Por consiguiente, Revolver, Blu y Nathan se dirigieron hacia las escaleras y empezaron a bajar hasta llegar a la entrada. Salieron y caminaron en dirección al bosque donde Revolver y Raquel se enfrentaron. Al llegar a lo que quedaba de la cabaña, Nathan comenzó a escarbar entre los escombros hasta que encontró algo. Levantó en el aire una funda que parecía ser un estuche de violín, como si fuera un trofeo.
—Te presento la obra maestra de Areus. Nos tomó todo un verano hacer esto —exclamó Nathan, cambiando su inamovible cara inexpresiva a una leve sonrisa.
—¿Les tomó tanto tiempo hacer un violín? —preguntó Revolver, con incredulidad en su rostro.
—Estas armas son exageradamente ilegales. Por eso nos tomó tiempo conseguir todos los materiales. Las llaman Armsbane —dijo Nathan mientras abría el estuche.
—Primero, no vamos a usar esa cosa. Además de ser excesivo, también es ilegal. Y segundo, por pura curiosidad, ¿de qué está hecho? —reprochó y preguntó Blu, que continuaba en la mano de Revolver.
Nathan se quedó en silencio un momento y luego argumentó —Primero, no es excesivo, es supremamente excesivo. Además, las pistolas de Revolver también son Armsbane, y nadie, aparte de los semimuertos especializados en percibir almas, puede sentirlas. Segundo, están hechas de metales raros y algunos un poco caros, como también de un elemento especial que les da sus propiedades y habilidades.
Al terminar de decir eso, Revolver y Blu quedaron extrañados con toda la información, quedándose en completo silencio mientras Nathan sacaba del estuche una espada. El mango parecía ser de una espada japonesa, rojo con un pequeño botón de torbellino dorado pegado en la guarda, pero la hoja ocupaba todo el gavilán y terminaba como si fuera un sable. Nathan colocó una pequeña cinta VHS delante suyo y después hizo una pose de esgrima para cortarla. Sin embargo, cuando retiró la espada del objeto, esta tenía varios cortes y parecía calcinada.
—¡Eso es demasiado extremista! —exclamó Blu con tono de miedo.
—Lo es, pero tranquilos, usaremos esta cosa para romper los cables de Charlotte —argumentó Nathan mientras guardaba la espada en la funda del violín.
—¿Qué pasó? —preguntó Revolver mientras veía lo que antes era la cinta VHS. —¿Cómo la rompiste y quemaste?
—Conocen la teoría del gato de Schrödinger, ¿verdad? Dice que si ponemos un gato en una caja junto a una sustancia letal y cerramos la caja, no se sabrá si el gato está vivo o muerto hasta que se abra la caja. Es lo mismo con la espada. No sabían qué haría la espada, por eso uno de ustedes imaginaba que la cortaría y el otro que la calcinaría —explicó Nathan. —El plan es el siguiente: nosotros tres tenemos que atacar a Charlotte en un lugar cerrado. Seguramente tiene más trucos. Por eso usaremos la espada para cortar los cables.
—¡TOMA ESTO! —gritó una voz femenina desde lo profundo del bosque, mientras un árbol completo era lanzado como una lanza hacia Nathan, Revolver y Blu.
Antes de que los aplastara, Nathan soltó el estuche de violín y saltó hacia el árbol que se dirigía hacia ellos, usando su autómanual para hacerlo trizas de un puñetazo. Aterrizó visiblemente agotado. Revolver se acercó para revisar que estuviera bien, pero al verlo notó que sangraba por la nariz. Ella le extendió la mano para ayudarlo a levantarse, al levantarse Nathan se limpia la gota de sangre.
—Nathan, ¿estás bien? —preguntó Revolver.
Nathan suspiró y respondió —Sí, estoy bien. Pero usar demasiado el autómanual pasa factura al cuerpo. Además, es mejor que empecemos a marcharnos de aquí, esas dos locas allá están peleando.
Revolver asintió y Nathan recogió el estuche de violín. El trío se dirigió hacia la escuela. Al llegar, vieron a varios grupos de estudiantes entrando.
—Será mejor que yo espere a que todos los estudiantes entren. Les recomiendo que entren ustedes —sugirió Nathan, apoyándose contra un árbol.
—¿Por qué? —preguntó Revolver, confundida por la decisión de Nathan.
—Simplemente porque necesito descansar para poder usar mi autómanual sin problemas —explicó Nathan.
—Está bien, nos vemos después —dijo Revolver mientras se dirigía a la entrada y levantaba el brazo en señal de despedida, guardando a Blu en su bolsillo.
—Bueno —respondió Nathan, levantando también el brazo en señal de despedida.
Revolver entró a la escuela. Los pasillos estaban repletos de personas. Subió hasta el segundo piso y fue a la enfermería. Al doblar la esquina y asomarse por el ventanal de la enfermería, vio a dos personas hablando. Un hombre estaba en el escritorio, acomodando cosas. Llevaba un kimono con un Haori de un naranja muy vivo y el resto blanco, con rasgos japoneses y ojos naranja brillante. Su cabello era largo y de color café, con un pequeño bollo detrás de la cabeza.
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El otro hombre estaba acostado en la primera cama, delgado pero alto, con cabello negro y un peinado de científico loco. Llevaba gafas muy empañadas que ocultaban sus ojos, y una bata de doctor sobre una camisa celeste, junto con pantalones y zapatos formales negros. Mientras los observaba, alguien le tapó la boca con hilos de metal. Eran de Charlotte, que había aparecido detrás de ella.
Usando un brazo, Charlotte tapó la boca de Revolver, que intentó sacar sus pistolas, pero Charlotte reaccionó rápidamente, neutralizando sus brazos con más hilos que salían de sus mangas. Revolver estaba a punto de alcanzar sus pistolas, pero Blu salió del bolsillo de Revolver e intentó ayudar con su brazo. Charlotte también lo envolvió completamente. Mientras acumulaba una gran cantidad de cables, apareció de repente el hombre que estaba descansando en la cama como si se hubiera teletransportado, al lado de Charlotte.
—¡Zorro astuto! —gritó el hombre, lanzando un golpe veloz a Charlotte en el costado de la cintura, haciendo que volara por el pasillo y cayera al suelo.
Charlotte aterrizó al otro extremo del pasillo, se levantó rápidamente y dijo entre dientes —Demonios.
En ese momento, el hombre parpadeó y apareció frente a Charlotte de nuevo, recitando —¡Cacería! —Lanzó otro gancho a su quijada, dejándola inconsciente.
—El hombre recogió a Charlotte sobre su hombro y se acercó a Revolver, preguntándole —¿Por qué esta mocosa quería matarte?
—Eso es lo que vine a preguntarle —respondió Revolver mientras se desenredaba de los cables.
—Bueno, de todas formas, Yasu debería curarla —dijo el hombre antes de entrar en la enfermería.
—Al entrar, vio al otro hombre con el que hablaba anteriormente y le dijo —Oye, Yasu, tengo una cliente "recurrente".
—¿¡Charlotte!? —exclamó Yasu, visiblemente preocupado.
Mientras tanto, Revolver también entró en la enfermería. El hombre alto colocó a Charlotte en la cama donde estaba antes y Yasu sacó una bolsa de hielo y un tranquilizante del escritorio al fondo. Se arrodilló al lado de Charlotte, colocando la bolsa de hielo en su costado y administrándole el tranquilizante en el hombro. Luego, Yasu miró a Revolver, quien aún estaba en el marco de la puerta.
—Por favor, puedes entrar —invitó Yasu con calma y tranquilidad.
—De acuerdo —concordó Revolver, entrando y sentándose en la cama al lado de Charlotte.
—Ahora, ¿por qué ustedes dos están intentando matarse y traen armas que teóricamente están prohibidas en la escuela? —cuestionó el hombre alto.
—Ella intenta matarme porque necesita a un amigo y creo que lo que le hará no será nada bonito. Además, tiene estos hilos y si no fuera por Nathan, me habría hecho picadillo —explicó Revolver, agitando los brazos.
—Era de esperarse, sinceramente, pero tampoco es mi problema que los estudiantes intenten matarse —exclamó el hombre alto, con los brazos cruzados.
—Bien, ya hice lo que tenía que hacer. Ahora ustedes van a hablar como personas civilizadas mientras yo hablo con mi estimado compañero para que muestre un poco de interés en el trabajo —dijo Yasu, señalando primero a Charlotte y luego al hombre alto.
El hombre alto miró sorprendido a Yasu y luego dijo —¿Qué dices, mocoso? Soy una persona extremadamente trabajadora, así que no molestes.
—Dios, dame paciencia —pensó Yasu para sí mismo, antes de contraargumentar —Pero la vez pasada te reíste de aquel que vino la semana pasada porque el cocinero puso algo a lo que era alérgico y estaba muy hinchado —añadió Yasu, poniendo una cara preocupada mientras se acercaba a su compañero.
El hombre alto estalló en carcajadas mientras salía de la habitación, seguido por Yasu, quien parecía seguir sermoneándolo. Al ver esta situación, Revolver y Blu, que también habían escuchado todo hasta ese momento, quedaron con una mezcla de disgusto, curiosidad y miedo en sus rostros.
Revolver lanzó una mirada hacia Charlotte, todavía inconsciente, y pensó para sí misma —Si se despierta, estoy muerta... Tengo una idea—.
Pasadas unas horas, Charlotte despertó. Intentó levantarse, pero las cobijas que la cubrían estaban ajustadas de manera que no podía moverse. Miró a su alrededor y vio a Revolver observándola atentamente desde la cama contigua. Charlotte hizo un último intento de levantarse, pero fue en vano.
Volvió a mirar a Revolver y exclamó —Azúcar, miel, hielo, té...
(NOTA DEL AUTOR: convierte todo en inglés luego junta la primera letra de cada palabra igual que el orden, sino quieres hacerlo acá esta la respuesta: Shit)
-no vengo a escuchar tus insultos ultra complejos, vine a interrogarte quieras o no- dijo Revolver con mucha emoción y determinación mientras se pone de pie
Charlotte, quien dio un ultimo esfuerzo para intentar liberarse al no poder manda de nuevo a Revolver —Muy bien, te responderé porque sé que no me afectará si me niego.
—¿Tú... tú asesinaste a ese estudiante? —preguntó Revolver, sonando nerviosa mientras mantenía una expresión seria.
—No —respondió Charlotte fríamente, con una expresión estoica.
Revolver apretó los puños y preguntó —¿Por qué necesitas a Blu?
—Lo necesito porque creo que ese cofre me ayudará a descubrir quién es el asesino, además de que tengo curiosidad —respondió Charlotte.
—¿Y por qué estás investigando esto? —inquirió Revolver.
—Es simple. Podría ganar reconocimiento y cumplir mi sueño —explicó Charlotte.
—¿Cuál es ese sueño? —preguntó Revolver, con curiosidad.
—Lamentablemente, no puedo decírtelo. Pero ya conseguí lo que quería —dijo Charlotte, levantándose de repente y rompiendo las cobijas como si fueran papel.
—¡Oye! —gritó Blu, sacando su brazo y mostrando una moneda. —Te la regalo.
Lanzó la moneda hacia el ojo de Charlotte, cegándola momentáneamente. Cuando miró hacia donde estaba Revolver, esta ya se había ido. Al darse la vuelta, vio a Revolver corriendo por el pasillo. Se enojó tanto que sus hilos comenzaron a salir de sus mangas y cuello, dándole un aspecto monstruoso y aterrador. Empezó a correr tras Revolver.