La lluvia caía como agujas heladas sobre la ciudad de Kurosaka, cubriendo las calles con un manto gris y opaco. Las luces de neón parpadeaban en la distancia, y los pocos transeúntes que quedaban en las calles caminaban apresurados bajo sus paraguas. Sin embargo, un joven de cabello desordenado y una chaqueta de cuero negro caminaba despreocupado, dejando que las gotas empaparan su rostro. Era Akira, un chico de diecisiete años, sin más preocupaciones que llegar a casa y evitar el sermón de su abuela.
-Vamos, solo un poco más...-murmuraba Akira mientras ajustaba su mochila, en la que apenas cabían sus libros y su confiable espada de madera.
Esa espada había sido su compañera desde que tenía memoria. No era un arma ordinaria, claro está; pero para él, era simplemente su "arma de practicar". Le había dado bastantes problemas cuando la llevaba a la escuela.
"¡No puedes traer un arma a la escuela, Akira!", le habían gritado los maestros. Y a eso él siempre respondía con una sonrisa torpe y un "Lo siento, lo olvidé". Pero claro, nunca lo olvidaba, era su amuleto.
Mientras Akira doblaba la esquina de una calle vacía, algo inusual comenzó a suceder. El cielo, que ya estaba oscuro, pareció tornarse aún más negro, y un extraño silbido resonó en el aire. Akira sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
-Genial... Esto es nuevo -dijo, mirando a su alrededor.
De repente, una voz profunda retumbó en su mente, como si alguien estuviera hablando dentro de su cabeza.
-¡Humano, te he observado! Finalmente, nos encontramos.
Akira se detuvo en seco, parpadeando confuso. Miró a ambos lados de la calle, pero no había nadie más allí.
-¿Humano? ¿Es conmigo? -preguntó, mirando al cielo como si esperara una respuesta de las nubes.
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La voz retumbó de nuevo, esta vez con más impaciencia.
-¡Sí, contigo! Soy el gran espíritu del trueno, Raijin. Desde las alturas, he decidido que serás mi portador. ¡Juntos dominaremos el poder del cielo!
Akira arqueó una ceja y soltó una carcajada.
-¿En serio? -preguntó con una sonrisa burlona-. ¿Un gran espíritu del trueno? ¿No te estás confundiendo de persona? Yo solo soy Akira... ¿tal vez buscabas al tipo de la tienda de electrónicos?
De repente, un rayo cayó del cielo y aterrizó justo frente a Akira, abriendo un pequeño cráter en la calle. La figura de un dragón eléctrico apareció en medio del humo, surgiendo de las nubes negras que giraban a su alrededor.
-¡Te lo digo en serio, mortal! -tronó la figura, sus ojos brillando con energía-. Soy Raijin, el espíritu del trueno y he elegido-
Antes de que pudiera terminar su discurso dramático, una tapa de alcantarilla voló por los aires debido al impacto del rayo y golpeó al dragón eléctrico en la cabeza.
-¡OUCH! -Raijin gimió mientras se tambaleaba hacia un lado, perdiendo toda su majestuosidad-. ¿Qué fue eso?
Akira, con los ojos abiertos de par en par, observó la escena en completo silencio. No podía contenerse más. Estalló en una risa descontrolada, doblándose de la risa mientras señalaba al tambaleante dragón.
-¡JAJAJA! ¿En serio? ¡El gran espíritu del trueno derrotado por una tapa de alcantarilla! Esto no puede ser real -se burlaba Akira mientras secaba una lágrima de su mejilla.
Raijin, recuperando su compostura, lo fulminó con la mirada.
-¡No te rías! ¡Esa tapa apareció de la nada! -gruñó, agitando sus garras en el aire.
Akira se calmó lo suficiente como para acercarse al dragón, aún sonriendo ampliamente.
-De acuerdo, de acuerdo... Lo siento, señor "Gran Espíritu". Pero... si en serio eres el espíritu del trueno, ¿por qué yo? No soy alguien especial. Apenas puedo pasar mis exámenes.
Raijin, aun frotándose la cabeza, miró a Akira de arriba abajo con una mezcla de resignación y frustración.
-No siempre elijo a los más obvios. Pero veo en ti algo... diferente. Y además, ya no puedo retractarme. Estamos unidos, lo quieras o no.
Akira suspiró, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Un espíritu ancestral acababa de elegirlo como su portador, y lo peor de todo era que no parecía tener elección.
-Bueno... supongo que es mejor que hacer los deberes de matemáticas -murmuró, encogiéndose de hombros-. ¿Y qué sigue? ¿Me das superpoderes o algo así?
Raijin, todavía un poco irritado por el golpe, alzó su garra y una chispa de electricidad saltó entre sus dedos.
-Algo así. -respondió con una sonrisa burlona-. Prepárate, porque el verdadero entrenamiento comienza ahora.Sin previo aviso, una descarga de electricidad recorrió el cuerpo de Akira, haciéndolo saltar y retorcerse en el aire.
-¡AHHHH! ¡Eso no es lo que quería decir con superpoderes! -gritó, mientras su cuerpo convulsionaba con las chispas eléctricas.
Raijin soltó una risa baja y satisfecha.-Bienvenido al poder del trueno, humano.Akira cayó al suelo, humeando y con el pelo completamente de punta.
-Genial... -susurró con voz débil-. Ahora también soy una linterna humana...
Mientras se levantaba, sacudiéndose, no podía evitar sonreír. Quizás, después de todo, ser elegido por un espíritu del trueno no sería tan malo. Aunque, claramente, tendría
que acostumbrarse a las "pequeñas" descargas.
Fin del capítulo 1