Las calles eran un desastre, las personas corrían por todos lados y entraban en las tiendas robando lo que podían para sobrevivir, era una lucha desesperada por conseguir provisiones, pero logre escuchar a muchos hablando sobre lo que acababan de vivir y todos coincidían en algo.
—¡Viste lo que pasó con Marta! —gritó una mujer, con el rostro y ojos pálidos desorbitados—. ¡Se desangró hasta secarse y luego se levantó y atacó a Lucas!
—¡No es posible! —respondió un hombre, jadeando—. Lo vi con mis propios ojos. Apenas tocan a alguien, absorbe toda su sangre y vuelven a ser humanos—Algunos lograron huir, otros vieron como alguien más era consumido por estos seres.
El sol se había escondido ya, había perdido la noción del tiempo. No sé cuántas horas han pasado desde que salí del colegio, tan contenta de encontrarme con mi madre, y luego vivir toda esta locura.
—Tenemos que encontrar un lugar seguro —dijo Dany, mientras su voz temblaba—. Mi familia y yo vamos a buscar refugio. Únete a nosotros.
Asentí, sintiendo que no tenía otra opción, la oscuridad se hacía cada vez más densa.
—Mañana, cuando estemos más descansados, decidiremos qué hacer —agregó su padre, tratando de sonar tranquilo.
—Quiero ser de toda la utilidad posible —le dije a Dany ya su familia. Estaba muy agradecida de estar con ellos, pero no podía evitar ese sentimiento de soledad y pérdida—. Haré todo lo que pueda para ayudar a salir de esta locura, aunque estoy muy asustada.
—No es para menos —dijo Dany. Noté cómo me miraba con ojos llenos de lástima y avergonzada, desvió la mirada.
Finalmente encontramos un refugio, era una simple tienda que ya estaba completamente vacía, pero al menos serviría para pasar la noche. Poco a poco acomodamos lo suficiente para tener un lugar medianamente cómodo para dormir, en mi interior solo quería que este horrible día terminara. Cerré mis ojos para descansar y me despedí de todo lo que alguna vez conocí y amé. Le dije adiós a mi madre, y le dije adiós a la Lucía que alguna vez fui. Para sobrevivir, debía renacer como alguien nuevo.
Pronto llegó el amanecer, todos seguían durmiendo, pero decidí salir a ayudar, o al menos ver cómo estaba la situación en la calle, conseguir alimentos o cualquier cosa que pudiera ayudarnos. Al salir, pude notar que el caos reinaba en cada rincón, y el aire estaba impregnado de un miedo palpable, la comida escaseaba y la poca que podía conseguirme era arrebatada de las manos, cada persona era más agresiva que la anterior, incluso aquellos. a quienes conocían antes de este caos eran crueles y egoístas.
—¡Dame eso! —gritó un hombre mientras me arrebataba una lata de comida de las manos.
—¡Es mía! —protesté, pero él ya se había ido.
Caminé todo el día, sin noción del tiempo. Pude entender que era muy tarde mientras veía cómo las sombras se alargaban con la caída del sol, me adentré en una tienda destrozada, buscando algo que pudiera ayudarme a sobrevivir. Las estanterías estaban vacías, pero entre los escombros encontré un cuchillo de cocina, su hoja brillaba con una promesa de protección a la cual me aferre sin dudarlo.
—Esto servirá —murmuré para mí misma, sosteniéndolo con fuerza.
Mientras lo sostenía, recordé las historias que había escuchado: aquellos cuerpos desangrados que regresaban a la vida, seres que habían sido humanos, pero ahora eran cazadores insaciables, la idea de enfrentar a uno de ellos me llenó de terror. Recordé cómo había sido atacada el día anterior y mi cuerpo tembló de miedo, estaba aterrada, pero también llena de determinación, No podía quedarme aquí esperando ser la próxima víctima, sin embargo, no había rastro de estos seres por ningún lado, como si hubieran desaparecido de la nada.
Decidí salir y buscar alimentos en otra tienda. Era justo y necesario que consiguiera algo. A medida que avanzaba por las calles desiertas, el eco de mis pasos resonaba como un recordatorio constante del peligro inminente. De repente, un silbido desgarrador rompió el silencio, sintió como este simple sonido llegaba hasta mis huesos; provenía de una calle lateral. Sin pensarlo dos veces, corre hacia el sonido y ahí los vi. Era un grupo enorme de esos nuevos seres, caminaban juntos como una manada bien integrada.
This story originates from a different website. Ensure the author gets the support they deserve by reading it there.
— ¿Qué están haciendo? —me pregunté en voz baja mientras los observaba desde las escaleras de un edificio, decidí subir por las escaleras y observarlos un poco.
Si íbamos a sobrevivir, debía saber cómo accionaban y cómo cazaban, sabía por experiencia que se alimentaban por medio del tacto, con sus extrañas agujas en las manos absorbían la sangre del cuerpo de la víctima hasta secarlo por completo. Así, su monstruoso cuerpo volvió a ser como antes, y era aterrador cómo conservaban aún su apariencia humana, al punto que podrían camuflarse entre nosotros. La única diferencia notable eran sus ojos rojos, llenos de sangre y su mirada sentada.
Me escondí lo mejor que pude, pero de una manera que me permitiera observarlos. No estaba segura de cómo, pero lograba ver que se comunicaban, accionaban de manera inteligente, esto los hacía aún más peligrosos, no eran simples bestias ya que conservaban inteligencia.
Seguí mirando, y aunque no quería, mi mente pensaba en encontrarla. Y allí, en el medio de la manada, la vi, estaba mi madre convertida en ese extraño monstruo. No quedaba rastro de quien alguna vez fue ella.
El corazón me dio un vuelco al reconocerla, la figura que una vez había sido mi madre ahora era un ser grotesco, con su piel pálida, seca pegada a los huesos y esos ojos rojos que brillaban con una sed insaciable. La imagen de su rostro, llena de amor y calidez, se desvanecía en mi mente, reemplazada por la realidad aterradora que tenía frente a mí, era doloroso ver esta imagen. La extrañaba con cada segundo que pasaba, sin darme cuenta, empecé a sollozar, tenía que aceptar mi cruda realidad, solo soy una joven añorando estar en los brazos de su madre cuando más miedo siento.
Sentí que el aire se me escapaba de los pulmones. No podía creer lo que veía ¿Cómo había podido suceder esto? Sabía que muchos se habían transformado, aún no entendía por qué y en especial por qué ella se transformó y yo no. Realmente era aterrador ver cómo interactuaban, pero verla a ella, justo en medio de esa manada, era como un puñal en el corazón. La rabia y la tristeza se entrelazaron en mi pecho mientras observaba cómo se movía con una gracia inquietante, como si aún recordara los pasos que solía dar.
— ¿Qué hago ahora? —murmuré para mí misma, sintiendo la desesperación crecer.
Debía actuar, pero ¿cómo? Sabía que no podía acercarme a ella; el riesgo era demasiado alto, sin embargo, no podía quedarme ahí sin hacer nada, tenía que encontrar una manera de ayudarla o al menos asegurarme de que no pudiera hacer daño a otros. Mientras pensaba en un plan, noté algo peculiar: aunque estaban organizados y actuaban como una manada, había momentos en los que parecían distraídos entre sí.
— ¿Tienen una especie de mente colmena? —me preguntó en voz alta, tratando de entender su comportamiento.
Quizás podría aprovechar esos momentos de desconexión para crear una distracción y sacar a mi madre de allí, luego vería si podría ayudarla o si... debía eliminarla. Estaba por tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida. Tenía que pensar bien cada movimiento que haría. Tendría que llegar al refugio sin ser perseguida por estos monstruos, ya que no quería poner en riesgo ni a Dany ni a su familia ni a las demás personas que se encontraban escondidas en los lugares cercanos, incluso llegué a pensar en abandonar mi plan de sacar. a mi madre de ahí y solo huir, pero mis sentimientos pudieron más que mi racionamiento.
Con el cuchillo en mano y desde lo alto del edificio, busqué algo que pudiera usar para llamar su atención, miré alrededor y vi unas viejas cajas apiladas en un rincón. Dentro tenían latas y cosas pesadas que podrían ayudarme a generar alguna distracción. Con cuidado, comencé a arrastrarlas hacia el borde del balcón donde estaba escondida. Una vez allí, lancé su contenido hacia la calle con todas mis fuerzas y lo más lejos posible de la entrada.
El ruido atrajo instantáneamente la atención de varios de ellos. Se volvieron hacia el sonido, sus ojos rojos centelleando con curiosidad y hambre, aprovechando la confusión momentánea, corriendo por las escaleras traseras del edificio con la firme decisión de sacarla y llevarla conmigo. Iba de la mejor forma que me pude preparar, con el cartón de las cajas envolví como pude mis brazos, pues sabía que un simple toque podría dejarme sin sangre o como mínimo producir alguna dolorosa quemadura. Aún tenía rastros de cuando tuve el cuerpo de mi madre en mis brazos.
Mi corazón latía con fuerza mientras corría hacia la calle lateral donde la había visto, intentaba encontrarla, pero eran demasiados seres y pese a mi determinación sentía mucho terror. Realmente me estaba arrepintiendo de esta decisión cuando por fin logré verla. Al igual que los demás, se había acercado a ver qué era lo que producía el ruido. Sabía que debía actuar rápido antes de que volvieran a concentrarse en su caza o me percibieran.
Al llegar al lugar donde había estado observándola, vi cómo algunos seres se alejaban y regresaban a reunirse con los demás de la manada. Perdían el interés muy pronto y eso era sin duda muy peligroso. Logré ver unos perros que estaban tratando de huir, lo curioso es que no eran atacados por ninguno de esos seres, más bien me sorprendí ver cómo uno de ellos se acercó a un monstruo y este lo acarició como un dueño haría con su mascota, lo cual me hizo pensar en algo que me heló completamente: ellos recordaban.