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Reikens-Orígenes
Capítulo 4 Luz bajo la tormenta

Capítulo 4 Luz bajo la tormenta

Kaishin y Kuro se encontraron cenando después de su pequeño duelo. Kuro devoraba su comida como si no hubiera comido en días, llevándose grandes bocados y masticando con rapidez.

Kaishin, que lo observaba con una expresión de disgusto, no pudo evitar comentar:

—Viene como un cerdo.

Kuro, con la boca llena, se limitó a sonreír antes de responder:

—Es que tu comida es deliciosa. Además, mi madre dice que debo comer bien si quiero crecer grande y fuerte.

Kaishin suspir, apoyando un codo sobre la mesa.

—Sí, pero al menos aprende a controlarte, niño.

Kuro rió con despreocupación y, tras tragar otro bocado, preguntó con curiosidad:

—Por cierto, Kaishin, ¿dónde está Tsume?

—Ya debe estar llegando —respondió Kaishin sin darle demasiada importancia—. Hoy tenía turno hasta tarde en el centro médico del pueblo.

—Ah, con razón —dijo Kuro, asintiendo. Luego, con un brillo de interés en los ojos, recordó algo—. Oye, antes de que se me olvide, ¿te otorgaron la beca que me mencionaste el otro día?

Kaishin esbozó una leve sonrisa.

—Así es. Estás frente a un nuevo estudiante de la Academia Militar Arkanum.

Los ojos de Kuro se abrieron con asombro.

—¡Eso es impresionante! Hasta donde sé, es una de las academias militares más importantes que existen, ¿cierto?

—Así es —confirmó Kaishin con orgullo.

Kuro apoyó los codos sobre la mesa y molestando.

—Vaya, eres increíble. Aunque bueno, no me sorprende. Después de todo, eres uno de los pocos en este pueblo que posee un Reiken. Me gustaría algún día ir a esa academia también.

Kaishin se cruzó de brazos y lo miró con una mezcla de diversión y escepticismo.

—Con esfuerzo y dedicación, puede que logres…

Por un momento, la esperanza brilló en los ojos de Kuro, pero las siguientes palabras de Kaishin lo hicieron fruncir el ceño.

—Aunque, siendo realistas, si no tienes un elemento, dudo que te admitan.

El entusiasmo de Kuro se esfumó en un instante.

—¡Eso fue cruel! —protestó, mirándolo con indignación—. ¿Y qué pasó con aquello de "nunca rendirse"?

—Tampoco mares tan ambicioso, niño. A veces no hay que apuntar tan alto —respondió Kaishin con indiferencia.

Kuro apretó los dientes, visiblemente irritado por su comentario.

—Ah, ¿sí? Entonces, ¿qué tal si apunto a lo que está a mi alcance?

Señaló descaradamente el trozo de pollo que aún quedaba en el plato de Kaishin.

Kaishin entrecerró los ojos.

—No te atreverías…

—¿A qué sí?

Sin previo aviso, Kuro se lanzó hacia el plato de Kaishin con una velocidad sorprendente. Sin embargo, Kaishin reaccionó en el último segundo, apartando su comida justo a tiempo.

—Aún te falta nivel para superarme en velocidad, mocoso.

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Pero Kuro no se rindió. En un movimiento ágil, se impulsó hacia atrás con los pies, golpeó la mesa con un giro rápido y, con precisión milimétrica, logró hacer que el pedazo de pollo cayera directamente en su boca.

Kaishin quedó congelado por un instante, impresionado por la destreza del niño. Sin embargo, la sorpresa se desvaneció en segundos, dando paso a una ira desbordante.

—¡¿Cómo te atreves, mocoso?! —rugió, poniéndose de pie.

El aire en la habitación parecía volverse más denso cuando una extraña energía comenzó a emanar de Kaishin. En un parpadeo, una corriente de agua giró a su alrededor y se concentró en su mano, formando un chorro potente que ondulaba con furia.

Kuro tragó saliva, aún masticando el último bocado.

—E-Espera… No es para tanto, ¿verdad?

Pero Kaishin no respondió. En sus ojos brillaba una amenaza clara: Kuro estaba a punto de pagar muy caro su atrevimiento.

Al mismo tiempo que la escena caótica se desarrollaba dentro de la casa, alguien más se acercaba a la puerta, murmurando con evidente agotamiento:

—Qué día... Espero que mañana no me den más trabajo del que ya tengo…

El joven suspir profundamente y abri la puerta, pero antes de poder dar un paso adentro, sus ojos se abrieron de par en par al ver un potente chorro de agua dirigiéndose hacia él a gran velocidad.

—¡¿Pero qué demo…?!

Por instinto, alzó los brazos y logró bloquear parte del impacto, aunque la fuerza del agua lo empujó varios pasos hacia atrás. Sacudiéndose el exceso de agua de la ropa, frunció el ceño y entró rápidamente en la casa, siguiendo el rastro de la energía.

—¡Kaishin, qué demonios están pasando aquí! —exclamó con irritación.

Lo que encontré al llegar a la sala lo dejó sin palabras.

Kaishin estaba sobre Kuro, sujetándolo con fuerza en una llave de estrangulamiento con su antebrazo alrededor del cuello, mientras el niño pataleaba inútilmente en el suelo.

—¡Ahora pide disculpas! —exigió Kaishin con una mirada severa.

—¡No lo haré! —respondió Kuro con voz ahogada, pero desafiante.

—¡Que te disculpes, mocoso! —insistió Kaishin, apretando un poco más el agarre.

—¡Ni muerto! —soltó Kuro, esforzándose por liberarse.

Antes de que la discusión escalara aún más, una voz grave y autoritaria resonó en la habitación:

—¡Oigan ustedes dos, ¿qué carajos creen que están haciendo?!

Ambos se detuvieron en seco y giraron la cabeza al mismo tiempo hacia el recién llegado.

—¡Tsume! —dijeron al unísono.

Tsume, con los brazos cruzados y la ropa aún húmeda, los miró con expresión de fastidio.

Kaishin y Kuro se quedaron inmóviles por un instante. Finalmente, Kaishin suspir, solt a Kuro y se puso de pie.

Kuro, por su parte, rodó por el suelo, llevándose las manos al cuello y respirando con dificultad.

—¡Casi me matas, idiota! —protestó, tosiendo.

Kaishin lo miró de reojo y chasqueó la lengua.

—Te lo buscaste, mocoso.

Tsume frunció el ceño y habló con un tono seco y autoritario:

—Alguien puede explicarme por qué casi me revientan con un ataque de agua nada más entrar por la puerta?

Kuro no dudó ni un segundo en señalar a Kaishin.

—¡Fue su culpa!

—¡No fue mi culpa, fue la tuya! —replicó Kaishin de inmediato, cruzándose de brazos.

La paciencia de Tsume llegó a su límite.

—¡Silencio! —ordenó con un tono firme, haciendo que ambos se callaran de inmediato—. Ahora, quiero que los dos me digan exactamente qué pasó.

Kaishin y Kuro intercambiaron miradas y, a regañadientes, empezaron a contar su versión de los hechos.

Unos minutos después, Tsume masajeó sus sienes con evidente frustración.

—Déjenme ver si entendí… —dijo lentamente, con una mirada afilada—. ¿Casi destruyen la casa… por un pedazo de pollo?

Un silencio incómodo llenó la habitación.

Kaishin carraspeó y desvió la mirada, mientras Kuro intentaba contener una sonrisa culpable.

Tsume suspir profundamente y se pas una mano por el rostro.

—Ustedes dos me van a matar algún día… —murmuró, exasperado—. Y Kaishin, más te vale limpiar este desastre antes de que nos echen de la casa.

Kaishin chasqueó la lengua, pero no encontró argumentos para defenderse.

Mientras tanto, Kuro, aún tumbado en el suelo, sensación de satisfacción.

—Al menos valió la pena…

Tsume, que ya se disponía a marcharse, se detuvo y lo miró con curiosidad.

—Por cierto, Kuro… ¿qué haces aquí?

Kuro se rascó la nuca con una expresión incómoda, evitando la mirada de Tsume. Sabía que esa noche iba a ser aún más larga de lo que ya había sido.

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