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capitulo 3: lugar seguro.

La oscuridad envolvía a Noa de manera opresiva. Se preguntaba cómo había llegado a ese lugar, si momentos antes estaba cayendo por un precipicio. ¿Acaso había muerto? Esa era la pregunta que rondaba su mente mientras descendía por aquel manto de tinieblas. Estaba confundido y asustado, sin entender lo que había sucedido. Su preocupación aumentaba al no ver a la chica de cabello plateado que siempre lo acompañaba. Con cada minuto que pasaba, la frustración crecía, pues no encontraba nada más allá de lo que sus ojos podían percibir.

De pronto, una gran luz iluminó todo a su alrededor, revelando el lugar en el que se encontraba. Noa miró rápidamente a su alrededor: aguas cristalinas y nubes gigantes iluminadas por una luz cálida. Sin comprender del todo, se sentó para observar el entorno. La tranquilidad reinaba, con un viento suave que acariciaba su piel. El horizonte no era más que un reflejo de las nubes sobre las aguas cristalinas.

"¿Dónde estoy...?", susurró con tristeza, mirando al cielo. Sentía que había fallado en su misión, que todo había terminado, y que sus esfuerzos habían sido en vano.

De repente, el mundo a su alrededor comenzó a desmoronarse, como si estuviera hecho de cristal. Noa, alterado por lo que estaba ocurriendo, intentó correr, pero fue inútil. En cuestión de segundos, todo se quebró. Cuando abrió los ojos nuevamente, sintió que algo lo alzaba desde debajo de él. Antes de poder reaccionar, unas manos suaves y delicadas lo levantaron de lo que parecía ser la nada. Al alzar la mirada, se encontró con los ojos de una deidad. La diosa estaba frente a él, mirándolo y sosteniéndolo como si fuera un cachorro. El sentimiento que lo envolvió era indescriptible, incapaz de pronunciar palabra, sus ojos comenzaron a llorar, aunque no sentía tristeza.

—D-diosa... ¿acaso he fallado? —preguntó cabizbajo y desanimado—. Si es así, no merezco sus palabras... —Era evidente que se sentía acabado, triste, desolado.

La mujer de ojos celestes lo observaba con dulzura. Le sonrió antes de hablar.

—No has fallado, Noa. Si te he traído a este lugar es para advertirte... y disculparme contigo —dijo la diosa, mirándolo fijamente. Pero en la mente de Noa crecía la duda. ¿Por qué una deidad se disculparía con él? ¿Acaso un ser tan perfecto podía cometer errores? A pesar de la confusión, permaneció en silencio.

—Verás, pequeño... debo admitir que no confié del todo en ti, y ese fue mi error. Por ello, decidí enviar a otras seis almas humanas a ese mundo. Pero me di cuenta de que sus corazones se volverían oscuros y malvados. Por eso te necesito para una nueva tarea, además de la que ya te había encomendado —la diosa hablaba con un tono de arrepentimiento y un dejo de vergüenza en sus palabras.

—C-claro, mi diosa, cumpliré con todo lo que me pida. ¿Qué desea que haga con ellos? ¿Dónde los encuentro? —preguntó Noa, todavía en las manos de la diosa, tratando de mantener una postura tranquila, aunque por dentro sentía un nerviosismo abrumador.

—Me alegra oír eso —dijo la diosa—. Las almas que envié a ese mundo serán corrompidas por el egoísmo, y por eso... necesito que las elimines. —Sus palabras se entrecortaban, como si lamentara lo que estaba a punto de decir—. Quiero que asesines a esos humanos. —Terminó de hablar apartando la mirada de Noa.

Las palabras de la diosa resonaron en la mente del joven, como si su propia madre le pidiera que matara a sus hermanos. Al principio, Noa dudó y cuestionó en silencio a la deidad, pero al ver el arrepentimiento y la culpa en sus ojos, tomó la decisión de obedecer a la mujer frente a él.

—Lo haré. Si es necesario... cumpliré su voluntad. —Dijo con determinación en la mirada.

Al escuchar eso, la diosa le dedicó una hermosa sonrisa antes de sentarlo en su regazo. Ante ella, Noa no era más que un pequeño cachorro. Después de acomodarlo, comenzó a explicarle lo que debía hacer con las seis almas que llegaron de su mundo. Primero, debería intentar convencerlos de redimirse. Si eso no funcionaba, tendría que matarlos sin piedad. Luego, su misión sería reparar el daño causado por esas almas. La diosa le advirtió que no sería una tarea sencilla, ya que esos humanos poseerían habilidades fuera de lo común, lo que complicaría tanto su redención como su asesinato.

Noa no protestó, aceptando el destino que la diosa le imponía. Sin embargo, cuando terminó de hablar, le hizo una pregunta que lo inquietaba:

—¿Quién es la chica que me acompañaba?

La diosa se limitó a responder:

—Ella es tu fuerza y tu valentía, pero también tu mayor debilidad.

Esas palabras provocaron que las dudas comenzaran a crecer en la mente de Noa, pero antes de que pudiera preguntar más, abrió los ojos de repente, despertando en un lugar desconocido. Parecía estar en una habitación rústica, con un ligero olor a corral. Un armario de madera y una pared tapizada eran lo único que podía distinguir. De pronto, sintió una mano suave tocarle la espalda. Se volteó rápidamente en la cama en la que estaba acostado, buscando descubrir a quién pertenecía aquel toque que lo había estremecido.

Se volteó rápidamente en la cama en la que estaba acostado, buscando descubrir a quién pertenecía aquel toque que lo había estremecido [https://img.wattpad.com/d05e6d16c3317d866712dcbd08ac34d219d91861/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f4337777478535245334d724869773d3d2d313437303939323238342e3137663238623039313232626130373632333937333338393834322e706e67?s=fit&w=1280&h=1280]

—¿K-Keila? ¿Dónde estamos? ¿Qué hago en esta cama? —La duda lo consumía, pero más aún se perdía en los ojos de la chica—. ¿Cómo llegamos a este lugar?

—Es-ta-mos en lu-gar segu-ro —respondió ella con palabras simples. Keila aún se estaba acostumbrando a hablar.

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—Entiendo... Perdón si te sentiste sola estos días —murmuró Noa, aún acostado en la cama—. Soy un imbécil... Salté sin pensarlo. —Había dolor en sus palabras. El miedo a ser atrapado lo había consumido, impidiéndole tomar una mejor decisión.

—Duerme, tie-nes que re-cuperar-te —dijo Keila con calma. Su mirada, fría y vacía como siempre, no mostraba ningún sentimiento, aunque en su interior sentía un gran alivio al ver que Noa había despertado.

Noa hizo caso a Keila. Después de todo, su cuerpo estaba exhausto y adolorido por las heridas y fracturas que aún no habían sanado del todo. La caída había sido brutal, pero se sentía aliviado de ver que a Keila no le había pasado nada. Sin embargo, no podía dejar de preguntarse cómo habían llegado a ese lugar, ni quiénes los habían ayudado. Solo podía esperar el momento adecuado para agradecerles.

Después de varias horas tratando de dormir, Noa notó que Keila lo observaba con su característica frialdad, lo que resultaba algo incómodo, aunque también lo tranquilizaba saber que ella no había cambiado mientras él estaba inconsciente. De pronto, una persona entró en la habitación. Era un hombre mayor, de unos cincuenta años, vestido con ropas de estilo medieval, con visibles desgastes que mostraban la edad de las prendas. El hombre miró a Noa, y en su rostro se reflejaba un alivio al verlo despierto y relativamente sano.

Keila, que estaba a su lado, se había quedado dormida, por lo que Noa decidió aprovechar el momento para hablar con el hombre.

—Disculpe... ¿puedo preguntar qué hacemos aquí? ¿Quién nos trajo? ¿Cómo nos encontraron? —preguntó Noa con dudas en su voz, sin saber cómo reaccionaría el hombre—. Por favor...

—Muchacho, los encontramos a ti y a la chica en medio del bosque. Tú estabas agonizando por tus heridas, mientras que ella no se separaba de ti ni un momento. Solo pudimos hallarlos gracias a la luz que emitió la muchacha —respondió el hombre con calma, observando al joven.

—¿Una luz...? —Noa notó que todas sus pertenencias no estaban, pero luego de un momento las vio apiladas en una esquina de la habitación—. Creo que ya sé qué fue esa luz. —Intentó levantarse de repente, pero su cuerpo aún estaba demasiado débil, y cayó al suelo sin poder sostenerse.

—¡Hey! ¿Qué intentas hacer, muchacho? Tus heridas aún no han sanado —el hombre se acercó rápidamente para ayudar a Noa a levantarse.

—Tranquilo... estoy bien, solo necesito mi mochila —respondió Noa con quejidos de dolor, todavía en el suelo. El hombre lo entendió y le alcanzó la mochila, todo mientras Keila seguía dormida. El chico comenzó a buscar algo en su mochila—. ¡Aquí está! —exclamó, sacando su celular, cuya linterna aún estaba encendida. Solo le quedaba menos del veinte por ciento de batería—. Sabía que ella usaría esto... Gracias, Keila, nos salvaste. —Lo decía con una mezcla de alivio y gratitud mientras miraba a la chica dormida en la cama.

El hombre observó cómo la luz que vieron en el bosque salía de ese extraño objeto. Aunque no hizo preguntas, algo empezó a encajar en su mente. Tal vez esos chicos eran más especiales de lo que había creído. Incapaz de contener la duda, preguntó:

—¿Acaso tu amiga no es una sacerdotisa? ¿Y tú no eres su protector?

—¿Protector? No entiendo de qué me habla, señor. Keila no es ninguna sacerdotisa —respondió Noa, extrañado—. ¿Por qué cree eso?

—Es que... te encontramos herido, con la chica a tu lado, y ella tiene el cabello blanco y los ojos celestes. Pensamos que era un miembro de la iglesia de los dioses y que ustedes habían sido atacados por bandidos. Supuse que tú la protegías —explicó el hombre, aún confundido, ya que hasta donde sabía, solo los sacerdotes y los siervos de los dioses tenían los ojos azules.

—D-Disculpe si lo confundimos. La verdad es que caímos por un acantilado tras presenciar un ataque a una aldea. Yo usé mi cuerpo para protegerla, y por eso salí tan herido —respondió Noa, intentando aclarar la situación.

Antes de que el hombre pudiera decir algo más, Keila despertó. Tenía el cabello desordenado y una mirada cansada que resaltaba sus ojos grises.

—Como puede ver, ella no tiene los ojos celestes —añadió Noa—. Lo que ocurre es que sus ojos cambian de color según lo que siente. Lamento si causamos alguna confusión o problema...

El hombre, sin preguntar más, aceptó la explicación y se retiró de la habitación. Estaba claro que una gran confusión había surgido, sobre todo por la chica de cabello plateado y ojos grises. Mientras se alejaba, se preguntaba si esos jóvenes podrían ser enviados de algún dios. Sin embargo, rápidamente desechó la idea al recordar que ninguno de ellos tenía la marca de una deidad. Decidió resignarse a pensar que eran simplemente jóvenes comunes, quizá de alguna aldea lejana.

Por otro lado, Noa revisaba cuidadosamente todas sus cosas, buscando algo que pudiera faltar, pero todo estaba en su lugar. Poco después, comenzó a conversar con Keila. Ella, con su habitual frialdad, le explicó lo mejor que pudo todo lo que había sucedido mientras él estaba inconsciente. Lo primero que le dijo fue que el hombre y su hija los encontraron en medio del bosque cuando ella activó la linterna accidentalmente. Luego los llevaron a una cabaña, donde curaron sus heridas, sobre todo las de Noa, quien estaba agonizando por la pérdida de sangre. También le contó que había estado dormido durante cuatro días, y aunque no despertaba, murmuraba cosas entre sueños.

Así transcurrió el día hasta que cayó la noche. En ese momento, la puerta volvió a abrirse, y una jovencita de cabellos rojos y pupilas amarillas entró en la habitación con comida y nuevas vendas. La chica parecía tranquila y alegre, al menos hasta que notó que Noa había despertado.

—B-Buenas noches... Qué bueno que despertaste —dijo, algo nerviosa—. Les traje comida y nuevas vendas.

—C-Claro, adelante, por favor —respondió Noa, algo intranquilo. No estaba acostumbrado a ver esos rasgos en una persona, sobre todo el intenso color rojo de su cabello. La chica dejó la comida a un lado, y Keila se levantó para comer con su habitual expresión de indiferencia.

La chica dejó la comida a un lado, y Keila se levantó para comer con su habitual expresión de indiferencia [https://img.wattpad.com/d9cc33b1d10473de5c38da7ab3009d34f6dd0325/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f62534245524c524b5271373754513d3d2d313437303939323238342e313766323862313834626466643762363139333733373137333635372e6a7067?s=fit&w=1280&h=1280]

—Veo que disfruta de la comida de aquí —comentó la joven con nerviosismo—. Agradezco todo lo que han hecho por nosotros. Estoy dispuesto a pagarles de la mejor manera posible —añadió Noa, intentando ser educado para causar una buena impresión en sus rescatistas.

La joven no tardó en responder:

—Ahora solo concéntrate en recuperar fuerzas. Mañana mi padre te hará algunas preguntas y examinará tu estado. Me retiro por ahora, coman bien y descansen —su tono era suave y delicado, y la dulzura en su voz tranquilizó a Noa, dándole más confianza en las personas que los habían ayudado. Tras decir esto, la chica salió de la habitación, olvidando colocarle las nuevas vendas a Noa.

Todo había pasado muy rápido para el joven, pero en ese momento solo tenía que concentrarse en recuperar fuerzas y fortalecerse para sobrevivir en ese extraño mundo. Decidido, tomó las vendas y se las colocó él mismo, observando las profundas heridas que había sufrido. Era claro que dejarían cicatrices, pero eso le preocupaba poco. Mientras tanto, Keila salía y volvía a la habitación como si ya se hubiera acostumbrado a la casa. Eran días tranquilos, y Noa se sintió más aliviado sabiendo que estaban en un lugar seguro. Con esa certeza, pudo dormir profundamente.