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4. Jake Archer

Ese día despertó llorando sin saber por qué. En estos últimos días le sucedía a menudo. Ese sentimiento lo consumía desde aquel momento. Desde el día en que viajó a las montañas. Un viaje sacado de un sueño, nada menos que una aventura asombrosa.

La brisa fresca de la montaña, el paisaje impresionante y los momentos compartidos con su padre.

Sin embargo, algo apareció en el cielo. Una estrella, brillante y pulsante, que parecía observarlo. Sus múltiples colores pintaron el cielo como si fuera un lienzo. Su resplandor lo hipnotizaba, y una sensación extraña le decía que tenía un significado. Quizás la vida es igual que esa estrella, fugaz y bella a la vez.

***

«¿Por qué salí de mi habitación? ¿Cuál fue la razón para hacerlo? ¿Quería descubrir el origen de este bullicio incesante como los demás? ¿O fue la nostalgia de vivir una aventura lo que me llevó a embarcarme?», pensó antes de beber la sidra hasta llegar al final.

Un rayo de sol atravesó las nubes e iluminó el sendero hacia la playa. Cada paso resonó como un eco en su mente, recordándole la promesa de aventuras y secretos. El murmullo de las olas y el canto de las gaviotas lo envolvieron, llenándolo de energía momentánea. Sintió el aire salado y llenó sus pulmones.

De repente, recordó el pasado. Trató de ahogarlo con el alcohol, pero solo consiguió que los recuerdos fluyeran con más fuerza. Apretó con fuerza el boleto del barco. Comenzó a caminar hacia el mar; quería meterse al agua y ahogarse en el silencio. El simple hecho de querer hacerlo todos los días lo atormentaba. No sabía si el próximo día no se detendría cuando el agua llegara a la altura de su cuello. Respiró profundo otra vez y se detuvo. Salió del agua solo porque la brisa del mar logró calmarlo. Pero su cabeza siguió exigiéndole meterse en el agua.

«¿Estoy realmente escapando de algo?» —pensó en medio de su crisis.

Vagos recuerdos invadían su mente. El día en que su padre se quitó la vida. La carta que lo maldecía. No sabía entonces que el eco de las risas de su infancia ahora serían distantes, casi inalcanzables.

«Si tan solo pudiera volver atrás» —anheló.

Sintió cómo cada ola se llevaba un fragmento de su dolor. La arena crujía bajo sus pies. Sin embargo, había algo en la brisa que prometía un nuevo comienzo; era una chispa de esperanza. Un barco a lo lejos, uno que lo llevaría a una increíble aventura.

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***

—Me llamo Jake Archer.

En el salón del barco, la chica lo observaba. Vio su rostro, cabello, vestimenta y báculo, uno ridículamente grande. Jake no lucía como un mago real; de hecho, parecía un novato rico.

La multitud, ya agotada, comenzó a retirarse a sus habitaciones. Zoe también estaba cansada, decidió que era su momento de irse.

—¿Qué haces aquí? ¿Sabes cuáles son las causas más comunes de muerte en las misiones de un gremio? La primera es la falta de preparación —dijo la chica con seriedad en sus ojos—. Muchos subestiman estas misiones porque creen que investigar áreas es fácil. Pero el peligro es desconocido, acecha en lugares donde nunca has estado. Es muy fácil perderse y muy difícil encontrarte. No te hagas falsas ilusiones y toma un barco de regreso cuando lleguemos al puerto.

—Oye, solo quiero saber si eres una niña bendita. Hay situaciones donde parecen ser presentimientos, pero son habilidades escondidas. Solo quiero ver tu nuca, eso es todo. Si no tienes la marca, dejaré de molestarte.

La chica lo miró con sorpresa, sin poder contener una risa nerviosa.

—No cumpliré con tus exigencias. ¿Por qué crees que te mostraría mi nuca? No tengo por qué hacerlo. Es todo, me voy—. Ella aceleró el paso y se dirigió hacia la cubierta del barco, caminando por el pasillo.

—¡Te pagaré, tengo tres monedas de bronce y puedes quedarte con todas mis monedas de estaño!

Ella no respondió. Jake sintió frustración, se quedó parado, con el corazón acelerado. No podía dejar que esa chica lo ignorara así. ¿Quién se creía para dejarlo plantado? Él era un Archer. Decidió que al menos merecía una explicación. Fue tras ella entre la multitud.

«¡Entonces debo verlo por mi cuenta!», pensó el mago.

Antes de que la chica se percatara, Jake la alcanzó justo a tiempo. La agarró del brazo, intentando que se detuviera. Ella trató de alcanzar su espada y lo miró con molestia. Ella forcejeó y, por el movimiento, ambos cayeron al suelo. El estruendo llamó la atención de los presentes.

Jake, al alzar la vista, vio un prisma de cobre saltar desde la nuca de la joven. Parecía estar fusionado con algún artefacto mágico, envuelto en un aura extraña. Antes de que pudiera atraparlo con la mano, el prisma emitió un destello que lo cegó.

Cuando recuperó la vista, se dio cuenta de que no estaba en el pasillo. Estaba en el salón del barco. Estaba de pie y no había una conmoción cerca. Habían regresado al principio, o puede que segundos después.

—Oye, lo único bueno de ti son tus piernas. Eres bastante rápido —dijo la joven con su rostro enrojecido y empapado en sudor—. Maldición, en verdad hiciste que te lo mostrara. Bueno, no importa, me aseguraré de que no hables acerca de esto.

Jake sintió escalofríos al ver a la joven acercársele. Había cometido un error: ella no era una niña bendita, era algo mucho peor. Su padre, en vida, había mencionado la existencia de personas que poseían una magia nueva y desconocida. Ella era una arcanista abstracta, de nivel amarillo. Su habilidad era manipular el tiempo.

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¡Fueron solo cinco segundos! Regresó cinco segundos.

Continuará…