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Los ecos de la paz.

> “Sentada bajo las ramas de un árbol milenario, en el corazón del bosque de Illithar, la elfa deslizó sus dedos sobre las páginas de un libro tan antiguo como la paz misma. Crysalist: La Historia de la Guerra Final, decía la portada en letras doradas. La magia que envolvía las palabras parecía latir con un ritmo propio, como si la historia quisiera recordarse a sí misma una y otra vez...

> “La guerra contra los Windigos no fue como cualquier otra. Estas criaturas de hielo y sombras emergieron de las montañas del norte, arrasando los campos y las ciudades con su aliento gélido. Ni la magia de los elfos ni la ciencia de los brujos podrían detenerlos por sí solos. Solo cuando los demonios y los ángeles, los duendes y las hadas, todos se unieron bajo un único estandarte, lograron devolverles el frío a los cielos.”

> “Cerró el libro con un suspiro. La historia estaba escrita, pero el futuro... el futuro era incierto. Sentía cómo su magia vibraba en sus venas, como un río caudaloso que se desbordaba. Aunque la paz florece, una parte de mí siente el viento helado en la distancia, pensó mientras una brisa fría levantaba las hojas caídas a su alrededor. Mi magia, que debería ser un don, es un río indomable. ¿Qué haré si los vientos helados regresan y yo no puedo controlarla?

Mabys está sumergida en la lectura del libro sobre la historia de Crysalist, su mente viajando entre las palabras cuando un suave zumbido llena el aire.

> “...cuando los Windigos desataron su gelido reinado, las razas se vieron obligadas a...”

¡Mabys! ¡Maaabys! —Una voz chispeante cortó el silencio del bosque—. ¡Ahí estás!

Mabys levantó la mirada, justo un tiempo para ver a Little Bella revoloteando a su alrededor, su resplandor azul eléctrico titilando entre las ramas como una estrella inquieta.

> ¿No has oído que te llamaban? Llevamos rato buscándote, Mara y Bhapi están preguntando por ti.

La elfa cerró el libro con un leve suspiro y esbozó una sonrisa. Estaba acostumbrada a las interrupciones de Bella. La hada nunca se quedó quieta ni un momento.

> ¿Por qué tanta prisa? —preguntó Mabys.

Amias cumple años la próxima semana y vamos a hacer una pequeña reunión. No será nada enorme, pero necesitamos preparar algunas cosas. Mara y Bhapi ya están pensando en decoraciones y me han mandado a buscarte. ¡Vamos! ¿Nos ayuda?” —dijo Bella, con un destello de entusiasmo en sus ojos.

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Mabys arqueó una ceja, divertida ante la idea de organizar una fiesta para el duende. Aunque su mente aún estaba atrapada en la historia de la guerra pasada, la energía de Bella la contagio.

> ¿Por qué no? —dijo al levantarse lentamente—. Después de todo, no todos los días Amias cumple años.

Después de un momento de reflexión y risas, Mabys, Little Bella, Mara y Bhapi se preparan para comenzar con los preparativos de la fiesta.

> Entonces, tenemos una lista de cosas que necesitamos —dijo Bella, desplegando un pequeño pergamino que comenzó a flotar en el aire, sostenido por la magia de la hada—. Flores luminosas, luces mágicas y algunos bocadillos encantados.

> ¡No olviden las sorpresas! —añadió Bhapi con una sonrisa traviesa—. He estado pensando en unos fuegos artificiales que iluminarán el cielo como nunca antes.

> Yo me encargaré de las bendiciones —dijo Mara, asintiendo con serenidad—. La paz de Crysalist siempre necesita ser recordada y celebrada.

Mabys observa cómo cada uno se preparaba para su tarea. Aunque su mente seguía vuelta hacia la inquietud que sentía, se permitió un momento de tranquilidad, apreciando la camaradería de sus amigos.

> De acuerdo —dijo Mabys, poniéndose de pie—. Nos vemos en el claro para coordinar todo. Trataré de conseguir algunas flores especiales del bosque.

Mientras los demás se dispersaban en diferentes direcciones para comenzar con sus tareas, Mabys se dirigió hacia el bosque. El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. A medida que se adentraba entre los árboles, no podía evitar pensar en cómo, en medio de esta celebración, la sombra de la preocupación seguía acechando en el fondo.

> Aunque la paz florece, —murmuró Mabys para sí misma—. una parte de mí siente el viento helado en la distancia. Mi magia, que debería ser un don, es un río indomable. ¿Qué haré si los vientos helados regresan y yo no puedo controlarla?

Mientras la noche caía y las primeras estrellas comenzaron a brillar en el cielo, Mabys se perdió en sus pensamientos, sin notar que los preparativos para la celebración de Amias comenzaban enérgicamente, llenando el aire con una mezcla de magia y entusiasmo.

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