UN AÑO ATRÁS.
—¡Hey detente!
Escuchó aquel hombre detrás de él, iba corriendo lo más rápido que podía, a causa de eso jadear por aire, ya no había vuelta atrás no podía dejarse atrapar, tanto tiempo esperando por eso y por fin tenía en sus manos, lo que estaba buscando por años.
Si, lo tuvo que robar, pero fue necesario, una bala le rozó el hombro, pero él siguió, debía llegar al límite, la frontera entre mafias era su mejor ruta de escape, ya que, por más que ahora lo estuvieran siguiendo los hombres del Jefe no podían pasar de allí por el acuerdo, y aún era demasiado pronto para que se arriesgaran a una guerra por algo como eso, no había duda de que habría una guerra, pero estaba seguro que aún faltaba para ello, pero lo que sí sabía era que ya no podía confiar en nadie, desde ahora estaba sólo, y en cuanto pasará la frontera sería el más buscado, no solo entre la mafia del Jefe, sino que en todas.
Le molestaba el hecho de no poder volver a ver a su pequeña, era un sacrificio que debía hacer si quería salvarlos a todos, por eso, cuando tuvo la oportunidad de robarlo no le importo nada y lo hizo, le disparó a Luciano, que era el encargado de llevar el maletín hasta el Jefe, y bajo la acusadora mirada desde el suelo de su, ahora ex compañero, corrió, no se arrepiente de nada y sabe que tuvo suerte, ahora solo debía seguir con el plan, la primera fase estaba lista, un paso en falso y esto sería el fin, no podía dejar que el Jefe se adueñara de esto, no si quería proteger a los suyos, por eso al divisar el lugar miró hacía atrás a las personas que lo seguían, aquel callejón parecía sombrío, escuchaba los pasos alrededor, sus antiguos compañeros llamaban su nombre, gritaban, corrían, lo estaban buscando, pero él ya no era uno de los suyos, era un traidor, ahora solo seguía sobrevivir con el maletín, con ese pensamiento rondando su mente y un poco de pesar lanzó una bomba de humo, pronto ya no se podía ver nada y fue que decidió no volver atrás, decidió cruzar la frontera.
—Lo siento. —Fue lo último que dijo Ramón y desapareció de allí...
[. . .]
El expediente fue lanzado con fuerza contra el escritorio, lo que significaba sólo una cosa, era hora de trabajar, debían cumplir su deber como agentes de policía.
—Quiero que Daniela y Dara se encarguen del accidente automovilístico que hubo en la mañana en la avenida principal, un informe completo, también lleven al hospital general a Megan para que precise la hora y causa de muerte, la última vez los análisis estaban mal y no me quiero arriesgar a confiar en esos incompetentes. —Era el jefe Sokolov, lo decía la reluciente placa a un costado del expediente, el cual fue alcanzado por una muchacha de baja estatura con lentes.
A juzgar por las paredes del lugar que eran adornadas por diversos diplomas de honor, certificados de servicio y reconocimiento, se podría decir que el jefe de Brigada era alguien con experiencia, aunque allí sentado se veía cansado, con el rostro viejo, y en comparación a una de las fotos de las paredes estaba un poco pasado de kilos, y claro ahora tenía el pelo canoso, pero todo eso no relataba en que el hombre se había endurecido con el paso de los años, volviéndose más estricto, teniendo un agudo sexto sentido que le decía cuando iba a llover o cuando alguien le mentía.
—Ivo y Santos. —Se dirigió a unos chicos mientras las otras muchachas dejaban la sala—. Necesito que ayuden a los infiltrados en el grupo de contrabando al sur de la ciudad, los detalles están ahí. —Les pasó un sobre el cual fue tomado por uno de ellos.
—¿No necesitamos los dispositivos de grabación con los avances? —Preguntó el mismo chico con voz desinteresada ojeando el expediente.
Stolen novel; please report.
—Háblalo con León, Ivo. —El jefe era impaciente—. ¡Rápido!
—Si señor. —Dijeron al unísono ambos, saliendo del lugar con el mencionado por su superior.
No pasó tanto tiempo cuando la oficina quedó vacía, bueno casi, sólo siendo ocupada por dos muchachas.
—Por último, Ignacia y Dominic. —Comentó Sokolov mirando a las únicas que quedaban, quizás con una pizca de emoción—. Nos acaban de llegar esos informes, Por fin. —Suspiró con cansancio, pero no lo malentiendan, quizás la edad lo estaba afectando, ya que, constantemente se sentía cansado—. Creó que ya están al tanto de que cada Brigada del país ha estado detrás del caso que involucra a las mafias. —Ellas asintieron, y como no, si ese era el caso más codiciado entre todos en el mundo policial—, bueno ahora es nuestro turno... —Ambas chicas se dieron una mirada la cual el Jefe solo asoció con curiosidad—... Y yo se los voy a dar a ustedes.
Una de ellas sonrió apretando los labios con fuerza, era la más alta de las dos, aunque solo por un par de centímetros, tenía el cabello casi ondulado casi negro y una contextura delgada, rostro perfilado y ojos negros con rasgos finos, estaba expectante a las palabras de Sokolov.
—Para encontrar algo, lo que sea, nos dieron seis meses y yo confió plenamente en que lo lograrían. —Su rostro antes endurecido cambió a uno lleno de paternidad y cariño, apoyando las manos en la superficie de la mesa—. Han sido de mis mejores empleadas en años, y fueron las mejores en la Academia.
—¿Qué pasa si se nos acaban los seis meses? —Preguntó la chica aún con la sonrisa en su rostro pero con los ojos en cualquier lugar sin mirar a su Jefe.
—¡Eso! —Exclamó Sokolov enderezando su espalda—. Pues se nos unirán a la búsqueda la Brigada de la provincia norte y nos enviaran "refuerzos" —Hizo comillas con una expresión de fastidio, resoplando—. Pero apostaría a que ambas lograron hallar algo.
—Pero Jefe Sokolov... —La otra chica alzó la mano al decir aquello, tenía un aspecto más serio, con el pelo liso y una trenza a un costado que movió con delicadeza cuando él le indicó que hablara, era la más pálida y un poco más baja, con ojos almendrados color pardo y un rostro ovalado—. ¿Cómo lo lograremos? Si el caso llegó a nosotras significa que los otros no han podido, después de todo se ha rumoreado que no hay mucha información. —Indicó con un poco de desconfianza.
—Estamos hablando de las mafias, Dominic. —Interrumpió más serio mientras les pasaba un expediente con grandes letras rojas estampadas diagonalmente, decía Clasificado—. Ahí encontrarán toda la información recogida durante la investigación.
Lo dejó en el escritorio, esparciendo en el proceso un par de hojas, suficientes para que ellas pudieran observar con brevedad el interior de estas.
—Son sólo..., cinco fotos y un párrafo de cuatro líneas. —Habló con estupefacción la chica de pelo ondulado, rozando con la yema de sus dedos las imágenes.
—¿Eso es todo? —Preguntó sin poder creerlo Dominic acercándose a inspeccionar.
—Si. —Respondió Sokolov con severidad y un poco de preocupación, cuando el expediente había llegado a sus manos también se sorprendió—. Es todo... Pero no se desanimen. —Levantó un poco la voz—. Allí dice que cada mafia tiene un logo que las identifica y las fotos muestran algunos miembros de éstas.
—Bien, busquemos en los registros...
—Ojalá fuera tan fácil Ignacia, por algo son los mayores criminales. —Indicó con obviedad Sokolov—. Son invisibles, prácticamente burlan hasta la más alta seguridad, no hay nada de ellos, todas las semanas había un nuevo asesinato, sin asesino, robos, sin ladrones. Nada ni una sola huella o pista, son profesionales, nunca se dejan ver, o eso era hasta sólo unos meses que extrañamente actuaron a plena luz del día, sin contar los altercados que hemos tenido últimamente. Algo está pasando, algo grande, todos estos años actuando en las sombras para que de la noche a la mañana muestren sus caras. —Apuntó las fotografías con las palmas abiertas, reflexionando—. Por lo que decidimos tomar esto como máxima prioridad y como uno de los mejores departamentos de policía de Rusia los detendremos y acabaremos con todo esto.
Esa declaración hizo a las chicas asentir dándole la razón y estaban a punto de preguntar algo más, pero de un momento a otro alguien irrumpió en la habitación acabando con todo de forma estruendosa, ellas lo reconocían, había estado en la reunión hace unos minutos, era el segundo al mando.
—Señor lamento interrumpirlo. —Se veía agitado, y no avanzó más allá del umbral de la puerta.
—Espero que sean buenas noticias si es que has venido Hano. —Dijo él un poco desconcertado al ver su aspecto.
—Son excelentes. —Se hizo un silencio de suspenso en donde miró a las otras dos chicas y luego habló con rapidez—. Atrapamos a uno de ellos.