Mientras el viento sopla fuerte, en lo profundo de ruinas negras, una carta se encuentra a la deriva, atrapada en un trozo de cordón.

Aunque ya no hay destinatario que la reciba, aunque el remitente querría de todo menos saberse vivo, si el lector quisiera saber su contenido en ella se puede encontrar

"Querida María

El día de hoy te escribo con poco menos que distraerme del miedo que me acongoja, temo que para ambos el pasar del tiempo es todo menos placido, temo que no pueda darte un último beso al final.

Hace décadas que se hablaba del último de los vampiros. Mis abuelos fueron menos que esclavos; mis padres y yo no fuimos diferentes. Jamas pensé que realmente en mi tiempo se lograría terminarlo pero desde hace algunos años parece que estás prisiones de mármol si son capaces de caer.

El señor de esta tumba se mira sombrío, taciturno, dudoso. De alguien que constantemente podías ver recorrer los pasillos con un paso presuroso, sorprende la quietud de sus recientes pisadas. Dicen que antes morían gentes por decenas solo para saciar su sed, ahora ni una ah desaparecido en la última década, seguro que sabe cercana la caída de este monumento a lo muerto, seguro teme hacer más sus pecados y procura no recaer.

El no es... el no era un caso único, miles y miles de castillos que cubrían el nuevo y viejo mundo, nadie podría esperar que construcciones colosales serían en el futuro tan frágiles como se sabían hermosas, quien pensaría si me permites repetirme que esto iba a terminar alguna vez.

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Por fin el último vampiro está cerca, por fin se siente como algo humano, algo que puede realmente caer. No tengo idea de lo que hacen esos locos párrocos pero espero puedan dejarme verte alguna última vez.

Es terrible el solo esperar que aparezcas con ellos, es increíble que estás cartas aún lea puedan llegar, debe ser que la esperanza le da mayor vitalicia al ser horrendo que nos atormenta y aprisiona en esta casa de risa. Te lo digo María, algo vuelve tu mente una pocilga cuando pasas más de un día en un lugar como aquí.

Me despido con esto María de mi vida, espero poderte ver un día más. Me llena de alegría saber que has salido tu y mi niña, espero me de Dios cabida de al menos un vistazo en ti poder dejar.

Te ama tu Hermano de raza, tu esposo adorado

Romualdo"

...

En esa carta a la deriva, junto a los escombros de lo que era una villa, se escucha el viento pasar, se saben las casas negras y quemadas.

Junto a esa villa cercana a un gran castillo, se encuentra sujeto un trapillo, amarrado y conteniendo, algunas monedas y un poco de dulce de jerez

Ya no queda nadie que lo coma, tiene meses que ya nadie por ahí mora, y si fuera a hacer que alguien lo devora, podría ser todo pero humano no es.

Mientras el viento sopla fuerte removiendo los carbones, junto a la carta que sobrevive los raspones, se escucha un grito en lo profundo de rincones, un grito ahogado que como dije... Es todo, pero humano no es.