La batalla entre Nihilus, Aelius y Xandros, con Galen y Eira a su lado, había comenzado. La suerte del mundo colgaba en el balance, y solo el tiempo diría quién saldría victorioso.
Nihilus y Xandros se enfrentaban en el centro del campo de batalla, sus espadas chocaban en un ritmo frenético. La oscuridad y la luz se entrelazaban en un baile mortal, cada golpe más fuerte que el anterior.
Aelius luchaba contra Galen y Eira, su espada brillaba con una luz intensa. Pero a pesar de su habilidad, no podía igualar la fuerza combinada de los dos guerreros.
"¡No puedo creer que estés luchando contra nosotros, Aelius!", gritó Eira.
"¡Lo siento, Eira!", respondió Aelius. "¡Pero debo proteger a Nihilus!"
Mientras la batalla continuaba, Nihilus y Xandros comenzaron a cambiar. Su cuerpo se estiró y se transformó, sus extremidades se convirtieron en alas y su piel se cubrió de escamas.
Los dos dragones, Nihilus y Xandros, se enfrentaban en el campo de batalla, sus ojos brillando con una intensidad que iluminaba el cielo. La tierra temblaba bajo sus pies y el aire vibraba con la fuerza de su poder.
Galen y Eira se detuvieron, paralizados por la magnitud de la batalla. Aelius, sin embargo, seguía luchando con una determinación feroz, su espada chocando contra la escama del dragón.
"¡Aelius, detente!", gritó Galen. "¡Estás luchando contra un enemigo demasiado poderoso!"
Pero Aelius no escuchó. Siguió adelante, su espada brillando con una luz intensa. Nihilus y Xandros, por su parte, seguían luchando con una ferocidad que parecía no tener fin.
De repente, Xandros lanzó un ataque devastador, su aliento de fuego quemando el aire. Nihilus respondió con un golpe igualmente poderoso, su cola golpeando el suelo con una fuerza que hizo temblar la tierra.
La batalla continuó, los dos dragones luchando con una intensidad que parecía destruir el mundo. Galen y Eira miraban, sin poder hacer nada para detener la destrucción.
La batalla entre Nihilus y Xandros continuaba con una intensidad que parecía no tener fin. Galen y Eira miraban, sin poder hacer nada para detener la destrucción.
De repente, un brillo de luz surgió en el cielo. La luz se intensificó y comenzó a tomar forma, hasta que finalmente se materializó en una espada brillante.
La Espada Aurora había surgido.
Xandros sonrió, sabiendo que la espada era la clave para su victoria. "La Espada Aurora", dijo, su voz llena de admiración. "Finalmente, has sido liberada".
"¿Quién la liberó?", preguntó Nihilus, su voz llena de duda.
"Fue Aelius", respondió Galen, mirando a su amigo con una mezcla de sorpresa y temor. "Utilizó las reliquias para liberar la espada".
Aelius se adelantó, su mirada fija en la espada. "Sí, lo hice", dijo. "Sabía que la Espada Aurora era la única forma de detener la destrucción".
La Espada Aurora comenzó a brillar con una luz intensa, y una pequeña fracción de conciencia surgió de ella. "Soy la Espada Aurora", dijo la voz de la espada. "Fui forjada con el cuerpo del dios original, el dios que creó el universo y lo llenó de vida. Mi cuerpo es su cuerpo, mi poder es su poder".
Nihilus y Xandros miraban la espada con una mezcla de asombro y temor. Sabían que la Espada Aurora era el arma más poderosa del universo, y que su poder era capaz de destruir o crear.
La Espada Aurora se acercó a Galen, y él, sin saber qué esperar, extendió su mano para tomarla. Al hacerlo, una visión surgió en su mente, una visión que le reveló la verdad sobre la espada y su origen.
Vio al dios original, un ser de luz y poder que había creado el universo y lo había llenado de vida. Vio cómo ese dios se había separado en dos dragones, uno de luz y otro de oscuridad, y cómo esos dragones habían sido los que habían dado origen a la vida en el universo.
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Vio también cómo la civilización Xeridia, sedienta de poder, había consumido el poder del dragón de la luz y había transformado el cuerpo del dios original en la Espada Aurora. Vio cómo ese acto había dado origen a los Umbrakar, seres de oscuridad y destrucción que habían sido creados para servir a la civilización Xeridia.
Galen retrocedió, sorprendido y horrorizado por lo que había visto. La Espada Aurora, que había parecido tan noble y justa, era en realidad un instrumento de destrucción y muerte.
"¿Qué has visto?", preguntó Eira, mirando a Galen con preocupación.
Galen sacudió la cabeza, tratando de procesar lo que había visto. "La verdad sobre la Espada Aurora", dijo finalmente. "Es un instrumento de destrucción, creado con el poder del dios original. Los Umbrakar... son seres de oscuridad, creados para servir a la civilización Xeridia".
Xandros sonrió, su mirada brillando con una luz intensa. "Ah, sí", dijo. "La Espada Aurora es un instrumento de poder, y yo soy el único que puede controlarla".
Xandros se acercó a Galen, su mirada brillando con una luz intensa. "Galen, necesito pedirte ayuda", dijo, su voz llena de urgencia.
Galen lo miró sorprendido. "¿Ayuda? ¿Para qué?"
Xandros puso una mano en el hombro de Galen. "Soy el único que puede controlar la Espada Aurora, pero tú eres el único que puede llevarla por el buen camino. Juntos, podemos detener a Nihilus y restaurar el balance del mundo".
Galen dudó por un momento. "No sé... La Espada Aurora es un instrumento de destrucción. No quiero ser responsable de más muertes".
Xandros sonrió. "No te preocupes, Galen. Yo puedo controlar la espada, pero tú eres el único que puede guiarla hacia el bien. Y debemos hacerlo, antes de que sea demasiado tarde".
Galen asintió, sintiendo una sensación de determinación. "Está bien, te ayudaré. Pero debemos ser cuidadosos. Nihilus no se detendrá ante nada para lograr su objetivo".
Eira se acercó a ellos, su mirada llena de preocupación. "¿Qué planes tienen?"
Galen la miró. "Xandros y yo vamos a detener a Nihilus. Con la Espada Aurora, podemos restaurar el balance del mundo".
Eira asintió, su mirada llena de determinación. "Entonces, cuento conmigo. No dejaré que Nihilus destruya nuestro mundo sin luchar".
andros, Galen y Eira se enfrentaron a Nihilus.
"¡Es hora de terminar esto!", gritó Xandros, cargando contra Nihilus.
Galen y Eira lo siguieron, luchando con todas sus fuerzas para derrotar al enemigo.
Xandros, con su dominio sobre la oscuridad, logró debilitar a Nihilus y romper su control sobre el mundo.
Nihilus, en un último intento de venganza, lanzó un ataque desesperado, pero Xandros lo detuvo con una mano.
"No más", dijo Xandros, con una mirada firme. "Tu reinado de terror ha terminado".
Con un golpe final, Xandros derrotó a Nihilus, pero el dragón de luz aún estaba prisionero en su corazón.
Galen, con su alma pura y llena de amor, se acercó al dragón de luz y lo abrazó.
"Te libero", dijo Galen, con una sonrisa. "Eres libre de volver a brillar".
El alma de Galen se fusionó con la del dragón de luz, restaurándolo a su forma original.
El dragón de luz se elevó hacia el cielo, brillando con una luz intensa y pura.
Pero el sacrificio de Galen no pasó desapercibido. Su cuerpo cayó al suelo, sin vida.
Xandros y Eira se arrodillaron junto a él, llorando por su amigo.
"Gracias, Galen", dijo Xandros, con la voz temblando. "Tu sacrificio nunca será olvidado".
Ambos dragones, una vez más, estaban en armonía, y su libertad era un símbolo de esperanza en un mundo renovado. El ciclo de la vida y la muerte había sido restaurado, y la luz y las sombras estaban en equilibrio perfecto.
Sus alas se movían al unísono, creando un ritmo hipnótico que resonaba en el corazón del mundo. La luz del dragón de luz brillaba con intensidad, iluminando el camino hacia un futuro lleno de posibilidades. Mientras tanto, las sombras del dragón de las sombras se movían con gracia, recordando que la oscuridad también tenía su lugar en el mundo.
Volaban juntos, un recordatorio de que la libertad y el equilibrio eran posibles cuando se trabajaba juntos. La ambición había sido desterrada para siempre, y la luz brillaba intensamente en el cielo, iluminando un futuro lleno de esperanza.
El mundo estaba en paz, y los dos dragones eran un símbolo de esa paz. Su libertad y su equilibrio eran un recordatorio de que la vida y la muerte estaban en armonía, y que la naturaleza había recobrado su equilibrio. La armonía entre los dos dragones era un reflejo de la armonía que existía en el corazón del mundo.
Y así, los dos dragones continuaron volando juntos, manteniendo el equilibrio y la armonía en el mundo. Su amistad y respeto mutuo se convirtieron en una leyenda, inspirando a generaciones futuras a buscar la paz y la comprensión.
Con el tiempo, el mundo se convirtió en un lugar más hermoso y próspero, donde la luz y las sombras coexistían en perfecta armonía. Y en el corazón de este mundo, los dos dragones seguían volando, un recordatorio eterno de la importancia de la amistad, el equilibrio y la libertad.