gritó, resbaló y cayó al suelo, Noa aprovechó el momento para intentar levantarse.

Vio al hombre en el suelo y se preguntó por qué no se levantaba. La caída no podía haberlo matado, pero cuando se acercó, descubrió que una delgada vara de acero había atravesado la cabeza del hombre. Una mirada de horror se apoderó del rostro de Noa. Al dirigir la mirada a la salida del callejón, vio que el otro hombre ya se había ido con la niña. Sabía que el hombre regresaría por su compañero; su objetivo no había cambiado.

Aterrorizado, Noa estaba al borde de la desesperación. Quería huir, dejar todo atrás, pero recordó que si lo hacía, la niña sufriría. Tenía que hacer algo. Así que se escondió entre las sombras del callejón, preparándose para sorprender al segundo hombre y rescatar a la niña.

El segundo hombre volvió al callejón.

—¡Oye imbécil, ¿ya terminaste? ¡Tenemos que irnos!... ¿Imbécil? ¿Dónde estás? —El hombre miró a su alrededor, solo para encontrar el cadáver de su compañero.

Antes de que el sujeto pudiera reaccionar, Noa le saltó encima, intentando asfixiarlo con todas las fuerzas que le quedaban. El hombre se resistía con ferocidad; era como montar un toro mecánico. Noa luchaba contra la fuerza del hombre, que lo arrojaba contra las paredes y objetos punzantes. La pelea era brutal. Noa no se atrevía a soltarlo; estaba casi allí, solo necesitaba un poco más.

De repente, el hombre logró liberarse del agarre de Noa y lo lanzó contra unas bolsas de basura, que contenían vidrios rotos. Noa se hirió la espalda con los cristales. Se levantó con dificultad, solo para recibir un golpe brutal en el rostro. El hombre continuó golpeando al joven indefenso. Después de un rato, el agresor decidió parar al ver que Noa no parecía estar consciente.

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—Niñato de mierda, no sabes cuánto odio a la basura como tú. Solo trataste de hacerte el héroe frente a alguien que no conocías, pero tranquilo, no morirás aquí. Los perros del jefe te devorarán —el sujeto sonreía con una satisfacción cruel.

El hombre clavó la navaja en el estómago de Noa, disfrutando claramente del sufrimiento que causaba. Noa sentía que su vida se desvanecía; su respiración era lenta y su visión se nublaba. La única cosa que podía ver era su figurita de anime tirada en el suelo. Pensó que todo había terminado allí... pero, de repente, una voz resonó en lo más profundo de su mente.

—¿Dejarás que la niña sufra? ¿Acaso ya no tienes valor? O es que crees que no puedes... Yo sé que puedes, Noa. ¡Salva a esa niña!

Después de eso, Noa salió cojeando del callejón. Llegó al auto donde estaba la niña encerrada, abrió la puerta y encontró a la pequeña llorando en los asientos. Con dificultad, intentó calmarla.

—N-niña... Todo está bien... Porque... porque yo estoy aquí —dijo, su voz temblando de dolor mientras la sangre aún corría por su cuerpo.

La niña miró al chico herido, el único que había acudido a su llamado de auxilio. A pesar de su estado, Noa le ofreció una sonrisa débil. La niña salió del auto y abrazó a su salvador. Noa, aún con dolor, acarició la cabeza de la niña que había intentado salvar.

—N-niña... ¿Dónde están t-tus padres? —Su voz era un susurro debilitado.

—N-no lo sé... —respondió la niña, temblando de miedo.

—E-está bien... Te llevaré a una comisaría, ¿ok? Solo necesito que me ayudes a llevarte... Por favor...

La niña asintió y, temblando, ayudó a Noa a caminar. Juntos avanzaron hacia la comisaría más cercana. Noa no podía usar su celular; la pantalla estaba rota. Sin embargo, estaba decidido a llegar a la comisaría para dejar a la niña y recibir ayuda. Las calles eran frías y desoladas; no había nadie, ni siquiera perros o mendigos. Noa sabía que no faltaba mucho, pero también sabía que su cuerpo no aguantaría. Resistió el dolor todo lo que pudo, pero finalmente se desplomó en el suelo. Con la ayuda de la niña, logró sentarse en una banca en un parque cercano. Notó el rastro de sangre que dejaba a su paso.

Con debilidad, Noa intentó decirle algo a la niña, que lo miraba con preocupación.

—N-niña... Esas luces allá —señaló la comisaría—. Tienes que llegar, ahí... Te ayudarán...

Noa miraba a la niña con las fuerzas que le quedaban. La niña parecía asustada.

—Pero, n-no puedo ir sola... ¿Qué pasa si esos hombres vuelven...? Tengo miedo...

—No tienes por qué temer... Los malos ya no están... Pero si aún tienes miedo... Ten... —sacó la muñeca de su mochila, sucia y casi rota—. Ella es Rem... Es muy... valiente y amable... Sé como ella... Si... No temas... Y-yo iré detrás de ti... Pequeña... —Su voz se desvanecía cada vez más.

La niña abrazó la figura de Rem y, con lágrimas en los ojos, se dio media vuelta y corrió hacia la comisaría. Noa se quedó solo en el parque. El cielo estaba oscuro, casi sin estrellas; eso era lo único que podía ver mientras yacía en el banco de madera.

—Je, je, je... Ahora... sí metí la pata... —miraba al cielo.

—Me pregunto si mi madre estaría orgullosa de lo que hice... P-perdón mamá... No cumplí mi promesa... Espero poder verte. Si hay un cielo...

Su respiración se volvía cada vez más lenta.

—Moriré... No pude ver todos esos animes... Qué mierda... —La sangre seguía fluyendo de su herida.

—Me hubiera gustado... ver tan solo una... vez... un cielo... de... estrell...

La respiración de Noa se apagó y sus ojos se cerraron. Noa murió en ese parque, en ese banco, dejando atrás el mundo que amaba y odiaba, habiendo salvado a la niña. Murió sin arrepentimiento.

El mundo que veía se desvaneció en la oscuridad, tan densa como el agua del mar. Noa flotaba en sus recuerdos, los cuales pasaban como una película, atormentado por todo lo que había vivido y sus errores.

De repente, todo se iluminó. Una luz dorada lo envolvía todo, y la oscuridad se desvaneció, dejando lugar a una paz envolvente. De la luz emergió una voz que parecía provenir de todas partes.

—Te he encontrado, pequeño humano.

La luz se intensificó tanto que Noa ya no podía ver nada. Cuando finalmente abrió los ojos, se encontró en una posición de reverencia, sin poder ver lo que tenía al frente. Estaba confundido y asustado. Miró a su alrededor y vio que se encontraba en una sala dorada, tan grande y alta como ningún rascacielos. A su alrededor había cientos de seres que parecían una mezcla entre hombres y mujeres, cada uno con un colgante dorado y vestidos con ropajes majestuosos.

Noa estaba asombrado. No entendía lo que estaba pasando ni dónde estaba. Intentaba mirar al frente, pero algo en su interior no se lo permitía. La magnificencia del lugar era sobrecogedora y misteriosa.

—¿Dónde estoy? ¿Qué son esas criaturas? ¿Por qué no puedo moverme? —pensaba Noa, aún en la posición de reverencia, como si se presentara ante una autoridad suprema.

A pesar de su confusión y miedo, intentaba calmarse. Por un momento, pensó que todo podría ser un sueño, pero ese pensamiento se desvaneció cuando escuchó la voz que tenía frente a él. Era una voz más bella que cualquier melodía creada por el hombre, y la paz que le brindaba era tan abrumadora que todas sus preocupaciones y miedos desaparecieron de inmediato.

—Levántate, Noa, ya que estás frente a mí y al mirarme eres libre —dijo una voz femenina y suave.

Noa volvió a sentir el control sobre su cuerpo y, sin hacer esperar a la deidad, se levantó con firmeza, como el soldado más leal. Al levantar la mirada, vio a una mujer con cabello rosa turmalina y ojos celestes como el cielo. Su belleza era tan grande y etérea que parecía imposible para cualquier humano alcanzar. Noa quedó perplejo, pero no sintió atracción sexual ni pensamientos impuros. Era como si estuviera ante la luz misma, con el único sentimiento de querer servirle eternamente.

Las lágrimas caían de sus ojos, inundado por un sentimiento de paz que nunca había experimentado antes [https://img.wattpad.com/0911283ba8231cad4095f488aa42e085fc60937c/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f554b38702d72727148584c634c513d3d2d313436303731313739312e313765353532643930366162306630343832323135373135393738362e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

Las lágrimas caían de sus ojos, inundado por un sentimiento de paz que nunca había experimentado antes. Noa no se atrevía a hablar, abrumado por un sentimiento indescriptible. Fue la diosa quien habló primero.

—No tienes por qué llorar, pequeño. Ya todo ha pasado. Has dejado ese mundo atrás y ahora estás ante mí.

Finalmente, Noa respondió, su voz temblorosa y llena de nerviosismo.

—¿Q-quién eres? ¿Eres Dios? ¿O Diosa?

La diosa soltó una pequeña risita antes de responder.

—No soy lo que conoces como dios. Más bien, soy una deidad guardiana. Estoy encargada de cuidar y velar por tu mundo, sus sueños y sus vidas.

—Entiendo. Entonces, mi diosa, ¿puedo preguntar por qué estoy ante su presencia? ¿Qué necesita de mí?

Noa ya no estaba nervioso. El simple hecho de mirarla calmaba todo en él.

——(sonriendo) Sí, necesito algo de ti, pequeño. Quiero que entregues un mensaje por mí. Te enviaré a un mundo que conocerías como fantasía. En ese mundo, muchas razas han olvidado a su protector y a los héroes que alguna vez los salvaron. La gente es egoísta y mala. La misión que quiero darte es llevar mi mensaje a alguien que necesita despertar de un sueño muy largo.

Noa se sintió emocionado ante la perspectiva de ir a otro mundo. Dragones, hadas, magia... Todo eso era increíble para él. Sin embargo, sabía que debía mantener la compostura frente a la diosa.

—Con gusto llevaré su mensaje. No me negaré a nada de lo que usted me ordene.

—Si es así, volveré a preguntar, Noa. ¿Llevarías mi mensaje incluso si tu vida estuviera en riesgo? Si aceptas, podrías nunca volver a tu mundo ni saber de él. En cambio, si te niegas, podrías tener una segunda oportunidad en tu mundo, en una familia privilegiada y con una vida resuelta. ¿Qué decides, Noa?

—Y-yo... Yo quiero ser su mensajero. Quiero cumplir con la misión que me ha dado —dijo con determinación y emoción.

—Entonces... que así sea, pequeño humano. Ahora acércate, Noa.

Noa obedeció y se acercó a la diosa. Al hacerlo, se dio cuenta de que ella era mucho más grande de lo que había imaginado. Ella lo tomó como si fuera un cachorro, y lo besó en la frente. Sus labios eran suaves y cálidos. Al sentir ese beso, Noa sintió un cansancio extremo. Antes de quedarse dormido en las manos de la diosa, ella le dijo:

—Cuida bien de mi mensaje, Noa. Confío en ti.

—Lo haré... Mi dios... —su voz se desvaneció mientras se sumía en un profundo sueño.

Un bosque, un lugar típico en muchos juegos de rol y RPG, sería el inicio de la aventura de Noa. La brisa del viento y el susurro de las hojas caídas eran los únicos sonidos en el aire. En el suelo del gran bosque yacía un joven de cabello marrón, vistiendo una camiseta roja a rayas, con su fiel mochila negra a su lado. El chico dormía tranquilamente, pero no pasaría mucho tiempo antes de que comenzara a despertar.

Noa abrió los ojos lentamente, parpadeando para acostumbrarse a la luz del sol que se filtraba entre las hojas de los árboles.

—¿D-dónde estoy [https://img.wattpad.com/920df5606390d0e17bb2dc1b47915db793e6b619/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f6f37584470525354304b5f7234673d3d2d313436303731313739312e313765353532656265633636363031333538303830363638333533382e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

—¿D-dónde estoy...? —se levantó con dificultad y miró a su alrededor.

El cielo era de un azul puro y las hojas verdes susurraban con la brisa suave.

—Qué cielo tan hermoso... —respiró el aire fresco por primera vez, llenando sus pulmones con la pureza de la naturaleza.

—Cumpliré mi misión, diosa mía, lo juro... —murmuró, con determinación en su voz, pero luego se detuvo, dándose cuenta de algo crucial.

—¡No me dio el mensaje! ¿Qué hago? ¿Cómo me comunico con ella? ¿Tendré que orar? ¿O tal vez un sacrificio...? ¡Aaah, no sé! —empezaba a alterarse, la ansiedad tomando control.

La diosa no le había dado el mensaje, y eso lo ponía en una situación complicada. Los nervios lo invadían, mirando frenéticamente a su alrededor. Fue entonces cuando notó algo que lo dejó perplejo: a pocos metros de donde despertó, había una chica. Se acercó para ver quién era, pero al hacerlo, se dio cuenta de que estaba completamente desnuda, durmiendo plácidamente.

—¡E-está desnuda! ¿Por qué? ¿Será de mi mundo? ¿Por qué tiene el cabello plateado? —la confusión y el nerviosismo crecían.

La chica, con su cabello plateado y una figura tanto inocente como sensual, parecía fuera de lugar. Su piel blanca y su pecho considerable indicaban que tenía entre diecisiete y diecinueve años. Noa se encontraba en un dilema.

—¿Qué hago...? Si despierta, me llamará pervertido o algo peor... —después de un rato de pensar, tuvo una idea. Sacó algo de su mochila y también se quitó los pantalones, afortunadamente tenía un par de pijamas debajo debido al frío de su ciudad.

Después de un rato, la chica estaba cubierta de pies a cabeza con la ropa de Noa. Ahora solo quedaba esperar a que despertara. Pasaron horas mientras Noa se ocupaba de reunir ramas y cortezas de árboles cercanos para una fogata, sabiendo que perdía tiempo. Había hecho todo lo posible para pasar la noche.

Al caer el sol, había construido un "refugio" rudimentario y un intento de fogata. Exhausto, se tiró al suelo, esperando lo mejor. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando vio a la chica de cabello plateado acercarse a él completamente desnuda nuevamente.

—¿Qué haces sin la ropa? —se levantó bruscamente, buscando las prendas.

—Tienes que ponerte esto, te puedes enfermar... (No mires, no mires, no mires...) —estaba evidentemente nervioso e incómodo.

La chica solo lo miraba, sin mostrar signos de vergüenza o miedo. Su mirada era vacía. Noa hizo un esfuerzo sobrehumano para vestirla nuevamente. Después de un rato, la chica ya estaba completamente vestida y Noa más calmado.

—No me mires así [https://img.wattpad.com/e0340d7cd243c3e7fa47f7309c2dfc9a4b26e775/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f66556746474276664c68614c51773d3d2d313436303731313739312e3137653535326632336636376337393532363333313839303036342e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

—No me mires así... (Aún no sé su nombre, ni siquiera me ha hablado) —dijo, claramente aterrado por su compañía.

La chica seguía observándolo, sin decir una palabra. Desesperado por no saber qué hacer, Noa decidió revisar su mochila. La lista de lo que tenía era la siguiente:

- Paquete de galletas saladas.

- Bufanda.

- Caja de mate de manzanilla.

- 30 dólares y 50 centavos.

- Cutter.

- Hojas de papel.

- Bolsas de plástico.

- Un par de paquetes de hilo y tela negra.

- Muñeca de Rem.

- Un cuaderno de notas.

- Lapiceros.

- Celular con 70% de batería.

- Termo con agua hasta la mitad.

Nada fuera de lo común. Era evidente que todo lo que llevaba antes de morir había llegado junto con él. Sin más que hacer, intentó encender su fogata. Mientras tanto, la chica seguía observándolo, su mirada fría y sin pronunciar palabra alguna.

La noche cayó, y el bosque se envolvió en un silencio y oscuridad profundos. La luz de la luna y las estrellas iluminaban el cielo de una manera que Noa nunca había visto. Con esfuerzo, logró encender la fogata. El frío de la noche no los consumiría, y al calor de la hoguera, Noa contemplaba el inmenso cielo estrellado.

—Es increíble [https://img.wattpad.com/84e42bf0a0b249431f38af1f3b1020b59f237bb2/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f636570684e516b6f303848332d673d3d2d313436303731313739312e313765353532663735613239663364613135323730323636383936372e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

—Es increíble... Oye, chica... No sé si eres de mi mundo, tampoco sé por qué no hablas, pero sé una cosa... Jamás pensé ver un cielo tan limpio y hermoso como este... —las palabras de Noa reflejaban tristeza y añoranza.

La chica, sentada a su lado, ladeó la cabeza ante sus palabras [https://img.wattpad.com/ab35646d6002870fa4620bf055e52a6b4eb5453f/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f4b306b6331433467636147614c773d3d2d313436303731313739312e313765353532666530626538633631653433383430393735313230332e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

La chica, sentada a su lado, ladeó la cabeza ante sus palabras. Era como si intentara comprenderlo. Noa solo sonrió incómodamente. Después de un rato, trató de explicarle a la chica que haría guardia esa noche. Tras varios intentos, la joven finalmente cedió al sueño. Noa la acomodó lo mejor que pudo y se sentó junto a la fogata, decidido a vigilar mientras ella dormía.

La noche permanecía en un silencio continuo. No había grillos ni lobos, solo un silencio tranquilizador. Noa fingía fortaleza, impulsado por la promesa de cumplir la misión que le había encomendado la diosa. Sin embargo, en el fondo, estaba aterrado. No sabía cómo sobrevivir en ese bosque ni por qué había despertado junto a la chica de cabello plateado. ¿Cuál era el mensaje que debía entregar? Cientos de dudas y preguntas resonaban en su mente. Temía defraudar a la deidad que confiaba en él, y eso lo asustaba aún más.

Las horas pasaron sin ruido ni movimiento. La chica dormía plácidamente, sin preocupaciones, mientras Noa luchaba con sus miedos y dudas. Aunque aparentaba ser fuerte, en realidad, era solo un joven aprendiendo a vivir en un nuevo y desconocido mundo.

A la mañana siguiente, Noa despertó a la chica y le dio instrucciones de recoger algunas ramas mientras él buscaba una fuente de agua. Ambos tendrían que ayudarse mutuamente para sobrevivir. Noa buscó por varios minutos, sin querer alejarse mucho del campamento ni de la chica. Sin embargo, no encontró señales de un río. El bosque era extenso, pero no había ninguna fuente de agua, ni siquiera animales grandes, solo insectos desconocidos y algo parecido a ardillas.

Frustrado, decidió regresar al campamento. Para su sorpresa, encontró a la chica siguiendo sus instrucciones, recogiendo palitos y ramitas con su expresión inexpresiva. La escena le resultó graciosa.

—Jejeje, gracias. Hay que volver. Perdón... No encontré agua —dijo, sintiéndose decepcionado de sí mismo.

Ambos regresaron al campamento, la chica con un manojo de palitos y Noa con una profunda decepción.

Así pasaron los primeros dos días en el bosque. No sabían cómo o qué harían para salir de allí. Pero Noa, como buen otaku amante del anime y manga, no tardó en contarle a la chica muchas historias y opiniones sobre distintos animes. Ella parecía no importarle escucharle por horas... literalmente, horas.

En esos momentos de charla, Noa comenzó a sentir una extraña conexión con la chica. Aunque ella no hablaba, su presencia le daba una sensación de compañía que necesitaba desesperadamente en ese mundo desconocido. Quizás, pensaba, esa sería su primera amistad en este nuevo lugar. Mientras tanto, su mente seguía buscando respuestas y un plan para cumplir con la misión de la diosa, esperando que, de alguna manera, todo tuviera sentido pronto.

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Espero que me haya salido bien, gracias por leer :D

Acá un regalito XD.

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