A la mañana siguiente, Akira se despertó en su habitación, todavía sintiendo los efectos de las pequeñas descargas eléctricas que Raijin había soltado la noche anterior. Se levantó de la cama y se miró en el espejo. Su cabello estaba completamente despeinado, erizado como si hubiera pasado la noche metido en una secadora.
—Perfecto... —murmuró, intentando alisar su cabello sin mucho éxito—. Ahora parezco una especie de cactus humano.
Mientras luchaba contra su reflejo, una voz familiar resonó en su cabeza.
—**¡Buenos días, portador!** —tronó Raijin con su tono usualmente energético—. **Hoy será un gran día para continuar tu entrenamiento. Prepárate, porque las descargas de anoche fueron solo el comienzo.**
Akira gruñó, buscando en su armario algo que al menos ocultara el desastre que era su pelo.
—Por favor, dime que hoy no voy a terminar humeando otra vez... —pidió, con una mezcla de cansancio y resignación.
Raijin soltó una risa baja y traviesa.
—**Eso depende de ti. Si logras dominar el flujo de energía, puede que te ahorres algunos "pequeños incidentes".**
Con esa "tranquilizadora" respuesta, Akira terminó de vestirse y salió de su casa. El clima era agradable, una brisa fresca recorría las calles, y el sol asomaba tímidamente entre las nubes. A pesar de las locuras que había vivido el día anterior, algo dentro de él comenzaba a disfrutar de la idea de ser el portador de un espíritu.
—Bueno, al menos es mejor que un día aburrido en la escuela —pensó en voz alta mientras caminaba hacia el parque.
El parque de **Kurosaka** era un lugar tranquilo por las mañanas, con apenas unos cuantos corredores y algunas personas mayores haciendo ejercicios de tai chi. Akira encontró un rincón apartado bajo un gran árbol y se dejó caer en el césped, disfrutando del viento en su rostro.
—**No estamos aquí para relajarnos, humano.** —interrumpió Raijin, apareciendo flotando a su lado en su forma de dragón de energía—. **Necesitamos mejorar tu capacidad para manejar mis poderes. Si no puedes controlar una descarga simple, nunca podrás enfrentarte a lo que se avecina.**
Akira suspiró y se sentó derecho, aceptando que no había escapatoria.
—De acuerdo, de acuerdo. Entonces, ¿qué hago? ¿Medito? ¿Hago yoga? Porque te advierto que soy pésimo en estiramientos —dijo, intentando añadir algo de humor a la situación.
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Raijin lo ignoró, su expresión siendo mucho más seria esta vez.
—**Primero, cierra los ojos. Tienes que sentir la energía dentro de ti. Mi poder es parte de ti ahora, pero debes aprender a canalizarlo. Si lo dejas fluir sin control, terminarás humeando otra vez.**
Akira obedeció, cerrando los ojos e intentando concentrarse. Poco a poco, comenzó a sentir el familiar cosquilleo de la electricidad recorriendo su cuerpo. Las pequeñas chispas parecían correr por su piel, pero no eran dolorosas. Eran como un río suave, fluyendo sin resistencia.
Por un momento, todo parecía estar funcionando. Akira respiró hondo y sonrió.
—¡Oye! ¡Esto no es tan difícil! —exclamó con entusiasmo, abriendo un ojo para ver a Raijin.
El dragón lo observó con una expresión neutral.
—**No bajes la guardia.** —advirtió—. **Este es solo el primer paso.**
Akira cerró los ojos de nuevo, concentrándose aún más. Podía sentir que la energía dentro de él comenzaba a aumentar. La descarga era más intensa ahora, pero él seguía controlándola. Sin embargo, justo cuando pensó que lo tenía bajo control, algo salió mal. La corriente dentro de él se desestabilizó y, antes de que pudiera detenerlo, un rayo salió disparado de sus manos, golpeando un árbol cercano.
—¡AHH! —gritó Akira, cayendo de espaldas mientras el árbol chisporroteaba y humeaba.
Raijin observó la escena en silencio durante unos segundos antes de hablar.
—**Bueno, al menos esta vez no te electrocutaste a ti mismo. Eso es un avance.** —dijo, sin poder evitar sonreír un poco.
Akira, todavía en el suelo, miró el árbol chamuscado con ojos desorbitados.
—¿Avance? ¡Casi quemo el parque! —se quejó, levantándose y sacudiéndose el polvo.
Raijin flotó a su lado, sin inmutarse.
—**Controlar el poder del trueno no es algo que se logre de la noche a la mañana. Pero tienes potencial, humano. Solo necesitas más práctica... y menos explosiones.**
Akira se dejó caer nuevamente en el césped, exhausto.
—Sí, claro. Solo necesito evitar que las cosas salgan volando de mis manos. Fácil. —murmuró sarcásticamente, mientras miraba al cielo.
Mientras descansaba, una figura se acercó lentamente por el sendero del parque. Era un joven alto, de cabello negro y ojos afilados. Llevaba una chaqueta deportiva y se movía con una calma que resultaba extraña en alguien de su edad. Akira lo notó cuando estaba a unos metros de distancia.
—¿Akira, verdad? —preguntó el chico, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Akira se incorporó, frunciendo el ceño. No lo conocía, pero algo en su presencia lo incomodaba.
—Sí, ¿quién pregunta? —respondió con desconfianza.
El chico inclinó la cabeza, su sonrisa ampliándose un poco más.
—Soy **Ryo**. Escuché que tenías... habilidades especiales. ¿Es cierto?
Raijin, que flotaba invisible para los demás, se tensó de inmediato.
—**Cuidado, humano. Este chico no es lo que parece.**
Akira, sintiendo el cambio en el ambiente, se puso de pie lentamente.
—¿De qué estás hablando? Solo soy un tipo normal. —respondió, intentando mantener la calma.
Ryo soltó una pequeña risa, dando un paso más cerca.
—No tienes que fingir. Puedo sentirlo. La energía que emanas... es muy inestable, pero está ahí. Supongo que tu "amigo" no te ha enseñado a controlarla aún. —dijo, mirando hacia donde flotaba Raijin, aunque claramente no podía verlo.
Akira tragó saliva. ¿Cómo sabía Ryo sobre Raijin? ¿Acaso también tenía un vínculo con un espíritu?
—**Este chico... no es un simple humano. Tiene algún tipo de conexión con los Soulbound. Mantente alerta, Akira.** —advirtió Raijin, sus ojos eléctricos centelleando con furia.
Akira apretó los puños, sintiendo la tensión en el aire. No sabía quién era realmente Ryo, pero algo le decía que no sería un encuentro amistoso.
—¿Y qué quieres de mí? —preguntó Akira, con la voz tensa.
Ryo lo miró fijamente, sus ojos brillando con una extraña intensidad.
—Quiero ver de lo que eres capaz. He oído que los portadores como tú suelen ser... interesantes. Así que, ¿por qué no me lo demuestras?
Antes de que Akira pudiera responder, Ryo levantó una mano y, de la nada, una onda de energía oscura salió disparada hacia él.
Akira apenas tuvo tiempo de reaccionar. Instintivamente, levantó las manos y sintió cómo la electricidad dentro de él estallaba, creando una barrera de rayos justo a tiempo para bloquear el ataque.
—¡Genial! —exclamó Akira, sorprendido de haberlo logrado—. ¡Eso fue asombroso!
Raijin sonrió con orgullo, pero Ryo solo se limitó a sonreír aún más.
—Parece que hay más en ti de lo que pensé... Esto será interesante.
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### Fin del capítulo 3