Los chicos acabaron agotados después del entrenamiento por lo que, después de almorzar, los criados les curaron las heridas y se fueron a descansar. Sin embargo, su hermana no paraba de darle vueltas a los verdaderos pensamientos de sus padres. Así que, cuando se aseguró de que sus dos hermanos estaban en sus habitaciones, fue a hablar con sus padres.
—Buenas tardes, ¿tenéis un momento para hablar?
—Claro, ¿qué ocurre, hija? —respondió Gedgar mientras cerraba el libro que estaba leyendo, recostada en un canapé de la sala de estar.
—¿Qué opináis sobre Taga? —preguntó Gifug con seriedad.
—¿La invocación de Mikradal? —preguntó su madre.
Gifug asintió. Sus padres enmudecieron por varios segundos antes de que Ginfar respondiera:
—Vamos a serte sinceros. No se lo digas a tu hermano. Creemos que se merece algo mejor, y vamos a comprarle un hada. Un sacerdote nos ha facilitado un ritual para intercambiar su primera invocación por la segunda.
—Nunca en todos mis años de la academia había escuchado nada semejante. ¿Es seguro que el ritual hará eso?
—Nos ha dado su palabra, además, le pagaremos con un hada a cambio. —confirmó Gedgar.
—¿Sólo un hada?
—Sí, además él nos contó su historia de por qué quiere un hada —argumentó Ginfar.
—Bueno, creo que Mikradal tiene mucho aprecio a su invocación y... —Entonces fue interrumpida por su madre.
—No. Lo hacemos por su bien.
Gifug frunció el ceño por unos segundos y respiró hondo:
—Está bien. Buenas tardes. —le dio un abrazo a sus padres y se retiró a su habitación. Sin estar todavía del todo convencida, cogió el tintero, una pluma y papel y se puso a escribir para quitarse sus preocupaciones de la cabeza.
Cuando terminó, escribió el nombre de Mikradal en el reverso. La dobló y esperando que no fuera un error, se dirigió a cenar con su familia no sin antes decidir que actuaría al día siguiente.
A la mañana siguiente, fueron los tres hermanos para entrenar juntos por última vez antes de la partida de Gifug.
—¿Estás preparado, Mikradal? —preguntó su hermana, en posición de combate.
—Vamos allá. —respondió frotándose las manos, concentrado. Su hermana invocó entonces a un espíritu de sombra, de tipo oscuridad puro.
—Empieza tú primero.
Mikradal se alejó para atrás con un salto impulsado por el viento creado por Taga. Mostrando los rápidos frutos de su entrenamiento, al mismo tiempo sacó su arco y tres flechas. Decidiendo apostar a ver si funcionaba, ordenó mentalmente a su elemental: "Impulsa de manera sutil las flechas para que cojan más velocidad, pero inténtalo en medio del vuelo, no al principio", tras lo cual, disparó.
El espíritu, juguetón los de su especie, quiso esperar al último momento para esquivarlos, pero se vio sorprendido por el repentino acelerón, y sufrió varias heridas por la maniobrabilidad de las flechas. Al sentir el dolor, se enfadó y manipuló las sombras de un árbol cercano para inmovilizar a Mikradal. Este las esquivó como si ya supiera que venían. El espíritu entonces se fijó en que Mikradal sacaba otras tres flechas, y prestó atención al momento en que disparaba, ya no tan confiado como antes.
Tras un momento de pausa, el espíritu vio como Mikradal sonreía y tuvo un mal presentimiento. Una ráfaga de aire lo levantó del suelo, obra de Taga, que había conseguido evadir la atención del espíritu. Esto se debió a que Gifug no estaba dando órdenes a su espíritu, por lo que el espíritu peleaba como él creía conveniente, y prestó demasiada atención a quién le había herido, quitando su atención de Taga, potencialmente más peligroso. Gifug, al ver su espíritu indefenso en el aire y a Mikradal apuntándole con más flechas, decidió dar por terminado el combate.
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—Eso fue suficiente Mikradal, me sorprende el entendimiento que tenéis ambos en combate. Tus tácticas han sido bastante buenas, pero solo si te enfrentas a monstruos sin cazador, si te enfrentas a uno comandado, no te será tan fácil implementar esta estrategia.
Mikridak se sorprendió de lo rápido que había pensado su hermano en una estrategia, y se había aprovechado de la naturaleza juguetona de los espíritus para hacerle bajar la guardia. Se dio cuenta de que le faltaba mucho en el ámbito de la estrategia, y decidió pasar más tiempo en la biblioteca para mejorar su conocimiento.
Tras proseguir esa mañana con sus respectivos entrenamientos, llegó la hora de comer, donde se respiraba un ambiente triste por la marcha de Gifug.
Se levantaron todos de comer y se fueron a sus habitaciones. Al cabo de un rato, la hermana fue a despedirse de todos.
—Buenas tardes, me iré pronto. —Gifug le dio un abrazo a sus padres y fue a despedirse de Mikradal.
—Hermano, me tengo que ir. —Entonces, se dieron un fuerte abrazo. —Toma esta carta. Si en algún momento sientes una sensación extraña con tu invocación, ábrela. Si no, puedes quemarla.
—Bueno. ¿Valle? —La cogió extrañado. Entonces su hermana fue a despedirse de su otro hermano.
—No molestes a Mikradal, haz el favor, y estudia mucho. —le comentó en tono de broma después de darle su respectivo abrazo. Finalmente fue a despedirse de los criados de la casa con los que se había criado. Y abandonó la mansión.
Esa misma noche, mientras cenaban, su madre les preguntó a sus hijos cómo estaban prosperando como cazadores. Sus hijos les contaron muchos de los combates que habían tenido, y que ya habían alcanzado el nivel dos.
—¿A qué nivel se podía obtener otra invocación? —preguntó su padre.
—Al nivel cinco —le respondió Mikradal.
—Estupendo. —Sonrió Ginfar —Ánimo, que a ese nivel tenemos una sorpresa para vosotros. —A lo que los dos hermanos exclamaron de alegría, ilusionados; ya imaginándose qué sorpresa sería.
—¿Qué tipo os gustaría después? —preguntó el padre.
—¡Tierra! —Respondió rápidamente Mikridak. —Ya que, de momento, con Val tengo tanto daño como un poco de control. Por ello preferiría un monstruo más resistente que aguante los ataques dirigidos a Val, para darle más libertad.
—¡Fuego! —dijo su gemelo casi de manera simultánea —Esto se debe a que con Taga tengo bastante capacidad de movilidad y restricción, lo que me falta es capacidad de ataque pura. Los monstruos de tipo fuego generalmente destacan en este apartado y además el tipo fuego combinaría bien con el aire de Taga, porque avivaría las llamas que produzca, aumentando más el daño...
—Me parece que estáis muy seguros y, aunque no soy cazadora, entiendo vuestras elecciones —río su madre. Y después de cenar, se fueron a dormir.
Tras unos días más de entrenamiento por cuenta propia, ambos finalmente alcanzaron el nivel 3. Este ritmo podría parecer rápido, pero esto no era realmente así, los elfos son la raza más longeva, pero suben de nivel más despacio. Tras alcanzar el hito, ya empezaron a pensar en qué monstruo podrían pedir a sus padres como segundo monstruo. Para ello, fueron a la biblioteca de la mansión a estudiar. Cada uno cogió una enciclopedia de monstruos, unas más actualizadas que otras, de entre el pequeño mar de libros en el que se encontraban. Se pusieron a leer las largas listas de monstruos, escritas por cazadores de la unión de la comunidad élfica. Había mucha información que desconocían y que podría serles útil en algún momento.
Leyeron sobre diversos monstruos tales como cíclopes, grifos, sirenas, cerberos, tigres elementales, quimeras o esfinges. También encontraron información sobre monstruos más comunes como arañas, goblins, orcos, trolls, slimes, ogros, ninfas, o arpías, entre otros muchos. Los gemelos leyeron la rareza de cada uno, sus características principales, debilidades, tipos, hábitats y fortalezas. Se pasaron el día estudiando hasta la hora de cenar. En esa misma cena se pusieron a competir por ver quién de los dos sabía más sobre monstruos.
—¿Sabías que la gorgona puede evolucionar a medusa? Y al evolucionar además adquiere la capacidad de convertir a los enemigos en piedra con su mirada, pero solo si los ha tocado previamente —preguntó Mikridak a su hermano, intentando superarlo en conocimiento.
—Pues ¿tú sabes que hay cuatro evoluciones del slime común, que se conozcan? Al principio es un bebé slime, que no posee atributos. Sobre el nivel diez evoluciona a un slime plebeyo, y entonces adquiere su primer tipo. Al nivel cuarenta y cinco evoluciona a un slime noble, que adquiere su segundo tipo y destaca por poder invocar pequeños slimes plebeyos del primer tipo que poseía. Finalmente, a nivel ochenta , evoluciona a rey slime, y adquiere la capacidad de invocar slime plebeyos de los dos tipos elementales en los que se basa su tipo doble. Además, la capacidad de invocación de los slimes nobles y reyes depende de su nivel. ¿Te acordabas de todo eso? —respondió Mikradal con otra pregunta.
—Vale chicos, ya sabemos que habéis estudiado mucho, pero no estéis todo el día así. —comentó su padre riendo.
Otro día más pasaba y los hermanos se hacían más fuertes.
A la mañana siguiente siguieron entrenando, luchando contra slimes de bajo nivel, gnomos y lobos elementales. Ambos empezaban a cazar con aptitud, sin recibir más que unos arañazos.
En unos pocos días, subieron al nivel cuatro . La tormenta se asomaba en el horizonte.