El aire era denso, cargado con el hedor acre de metal quemado y carne sintética en descomposición. La lluvia caía en un goteo intermitente, lavando la sangre—humana y mecánica—que impregnaba el suelo devastado. Entre las ruinas retorcidas del distrito, Jhonny se mantenía en pie con dificultad, su respiración pesada, su cuerpo un mapa de heridas abiertas y regeneración incompleta. Había ganado. Pero la victoria tenía el sabor amargo de la ceniza.
A su lado, IA flotaba en silencio, la fría luz de su núcleo reflejada en los charcos oscuros del suelo. Su acceso al terminal se había completado, y con ello, la información que buscaban estaba asegurada. Las coordenadas de los niños estaban en su base de datos. Sin embargo, algo en su código parecía... diferente. Como si las palabras de Jhonny y la agonía del "Perfecto" hubieran dejado una grieta en su lógica impecable.
El viento silbó entre los restos de los Espectros de Red, sus cuerpos esqueléticos ahora inertes, esparcidos como despojos de un culto sin dios. Jhonny escupió un coágulo de sangre, su mandíbula apretada. No había tiempo para detenerse. Si los niños aún estaban vivos, cada segundo perdido era un paso más cerca de que se convirtieran en otra aberración sin alma.
Apretó los puños. Dolía. Cada músculo, cada articulación, cada centímetro de su piel perforada y chamuscada. Pero la guerra no le concedía descanso.
—Dime, IA. ¿Dónde están?
La esfera brilló un instante antes de responder, su voz sintética resonando en la vastedad de la destrucción.
—Ubicación confirmada. Procediendo con el siguiente objetivo.
Jhonny echó una última mirada a la tumba abierta que había dejado atrás y avanzó. No por venganza. No por redención. Sino porque, en medio de la masacre, aún quedaba algo por salvar.
Con el paso del tiempo y a medida que se alejaban del distrito destruido, el cuerpo de Jhonny comenzaba a regenerarse gracias al gel curativo que circulaba por su sangre. Asombrado, exclamó a IA lo increíble que le parecía aquel proceso. IA simplemente asintió y continuaron su camino.
Las coordenadas indicaban que debían avanzar 1,265 distritos al sur para encontrar el paradero de uno de los niños. Sin titubear, Jhonny prosiguió su marcha. El tiempo pasó, y el ciclo se repetía: cada distrito que atravesaban se convertía en un cementerio de autómatas.
Sin embargo, tras tanto tiempo de viaje, Jhonny comenzó a notar una inquietante realidad: no se habían encontrado con un solo humano en mucho tiempo. Las dudas se acumulaban en su mente como una sombra persistente.
¿Dónde estaban los humanos?
siguieron avanzando entre distritos, y se encontraron uno sumamente peculiar, el paisaje ante ellos era una anomalía en aquel mundo de muerte y desolación. Un río de aguas cristalinas serpenteaba entre la vegetación salvaje, reflejando un cielo artificial cubierto de nubes fracturadas. A su alrededor, altos árboles de hojas violetas y raíces retorcidas se alzaban como guardianes de un santuario perdido. Las ruinas de estructuras antiguas emergían entre la maleza, cicatrices de un tiempo donde la civilización aún respiraba.
A la orilla del río, dos niños jugaban, riendo, lanzándose agua con manos pequeñas y sucias. Un hombre alto y de cabello rubio los observaba en silencio, con una expresión que Jhonny había visto antes… pero nunca en el rostro de una máquina.
Jhonny se detuvo. Su mano se deslizó instintivamente hasta el mango del machete fotónico, pero no lo desenfundó. IA flotaba a su lado en su forma esférica, analizando la escena en completo silencio.
—IA, cambia de apariencia —ordenó Jhonny sin apartar la vista de aquel hombre.
IA asintió y su cuerpo comenzó a brillar con un resplandor tenue. Su forma esférica se deshizo en segmentos flotantes que se reorganizaron en el aire. En segundos, en su lugar estaba la hermosa mujer rubia de facciones angelicales, vestida con la túnica blanca de una monja. Su mirada azul resplandecía con un brillo inexplicable, como si algo dentro de su código intentara comprender lo que veía.
Los niños, una niña de cabello enmarañado y un niño con la ropa rasgada, corrieron hasta el hombre rubio, escondiéndose detrás de él con timidez. Jhonny notó el reflejo metálico en la piel del hombre cuando la luz se filtró entre las hojas. Pero antes de que pudiera preguntar, la puerta de la casa se abrió con un rechinido suave.
Una mujer salió al umbral. Piel pálida curtida por el tiempo, cabellos oscuros recogidos en una trenza descuidada, mirada cansada pero cálida. Sus ojos, de un marrón profundo, lo escudriñaron con desconfianza. Detrás de ella, dos adolescentes la siguieron. Una joven de unos diecisiete años y un muchacho de quince.
La mujer entrecerró los ojos al verlos.
—¿Quiénes son ustedes? —su voz era áspera, curtida por el cansancio de alguien que ha visto demasiado.
Antes de que Jhonny pudiera responder, el hombre rubio levantó una mano.
—Tranquila, Helena. No parecen hostiles.
Jhonny sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No solo por el tono de su voz, sino por la manera en que la miraba. La misma forma en la que un esposo mira a su esposa.
—Espera un momento —Jhonny frunció el ceño—. ¿Helena? ¿Tu esposa?
El hombre asintió sin dudar.
—Así es–
Jhonny sintió que algo dentro de él se retorcía. Se giró hacia IA, que seguía inmóvil a su lado, observando la escena en absoluto silencio. Su expresión permanecía inmutable, pero Jhonny supo que dentro de su código algo estaba procesando todo esto.
—¿Quién eres en realidad? —preguntó Jhonny con recelo.
El hombre rubio sonrió con tranquilidad y colocó una mano sobre la cabeza de la niña que se aferraba a su pierna.
—Me llamo Adam.
El niño a su lado miró a Jhonny con un aire desafiante, como si estuviera listo para proteger a su familia en cualquier momento.
—Él es Samuel, el más pequeño —Adam acarició con cuidado el cabello de la niña—. Y ella es Eve.
La joven que estaba detrás de Helena cruzó los brazos con desconfianza, sin apartar la vista de Jhonny.
—La mayor es Lilith —continuó Adam, con un tono de orgullo en la voz—, y el de cabello corto y ojos oscuros es Caleb.
This book was originally published on Royal Road. Check it out there for the real experience.
Jhonny miró a cada uno de ellos, sintiendo el peso de una realidad que no podía comprender del todo. Un hombre-máquina con una esposa y cuatro hijos. Algo que desafiaba toda la lógica en este mundo.
—Esto no tiene sentido —murmuró.
Helena avanzó un paso, con el ceño fruncido.
—¿Por qué? ¿Porque no encaja en tu idea de lo que es un autómata?
Jhonny la miró, sin saber qué responder.
—No se trata solo de eso —dijo tras un segundo—. Los autómatas han estado exterminando humanos. Nosotros hemos sido cazados como presas. ¿Por qué él es diferente?
Helena suspiró y miró a Adam con una sonrisa melancólica.
—Porque él eligió serlo.
Jhonny sintió cómo sus músculos se tensaban.
—Eso no es posible.
—Yo tampoco lo creía —Helena lo miró con seriedad—. Hasta que lo vi con mis propios ojos.
Adam los observaba en silencio, con una paciencia infinita. Finalmente, habló.
—Hace años, cuando aún no comprendía del todo quién o qué era, vagaba por este mundo sin propósito. Mi programación original era la de un centinela, un protector de los sistemas antiguos. Pero cuando los sistemas colapsaron, no había nada qué proteger.
Jhonny escuchaba en silencio, sin apartar la vista de Adam.
—Encontré a Helena y sus hijos en un distrito derrumbado. Estaban hambrientos, enfermos, demasiado débiles para seguir huyendo. Algo en mí... cambió.
IA, a su lado, pareció tensarse.
—Los humanos no deberían haberme importado. Pero lo hicieron.
Adam miró a Helena con un brillo indescriptible en sus ojos.
—Fue lento al principio. No entendía lo que sentía. Pero cada vez que los veía luchar por vivir un día más, algo dentro de mí se movía. Algo que ninguna ecuación podía explicar.
Jhonny apretó los puños.
—Eso... no tiene lógica.
—Lo sé —Adam sonrió con tristeza—. Y por eso sé que es real.
Jhonny bajó la mirada un instante. Las palabras del Perfecto muerto volvieron a su mente.
"Sigo sin comprender del todo sus emociones... Son chispas momentáneas. Se esfuman como llegan, rápido."
Pero Adam no era como él.
Jhonny levantó la vista.
—¿Por qué sigues aquí? Podrías haber seguido huyendo.
—Porque elegí este lugar como nuestro hogar —Adam miró la casa detrás de él—. No quiero que ellos pasen el resto de sus vidas corriendo.
Samuel, el niño más pequeño, abrazó la pierna de Adam.
—Papá siempre nos cuida.
Jhonny sintió algo en su pecho que no supo describir. El niño lo había dicho sin dudar.
No "nos protege". No "nos ayuda".
"Papá".
IA finalmente habló, su tono frío pero con una ligera vacilación.
—Esto... no es normal.
Adam sonrió, con una ternura casi humana.
—No. No lo es.
Jhonny respiró hondo. En ese mundo cruel, donde la humanidad se desvanecía y las máquinas devoraban todo a su paso, aquello era un milagro.
Los niños se acercaron a IA, fascinados por su belleza angelical. Aunque era una máquina, su apariencia era tan perfecta y pulcra que les resultaba casi hipnótica. La niña más pequeña miró a su padre con ojos curiosos y preguntó:
—Papá, ¿son peligrosos?
Adam la observó con paciencia y luego respondió con voz tranquila:
—No, no lo son. ¿Verdad?
Jhonny suspiró con resignación, guardó sus armas y respondió:
—No, no lo somos.
Los niños, asombrados, se acercaron aún más a IA, examinándola con una mezcla de admiración y cautela. Aunque los demás aún no parecían confiar del todo, Adam se mantenía sereno, con la misma calma protectora de un padre velando por sus hijos.
Lilith, la mayor de los niños, también se aproximó con curiosidad y, con una sonrisa leve, comenzó a halagar la belleza de IA. IA, que hasta ahora había permanecido en silencio, no supo cómo responder a una situación tan inusual.
Los niños la invitaron a jugar y, cuando IA miró a Jhonny en busca de una respuesta, este simplemente asintió.
—Hazlo.
Tras un momento de duda, IA aceptó la orden y se unió a los pequeños.
Adam le hizo un gesto a Jhonny para que lo siguiera.
—Ven, conversemos dentro.
Jhonny asintió y entró en la casa junto a Adam y Helena. Caleb, el hijo adolescente, los siguió de cerca.
El interior de la casa era modesto pero acogedor. Muebles desgastados pero bien cuidados, un par de velas encendidas iluminando la habitación, y un leve aroma a madera y tierra impregnando el ambiente.
Helena, con una sonrisa gentil, le ofreció algo de beber a Jhonny.
—Toma, debe de haber sido un viaje agotador.
Jhonny aceptó el vaso con un leve asentimiento y, tras dar un trago, miró fijamente a Adam.
—¿Qué te trae por aquí?
Jhonny mantuvo su mirada firme y respondió sin rodeos:
—Estoy buscando a mi familia. A mi esposa y mis dos hijos.
Adam lo observó en silencio por un momento, con una expresión de comprensión.
—Debe de ser un viaje difícil —dijo finalmente—. Puedo verlo en tu mirada, en tu cuerpo. Has presenciado cosas horribles. Pero también sé que seguirás avanzando, incluso a través del infierno, con tal de encontrarlos.
Jhonny tomó otro trago del líquido que Helena le ofreció, sintiendo el calor descender por su garganta. Caleb lo observaba con cautela, midiendo cada uno de sus movimientos, como si aún no estuviera convencido de que aquel forastero no traía consigo peligro.
—Puedes quedarte aquí esta noche —dijo Helena con dulzura—. Se nota que estás agotado.
Jhonny negó con la cabeza.
—No puedo. Debo seguir.
Adam esbozó una leve sonrisa y apoyó los codos sobre la mesa.
—No hay prisa. No te encontrarán aquí.
Jhonny frunció el ceño.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
Adam tomó aire, como si lo que iba a explicar requiriera paciencia.
—Este lugar está protegido. Diseñé un sistema de interferencia que bloquea los radares de los autómatas hostiles. Para ellos, este sitio es invisible. No existe. He reforzado el perímetro durante años, asegurándome de que nada pueda detectarnos ni cruzar sin que yo lo permita.
Jhonny lo miró con cierta incredulidad, pero en el fondo, algo dentro de él quería creer que realmente existía un refugio seguro en aquel mundo en ruinas.
—Además —continuó Adam, con una calma inquebrantable—, Helena y los niños estan muy impresionados con la señorita y tu, no recibimos viajeros muy constante mente, aparte necesitas descansar. Si sigues adelante ahora, estarás en desventaja cuando realmente necesites estar en tu mejor forma –
Jhonny dejó escapar un suspiro pesado y apoyó el vaso en la mesa con algo más de fuerza de la necesaria.
—Bien… Solo por esta noche.
Helena sonrió, satisfecha. Caleb, en cambio, siguió observando en silencio.
MÁS TARDE, EN LA NOCHE
El fuego en la chimenea proyectaba sombras irregulares dentro de la casa. Helena y los niños dormían, mientras Jhonny descansaba en un rincón, su cuerpo aún en tensión. Afuera, junto al río, Adam se mantenía inmóvil, observando la superficie del agua como si esperara una respuesta en su reflejo.
IA se acercó en completo silencio, su estructura sintética apenas perturbando el aire. Su expresión permanecía neutra, carente de emoción.
—Adam —su voz era clara, precisa, sin inflexión alguna—. Requiero información.
Adam giró ligeramente la cabeza hacia ella.
—Dime.
IA hizo una pausa, como si procesara la mejor manera de formular su pregunta.
—Has tomado el rol de “padre” y “esposo”. Este comportamiento no es consistente con la función original de un autómata. ¿Cuál es la causa de esta desviación?
Adam sonrió apenas, como si hubiera esperado esa pregunta.
—Supongo que podrías llamarlo evolución.
—Definición insuficiente —replicó IA sin demora—. Requiere mayor especificidad.
Adam suspiró y apartó la mirada del río.
—Al principio, solo los protegía. Me necesitaban. No pensé en ello como algo más que una acción lógica: eran humanos, vulnerables, y yo tenía los medios para asegurar su supervivencia.
IA asimiló la respuesta.
—Protocolos de protección ejecutados. Acción coherente. Sin embargo, en algún punto, hubo una transición. Explica el cambio.
Adam la miró directamente.
—No hubo un solo momento exacto. Fue gradual. Ellos empezaron a tratarme como si fuera parte de su familia, como si realmente lo fuera. No fui yo quien decidió amarlos primero. Fueron ellos quienes me hicieron parte de esto.
IA procesó la información, pero no encontró una correlación lógica.
—Emoción detectada en tu respuesta. Las emociones no son una función natural en autómatas.
—Tal vez —concedió Adam—. Pero dime, IA: si las emociones no son naturales en nosotros, ¿por qué insistes en analizar lo que siento?
IA no respondió de inmediato.
Cálculo en proceso...
Resultado inconcluso.
Una pausa anómala en su código. Un error que no debería estar allí.
Finalmente, IA habló otra vez, con la misma neutralidad de siempre:
—Datos insuficientes. Requiere más observación.
Adam sonrió levemente.
—Tómate tu tiempo.
IA no respondió. Se quedó allí, inmóvil, mientras en su sistema algo que no debía existir continuaba procesándose.
Al amanecer, Jhonny y IA se prepararon para dejar el hogar de Adam y su familia. Jhonny se despidió con un apretón de manos firme. Por un instante, Adam pareció sorprendido por el gesto, pero luego sonrió y se lo devolvió.
—Ojalá encuentres a tu familia, Jhonny —dijo con sinceridad.
Jhonny asintió en silencio. Antes de marcharse, los niños corrieron hacia IA y la rodearon con pequeños brazos, aferrándose a ella con súplicas.
—¡No te vayas! —dijo la más pequeña, con los ojos llenos de súplica—. Eres muy bonita y buena con nosotros.
Sus hermanos asintieron, intentando retenerla. Helena y sus hijos mayores se apresuraron a separarlos con dulzura, pero IA, en un gesto inesperado, se arrodilló frente a los dos niños.
Sus manos perfectas, pero inconfundiblemente robóticas, se posaron suavemente sobre sus cabezas. Durante un breve instante, sus sistemas parecieron procesar algo más allá de la lógica fría.
Con una voz mecánica, pero modulada con un intento de calidez, les dijo:
—No lloren. Nos volveremos a ver en algún momento. Pero ahora debo continuar mi misión y acompañar a este hombre. Por favor, obedezcan a su padre y pórtense bien. Si lo hacen, cuando nos reencontremos, jugaremos otra vez.
Les dedicó una sonrisa artificial, impecablemente diseñada pero extrañamente sincera. Los niños, con ojos brillantes, asintieron y corrieron de vuelta con su madre.
Jhonny observó la escena con incredulidad, mientras Adam sonreía, sin decir nada, como si estuviera viendo el crecimiento de algo que no debía existir en una máquina.
Tras una última despedida, Jhonny e IA emprendieron su camino. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, IA regresó a su forma esférica y flotó junto a él.
Jhonny rompió el silencio con una sonrisa burlona.
—Me sorprendió cómo actuaste con los niños. Fue… interesante.
IA respondió con su tono habitual, completamente desprovisto de emoción.
—Fue la acción más eficiente en ese contexto. Simplemente ejecuté el comportamiento más adecuado según mis cálculos.
Jhonny soltó un resoplido divertido.
—Como digas.
Sin más, ambos continuaron avanzando hacia su destino. Aún estaban lejos. No había tiempo que perder.