“Ahh… esto es vida”, exclamó el hombre peli plateado, tomando con su mano derecha una copa de vino y en la otra un pedazo de carne a término medio. “Es un gusto al fin estar sentado frente a usted, rey… Ehhh ¿cómo decía que se llamaba usted?”
“Eendij, Rey Eendij”, respondió desde el otro lado de la mesa en una voz seria.
Después de terminar con las tropas, el hombre de cabellos plateados aprisionó al rey en su propio castillo, forzándole a pedir una cena para los dos al cocinero real. Una extraña petición que el rey no tuvo otra opción más que aceptar. Estaban sentados cara a cara en la mesa y, mientras esperaban, ni una sola palabra salió de sus bocas hasta que, en medio de la comida, el hombre peli plateado finalmente rompió el hielo.
“Tiene una muy bonita sala de reuniones aquí en el palacio, me pregunto cuándo habrá costado.” Tomando la copa de vino frente a él, el hombre peli plateado exclamó: “Me llaman de muchas maneras, pero tú puedes llamarme Spacetime”, dijo ajustándose las gafas. “Le agradezco su hospitalidad, la comida está deliciosa, el vino está perfecto, pero con respecto a su plan de defensa, ¿era necesario mandar a casi todos sus hombres a morir?” Señalando al rey con el tenedor, el hombre peli plateado le preguntó.
“Intenté de todo para evitar que vinierais…” El rey puso sus codos sobre la mesa, agachó su cabeza y puso sus manos sobre esta. “Y aun así… lograsteis venir”, se expresó el rey con una voz temblorosa. “¿Cómo…? ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo lograsteis sobrevivir?!
“¿Hmm…? Solo lo hice, no hay mucho misterio en eso”, dijo el peli platas, dándole una mordida a la carne, masticándola mientras habla. “Creo que por los agujeros en mi vestimenta y el color rojizo de esta se puede hacer una idea. Esa armadura que tú llevas no está tan mal.”
“¡Dejad de masticar con la boca abierta, bestia!” Le reclamó el rey quien respiró profundamente antes de seguir hablando. “Ve al grano, ¿a qué habéis venido?”
“Pff…” Se rio un poco el peli platas. “Lo mencioné en la carta que le entregó su mensajero; en resumen, vengo a quitarle su posesión más preciada.”
“¿Oro, joyas, mi reino?”, dijo el rey, levantándose de su silla rápidamente, haciendo la moción de buscar su espada en su cintura. “¡Eso nunca!”
“No, no, no, para nada”. El hombre peli plateado, entonces se sirvió más vino. “Ni el oro, ni las joyas, ni el reino son tan valiosos para mí o mis superiores. Lo que busco es algo… mucho más valioso que eso.”
“Ósea que…” Dijo el rey, tomando un gran trago de vino de su copa “No venís solo”
“Vengo solo, más no mal acompañado. Mis superiores me vigilan desde lo alto mientras cumplo con mi parte del trato.” En un abrir y cerrar de ojos, el peli platas había terminado con su comida. “Mis felicitaciones a su cocinero, no cocina nada mal.”
“¡No desviéis el tema, maldita sea!” El rey golpeó la mesa con fuerza con su mano. “¿Qué exactamente quereis de mí?”
El hombre peli plateado se levantó de su silla y con su dedo índice señaló al rey. “A ti, es todo lo que necesito”
El rey retrocedió, y confundido preguntó: “¡Deseáis asesinarme, así como a todos mis guardias, y después someterás a mi pueblo! ¿No es así?!”
“Ya estaba pensando yo que no tenías corazón, es la primera vez que los mencionas en esta cena, incluso creí que estarías en el campo de batalla, pero veo que alguien se acobardó. Al menos veo que si te importan”. El hombre peli plateado sonrió, riéndose entre dientes.
“¡Cállate! ¡Miserable demonio! ¡Es su deber protegerme!”, exclamó el rey, tomando su plato y arrojándolo hacia aquel hombre. “¡No sabéis con quién os estáis metiendo!”
“De hecho, sí sé exactamente quién eres. Al principio solo quería romper el hielo… déjame ver.” El hombre peli plateado entonces miró el artefacto en su antebrazo derecho. Un brazalete hecho de metal con una pantalla incrustada en ella mostraba un resumen de quién era el rey.
“¿Qué es… esa cosa? ¿Alguna clase de espejo mágico o magia negra?” Preguntó el rey sin obtener respuesta alguna.
“Rey Eendij, de 21 años de edad, tu padre murió hace dos años y tu madre murió dándote a luz. Tuviste un hermano mayor de otro padre a quien conoces, pero no sabes quién es y detestas con toda tu alma a los bestias,” dijo, limpiándose las manos para luego usarlas como soporte para su cabeza. “Alguien a quien no le importa matar a otros para su propio bienestar, de un temperamento explosivo, quien no tiene mucha experiencia manejando el reino, por ende, los sabios son los que gobiernan”
“¿A qué queréis llegar? Fenómeno. Los sabios nunca harían algo así”, dijo el rey, poniendo su mano sobre la empuñadura de su espada de nuevo. “Dices algo más que me moleste, y terminaré contigo de una buena vez.”
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“No vengo a juzgarte ni nada, solo digo lo que es. Agregándole a eso, los sabios pensaban amotinarse contra ti dentro de poco.” Dijo el peli plata, rascándose su cabeza
“¡Y como se que lo que dices es verdad!” Reclamó el rey
“Puede que haya asesinado a casi todos sus guerreros, pero ellos no pusieron resistencia.” de su bolsillo sacó un pin de uno de los sabios, poseía este un brillo color celeste. “Por lo que tengo entendido, estos pines solo brillan si han sido entregados de buena voluntad a la persona que será su dueño.”
“¡Malditos bastardos!”, exclamó furioso el rey: “¡Todos ustedes van a ir directo a la horca cuando todo esto termine!
El hombre peli plateado de nuevo se rio un poco. “Se siente bien tener el poder absoluto sobre una nación, ¿no es así? ¿Recuerdas cuando te sentaste por primera vez en el trono?”
“Ya te dije que no cambies el tema, desgraciado. La masacre que causaste me da muchas razones para asesinarte, pero esa misma masacre es lo que me hace ser precavido.”
“Está en el tema, dime, ¿desde hace cuánto no te has sentido con poder? ¿Cuándo fue la última vez en que tomaste decisiones por tu cuenta?”, le preguntó el hombre peli plateado persuasivamente.
“Desde hace mucho… tenéis razón… no lo había visto de esa manera… Los sabios han estado decidiendo por mí.” El rey se dijo un poco desanimado
“¿Recuerdas aquel día, el día en que todos se inclinaron ante ti? ¿Aquel día en que esa corona entró en tu posesión? ¿Aquel día en que te volviste rey?” Le dijo el hombre peli plateado sonriendo.
“Lo recuerdo claramente… sí… si… recuerdo que dije… este es el mejor día de mi vida”, dijo el rey
Los ojos del hombre peli plateado brillaron en respuesta a sus palabras, tanto que se vio reflejado en sus gafas. “Bien, bien… quiero que te concentres en ese día, la felicidad que te causó, la euforia que sentiste y lo llena que se sintió tu alma”
“Fue la época más gloriosa de mi vida, me lagrimean los ojos de solo pensarlo, gracias… os agradez-”. El rey, mientras decía su frase, fue interrumpido, no por palabras, no por un ruido, ni algún desastre natural.
El hombre peli plateado, más rápido que la velocidad del sonido, se abalanzó sobre la mesa, extendiendo su mano derecha hacia el rey, quedándose a milímetros de él.
El rey, al reaccionar, retrocedió lo más que pudo para luego desenvainar su espada, lanzando un corte en vertical, partiendo la mesa a la mitad; causando que el hombre de cabellos plateados cayera al suelo indefenso.
El rey inmediatamente lo inmovilizó, aplastando su pecho con su pie, levantando su ominosa espada reluciente sobre aquel hombre con todo el odio en su sangre. “¡Hasta aquí llegaste!”
“Oh… bueno, lo intenté.” Exclamó el hombre peli plateado.
Con ambas manos, el rey incrustó su espada en la cabeza de aquel hombre, para luego apuñalarlo tres veces en el pecho. Descargando toda su furia en cada uno de esos espadazos. Las ráfagas de ataques del rey no cesaron ahí, continuó después con cortes al pecho solo para desestresarse.
El rey, respirando fuertemente, soltó su espada al suelo al terminar, dándose la vuelta inmediatamente hacia la puerta, e ir fuera del palacio.
“Si quieres hacer un trabajo bien hecho, entonces hazlo tú mismo, decían” Exclamó el rey en voz alta.
“Así me gusta”
El rey no podía creer lo que escuchaba, era la voz del hombre peli plateado. Por un momento creyó que era su mente, pero detrás de él sintió una ominosa presencia, como si en su nuca le estuvieran respirando. Decidió entonces el rey darse la vuelta, y en menos de un segundo, lo vio ahí.
Era aquel hombre peli plateado, quien seguía vivo con todas las heridas abiertas por las laceraciones que el rey le causó, prácticamente desfigurado. El rey instintivamente gritó de pavor, mientras que el hombre peli plateado le dio una pechada con su mano derecha, y de su palma salió una probóscide mecánica que le atravesó el corazón.
“Siéndote sincero, esto va a doler” Le dijo tranquilamente el hombre peli plateado, regenerando visualmente sus heridas rápidamente.
Los gritos y aullidos del rey se escucharon hasta en los confines más lejanos del reino ese día.
Era visible como un aura de color verde claro era drenado de su pecho, como si su esencia misma fuera cosechada, drenándose dentro de aquel brazalete en su brazo la escena duró por más de tres minutos así, entre el forcejeo del rey por escaparse y el hombre peli plateado evitando que se moviera. Al terminar, este dejó al rey libre, quien no podía levantarse, pero sí hablar.
“¿¡Qué es esto!? ¡No… puedo moverme!”, exclamó el rey, tornándose su piel a un color pálido, al igual que su cabello, que con el pasar de los segundos perdía su coloración. “¡Qué me hiciste!”
Inclinándose sobre aquel discapacitado hombre, el hombre peli plateado dijo: “Mis superiores le agradecen por su colaboración al darnos su alma madura con fines de mejorar este mundo”
“¡¡Que!!” Exclamó el rey.
“Spacetime le desea un feliz viaje a Synapsis” Con eso, Spacetime, el hombre peli plateado, se dio la vuelta y caminó hacia la entrada del castillo.
“¡Oye! ¡Esto no ha terminado! ¡Regresa!”, dijo aún inmóvil el rey.
“En tres… dos… uno…”
“Oye espe-….”
El rey se había tornado en cenizas negras, las cuales flotaron en el aire y se desvanecieron al poco tiempo…
“Siempre se quedan a medias en su confusión, espero que mis superiores sepan como arreglar esta línea temporal después de esto. Me quedaré un rato aquí y luego me iré.”
Un alma más… un alma menos, eso era lo que repetía Spacetime mientras estaba sentado en el suelo, a la entrada del palacio. Mirando fijamente las estrellas de la fría noche en Lydenfrost… Aun así, algo lo inquietaba, sentía que alguien lo estaba viendo… Desde el inicio de la reunión hasta este desenlace, esa sensación se volvió una constante… que no debía estar ahí más.
Un testigo que no se interpuso en el camino y huyó a las trincheras… Un testigo que tú y yo conocemos muy bien ya…
“Sé que estás escuchándome, mensajero, tengo un último trabajo para ti. Ve fuera de este reino, cuéntales a todos lo que pasó aquí, cuéntales la historia, de cómo tu medio hermano pereció ante la voluntad de un ser superior a él.”
Tras decir estas palabras, la sensación de ser vigilado ceso de existir… talvez él si tenía razón después de todo.