“¿estás despierta?, ¿puedo pasar?”-dijo una voz femenina.
“sí, pasa…”-respondió la joven
Lentamente se abrió la puerta, dejando ver a Nahir.
“ah, ¿ya estas levantada?, bueno tampoco tenías heridas tan graves…” -dijo Nahir, con mucha energía.
“¿Cómo te llamas?”-preguntó Nahir
“Séraphine, pero dime Sera… ¿y tú?”
“Yo soy Nahir, el señor Jean me pidió que te cuidara hasta que despiertes” -respondió Nahir.
“¿El señor Jean?”-preguntó Sera, confundida, “¿Cuánto tiempo estuve dormida?”-continuó.
“No mucho, un día" -respondió Nahir, “El señor Jean dijo que estarás confundida por un tiempo, lo llamó ‘¿estrés postraumático?’… creo…"-explicó.
“Bueno, debes tener hambre, vamos al comedor, los demás seguro nos esperan…” -dijo Nahir, apresurando a Sera.
Nahir guio a Será hasta el comedor, al llegar todos miraron a Sera, quien se sentó con un poco de vergüenza, justo frente a Sera y al otro lado de la mesa se encontró con la penetrante mirada de Jean. Sera, al notar su mirada se sintió más nerviosa, comenzó a temblar, se puso pálida y como un parpadeo le volvieron todos los recuerdos del día anterior. Sera saltó de su silla aterrada, las piernas le temblaban y casi no podía mantenerse en pie.
“¡¿Q-q-que eres?!”-preguntó Será, tartamudeando de miedo.
Jean se levantó y tranquilamente dijo: “Me lo esperaba. Primero come, después hablaremos… en mi oficina…”
Instantes después, Jean salió lentamente, todos se mantuvieron en un incómodo silencio hasta terminar, Sera apenas tocando su comida.
Sera se encontraba sentada, revolviendo el plato de sopa ya frío. Nailah, que recogía los platos de la mesa, la miró y dijo:
“¿Qué pasa, no irás con el señor Jean?”
“yo… honestamente, me da… pavor estar cerca de él…”-responde Sera, distraída
“¿Por qué?”-pregunta Nailah con firmeza.
“porque… ¿no lo has visto?, ¿Cómo puede mover cosas sin tocarlas?, ¿has visto el color de sus ojos?, ¿Por qué- “
Nailah la interrumpe dando un golpe en la mesa, no fue lo suficiente como para lastimarse o hacer un gran alboroto, pero Sera salió de sus pensamientos.
“entiendo que el señor Jean es muy misterioso, pero ¿Qué no él te salvó? También nos salvó a nosotros, ¿Qué hubiese pasado si no aparecía él?, ¿y si aparecía una persona normal? ...”-expreso Nailah, con frustración.
Nailah se sentó a un lado de Sera, tomo su mano, la miro a los ojos y dijo:
“tal vez Jean no sea humano, pero nos salvó… él nos borró los recuerdos a Nahir y a mí, no quiero saber que había en ellos y no quiero saber que me pasaría en el futuro si él no hubiese aparecido… ¿Qué te hubiera pasado a ti sin él?”
Nailah pregunto de una forma muy suabe, pero las intenciones no venían desde la inocencia o la incomprensión, sino más bien de una invitación a reflexionar. Sera agachó la cabeza, pensativa.
“pero-…”-dijo Sera, antes de ser interrumpida por Nailah
“¡¿pero qué?!... ¡¿acaso es mejor lo que nos pudo haber pasado?!” -dijo Nailah, claramente molesta
Sera se quedó callada, después soltó un fuerte suspiro y salió en completo silencio. Caminando por los extensos pasillos llegó a una de las ventanas del frente de la casa, fuera, se encontraban los niños jugando.
“Se ven… tranquilos…” -dijo Sera, para sí.
Ella miró atrás, en dirección a las escaleras, con un poco de duda subió las escaleras hasta el tercer piso, al llegar, notó como el aire cambiaba, estaba poco iluminado pese a que las ventanas estaban completamente abiertas, al fondo del pasillo estaba la puerta de la oficina de Jean. Ella se acercó, cautelosamente y dio tres golpecitos en la puerta, finalmente la abrió dejando ver una oficina precisamente decorada, una chimenea, una mesita, dos sofá grandes, uno pequeño, a la derecha y frente a un ventanal se encontraba el escritorio de Jean, él estaba sentado, observando cientos de documentos en una fracción de segundo. Sera alcanzó a ver lo escrito en los papeles a través de la luz, pero estaba en un lenguaje que no conocía.
Jean se levantó de repente, con una mirada seria, asustando a Sera.
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“Y-y-yo… eh… lo-lo siento… es- estaba abierto y- y creí que no habría problema …” excusó Sera, nerviosa y mirando en todas direcciones para evitar la mirada de Jean. Él rodeó su escritorio y se acercó a la chimenea, se sentó en el sofá pequeño.
“¿Te quedarás de pie?” -dijo Jean
Sera se sentó frente a él, incómoda, Jean lo notó y, con un chasquido, hizo aparecer dos tazas, una azucarera y una botella de leche. En la taza de Sera apareció té negro y en la de Jean apareció un líquido oscuro color terroso, él le añadió azúcar y leche, pare después darle un sorbo. Sera lo miraba con curiosidad, y, aunque quería preguntar lo que era, no se atrevía. Jean notó su interés y dijo:
“tal vez lo conozcas, se llama café…”
Sera se sorprendió y dijo:
“¿e-en serio?... la había escuchado antes pero solo los nobles más importantes pueden comprarlo…”
“¿quieres probarlo?”-dijo Jean, con una leve sonrisa
“¿p-puedo?”-respondió Sera
En un parpadeo apareció otra taza de porcelana, esta vez con café. Sera levantó la taza y le dio un pequeño sorbo.
“es… un poco amargo…”-pensó Sera, en voz alta.
Jean soltó una pequeña risita y dijo: “agrégale azúcar, si quieres…”
Sera negó con la cabeza, “no, creo que me gusta…” respondió.
Tras eso ambos se mantuvieron en completo silencio. Poco a poco se volvía más incómodo para Sera, por el tiempo que se mantuvieron así Jean apareció una tetera llena de café, bebía taza tras taza como si fuese agua.
“¿no tienes nada que preguntarme?”-dijo Jean, rompiendo el silencio
Sera se mantuvo pensativa uno segundos. “¿Qué eres? -no… ¿Por qué nos ayudaste? … “-preguntó ella
“¿no lo querías?, gritabas por ayuda…” -respondió Jean, de forma cortante
“mm, no… me refiero a ¿cómo nos encontraste?” -volvió a preguntar ella
“eso… es lo que querías preguntarme, ¿en serio?” -vaciló Jean
“para ser honesta… no sé qué quiero preguntarte…”-dijo Sera
Jean la miró un poco molesto, pero dijo: “bien, entonces preguntaré yo. ¿qué hacían en el bosque?”
“buscábamos un cargamento de esclavos que se perdieron hace poco…”-respondió Sera
“un cargamento de esclavos?, ¿de cuantos?”-presionó él.
“em, creó que en el reporte decía… ah, siete esclavos, ¿Por qué?”-preguntó Sera, confundida
Al mirar a Jean, se notaba claramente molesto. “¿y que iba a ser de ellos?” -preguntó Jean
“bueno, eran de un noble que cayó en bancarrota y los vendieron a otra familia noble, pero a mi señora, la vizconde de estas tierras le informaron que el cargamento se perdió, así que nos envió a investigar…”-explicó Sera
Jean se mantuvo en silencio, pero seguía mirando a Sera con enojo.
“verás… yo ayudé a Nailah, a Nahir y a los demás, los liberé de un carruaje… de esclavos”-dijo Jean
“tenía mis sospechas, Nailah mencionó que los ayudaste… q-que borraste sus recuerdos y que los dejaste vivir aquí…” -contó Sera
“sí, hice eso, pero dime: ¿hay algún problema si se quedan?”
Si bien el tono de Jean era bastante amable, su mirada parecía de amenaza., Sera notó el cambio de actitud de Jean, por lo que se puso nerviosa.
“n-n-no…n-no creo que haya problema… pero seguramente te pidan el pago por los esclavos, tal vez mi capitana pueda ayudarte…”
Al instante recordó a sus compañeros
“¡cierto!... ¿cómo están mis compañeras?, ¿Dónde están?, ¿puedo verlas? “- se apresuró a interrogar
Jean se levantó de su lugar y caminó lentamente hacia su escritorio.
“está bien… terminamos de hablar, por ahora. Dile a Nailah que te lleve con ellos…”
“¡Gracias!”-grito Sera, emocionada
“Por cierto, ¿cómo se llaman?”-preguntó Jean
“mi capitana, la de cabello blanco se llama Kyra, después la de cabello rojo se llama Circe y el hombre que nos acompañaba se llamaba Hugh…”
Antes de salir dijo:
“¿dónde está el cuerpo de Hugh?”-preguntó Sera, triste.
“durmiendo en una de las habitaciones libres…”-respondió Jean como si nada.
“¡¿Qué?!, ¡¿Sigue vivo?!” -dijo Sera, eufórica.
Ella salió tan rápido que no notó la sonrisa burlona de Jean.