Gedgar y Ginfar subieron al carruaje e hicieron el mismo recorrido que el día anterior. Hablaban de asuntos de la casa con el criado y cochero que los llevaba al templo.
Cuando llegaron al lugar, llamaron a la puerta del templo con fuerza. Al cabo de varios minutos los recibió el mismo sacerdote que dirigió la ceremonia del despertar de sus hijos.
—Buenos días, señor y señora Gimbeq, ¿Qué se les ofrece? —preguntó el sacerdote con educación.
—Tenemos que hablar sobre la invocación de nuestro hijo —se adelantó Ginfar.
—Sí, vi que obtuvo un elemental. Es una lástima. Se le ve actitud de cazador, pero la Sagrada Naturaleza es caprichosa, puede que no estuviera destinado a destacar —pronunció el sacerdote con tranquilidad y parsimonia.
—No quiero que se burlen de nuestro hijo, o que sus sueños de ser un gran cazador se hagan pedazos simplemente porque el destino no ha querido proporcionarle la mejor invocación posible. Por favor, dígame si hay alguna cosa que podamos hacer— planteó Ginfar con una mirada suplicante.
—Lo lamento, no se puede hacer nada, pero pueden intentar mirarlo desde otra perspectiva. Ese joven es un cazador, algo por lo que la mayoría haría cualquier cosa por conseguir. Además, aunque un elemental no sea un buen monstruo, puede que el resto de monstruos que consiga obtener sí que sean poderosos, y eviten que el elemental destaque demasiado —argumentó el sacerdote sin inmutarse.
—Por favor, haremos cualquier cosa, pero tiene que haber alguna manera de cambiar el monstruo inicial. Pagaremos lo que haga falta— dijo Gedgar pensando en la posibilidad de que su hijo se derrumbe al no poder alcanzar su sueño, por algo que escapase de su control.
—Lo lamento, pero les puedo asegurar que no hay ninguna manera. Sí, no hay ninguna manera. Por favor les pido que se marchen si eso es todo por lo que han venido —dijo el sacerdote tras marcharse sin echar la mirada atrás, tal vez por culpabilidad, tal vez para dar por zanjada la discusión.
Los padres se quedaron unos momentos viendo al sacerdote con los ojos en blanco, sin saber qué hacer. Tras unos minutos, resignados, se dirigieron hacia el carruaje para volver a su mansión. Cuando estaban saliendo, de repente, otro sacerdote unos años mayor que los gemelos, y que no mostraba la misma seguridad que transmitía su superior, se paró en frente de ellos y les dijo:
—Buenas, no he podido evitar escuchar vuestra conversación con el sacerdote principal, y he de decir que os entiendo perfectamente.
—¿Cómo podrías entendernos?— dijo airada Ginfar.
—Lo digo porque yo soy el ejemplo viviente de lo que pensáis que le puede ocurrir a vuestro hijo— dijo el sacerdote tristemente.
Al escuchar esto, los padres se quedaron de piedra, impactados por que su mayor temor se presentaba delante de sus ojos.
—Sé que al ser nobles estarán muy ocupados, pero si no les importa me gustaría contarles mi historia, y a lo mejor pueda proponerles una solución a su problema.
Inmediatamente los dos levantaron la mirada y decidieron aceptar su invitación. Se acercaron a un despacho pequeño propiedad del sacerdote no muy lejos del anterior en el que habían discutido. Tomaron asiento frente al escritorio mientras el sacerdote se dejaba caer sobre una silla de cierta antigüedad. El sacerdote comenzó a hablar desde su asiento, apoyando los codos en su escribanía.
—Miren ustedes, yo hace años era un cazador como su hijo, con la excepción de que mi monstruo inicial fue un goblin, que está mucho peor valorado que el elemental de su hijo— relató, mientras Ginfar y Gedgar se imaginaban lo que hubiera pasado si ese hubiera sido el caso de su hijo— pero yo, al provenir de una familia más humilde que la suya, no me rendí y decidí continuar. No diré que destaqué como cazador, pero yo estaba en el espectro medio bajo, no era el peor. A pesar de eso, comencé a arriesgarme para obtener mejores monstruos y subir de nivel para poder usarlos. Al hacer esto creía que sería capaz de salir adelante, tal como les ha dicho el sacerdote principal.
> Al final, ocurrió lo inevitable. A pesar de todo el "cuidado que ponía, tuve un arrebato de confianza y decidí morder más de lo que podía masticar, y, aprovechando que había alcanzado el nivel 30, intenté derrotar a una hidra de nivel 35 para usarla como mi segundo monstruo ligado de permanencia.
—Disculpe, pero ¿Qué es eso de segundo monstruo ligado de permanencia? No entiendo a qué se refiere, nuestra hija no nos comentó nada de eso—.
—Ah, no se preocupe, es muy común no tener ese conocimiento a menos que estés metido en el mundillo de los cazadores. Básicamente consiste en que los espacios obtenidos para invocar monstruos del alma cada 30 niveles tienen algo diferente a los demás. Esta diferencia consiste en que puedes elegir vincular permanentemente uno de tus monstruos, evitando que te lo puedan robar por medio de la fuerza, y dándote algunas de las ventajas que ostenta la invocación inicial. Por ello, estos monstruos deben ser vínculos que un cazador debe meditar mucho, ya que no se pueden romper, y pueden aumentar exponencialmente la fuerza de un cazador si ocurre un caso como el mío o el de su hijo.
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—Vaya, no tenía ni idea. —comentó Ginfar con cara de incredulidad.
—Bueno, es cierto que nunca hemos mostrado mucho interés en los monstruos de nuestra hija aparte de su hada. Es a esta especie a la que considerábamos como la más importante debido a su conexión con nuestra raza. Quizás por esto no encontró relevante contárnoslo— le aclaró Gedgar.
—Con esto ya concluido, permítanme proseguir. Al intentar vencer a esa hidra, estaba tan obsesionado con obtenerla que no puse tanta atención en mis alrededores, y cuando me quise dar cuenta había más monstruos atacándonos. Al darme cuenta de que sería imposible ganarla en esas condiciones. Decidí huir, pero esa huida me costó un precio que nunca esperé pagar. Ninguno de mis monstruos sobrevivió. Esa aventura concluyó dejándome como un lisiado, vivo pero con todos mis espacios del alma disponibles, incluso uno vinculante, rotos.
> Completamente destrozado, volví a la academia en la que estaba, solo para recibir una bronca por arriesgar la vida por algo que ellos no reconocían que tuviera tanta importancia. Decidieron expulsarme porque no me podía permitir comprar un simple monstruo, algo que nunca les perdonaré. Después de esto, fui obligado a irme de la academia y plantearme abandonar mi carrera como cazador, pero al poco de marcharme obtuve un manuscrito antiguo. Este contenía un ritual en el que uno podía cambiar su monstruo inicial si dicha persona poseía sólo dos monstruos, y seguía una serie de pasos.
> Esto terminó de destrozarme ya que, si hubiera obtenido ese manuscrito antes, habría podido cambiar mis decisiones y tal vez mi futuro. Con todo esto pasándome factura, acabé viniendo a este templo sin saber qué hacer con mi vida, así que el sacerdote principal decidió dejarme trabajar aquí como sacerdote adjunto y como chico de los recados a cambio de un mísero sueldo, una cama y comida. Así llevo viviendo unos años, pero no he podido olvidar aquellos momentos y pensar ¿Qué hubiera pasado si...? Es algo que todavía me atormenta muchas noches—.
—Disculpe otra vez, pero aún no acabo de entender adonde quiere llegar con esta historia. Sí, entiendo que la vida de mi hijo pueda ser un calco de la suya en el futuro", pero no sé cuál es su propósito— dijo Gedgar.
—Es que al escuchar cómo el sacerdote echó por tierra cualquier súplica suya, decidí que no podía quedarme mirando cómo sucedía otra vez la misma historia—.
—Pero, a menos que aún conserve el manuscrito, no debería saber cómo ayudarnos. Viendo su mala situación financiera, no me imagino una razón por la que no lo vendiera— dijo Ginfar.
—Pues el caso es que no lo vendí porque me sentí apegado a ese manuscrito— dijo el sacerdote tras un instante de silencio.
—¿¡En serio!? — dijeron a la vez, con sus rostros radiando de esperanza.
—Sí, y mi propuesta es que, a cambio de un monstruo con el que volver a empezar mi carrera, os diga cómo realizar el ritual, ya que está en idioma imperial antiguo, y sólo algunos pueden leerlo. Yo aprendí, y he investigado lo que decía el manuscrito, así que no sería un problema para mí—.
—Si el ritual que dices es cierto, no habría problema en pagar ese módico precio. Entiendo que quieres un hada ¿verdad?
—Efectivamente, es un monstruo muy difícil de encontrar y considerablemente caro, así que, como entiendo que ustedes comprarán otra para reemplazar la invocación inicial de su hijo, compren otra, y el trato estará hecho. Para demostrar mi sinceridad, les voy a mostrar el manuscrito y verán que no miento— Sacó un papel con aspecto ancestral en un idioma extraño, en el cual se podían ver unos extraños dibujos donde un monstruo se separaba de su cazador.
Al verlo, todo rastro de duda desapareció. Decidieron aceptar el trato, contentos de hacer "solucionado el problema". Al ver que los padres estaban de acuerdo, el joven sacerdote dijo:
—Si su hijo no estaba aquí para pedirle ayuda al sacerdote será porque quiere continuar con él, así que mejor mantengan lo del ritual en secreto, ya que se puede hacer sin su consentimiento. Para ello tomen, un instrumento capaz de encerrar un monstruo y de evitar su huida. Este es especial porque es capaz de retener y desconectar temporalmente a cazador e invocación. Su hijo sólo sentirá que ocurre algo extraño y no le prestará más atención, hasta que se haya dado el cambio. Imagínense por un momento su cara de alegría cuando vea que su invocación inicial es un hada, y que lo han conseguido. Pensad en su bien.
Los dos decidieron seguir su consejo ya que les sonaba increíblemente razonable, y decidieron esconderle todo aquello a su hijo. Se fueron felices a su mansión contentos con los arreglos. El sacerdote, por el contrario, al cerrarse la puerta y oír cómo se iban, se echó a reír como un maníaco y pensó en voz alta:
—Pobres ilusos, no puede ser verdad que estos imbéciles se hayan creído este embuste de que, teniendo un artefacto tan raro, podría haberlo vendido y ganado lo suficiente como para comprar un monstruo. Al no entender lo que hace el ritual ha sido fácil engañarlos. Me gustará ver sus caras cuando se enteren de que el ritual no es para intercambiar la invocación inicial por otra, sino para transferir invocaciones ligadas permanentemente. De esta manera, puedo conseguir un elemental de viento ligado permanentemente como si fuera mi invocación inicial de siempre, sin gastar la otra invocación ligada, que será el hada que me den y además, al ser nobles y querer proteger su reputación, se verán obligados a ello a pesar de mi engaño. De manera gratuita me van a dar dos monstruos, vaya par de ilusos. Están tan desesperados que engañarlos ha sido un juego de niños, lo siento por el pobre chico, pero bueno, al menos les he dicho que le compren un hada. Con eso podrá seguir adelante y aprenderá la dura realidad del mundo. "Cualquiera puede hacer cualquier cosa si se le presiona lo suficiente".
> ¿No es verdad, Rigur, mi querido duende? —preguntó mientras contemplaba una daga pequeña apoyada en un estante, que había pertenecido al valiente duende— falleciste protegiéndome pero no te preocupes, cuando sea lo suficientemente fuerte te vengaré a cualquier precio, no debería ser tan difícil. Ya verán aquellos que se rieron de mí, me las pagarán.
Se levantó feliz, se fue a cenar pensando en lo que haría cuando le devolvieran la oportunidad que le fue arrebatada, sin importarle por un momento lo que sus actos podrían conllevar.