Él tenía que estar atento por cualquier cosa, ya que, se suponía que el chico iba a hacer una actuación, aunque en realidad era sólo hacer un poco el ridículo para aliviar el ambiente en días como en los que se encontraba, era gracioso, también un poco cómico estar en medio de todo, pero lo que es más cómico es estar en una posible guerra y decidir hacer una batalla de rap.
El hombre mira a su alrededor, ve a todos gritando y saltando, esperando por algo que les dé un poco de calma en este mundo distorsionado, y la única decisión más inteligente que se le ocurre es irse un momento a fumar algo, con la banal excusa de salir de allí, ya afuera no prende el cigarro que yacía en su mano, sólo se quedó inmovil ahí, eso hasta ver a dos mujeres entrar de forma sospechosa, Vidal revisa su teléfono una última vez para asegurarse que Alonso no a llamado, y al no tener un mensaje nuevo vuelve hacia dentro buscando a las dos muchachas.
Vidal era un poco alto, pero no lo suficiente para ver entre ese mar de gente, su cabello azabache se ve aún más oscuro por las luces, y el lugar envuelto en un aire pesado no hace más que desesperarlo, resignado al no ver nada va hasta detrás del escenario, siendo casualmente ahí donde ellas estaban, y casualmente, espiando a sus compañeros, con disimulo mira a todos lados para darse con la noticia que todos están más ocupados borrachos o ligando, que sorpresa, y cuando esta lo suficientemente cerca del escenario saca unas armas, un revólver miranda y la otra es una colt cobra, sus favoritas, con cada una en la nuca de ellas sonríe en satisfacción y esas palabras salen de su boca.
—Un sólo movimiento y les vuelo las cabezas.
Se notan nerviosas, por la forma en que sus ojos se abrieron con fuerza solo al darse cuenta de la situación.
—Caminen, rápido. —Ordena.
Ambas se dispusieron a hacer lo que él les decía, caminaron hasta un costado del escenario donde estaba el chico, Alexander y Antoni, todos se voltearon y pararon de hablar al ver que su compañero tenía posibles dos policías.
—Miren lo que encontré, estaban escuchando. —Todos van haciendo un círculo alrededor y miran a Ignacia y Dominic con duda—. ¿Quiénes son y qué hacen acá? —Pregunta directamente Vidal sin bajar las armas.
Unos segundos pasaron y ellas no dijeron nada, sólo forcejearon el agarre que tenían Alexander y Antoni en sus brazos.
—No saben que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación. —Antoni no parecía realmente preocupado, pero aun así largó una de sus frases, según él la educación siempre era primero, al igual que un padre regañando a su hijo por comer con la boca abierta.
El chico rodó los ojos y sin más se fue.
—Quiero explicaciones. —Alexander empuja a las chicas para que quedaran lejos de la gente y el bullicio, aunque fuera prácticamente imposible, a él sólo le importaba llevar una vida sana, y tener cero preocupaciones, aunque no le resultaba muy bien.
Ellas se miraron y se mostraron reticentes, en eso suena el teléfono de Vidal anunciando un nuevo mensaje, él se aleja un poco y al abrirlo una sonrisa se hace presente, era su pequeño, bueno no era de él, sólo era su ahijado, pero el cariño es el mismo, piensa.
—Hey Antoni, tú hijo quiere materiales, al parecer olvidó las cartulinas. —Susurró y le mostró el mensaje—. ¿Se las llevó? —Preguntó aunque sabía la respuesta.
Él lo miró con disculpas reflejadas en sus pupilas.
—¿Podrías? Me harías un gran favor. —siempre era lo mismo, pero no se quejaba por lo que sólo dio una última mirada antes de irse—. ¡Gracias Vidal, eres un gran amigo!
Y él sólo le da una sacudida de su mano y se pierde entre la multitud.
Casi enseguida, empezó el chico con su número, aunque a eso no se le podía decir así, entré eso Antoni y Alexander decidieron intentar nuevamente, aunque estaban más preocupados de lo que pasaba en el escenario.
—Díganme quienes son, no las había visto por aquí antes. —Aunque Alexander estaba seguro que las había visto antes, donde, no lo recuerda, y no le interesaba tampoco.
—Estábamos aquí por casualidad, déjenos ir. —espetó Dominic.
—No lo sé. ¿Si son policías? —Examinó a las chicas y miró a Antoni con duda.
—Haz lo que tú creas correcto, amigo. —Antoni solo quería ver la presentación, y bajó el arma que había sacado para poner una postura más cómoda.
Dominic se soltó del agarre que ejercía el rubio en ese momento, y en un rápido movimiento golpeó a Antoni y le quitó a su compañero el arma, apuntó a la cabeza de ambos y los amenazó.
—Suéltala o disparo.
Todo se quedó en un profundo silencio, tanto detrás del escenario como fuera, pero con distintos motivos, uno era el principio de la presentación y el otro era por un ataque sorpresa.
Alexander y Antoni se miraron, posteriormente soltaron a Ignacia, ella corrió hasta su compañera y la miró confundida, había recordado los nombres y de donde los conocía.
La actuación comenzó, pero ellos estaban completamente ajenos a todo eso.
—¿Dominic? —Preguntó una voz desconocida, ella volteo y vio a Danilo, era uno de los subordinados del jefe, él no era tan alto como Vladimir y se veía más relajado, tenía un corte de pelo al estilo militar, porque no le gustaba peinarlo, por alguna razón Ignacia siempre decía que se parecía a Octavio aunque Dominic creía lo contrario, no se parece, pensaba siempre que lo veía.
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—¡Danilo! —Exclamó Ignacia, él la miró y luego a Dominic, confundido por la situación.
—¿Él dijo Dominic? —Alexander frunció el ceño, y le tomó menos de un segundo darse cuenta quienes eran las dos muchachas.
—Veo que están jugando. —Danilo observó el arma en las manos de Dominic y luego a los dos hombres, enseguida entendió lo que estaba pasando sin necesidad de palabras—. No queremos problemas, lo que sea que hayan hecho déjenme decirles algo. —Su mirada se volvió más oscura al dirigirse a los hombres—. El Jefe responde por ellas, por lo que deberían hacer como que no vieron nada, no creo que quieran al Jefe por estos lados, ya que, él no les dirá lo que yo, sino que, los matará y de una forma muy dolorosa.
—Nos estás amenazando. —inquirió Antoni, perplejo.
—Si. —Alzó el mentón de forma arrogante—. Y si no quieren que se vuelva realidad deberían pasar este pequeño detalle por alto.
Alexander y Antoni estaban atónitos, obviamente sabían quién era el Jefe, y todos los que fueran de este mundo sabían que él era alguien a quien temer, claramente ellas no eran policías, por eso decidieron que la mejor opción era dejar que se fueran.
—Está bien. —Respondió Alexander dando un paso atrás—. Pero que no se vuelva a repetir, ellas no pueden estar aquí este territorio es...
—Éste territorio es un punto muerto que está casualmente cerca de la frontera. —Interrumpió Danilo, que al igual que casi todos de la mafia del Jefe vestían de negro, y se acercó intimidante a Alexander antes de pasar por su lado y golpearle el hombro a propósito.
Las chicas lo siguieron por el lugar hasta afuera, pero Dominic vio, otra vez, a esa persona que las observaba el día anterior, sabía que era él, estaba apoyado en la barra, por poco iba a acercarse cuando Danilo le tomó el brazo y sólo negó con la cabeza.
—Tenemos cosas más importantes que hacer, el Jefe me mandó a buscarlas para llevarlas al restaurante, creó que quiere hablar acerca de Ramón. —Las guío hacia sus autos y suspiró, parecía triste al decir aquello—. Las espero allá.
[...]
Él se fue por distinto camino y ellas se dirigieron al restaurante, dentro del auto se miraron recordando todo lo que había pasado.
—Tenemos que ser más cuidadosos, si Danilo no hubiera llegado... —Ignacia dejó la frase a la mitad y vio de reojo a su compañera.
—Lo sé.
—La persona de ayer estaba siguiéndonos otra vez, estoy segura. Y ellos estaban hablando de Ramón.
—También lo vi, y con respecto a Ramón debemos decirle al Jefe, pero en privado. —Dominic mordía sus labios intentando recordar dónde había visto a esa persona, pero no podía. Aunque extrañamente le parecía muy familiar. Demasiado.
Los minutos pasaron y ambas dejaron el incidente de lado y cuando se acercaban a su destino, Ignacia iba cada vez más sonriente por el cambio tan drástico de actitud de Dominic.
—No te pongas nerviosa. —Molestó.
—Cállate. —Dijo Dominic tensa.
Al llegar estaciono el Audi en un lugar reservado previamente, bajaron, al entrar al restaurante, se podía observar distintas mesas redondas con flores artificiales en el centro y sillas blancas, había una cocina mediana tras unas puertas corredizas y los baños estaban en sentido contrario, miraron disimuladamente por el lugar a las personas, que se encontraban degustando los platillos, pero no encontraron a nadie de su mafia.
—Están en el segundo piso. —Les informo alguien a sus espaldas, era Dimitri, él tenía una personalidad diferente con cada persona, creía que así sería más difícil herirlo, al parecer también acababa de llegar—. Vamos, el Jefe me dijo que estaban todos.
Subieron por unas escaleras que estaban a un costado, el segundo piso era mucho más sofisticado, y los ventanales gigantes le daban un aspecto más elegante al lugar en comparación con el primer piso, además de que la decoración era casi todo rojo y negro, pero la buena iluminación compensaba la falta de color, había una gran mesa rectangular en medio del salón, allí se encontraba, el Jefe en la cabecera, seguido de Vladimir en su costado izquierdo y Luciano en frente de éste, después estaban los demás, y unos asientos vacíos en medio daba a entender que era el lugar de las chicas, se dirigieron ahí, en cambio Dimitri fue directo a sentarse a un lado de un hombre moreno y un poco bajo, que tenía cara de querer matar a todo el mundo, era Brayatan, traía puesta una chaqueta de Jean y su mano estaba en el bolsillo portando un arma, ya que decía que en cualquier momento podía pasar hasta lo más inesperado y se ahorraba unos valiosos segundos.
—Hasta que por fin llegan. —Exclamó el mismo chico, él siempre interrumpía las conversaciones igual que un niño pequeño que lo hace sin malas intenciones, al ser del tipo que guardaba sus calcetines por colores y separaba sus vegetales, no lo podía evitar.
—Tuvimos unas complicaciones. —Contestó Dominic, tomando asiento y a su lado Ignacia.
—Ya no importa, están aquí. —Habló el Jefe—. Pedí lasaña para Ignacia, pero Dominic. —Miró a la nombrada con una pequeña mueca de disculpa—. No sabía qué pedir para ti.
—No se preocupe, Jefe. —Se apresuró a decir—. Yo no tengo hambre.
—¡Hey mesero! —Levantó la voz Ignacia, Dominic entró en pánico al ver que se acercaba un chico joven, su cabello estaba peinado ligeramente, tenia un rostro con una sonrisa amigable, vestido con pantalones negros y una camisa blanca con una batwing en el cuello, se veía realmente elegante, supo que debía golpear a Ignacia después.
—¿En qué puedo ayudarlas? —Preguntó con voz formal.
—Mi amiga aquí quiere algo para merendar. —Ignacia con disimulo le pegó con el codo a Dominic, que se había quedado quieta mirando la cara del mesero—. Dile algo. —Le susurró.
—Em... Yo... Tú.... —Estaba sonrojada y todos en la mesa miraban con diversión la escena. Menos el Jefe y Vladimir que se mantenían al margen.
—Algún pedido especial. —Preguntó un tanto confundido el chico y le sonrió, eso pasaba siempre, en cada ocasión que ellos estaban ahí, y debía admitir que le resultará divertido.
—A ti... —Habló bajo haciendo que Ignacia estallara en risas, al darse cuenta que lo había dicho en voz alta, Dominic se tapó la cara con las manos avergonzada.
—Que sea solo una ensalada tradicional. —Vladimir interrumpió la escena, tosiendo para llamar la atención.
Cuando todos tuvieron sus platos en frente, el Jefe carraspeo y al instante en la mesa le pusieron atención.
—Como saben la situación es grave. —Su voz no sonaba enojada o algo así, era más bien otro sentimiento—. Ramón se robó algo sumamente importante y escapó, por lo que ahora es considerado un traidor. —Algunos en la mesa bajaron la cabeza decepcionados—. Todos, absolutamente todos ustedes tienen la orden de buscarlo, matarlo si es que pone resistencia y traerlo con vida sólo si lo logran. —Sus ojos oscuros se pasearon por toda la mesa y se detuvieron en Luciano unos segundos más que el resto—. También pienso hacer una reunión con las mafias, todas las que rigen en Rusia ahora mismo, no voy a esperar a que ellos se enteren. No como la última vez.
Todos sabiendo a qué se refería con eso, asintieron.
—Pero Jefe. —Hablo Dimitri con una mirada confundida—. Una reunión con todas las mafias no se ha hecho desde hace más de siete años... Aquella vez...
—No me preocupa, así verán la importancia del asunto. —Entrecerró los ojos, buscando las palabras adecuadas—. Y sabrán que si es que alguno de ellos intenta esconderlo será eliminado, lo cual también va para ustedes. —Dijo como si nada.
Y a él realmente no le preocupaba, estaba demasiado centrado en su meta para perder el tiempo con trivialidades, tan egoísta que prefería quedarse con el último sorbo bajo la mirada de todos.