Aventuras de los Sueños - ADES
El camino hacia la madurez
Todo lo que el mundo ofrece, el egoísmo y el orgullo de la vida; no proviene de los Dioses, sino de la imperfección humana. Es el hombre y sus deseos quienes crean la ilusión mágica de perfección.
La perfección es una quimera, un espejismo que nos hace creer que podemos alcanzarla. La vida es imperfecta, y es en esa imperfección donde hallamos la verdadera belleza.
Jake Archer: ADES.
1. ADES
Bajo su cabello castaño, el sudor recorrió su frente y bajó a su nariz, y de su nariz cayó al suelo. A la par de aquellas gotas, manchas de sangre salpicaron la arena. Sus ojos oscuros estaban fijos en la espada que rozaba su cuello, con una línea de sangre que bajaba hasta su clavícula. Las miradas a su alrededor eran desafiantes como intimidantes. Al ver los cuerpos desparramados por el camino, lo hipnotizaron, casi embruteciéndolo. En ese momento, soñó con el pasado, en el día en que subió a aquel barco.
Esta es una historia de cómo aprendió a reconectar en aquel rincón paradisiaco. Su nombre es Jake Archer. Y esta aventura inició en un territorio desconocido y rodeado de misterios, la isla del Sol.
***
Amor prohibido
Con su amada en brazos, el crujido de la cama evocaba recuerdos de noches y promesas pasadas. Cerró los ojos, entregándose al calor del momento, dejando atrás las sombras del ayer. Los gemidos apenas eran un eco, una melodía que se desvanecía. Ellos no notaron los golpes furiosos hasta que la puerta se abriera de golpe. Revelando una figura roja y amenazante: el padre de la chica.
Con solo una sábana cubriéndolo y la luz de la luna rebotando en su espalda, levantó el brazo y apuntó hacia el marco de la puerta.
—¡Bola de fuego! —La luz carmesí y la explosión cegaron a la habitación e, instantes después, la ventana se rompió con un estruendo y el aire helado entró deprisa.
Al padre solo le quedó titubear ante el desconcierto. “¿El hombre que había osado acostarse con su hija prefería lanzarse por la ventana antes que enfrentarlo?” Su rostro se tensó, sus dientes chirriaron y los puños se le enrojecieron. Él sabía, más que nadie, que su hija era codiciada. Ella era un tesoro, hija del general de hechicería más poderoso de los cinco reinos, y era una belleza sin igual. Rubia, de ojos anaranjados y cuerpo delgado. Pura y nula de tentaciones. Pero verla ahora, manchada de arañazos y parches negros sobre sus zonas preciadas, lo enfurecía tanto. Ignorando el dolor de apretar el marco de la ventana, repleto de cristales.
«¿Y si este hombre es solo un don nadie?» —pensó.
La vista se le nubló y apoyó sus manos en los bordes del cristal para tomar impulso. Ya en lo alto, la fría brisa mitigó sus pensamientos negativos. En ese instante se aferró a la madera como pudo. Vio abajo, a sus pies. La cabellera blanca del don nadie apareció tras unos matorrales, vistiéndose con una camisa y capa. Desde su posición, en un jugueteo mortal por mantener el equilibrio, con el pecho inflado por la voz e irá. Su grito resonó.
—¡Atrápenlo! —Abajo, los guardias, aun de pie, despertaron al instante.
De un salto, una persona cayó frente a ellos. Tras oír el:
—¡No debe escapar! —De la torre, desenvainaron sus espadas.
Las pisadas y chapoteos, producto de una lluvia reciente, resonaron por el camino. Una pequeña flama apareció sobre la palma del fugitivo, la cual bailó e iluminó su rostro pálido y cansado. Ya adentro de la ciudad, una densa niebla comenzó a elevarse de forma lenta hasta sus rodillas.
—Dios de la tierra y las montañas —murmuró el amante—, protege a tu hijo y guíalo por el camino seguro.
De forma silenciosa, una grieta se abrió bajo sus pies. Una luz blanca se alzó en vertical y, desde las entrañas de la tierra, la densa niebla envolvió todo. La única luz, aparte de la blanca, era la flama del fuego en sus manos. Desapareciendo bajo el suelo de la ciudad.
Los perseguidores se detuvieron asombrados. Uno de ellos sacó una bola de hierro por debajo de su armadura, extendió su brazo por encima del agujero y dejó caer el metal. Segundos después fueron respondidos por el sonido de los golpes contra la piedra. Los guardias se vieron entre ellos, respiraron hondo y saltaron dentro. En el interior no había niebla y el ambiente era similar al de una mazmorra. Con paredes rocosas e iluminación inusual, carentes de antorchas. Tras varias horas de búsqueda, y sin poder llegar al final del pasillo, uno de los guardias habló.
—Es mejor regresar. —Tras sus palabras vinieron minutos de completo silencio. Roto solo por los chasquidos de lengua y suspiros de molestia.
Durante el camino de regreso no hablaron entre ellos, ni para preguntarse lo extraño que era todo. Les pareció extraño llegar antes de tiempo, por lo que tardaron y el cansancio que cargaban. Les pareció extraño que, durante la escalada, se perciban aromas tropicales y melodías marítimas. Y les pareció extraño que, al subir, se encontraran con palmeras y plantas fosforescentes. Pero aun así, siguieron sin decir nada.
***
Misión de reconocimiento
—¡Hermano! ¿Dónde estás? —La voz femenina resonó en la niebla, pero no hubo respuesta.
A su alrededor, las figuras se desvanecían en la blancura. Ella llevó su cabello rubio por detrás de sus orejas afiladas con delicadeza. Destacando su cuerpo delicado. Sus ojos azules se le ennegrecieron de forma natural, siendo una característica de su raza. Ya con el paisaje visible; uno repleto de árboles gigantes, un río que separaba el espacio y una roca alta en medio. Ella avanzó con cautela ante la nula respuesta. Sus manos se movieron por instinto hacia la empuñadura de su espada y se acercó hacia la roca misteriosa. Estiró su mano y tocó la piedra; la oscuridad la invadió y gritó al ver sus pesadillas. Ella quiso sacar el arma, pero se detuvo al escuchar su voz familiar. De forma instantánea, el color regresó a su vista y sus miedos desaparecieron.
—¿Por qué viniste hasta aquí? —la mano de su hermano se posó en su hombro.
Al girarse, ella vio su piel blanca, sus ojos de azul pálido y cabello verde con puntas negras. Con un sombrero de paja, una caña de pescar en la espalda y un cesto repleto de peces en la mano derecha.
Ella relajó su postura y soltó la empuñadura.
Love this story? Find the genuine version on the author's preferred platform and support their work!
—Llegó esta carta para ti. —La joven extendió un sobre, con un emblema desconocido para ella, encogiéndose de hombros—. No puedo leerla, está en un idioma extraño.
El joven elfo tomó el papel y efectivamente se referían a él, o mejor dicho, a su nombre de aventurero, Screaman. Se quitó el sombrero y caminó hacia uno de los árboles cercanos. Bajo la sombra lo dejó caer junto a sus objetos de pesca. Con las manos ya libres, rompió el sello y desplegó el papel con curiosidad.
La joven se acercó, intrigada. Su hermano dio un vistazo rápido y segundos después dobló la hoja.
—Rylla, esto no tiene importancia. Solo arrójala.
—¿Por qué? ¿Qué dice, hermano? —Rylla, quien veía el exitoso botín, sentada sobre sus talones, levantó la cabeza y movió sus orejas.
—Es otra misión de reconocimiento —dejó caer el sobre y recogió sus cosas para caminar de vuelta al río.
—¿Por qué no tomas esta misión si siempre te han gustado? —ella levantó el papel, tratando de entender el problema.
Su hermano se detuvo en medio del camino y levantó su mirada.
—Es diferente esta vez. Se trata del territorio humano. Sabes muy bien que ellos son nuestros enemigos. Si convivo con ellos una vez más, los ancianos comenzarán a tomar represalias en contra de ustedes. No quiero más problemas.
—Lo entiendo, pero… ¿Cuánto ofrecen esta vez? —recorrió con los dedos el borde dorado en el papel.
—Son dos habitaciones llenas de oro.
—¡No puedes rechazarlo! —se abalanzó a él tratando de alcanzarlo—. ¿Por qué no aceptas? ¿Qué te sucede? Sabes que Soora… nuestra hermana Soora, está enferma. Aún es joven para que sufra tanto —comenzó a golpearlo, con la poca fuerza que tenía, deteniéndose jadeante—. ¿Y… qué hay de mamá? ¿Del orgullo de nuestra familia? ¿De la promesa a papá de protegernos? Ella necesita esas medicinas para sobrevivir. Medicinas que nuestro pueblo no puede fabricar. Y… ¿Dejarás que muera por una creencia tonta de los ancianos?
—Detente. Aquí es donde tú y yo… —Se giró y tomó sus hombros, soltándola en el acto.
—¡Vamos juntos! Dejaremos a Soora con nuestra tía. Prométele al patriarca que pagarás la deuda al volver. Y si entregamos nuestras tierras, ellos dejarán de fastidiarnos, podremos huir y vivir en otro lugar…
—Esto no es una misión de mazmorra o reconocimiento común, es una exploración. No saben qué hay allí —le arrebató la carta de las manos—. Sé que no puedes leerlo, así que lo haré por ti. Dice: «Exploración de la Isla del Sol. Dos habitaciones llenas de oro para quien recorra y regrese con información». No hay más detalles, ni mapa, ni ruta sugerida. Solo una orden: explorar y regresar. Si están dispuestos a pagar tanto, es porque creen que vale la pena arriesgar a tantas personas… —Se detuvo al ver las lágrimas de su hermana—. Puede que estés sola por un tiempo.
—¡No me importa! Iré contigo… —Ella recibió un ligero golpe de su hermano en la cabeza. Sorprendida, se llevó las manos a aquella zona.
—¿Fobétor, por qué haces esto?
—A diferencia de mí, ella sí tiene tu sangre —dijo Fobétor poniéndose el sombrero—. Iré solo; debes cuidarla hasta que regrese.
***
Inicio de la misión
La habitación se encontraba decorada y revestida de colores dorados como azulados. Las ventanas, ubicadas al fondo, revelaron la figura del hombre detrás del escritorio. Rubio, desganado y regordete. Con los codos apoyados en la madera, junto a una botella de vino.
Se abrió la puerta y por ella entró el informante. El anciano tenía un traje negro, con un monóculo en el ojo izquierdo y un sombrero de copa alta, moviéndose de forma sutil.
—Las preparaciones están listas —el primero en hablar fue el informante—. Ciento cincuenta nobles y mercaderes han sido utilizados para promocionar la misión. Los barcos y provisiones ya están listos, y se han aportado dieciséis navíos llenos de oro.
—Excelente. ¿Y cómo están nuestros valientes exploradores? —el rubio se sirvió una copa, y la bebió de forma lenta y pausada. Sonrió al terminar su bebida.
—Hay demasiadas quejas, señor Grantt. Los enanos de Pernor se han acostado con mujeres de aldeas cercanas y se bebieron todo el alcohol. Los de Emberforge trajeron a sus esposas, y los de Seraphina se quejan de que tienen más de una mujer. Los de Lunin se llevaron a niñas y jóvenes para convertirlas en sirvientas. Los de Lirael protestan por la falta de comodidades en los barcos y la desaparición de un niño noble. Los elfos se niegan a viajar en barcos que no hayan construido ellos mismos, y a la comida, porque no comen carne roja. Las súcubas han seducido a nuestros caballeros, sucumbiendo a los placeres carnales. Los hombres bestia pelean con quienes consideran demasiado afeminados y…
—¡Basta! —Grantt alzó la mano y borró su sonrisa—. ¿Cuánto falta para que partan?
—Con esta cantidad de personas, entre cinco y tres días, mi señor.
—¡Que lo hagan en dos! No me importa si empiezan a pelear entre ellos. ¡Quiero que zarpen antes de que surjan más problemas! Asegúrate de que los elfos tengan sus barcos especiales o que al menos no se quejen y viajen con el resto. Y asigna guardias o campesinos para vigilar a las súcubas y evitar que distraigan a los caballeros.
—Señor Grantt, esto es un caos. Tenemos a casi tres mil personas allá afuera. ¿Existe alguna posibilidad de cancelar el viaje?
—¡Habla con el jefe! Fue idea de él. Durante la estadía en nuestro territorio, Seraphina, están bajo nuestras reglas y leyes.
—Entendido. Volveré en dos días. Recuerde que el parlamento de Arkania también vendrá. De esto depende el establecimiento de la Asamblea Mundial y el Tribunal en estas tierras. Así que haga una buena presentación.
***
Dos días después llegó el evento esperado.
—¡Bienvenidos! —Grantt se encontraba sobre el escenario. Vestido con colores sobrios, con un pañuelo en su mano derecha y acompañado por dos mujeres con ropas ligeras.
El puerto de Seraphina brillaba bajo el sol naciente; las barcazas reposaban en la bahía. El aire estaba lleno de gritos, y la multitud comenzaba a apretujarse. El olor a sal y madera húmeda pronto fue reemplazado por el hedor del calor.
—¡Silencio! ¡Silencio! ¡El anuncio está por darse…! —uno de los guardias intentó callar a la multitud inútilmente—. ¡Hagan silencio, maldito sea…!
Un sonido potente, estridente y agudo vino desde el escenario, de unas cajas negras. La gente se giró para escuchar el mensaje del ministro Grantt, quien sostenía una extraña vara a la altura del pecho.
—¡La misión de reconocimiento comienza hoy, 12 de los Antepasados Iluminados del año 724 después de Val! ¡En las costas de Seraphina, en el puerto Inecacol! La misión consistirá en explorar la isla, registrar sus recursos naturales y peligros. Se les dejará en el sur con un documento de identidad de la Universidad de Seraphina. Y un juego de pergaminos con cuatro usos: al morir, retirada, pedir ayuda e informar hallazgos. Nuestros guardias se dividirán para cubrir las áreas y detallar un mapa basado en su información. Al finalizar, el primero en llegar recibirá dos habitaciones llenas de oro. Y su nombre será inscrito en el libro de héroes de la nación. Si es un grupo, la recompensa se repartirá equitativamente y todos serán inscritos.
»Ahora las reglas. Cada participante debe tener su propio documento de identidad. Los participantes deben tener más de 15 años: para humanos, bestias y segunda generación de demonios. O 30 años: para elfos, enanos y primera generación de demonios. Quienes no cumplan con este requisito serán descalificados. Y el dinero del premio será donado a organizaciones gubernamentales. ¿Alguna pregunta?
—¿El dinero de la recompensa es real? ¡Es una fortuna! —gritó alguien entre la multitud.
—¡Sí, es real! Y esto es gracias a nuestros patrocinadores. La Casa Gracer ofrece protección y recursos para quienes deseen establecerse en la isla. La familia Pansy proporciona barcos y suministros para el comercio. La Universidad de Seraphina ofrece dinero y becas a los talentos que surjan de esta exploración. El territorio enano ofreció ser el principal productor de runas y armas para la misión. Y la Cordillera de Lanza ofrece su nuevo descubrimiento: círculos de teletransporte. Como lo escucharon, varios reinos y familias reales apoyan esta misión.
—¿Tele… qué? —voces y murmullos se oyeron entre los aventureros más ancianos.
—¿Veinte monedas de plata o dos de oro como cuota? ¡Es mucho! Incluso para un aventurero de clase B o A. —Los más jóvenes se vieron interesados y apoyaron dicha pregunta con cuestionamientos.
—¡Así es! —Grantt alzó la mano y se limpió la frente—. La cuota es de veinte monedas de plata o dos de oro. ¡Un pequeño precio por la oportunidad de hacer historia y ganar una fortuna! Además, cubrimos todo: alojamiento, transporte y más.
—¿Hay reglas sobre el uso de armas, para distinguir entre defensa propia y ataques a otros? —los padres hablaron a lo lejos.
—¡Las armas serán necesarias! Estamos en un territorio inexplorado, lo que implica riesgos. Hemos establecido reglas para evitar conflictos innecesarios. No se permitirá el uso de armas letales a menos que sea en defensa propia, y esto deberá ser probado. Los culpables serán descalificados y castigados.
—¿Y sobre las muertes? —las madres hicieron más ruido que sus contrapartes.
—En caso de muerte, el pergamino de muerte se activará y notificará a los guardias asignados. Se realizará una investigación para determinar las circunstancias y prevenir futuros incidentes.
—¿Eso significa que no se harán responsables? —padres y madres se unieron a una sola voz.
—¡Hablamos de aventureros! La responsabilidad recae sobre ellos. Pero les proporcionaremos las herramientas para sobrevivir y prosperar en la isla. Con esto, concluye la ronda de preguntas. ¡Diríjanse a sus barcos y prepárense para zarpar! ¡Serán llevados al Puerto Este y luego a la Isla del Sol!
Cerca de la orilla, varias tiendas y mostradores se alzaban. Sobre las carpas, se mostraban las reglas y restricciones de la misión.
—¡Miren el primer prototipo de registro! Viene de la Universidad de Seraphina. —Un vendedor sostenía algo similar a una tarjeta—. ¡Solo tienen que dejar caer una gota de sangre sobre el papel! ¡Podrán ser identificados fácilmente en emergencias! ¡Este registro es único e inalterable!
Algunos en la multitud parecían nerviosos, otros emocionados. El primero en dar un paso adelante fue un espadachín.
—Vamos, quiero ir ya. —dijo el joven y se hizo un ligero corte en el dedo con el cuchillo de su bota.
Una gota de sangre cayó sobre la tarjeta, que emitió un destello de luz. El nombre, la edad y la raza del hombre quedaron grabados en el documento. La multitud, contagiada de emoción, comenzó a prepararse para partir hacia la Isla del Sol.
Al otro lado del mar...
Continuará...