“… Siete, siete son los anillos que conforman a Lydenfrost, cada uno más elevado que el otro, desde las montañas heladas del séptimo anillo, hasta las tropicales playas del primero, cada uno con un bioma diferente, criaturas diferentes y culturas diferentes. La región de Lydenfrost fue creada por el impacto de un meteorito hecho de un extraño material que, al momento del impacto, se dispersó en el aire, creando la gélida cúpula que nos protege del hirviente yelmo del exterior hasta hoy en día. Las concentraciones de ese material en ese entonces eran extremadamente altas, tanto que los elementos se juntaron y cobraron vida. Fue entonces cuando una de esas formas de vida sobresalió, lo que tú y yo somos. Bestias. ¿Está prestando atención, príncipe Hunter?
“¿No había otra cosa para enseñarme o qué? Uhhggg… que sueño…”
Era ya de medianoche en la región de Lydenfrost y mientras que aquel espadachín de cabellos plateados terminaba su trabajo, una lección estaba siendo impartida en el palacio del reino central bestia. En un salón vacío, tan silencioso que se podían escuchar la respiración de ambos bestias.
“Mi señor, le suplico su atención. Usted necesitará de esta información más adelante, el torneo es mañana después de todo.”
“Pues adelántate a la parte buena, cuando la ‘plaga’ comenzó.”
“Como guste, señor.”
Los bestias son animales evolucionados por la influencia del meteorito, tomando una forma antropomórfica con el paso de los años. Resemblando a sus antepasados muy fielmente en ciertos aspectos. Tanto Hunter como su profesora son bestias, la profesora, descendiente de los reptiles, quien poseía mayoritariamente semejanza a un axolotl, vestía de una túnica del color del mar. Mientras que Hunter, es un descendiente de los caninos, con alta semejanza al lobo gris mexicano, vistiendo únicamente de un bombacho del color de la arena roja.
“La historia de la magia parece interesarle”
“Mi padre solía contarme esa historias cuando era simplemente un cachorro. Es la única pizca de historia que realmente me importa.”
“¿Ah sí? ¿Podría saber la razón?” Le pregunto su maestra intrigada por el pensamiento del joven lobo
“Los humanos son una plaga, nunca debieron siquiera existir en primer lugar, son débiles y para lo único que sirven es para comerlos.” Extendiendo su pata derecha hacia adelante, el bestia explicó.
“Entiendo su punto, joven bestia” dijo la axolotl, mientras recogía unos libros del suelo. “Déjame ver… dónde está… ¡Ah! Aquí está.” Señalándolo con su dedo medio.
“Ve a la parte de los conflictos, y nada más”
“Entendido, mi señor” aclarándose la garganta, la axolotl comenzó a narrar. “Años y décadas pasaron, y el frente de batalla humano no cedía, lo que nos había tomado más de dos generaciones en perfeccionar, ellos lograron aprenderlo en cuestión de años y adaptarlo a su falta de maná en sus cuerpos. Estudiando sus técnicas más a fondo, descubrieron que los humanos utilizaban el maná del ambiente para poder replicar nuestros hechizos.”
“La única manera que veo que esas alimañas aprendieran magia es si un bestia les enseñara” dijo el lobo con confianza.
La axolotl movió su dedo índice lado a lado, indicando que Hunter estaba mal en su afirmación. “Me gustaría decir que sí, pero no hubo ningún traidor. Resulta que aquellos hechizos se realizaban de manera diferente, teniendo un resultado similar pero no el mismo. Mírelo usted, los trazados de los hechizos humanos son más erráticos en comparación a nuestra magia.”
“Y ya entramos a la parte que me importa un bledo, no hay algo más épico o algo así”. Expreso el lobo, cruzando sus piernas sobre la mesa que tenía en frente, tirando su libro de apuntes al suelo.
“Mi señor, lo conozco desde que usted tiene la edad de quince años, y está por cumplir sus dieciocho, pero usted se niega a aprender sobre la magia o la historia, aparte de las batallas y todo aquello. Si sigue así, será usted un rey ignorante”.
“Bla, bla, bla. Cada clase suya termina de la misma manera, lo único que necesitaré es estrategia de batalla y un ejército, mi reinado será uno de los mejores, Annivelle. Téngalo por seguro.”
“¡Mi nombre es Ativelle! ¡Ati-velle! ¡Apréndalo de una vez! ¡A penas sabes hacer hechizos básicos!” Dijo la axolotl, levantando su puño del enfado.
“Da igual, con estas garras, ¿A qué le debería tener miedo?”
“¡Si serás un…!”
De repente, un fornido bestia entro por la puerta, estampándola fuertemente en la pared.
“¿Pasó algún percance, Señorita Ativelle?”
“El príncipe Hunter, desea algo más ‘épico’ para aprender, me pregunto si usted tendrá algo en mente, su majestad.”
“Sí, puedes retirarte, Ativelle. Ve y relájate, yo me encargo.”
“¡¿P-padre?! ¿¡Qué haces aquí!? ¿N-no debías estar encargándote de los preparativos para mañana?” Dijo el joven lobo, recogiendo rápidamente todo lo que había tirado.
“Terminé antes de tiempo y pensé en ver como ibas” El rey entonces se puso la mano en la barbilla “Si las clases están aburridas según tú, entonces ven conmigo”.
El lobo se levantó y a su padre le reclamó “No quiero”.
Entonces el rey le puso su pata en el hombro, le miró fijamente a los ojos con una cálida sonrisa, y le dijo a su hijo en el oído: “No te estaba preguntando” El rey entonces lo tomó del brazo fuertemente, y aunque el lobo se resistió, fue arrastrado por el suelo.
“¡Auch, Auch, Auch, Auch! ¡Basta!”
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Ambos, padre e hijo, se escurrieron entre los pasillos, caminando un largo tiempo por el enorme palacio hasta llegar a la arena de combate real. Ahí, el padre lobo lanzó a su hijo frente a él.
“Agh… mi brazo, ¿qué hacemos aquí en primer lugar?” Dijo el lobo levantándose del suelo.
“Examen sorpresa” el rey le dijo, extendiendo su mano hacia adelante. “Quiero ver si estás listo para mañana.”
“¿Examen sorpresa?”
“Varneo Axima Erpilka”, exclamó, y de entre las garras del rey, una bola ígnea de color azulado comenzó a formarse. “Sugiero que corras”
“Ay, mierda”
La bola ígnea comenzó a rotar sobre su eje, concentrando toda su energía en su centro. La rotación de este fue periódicamente causando un silbido, indicando que estaba listo para ser lanzado.
El rey atacó a su hijo con múltiples de esas bolas de fuego, una tras otra, explotando al impacto con la arena o los múltiples muñecos de prueba, incluso decapitando algunos de ellos.
“E-Eeeeh ¡Papá! ¡Podemos hablar esto, sabes!”, dijo el joven lobo, esquivando como él pudiera los ataques de su padre, llevándose algunas rozaduras de los proyectiles ígneos en algunas ocasiones.
“No me detendré hasta que me pruebes que estás listo, la señorita Ativelle debió haberte enseñado cómo repeler esto hace dos años” le dijo su padre, sonriendo pícaramente.
“¿¡Quién demonios se acuerda de lo que uno aprende en años anteriores!?” Dijo el lobo, intentando seguirles el paso a los ataques de su padre.
“Te serviría de mucho ahora, no crees”
El joven bestia comenzaba a ralentizarse, sus movimientos se volvían cada vez más lentos, era seguro que iba a terminar calcinado por uno de esos orbes de flamas que su padre le lanzaba si no hacía algo. Fue entonces que el joven lobo recordó un poco de aquellos hechizos de defensa y extendiendo ambas manos hacia adelante en medio del aire, dijo:
“¡Opori… Erm… Emuro… Dettatio!”
Obviamente, nada pasó, ni siquiera se parece al hechizo original, entonces... ¿Qué fue lo que el joven bestia recordó?, no fue nada relacionado con la magia o encantamientos o combate, fue más bien parte de una receta de un pastel de frutas, distorsionado por la adrenalina del momento.
“No sabía que querías ser chef”, el rey se burló. “Que tal si intentas cocinar algo que detenga, ¡esto!”. El rey repitió el mismo hechizo de ataque, pero en su otra mano, había redoblado su poder de ataque y ahora era mucho más complicado escapar de las feroces llamas mágicas del soberano.
“¡Si me querías probar, bien, entonces mira de lo que soy capaz!” El joven lobo comenzó a correr directamente hacia su padre.
“Por fin dejaste de escapar” El rey extendió ambos brazos y comenzó a dispararle a su hijo a quemarropa con los orbes ígneos.
Pero esta vez fue diferente, en vez de esquivarlos, el joven lobo comenzó a golpearlos a través de las llamas exteriores con la palma de sus garras, haciendo desaparecer el orbe. Poco a poco el joven bestia acortaba la distancia entre su padre y él.
“Impresionante, hijo mío” El rey invocó muchos más proyectiles, pero mientras más invocaba, su hijo más las repelía. El joven bestia llegó justo frente a él, y con un salto se propulsó a los aires, para poder darle un jaque mate a su padre.
“Ah, no, no lo harás” el rey se incó y tocando el suelo exclamó: “Varido Aximo Taracte” e inmediatamente, estalagmitas de hielo brotaron de la arena, apuntando únicamente al joven bestia en aire. El rey levantó su pata y las estalagmitas salieron volando cual arpones a una ballena en el mar.
Pero el joven bestia, con el reverso de sus brazos, pulverizó las estalagmitas cuál maestro de artes marciales. El joven bestia, con sus puños apretados, concentró toda su energía en un puñetazo volador que mandaría a su viejo directo para el asilo. “¡Este examen se acabó, padre!”
Pero su padre, tomó el puñetazo de su hijo y se inmutó ante el semejante poder que llevaba. “Así es, hijo. Pasaste el examen” dijo mientras llevaba a su hijo al suelo lentamente.
“Creí que habías perdido la cabeza, viejito mío” exclamó el joven lobo, recuperando su aliento, y poniendo una cara de alivio.
“Te conozco desde que eras un cachorro, yo sé que detestas la magia a más no poder.” Dijo el rey, riendo a carcajadas: “Nada mal tu manejo de las artes bestias, nunca creí que serías capaz de deflactar una de esas bolas de fuego”
“Semejante bromista, casi me cago del susto, y bien, para qué fue todo este alboroto de prueba”
“Después de preparar todo para mañana, me aburrí y pensando que mañana es el torneo, sería bueno practicar”
“Je, je, je, no se te quita lo animado anciano, sigues peleando como en tu juventud”
“Soy tu papá, pues, qué esperabas”. Dijo el rey, dándole palmadas en la espalda a su hijo: “Veo que serás un gran representante de la casa Wolf mañana”
“Será un honor, padre”
“Yo ya estoy demasiado viejo como para competir, pero será un verdadero espectáculo verte partirles la cara a las demás casas”, dijo el rey, mirando a su hijo, poniéndole la mano sobre su cabeza. “Ve, y haz que mañana sea… el mejor día de tu vida”
“Daré lo mejor de mí, debo usar… ya sabes ‘eso’, ¿verdad?”
“Sí, es necesario que uses ‘eso’ si quieres asegurar tu victoria, la casa Wolf no puede permitirse perder.”
“Comprendo, padre”
Corriendo de repente, apareció uno de los guardias del reino, descendiente de los lobos de nieve, buscando al rey.
“¡Ah, Saín, qué gusto me da verte! Exclamó el rey al guardia.
“Igual me da gusto verlo, su majestad”. Tengo un pequeño mensaje que darle a usted, en privado.”
“Susúrremelo al oído, estoy con mi hijo ahora, sea rápido”, dijo el rey, alejándose un rato de su hijo. “Ya vuelvo contigo, campeón”
El guardia entonces se acercó al oído izquierdo del rey, diciendo lo siguiente: “Capturamos a un humano dentro del palacio, no sabemos cómo él llegó aquí, pero cuando lo descubrieron, lo primero que hizo fue darnos un escrito de dos páginas y no se resistió. Ya tenemos traductores trabajando en ello, por el momento solo han descifrado un par de palabras 'cuidado, plata y humano'.”
“Estaré al tanto de eso, parece que el humano no se resistió, así que, denle un cuarto, algo de comida y a la mañana déjenlo ir”
“Como usted desee, mi lord”, expresó el guardia, retirándose de la arena.
“La cena debe de estar lista ya, Hunter, te espero arriba”
“¡Yendo!”
Sin preocupaciones, y sin más dilaciones, el joven bestia entonces subió al comedor real, donde su padre y algunos comandantes lo esperaban para comer. Era un enorme banquete que, al menos para un humano, lo sería. Para ellos, solo es una comida normal.
El tiempo pasó y la madrugada llegó a lo que les decimos a ellos: buenas noches a los dos. No me pregunten por qué rimó, ni siquiera tengo idea, pero algo de seguro, al amanecer les espera.
El coliseo estaba a reventar, los bestias se acomodaban como podían en los graderíos, el olor a la cerveza y la comida callejera invadían el ambiente, donde los guerreros combatirían por la posesión, el honor, la gloria y el reino.
“¡Damos entonces inicio a primer combate, El tributo desafiante de la casa Hawk contra El tributo defensor de la casa Wolf, que los combatientes entren a la arena de combate!” El anunciador exclamó, los bestias pisaron fuertemente y a ritmo de la euforia, mientras los combatientes entraron a la vez a la arena.
“¡Defendiendo por la casa Wolf, tenemos al primogénito de nuestro actual rey, Hunteeeer Wooollff!!”
“¡Y desafiando al defensor, proveniente del séptimo anillo de Lydenfrost, la archimaga…! ¡¡NO PUEDE SER!!” El silencio invadió la arena, nadie podía creer lo que veían…
“¡Y quién carajos crees que eres tú!”, preguntó en un tono furioso, el joven lobo, entrando en guardia inmediatamente.
Con la mano en su pecho, y a todo pulmon, aquella invitada no esperada, exclamó:“¡Mi nombre… es Griezu, y vengo en representación de los auténticos dueños de estas tierras! ¡Los Humanos!”