Mientras Erik estaba concentrado en terminar sus nuevas ropas con la piel de los animales que había cazado, su atención fue capturada por un movimiento repentino en el cielo. Varias aves pequeñas volaban en formación, dirigiéndose hacia el norte. Sus plumas brillaban bajo la luz del sol, y sus trinos resonaban en el aire, contrastando con el silencio habitual del bosque.
Se detuvo un momento, observando el rumbo de las aves. El norte. Hasta ahora, había evitado esa dirección, recordando los bruñidos amenazantes que había escuchado en las noches provenientes de esa zona. Grandes bestias, sin duda, y peligrosas. Durante los últimos dos años, aprendido había a no subestimar los sonidos del bosque. Sabía que aún no estaba completamente preparado para enfrentarse a lo que pudiera encontrar allí.
— ¿Qué hay en el norte que las atrae? —murmuró, casi como una pregunta para sí mismo. Había planeado explorar esa región más adelante, cuando se sintiera mejor preparada, cuando tuviera más armas, más estrategias. Sin embargo, la visión de las aves volando libremente despertó su curiosidad y un ligero anhelo.
Días después, mientras se encontraba revisando las trampas que había colocado alrededor de su refugio, notó algo inusual. Esta vez, no eran las pequeñas aves que había visto antes, sino un grupo de aves mucho más grandes, surcando el cielo en dirección al norte. Al observarlas, recordó y comprendió que se trataba de un patrón de migración, posiblemente provocado por el cambio de estación.
"El invierno está cerca", pensó en voz alta, "y esas aves están buscando un lugar más cálido. Si hay algo allá en el norte, debo descubrirlo antes de que el clima haga imposible el viaje".
Reflexionó sobre los últimos dos años que había pasado en el bosque. Aunque había experimentado variaciones en el clima, nunca habían sido tan drásticas como para sugerir cambios estacionales críticos. El clima se había mantenido relativamente estable, sin los extremos de calor o frío que solían asociar con las estaciones en la Tierra. Sin embargo, la reciente migración de las aves despertó una nueva preocupación en su mente.
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"Este mundo es tan diferente" murmuró mientras armaba una improvisada mochila echa de cuero. "Las estaciones aquí podrían durar años. No tengo idea de cómo se comportan, o si serán como las que conozco o algo completamente diferente."
La incertidumbre sobre el ciclo de las estaciones en este nuevo mundo lo llenaba de inquietud. No saber cuándo llegaría el frío intenso, o si alguna vez lo haría, lo dejara en una posición vulnerable. Si bien había aprendido a adaptarse ya sobrevivir en este entorno hostil, la posibilidad de enfrentar un invierno implacable sin estar preparado lo empujarba a apresurar sus planos de explorar el norte.
El impulso de explorar esa región desconocida, sumado a la urgencia del invierno, lo llevó a tomar la decisión de acelerar sus preparativos para partir hacia el norte. Sabía que el tiempo se estaba agotando, y cualquier demora podría significar enfrentarse a un entorno aún más hostil.
Caminó hasta la entrada de su refugio, observando el cielo despejado. El viento traía consigo el olor fresco del bosque, pero había algo más en el aire, algo que no podía identificar. Se pasó la mano por la barba incipiente, una costumbre que había desarrollado cuando estaba pensativo.
"El norte… —repitió, sus ojos entrecerrados mientras su mente comenzaba a trazar posibilidades—. He dejado esa zona de lado por mucho tiempo. Tal vez… tal vez es hora de ver qué se esconde allí."
Sin embargo, su instinto de supervivencia prevalece. Sabía que lanzarse sin estar completamente listo sería una locura. El peligro en esa dirección no era algo que pudiera tomar a la ligera.
"Aún no —dijo en voz alta, casi como una reafirmación de su decisión—. Pero pronto. Cuando tenga las herramientas, cuando esté completamente preparado, iré hacia el norte. Y descubriré qué es lo que esas aves buscan… y qué es lo que yo podría encontrar."
Volvió a centrar su atención en la ropa que estaba confeccionando. Había un cierto confort en las tareas manuales, una rutina que lo mantenía enfocada y le permitía mantener la cordura. Pero mientras trabajaba, la idea del norte permaneció en su mente, como un desafío que sabía que eventualmente tendría que enfrentar.