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Muertos que respiran Español
(Capitulo 5) El enigma del cazador (parte 2)

(Capitulo 5) El enigma del cazador (parte 2)

Entonces Revolver saltó hacia atrás, tumbando la mesa hacia adelante. En el aire, apuntó rápidamente hacia el pecho de Raquel y disparó dos balas dirigidas hacia él. Raquel, al percatarse, dio un salto hacia arriba, miró fijamente a Revolver y cruzó los brazos en forma de X.

—Esto te va a doler —comentó Raquel antes de acoplar los pies en la pared.

Raquel pegó otro salto, haciendo un corte en X que impactó a Revolver de manera violenta. Al aterrizar cerca de la puerta, giró la cabeza y vio que Revolver había logrado sobrevivir a su ataque usando su brazo derecho como escudo, recibiendo un corte profundo. Revolver estaba tirada en el piso, sosteniendo su brazo, pero decidió levantar el brazo herido, aún sosteniéndolo con el brazo izquierdo, y apuntar nuevamente al pecho de Raquel. Comenzó a disparar, pero Raquel corría por toda la casa, esquivando los disparos. Con cada disparo, se acercaba más a un Revolver. Cuando Raquel estaba casi enfrente de ella, Revolver saltó hasta donde estaba el yunque y disparó repetidas veces, obligando a Raquel a retroceder y bloqueando las balas. Sin embargo, no logró reaccionar a todas y fue rozado o perforado por algunas. Una de las balas se clavó en su pierna, haciendo caer de espaldas.

Ambos se recomponen y se ponen de pie, Raquel justo en la entrada y Revolver apoyándose en la pared con el brazo no herido. Revolver dejó de apoyarse y apuntó con ambas pistolas a Raquel, comenzando a disparar nuevamente. Raquel bloqueó los disparos con un cuchillo y saltó hacia el techo, acoplando los pies ahí y poniendo los brazos en X. Se impulsó a máxima velocidad, pareciendo que iba a matar a Revolver, pero de pronto un brazo totalmente rojo, que parecía pertenecer a un fantasma, surgió y le dio un gancho a Raquel, mandándolo a volar y rompiendo el techo. Raquel quedó suspendida en el aire, con el cuchillo fragmentado. El que lanzó el gancho fue Blu, emergiendo desde el interior del cofre.

—¡Revolver, dispárale a ese desgraciado! —comentó Blu mientras apuntaba con la mano hacia arriba.

Revolver comprendió y se posicionó rápidamente debajo del agujero, extendiendo los brazos hacia arriba y comenzó a disparar. Raquel fue impactada por una lluvia de balas mientras caía en picada.

—Tendré que ponerme serio —reflexionó Raquel mientras giraba los filos de sus cuchillos hacia la dirección de sus pulgares.

Raquel decidió poner la cabeza mirando al suelo, extendiendo los brazos por encima de la cabeza y comenzó a girar cada vez más rápido, formando lo que parecía ser un tornado. Revolver, al seguir disparando, se dio cuenta de que las balas perdían impulso al acercarse a Raquel y se devolvían contra ella. Decidió dejar de disparar, se arrodilló y reconoció a Blu con el brazo herido.

—¡Huyamos! —exclamó Revolver mientras salía corriendo de la cabaña con Blu.

Raquel impactó contra el suelo y la cabaña no aguantó más, liberando una cortina de humo como si algo hubiera explotado. Las ventanas se rompieron en mil pedazos. Revolver siguió corriendo en el bosque, en la pura oscuridad, ya que el sol se había ocultado. Llegaron a una zona despejada de árboles iluminada por la luna. Revolver paró de correr, puso sus manos en sus rodillas y dejó a Blu en el suelo. Luego, miró su brazo derecho y puso una cara de dolor.

—Duele demasiado, aún no puedo creer que ese tipo siga en pie con tantas heridas —protestó Revolver para sí misma mientras dejaba salir un suspiro.

Pero al poco tiempo, vio cómo un cuchillo pasaba delante de sus ojos. El cuchillo se clavó en un árbol cercano. Al girar la cabeza, vio a Raquel, herida y cansada, apoyándose en un árbol y sangrando mucho por la cabeza.

—Está demente —comentó Revolver sobre Raquel—. Pero ahora estás desarmado, se te acabaron los cuchillos.

— ¿Estás seguro? —le cuestionó Raquel mientras sacaba una pequeña mochila café de un único bolsillo.

—Ay no —exclamó Revolver mientras tenía una cara de miedo.

Raquel empezó a sacar cuchillos de la mochila y lanzarlos hacia Revolver. Ella empezó a disparar con la pistola del brazo izquierdo, pero Raquel lanzaba más y más cuchillos. El revólver decidió dispararle directamente a Raquel. Este, al ver el disparo, lo esquivó con muchas dificultades torciendo el torso hacia atrás. En ese momento, Revolver tomó a Blu y corrió a esconderse detrás de un árbol. Al mirar de nuevo hacia Raquel, no lo vio, pero lo encontré recogiendo todos los cuchillos que había lanzado. Revolver observaba desde los árboles, mientras sostenía a Blu a la altura de sus ojos.

—Ahora ¿qué hacemos? —demandó Revólver a Blu.

—No sé, sinceramente. El tipo es rápido y además resistente —expresó Blu con preocupación.

—Tengo una idea. ¿Te acuerdas por qué no esquivó tu gancho?

—Porque no me sentí.

—Exacto, tal vez podamos ganarle así.

Unos segundos después, Raquel ya casi había recogido todos los cuchillos del suelo. Al sacar el último, vio que estaba sucio, así que lo limpió con su manga hasta dejarlo reluciente. Al ponerlo delante suyo para ver si estaba limpio, vio en el reflejo del cuchillo cómo el abrigo de Revolver se aproximaba nuevamente.

—No caeré dos veces en el mismo truco barato —protestó Raquel, lanzando un cuchillo e impactando en el abrigo.

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Entonces escuchó como alguien recargaba y disparaba una pistola. Raquel torció el torso hacia atrás para esquivar la bala y lanzó otro cuchillo, pero este no impactó en nadie. Blu había disparado la pistola. Revolver se acercaba mientras Raquel intentaba moverse, pero no pudo debido a sus heridas y al agotamiento extremo. Al estar cerca, Revolver apuntó con una pistola a la cabeza de Raquel, pero la pistola se quedó sin municiones. Raquel llamativamente y se dejó caer al suelo.

—Supongo que perdió —dijo Raquel, agotada.

—Sabes cómo salir de este bosque, ¿verdad? —indagó Revolver, mirando fijamente a Raquel.

Raquel se limitó a asentir.

—Bien, tú me ayudarás a salir a cambio de que yo cure tus heridas —dijo Revolver mientras lo recogía del suelo.

—De acuerdo —respondió Raquel.

Raquel apuntó hacia una dirección y Revolver empezó a seguirlo, caminando y tambaleándose mientras llevaba también a Blu en la mano izquierda. Llegaron a la escuela y caminaron hasta la puerta, pero al intentar abrirla, estaba cerrada.

—Te vamos a curar aquí, pero ¿Cómo la abrimos? —consultó Revólver a Raquel.

Raquel husmeó en su bolsillo del pantalón hasta que sacó una llave y exclamó:

—Con esto.

El revólver tomó la llave y abrió la puerta. Al abrirla, se encontraron con las escaleras que subían a los demás pisos. Subieron hasta el tercer piso, donde estaba la enfermería. Prendieron la luz y abrieron la puerta. Revolver dejó a Raquel en la primera cama más cercana y fue al fondo del cuarto, donde había un escritorio. Husmeó en el primer cajón hasta que encontró hilo, una aguja y unas vendas.

—Crees que esto será suficiente? —dudó Revolver mientras llevaba las cosas a Raquel.

—Sí —afirmó Raquel, levantando el pulgar.

Raquel tomó las vendas y el hilo de las manos de Revolver y comenzó a coser sus heridas. Mientras tanto, Revolver se sentó en la cama de al lado, sosteniéndose las rodillas, y lo miraba con intriga.

— ¿Te puedo hacer unas preguntas? —quiso sable Revólver.

—De acuerdo, pero que no sea nada raro —protestó Raquel, soltando un suspiro.

— ¿Quién era ese chico al que fuiste y le diste vendas?

Raquel, impactado porque supiera eso, respondió:

—Era mi hermano menor.

—¿Y por qué sangraba? —interpeló Revólver.

—Intentó asesinar a alguien, pero le salió mal y esa persona le dio una paliza.

— ¿Cómo que asesinar a alguien? —preguntó Revólver, preocupada.

Raquel respiró un momento y luego miró a Revolver.

—Mi hermano sabe algo que nadie más debería saber y usa esos conocimientos para crear armas. No me dijo quién fue el que lo dejó en ese estado, pero o fue el director o fue alguien realmente fuerte como para derrotarlo así de rápido—

Revolver se quedó callada y pensó para sí misma —¿Por qué el director le daría esa paliza?—

—Y por cierto, ¿te acuerdas de la cabaña en que estábamos combatiendo? Esa cabaña era de mi hermano. Seguramente cuando vuelva le dará un paro cardíaco al ver todas sus creaciones hechas pomada.

—Una pregunta: ¿por qué actúas como un loco antes, cuando me estabas cazando y peleando?

—Es que en días anteriores vi cómo alguien se metió en la escuela. Cuando lo intenté atrapar, no lo logré, ya que había desaparecido. Anteayer encontró ese cadáver y sé que fue él porque solo había unas nueve personas esa tarde y la mayoría ya se estaba por ir. Al ver el cadáver, vi cómo por mi incompetencia moría otra persona. Subí a ese tejado para reflexionar y, cuando me atacaste, pensé que eras el asesino. Pero al ver tu inexperiencia usando armas, me di cuenta de que no eras tú.

—No sé si tomar eso como un cumplido, pero igual, ¿por qué estás en la escuela? A mí no me suena tu cara.

—En teoría, trabajo acá cuidando por las noches esta escuela, pero no me pagan.

— ¿Voluntariado?

—Se podría decir que sí. Muy bien, hora de curar tu brazo. —Al terminar de decir eso, Raquel ya había dado la última puntada a sus heridas.

—Esto me va a doler? —preguntaba Revolver mientras se quitaba su abrigo.

—Obviamente que sí —afirmaba Raquel con una cara sádica.

Al empezar a puntear la herida de Revolver, esta gritaba e intentaba moverse, pero Raquel la sostuvo del brazo y, durante un tortuoso minuto para ambas, Raquel terminó de darle las puntas a Revolver.

—Listo, ya estás curado. Ahora, si me lo permites, ¿puedo preguntar qué es esa caja? —decía Raquel mientras señalaba con el dedo a Blu.

—Según lo que entendí, es un fantasma llamado Blue —comentaba Revolver mientras agitaba a Blu.

—Ah, está bien. Ahora tiene sentido, porque dudaba mucho de que me hubieras dado ese puño.

—No sé si sentirme mal o bien. ¿Qué hora es?

—Las 7 de la noche.

—Bueno, mejor me voy yendo de aquí si no quiero amanecer medio muerto mañana. —Al terminar de decir eso, Revolver dejó a Blu sobre la cama donde estaba sentada—. Por favor, cuídalo.

Entonces Revolver caminó hacia la salida, pero se detuvo y dijo

—Ah, se me olvidaba, mi nombre es Revolver.

—Y el mío, Raquel —contestó Raquel.

Después, Revolver se marchó, bajó las escaleras y se fue a su casa. Mientras tanto, Raquel, al ver que se fue, se devolvió a acostar en la cama, pero luego se levantó, recogió el cofre y lo dejó por fuera de la enfermería.

—Bien, así no me harás nada turbio mientras me echo una siesta —se dijo a sí misma Raquel mientras se desempolvaba las manos y regresaba a la cama.