El silencio se esparció por todo el lugar como el polvo al sacudir un viejo tapiz, nadie pronunciaba ni una palabra, se miraban con sospechas, sin saber que no solo era una persona que los estaba traicionando, sino que eran dos, y estaban en frente de sus narices, la tensión en el lugar se podía cortar con sólo suspirar, por lo que ninguno se movía, hasta que alguien interrumpió todo, una voz en medio, proveniente de un hombre sentado en el centro de la mesa, tenía puesta una camiseta completamente blanca y jeans negros, le mandaba una mirada a Ignacia y Dominic detrás de sus gafas, poniéndolas nerviosas.
—Yo creo que ustedes tienen algo que ver en todo esto. —Espetó el chico sin filtro.
—Esa es una acusación muy grave León. —Dijo el Jefe Sokolov con severidad.
—Piénselo señor, ellas fueron las últimas en verlo, y prácticamente echaron a Lucas cuando él quería ayudarlas.
—Era nuestro acusado. —Ignacia se mostraba con un enojo contenido, y sus ojos no se apartaban de León—. Lucas es dibujante, y es del departamento de informática, de qué nos serviría que estuviera allí, sólo nos retrasaría además, señor. —Se dirigió a Sokolov—. Usted ésta misma mañana nos dio el caso a nosotras, no es así. —Él asintió dándole la razón—. Bien, pues dime tú. ¿Por qué querríamos dejar libre al mafioso, si nuestro trabajo es capturarlos? —Le pregunto a León con ironía.
—No lo sé. —Espetó con arrogancia—. Tal vez trabajan para ellos. —Levantó las cejas y afilo su mirada aún más.
Nuevamente todo se quedó en silencio por unos segundos, hasta que Dominic dio un paso al frente.
—Nos conocemos desde hace más de cuatro años León, somos amigos. ¿Cómo crees que podemos estar con ustedes sin que nos descubran? Es una completa idiotez.
León observó a Dominic pasando de ser serio a tener una sonrisa forzada, muy forzada.
—Tienes razón, perdón estaba pensando como policía, no como amigo. —Se disculpó, pero en el fondo todos en la sala se dieron cuenta que no era una disculpa sincera, aún así no dijeron nada y el Jefe decidió darle fin a la reunión.
Ya afuera todos salieron con preguntas sin respuestas, en especial el Jefe Sokolov, que no sólo pensaba en cómo pudo escapar el hombre, sino que, también por culpa de ese mafioso, lo habían hecho dudar sus propios trabajadores y eso no podía pasar, estaba empezando a creer que investigar por su propia cuenta también iba a ser beneficioso.
[...]
Ignacia y Dominic se dirigieron al laboratorio número dos, que era el que tenía los equipos adecuados para examinar muestras después del altercado en la pequeña reunión.
Se encontraba en el primer piso, justo a la derecha de la recepción, era un laboratorio de paredes blancas con grandes ventanales y dos mesas en el centro con una computadora cada una y elementos químicos como matracez y máquinas alrededor un mesón gigante que abarcaba todo el contorno del lugar, había también una puerta pero era para limpiar los cadáveres, cuando llegaron se encontraron a Megan, tenía una contextura gruesa y usaba el pelo negro liso recogido en una coleta, porque siempre se atrasaba y apenas si se lavaba la cara, vestía la pulcramente limpia bata como uniforme, mientras hacía quien sabe que en el escritorio.
—Buenas. —Saludo Ignacia y se paró detrás de ella, mientras Dominic se fue directo a la máquina para hacerla funcionar, y no perder el tiempo como decía, más bien pensaba.
Megan dio un salto por lo repentino del saludo y se volteo a Ignacia para gritarle.
—¡Me asustaste! —Se pasó la mano por el rostro—. Siempre haces lo mismo, te detesto.
—¿Perdón? —Ella mantenía su sonrisa—. Tus reacciones son muy tiernas, por lo que es divertido molestarte. —río.
—Si claro, te voy a tirar el microscopio la próxima vez que te vea por estos lados, haber si es tierno. —Amenazó pero se detuvo a sí misma al ser consciente del porqué de su presencia—. ¿Qué haces aquí? ¿Y la reunión?—Preguntó dándose cuenta de la situación.
—Ya termino. Veníamos a hacer una prueba de análisis de sangre, y el laboratorio forense, como sabes, tiene los complementos necesarios, mira. —Apuntó atrás de la chica con bata—. Allí está Dominic.
Ella se dio la vuelta y efectivamente estaba Dominic con su vista fija en la Star max, que era el nombre de la máquina, se veía muy concentrada, pasados un par de segundo se fue hacia un lado y tecleo en el computador, donde aparecieron diversos rostros de personas de todo el país, estaba buscando en los registros, Megan se dio la vuelta y miró a Ignacia que sonreía.
—¿A quién le dispararon? —Fue directa.
—A un tipo que nos pareció sospechoso, nos estaba observando y luego salió corriendo, mientras lo perseguimos, yo le dispare. —Explicó rápidamente, lo último con un deje de orgullo en su voz.
—Que estaban hacien...
—No te puedo decir, es confidencial. —Dijo mientras ponía su dedo índice en sus labios.
Unauthorized duplication: this tale has been taken without consent. Report sightings.
Megan bufó, para después seguir con lo suyo.
—Bien, no me digas, pero si es un mafioso o algo así, no lo encontrarán en los registros. —Con su cabeza apuntó hacia Dominic.
—Mh... Tienes razón el señor Sokolov me dijo algo parecido en la mañana. —Se encogió de hombros—. Bueno iré con Dominic, adiós. —Se acercó y le dio un estruendoso beso en la mejilla.
—Iugh ¡Ignacia! —Le gritó mientras ella se iba hasta el otro lado de la sala.
Cuando llegó a un lado de Dominic, ella misma, le dio una mirada de reproche y le contó sus avances.
—Mientras tú estabas jugando, yo busqué y como nos dijo el Jefe Sokolov no arrojó ningún resultado, aunque deben pasar un par de horas para que esta cosa encuentre a alguien. —Miró mal a la máquina, como si fuera su culpa—. Mientras tanto será mejor que hagamos el informe y cuando terminemos nos vayamos, mañana seguimos.
Efectivamente cuando terminaron el informe del día y dieron fin a su jornada salieron del lugar, cada una se fue en sus respectivos autos, Dominic el Audi R8 negro e Ignacia el Chevrolet Camaro amarillo, casualmente, o no tanto, iban casi para el mismo lugar, ambas entraron al estacionamiento de un edificio en una calle del centro de la ciudad, pero se despedían en diferentes pisos, Ignacia se bajó primero del ascensor, era el quinto piso, y Dominic siguió hasta el décimo, en el camino a sus departamentos ambas pensaban cosas similares, como que tenían que ser más cuidadosas, por fortuna nadie las había visto y tenían suerte de ser las favoritas del Jefe Sokolov, sino, no sabrían que pudo haber pasado en la reunión, eran infiltradas y eso era algo que nadie de la Brigada debía saber.
[...]
A la mañana siguiente se encontraron en la oficina, Dominic fue a ver si la máquina tuvo resultados en su búsqueda, mientras Ignacia les preparaba un café a ambas y la esperaba en la cafetería.
Al llegar Dominic se encontró a Daniela, que era del departamento de criminalística, apoyada en una de las mesas viendo su teléfono, nunca se despegaba de él, igual que un bebé con el biberón, usaba un vestido de pieza completa, corto, le gustaban así, con un diseño sutil, tenía una cabellera negro azulado, que le gustaba cambiar de color, al levantar la mirada le sonrió a la recién llegada que le respondió de igual manera.
—Te lo volviste a teñir. —Dijo Dominic refiriéndose a su cabello.
—Sabes que un sólo color me aburre, prefiero experimentar. —Comentó ella siguiendo con la vista a la recién llegada que se acercó a la Star max.
—¿Intentando seguir las huellas de alguien? —Preguntó sonando casual.
—Tú misma dijiste, intentando, no está registrado —Suspiró resignada—. Igual tenía que tratar.
—No te desanimes, algo encontrarás, ya veras. —Le sonrió.
—Gracias. —Se fue nuevamente hasta la puerta dejándola sola en la sala vacía.
[...]
—No había nada.
—Era de esperarse. —En la cafetería Dominic le contaba a Ignacia sobre lo inútil que había resultado todo lo de la sangre—. Pero recuerda que encontramos otra cosa ayer que nos puede ayudar. —Sacó de su bolsillo la caja de fósforos en una bolsa transparente—. No hay huellas dactilares, por lo que busqué Bar Pool y tengo la dirección, vamos. —Terminaron su café y salieron del lugar—. ¿De casualidad vamos a ir otra vez en tú auto? —Estaban en el estacionamiento y se repetía lo del día anterior.
—No vamos a volver a hablar del tema. —Abrió la puerta y subió—. ¿Qué esperas? Sube o te dejo aquí.
—Ya voy. —Dijo Ignacia resignada—. ¿Pero está vez si puedo poner música?
—No, mi auto, mis reglas. —Dominic sonrió cuando vio a Ignacia molesta.
Estuvo conduciendo un buen rato, las calles parecían iguales, pero eso no las distrajo de darse cuenta de algo, casi al instante comprobaron el GPS y efectivamente el lugar estaba a unos pocos kilómetros, pero el problema era que estaban por pasar la frontera.
—Estamos aquí como policías, no mafiosas. —Comentó con decisión Dominic apretando el volante.
—Entonces sigue. —Animó impasible.
Fue poco más de una hora lo que les tomó llegar a dicho bar, parecía oculto detrás de unos árboles, alrededor estaba cubierto de autos, extraño, tuvieron que escabullirse cuando se dieron cuenta que estaba lleno de gente, y los guardias en la entrada seguramente no las dejarían pasar.
Dentro el lugar era lúgubre y oscuro, sólo las luces artificiales ayudaban a distinguir a las personas, estaba casi lleno a pesar de ser las once de la mañana y se olía alcohol a cada paso, ambas miraban asqueadas.
Observaron concentradas alrededor, y aunque no sabían que estaban buscando, se dieron cuenta con un poco de asombro que había alguien más que era de otra de las mafias, el chico, como decía su nombre él no era tan alto, pero eso era lo menos importante, eso lo hacía bastante ágil -lo sabían por cuenta propia-, tenía sólo una chaqueta azul puesta sin polera y un buzo ancho en la parte de abajo, poseía un tatuaje en el cuello, justo en medio, y con su mano se peinaba el pelo hacia atrás dejando al descubierto su frente, ambas sabían que mantenía ese peinado ya que le molestaba el cabello en los ojos, pero según él, tampoco debía dejar de tener estilo, por eso se pasaba la mano en una especie de tic para comprobar que su peinado estaba intacto.
Ambas se miraron, y sin necesidad de palabras con cautela se acercaron hacia un lado del escenario donde él se encontraba, estaba conversando con otras dos personas, cuando llegaron se mantuvieron a una distancia prudente, pero que las dejara oír a pesar del bullicio.
—¡¿Cómo que no sabes?! —Apenas se escuchó, el fuerte ruido de la música ensordecería a cualquiera—. Esto es serio, maldición, la Jefa se enojara si no le traemos al cien por ciento la información. ¿Estás seguro que es como tu dices, Alexander? —Preguntó el chico a uno de los que estaba con él, era alto y moreno, solo veían su espalda y ligeramente su perfil, vestía un buzo igualmente.
—Si completamente, hubo una traición en la mafia del Jefe, y al parecer se llevó algo importante, pero no se quien fue o que se llevó. —El hombre moreno miraba a todos lados al hablar, desconfiado.
—Chico, hay que decirle a la jefa, quizá esto le interese. —Habló la otra persona, parecían del mismo porte, tenía el pelo rubio, su rostro era perfilado con marcas de una alocada juventud quizás, él vestía traje y se veía ordenado, no parecía un mafioso sino un trabajador común, pensó Dominic.
—Si, llama a Valentino y dile que se comunique con ella, mientras tanto yo voy a seguir con el show —Se veía menos tenso al decir aquello e hizo su particular gesto peinando su cabello.
Ambas escuchaban atentas, tanto que no se dieron cuenta que alguien poco a poco se les acercaba, y cuando lo percibieron ya era demasiado tarde.
—Un sólo movimiento y les vuelo las cabezas…
El nombre de la máquina es inventado.