"Vel’tar morion’ha, thar’eloth nai’seiren," he heard a male voice say, one that sounded familiar.

"Relan’dar tri’harneth ul’darai," added a female voice, also familiar.

He could hear all sorts of sounds—voices that seemed to speak in an unknown language and a strange noise resembling flames consuming something. That was the closest he could identify, though he wasn’t entirely sure what it was.

Then, more voices began to emerge, also in that strange language. Unlike the first ones, these sounded distant and unfamiliar.

The sound of what seemed to be flames grew louder.

The familiar voices turned more frantic and desperate.

Why all this noise?

What’s happening? he wondered, irritated.

The small reincarnated baby was annoyed at being woken from his nap. Although he’d barely realized he’d been sleeping, his grumpiness was obvious.

He opened his eyes, and the first thing he saw, just a few meters ahead, was a house engulfed in flames.

What’s happening?!

Where am I?!

He screamed internally, frozen by the sight before his eyes.

He was lost. He had no idea how he’d ended up in this situation. Everything felt confusing—though, to some extent, his bewilderment was due to the lingering fog of sleep.

Oh… now I remember. I… really reincarnated.

He had forgotten that he was a baby and that those people were his parents. For a moment, he had thought it had all been a dream. And though he was relieved it wasn’t, the current situation threw him back into uncertainty.

Why is our house on fire?!

It wasn’t a luxurious or particularly special house, but it was where they lived.

We lived there… right?

He began to doubt whether they had really lived in that terrible house. He started thinking it might have just been a temporary place. He didn’t believe his parents would burn their home down just like that, but deep down, he wasn’t sure. After all, he didn’t fully know them yet. Lacking clear answers, he decided it was best not to dwell on things that might not be true.

The only certainty at that moment was that the house was burning, and he didn’t know why.

The first thing he did was try to calm down, think, and observe what little his tiny eyes could take in. His mother was behind him, but also, curiously, in front of him. She seemed to want to run, but it was clear at a glance how much effort it took her to move. In fact, she wasn’t running; she was barely walking fast. Her body simply couldn’t handle it.

It was understandable—she had given birth very recently, and even walking surely caused her a lot of pain.

If his mother was there, then he must have been carried by his father. No doubt about it. He could feel his father holding him close to his shoulder, his face turned backward, which was why he could see his mother following them.

They were running. Little by little, they were moving farther and farther away from the burning house.

¿Por qué corremos?, se preguntó. Siento que tienen prisa... Parece que estamos huyendo de algo. Debo haberme perdido algo importante mientras dormía.

Con esos pensamientos en mente, miró a su alrededor en busca de alguna pista. Se dio cuenta de que, sin importar hacia dónde dirigiera su mirada, todo estaba cubierto de árboles. También había plantas, arbustos y una vegetación interminable.

Lo único que rompía el predominio verde del bosque era la luz del sol filtrándose entre las ramas y las hojas. A pesar de eso, el lugar seguía bastante oscuro. Sin esos diminutos destellos, nadie se habría dado cuenta de que era de día afuera.

Nunca imaginé que esa casa estaba en un bosque. Este bosque es tan…

De repente, sus pensamientos fueron interrumpidos por gritos de dolor.

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—¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! —oyó desde delante.

Los gritos provenían de su madre, que había tropezado y caído.

Tan pronto como su padre escuchó esto, se giró bruscamente y corrió hacia ella.

Su madre estaba en el suelo, arrodillada y gimiendo de dolor. Los dos comenzaron a hablar, pero el bebé no entendía ni una sola palabra de lo que decían.

Quería ayudar de alguna manera, pero en ese cuerpo no podía hacer nada. Ni siquiera podía comunicarse con ellos.

¡Oye! Mamá está perdiendo mucha sangre por las piernas, pensó, al notar que parte de su ropa estaba manchada de rojo.

Por un momento, se sintió aliviado, pensando que tal vez se tratara de sangre vieja, tal vez de cuando él nació. Podría haberse empapado en su ropa en ese entonces. Sin embargo, su ansiedad aumentó cuando notó que su padre también se había dado cuenta. Eso confirmó que no era sangre vieja, era algo reciente.

La expresión de su padre era una mezcla de emociones, difícil de interpretar. No estaba seguro de qué estaba pensando exactamente, pero estaba claro que sentía tristeza y preocupación al mismo tiempo.

Mientras tanto, el rostro de su madre reflejaba agonía. Verla así lo destrozaba. No quería perder a una madre otra vez. No otra vez.

¡Esto no me puede volver a pasar! ¡

No quiero que ella muera! ¡

Quiero tener una familia, disfrutar la vida con ellos y vivir todo lo que no pude vivir cuando era Ezequiel!

De repente, la expresión de la mujer cambió drásticamente. Sus ojos ardían de furia, como si estuviera dispuesta a matar a alguien.

—¡Ihn ta'shyan! —gritó su madre, empujando bruscamente a su padre hacia atrás.

Ella se colocó sobre él, con el bebé ahora tendido entre los dos.

Intercambiaron una serie de palabras que él no pudo entender. Entonces, la bella mujer de cabello blanco se levantó de repente y, con una determinación feroz, continuó corriendo junto a su esposo.

¡¿Qué fue eso?! ¡

¿Qué acaba de pasar?!

¡No entiendo nada! ¡Tengo miedo!

Sintió como si su pequeño cuerpo estuviera siendo aplastado. Sus pensamientos corrían aterrorizados, sus ojos abiertos y llorosos al ver algo a lo lejos.

A través de la oscuridad, algo brillante se asomó. En realidad, lo único visible era una pequeña punta brillante, pero inmediatamente le llamó la atención.

No sabía exactamente qué era, pero una voz en su interior le advertía del peligro. Quería avisar a sus padres, pero ¿cómo podía hacerlo? No tenía forma de comunicarse con ellos. Y en ese momento, tanto su padre como su madre caminaban uno al lado del otro.

Su padre había dejado de correr para permanecer junto a su madre, y ahora ambos se movían rápidamente a pie.

De repente, el objeto brillante salió disparado desde la distancia.

¡Es una flecha! ¡Es una flecha!

Gritó internamente, viendo como la flecha se dirigía hacia ellos.

Aunque no podía ver claramente cómo, su madre logró esquivarlo de alguna manera.

No podía entender cómo había logrado esquivarlo mientras miraba hacia otro lado, pero se sentía aliviado y feliz de que no le hubiera pasado nada.

No estaba seguro de si era una flecha, pero definitivamente era un proyectil, o algo parecido.

¡Tengo miedo!

¡Tenemos que salir de aquí rápido!

En cuanto pensó en eso, notó, aunque de forma vaga, que su madre se mordía el labio. Parecía estar sufriendo de todas las maneras imaginables. Hasta sus ojos parecían estar a punto de desbordarse de lágrimas.

Quería tocarle la cara y agradecerle todo lo que estaba haciendo. Quería expresarle su gratitud y consolarla, pero no podía hacer nada. Nada de lo que hacía le llegaba ni le hacía entender. Esto le llenaba de un profundo dolor en el pecho.

Su madre se esforzaba mucho y él deseaba desesperadamente poder hacerle saber lo agradecido que estaba. Estaba a punto de estallar en lágrimas, tanto por el miedo como por ser testigo de la valentía de su madre. Sin embargo, no quería llorar y sumarse a las preocupaciones que ya tenía.

-CONTINUARÁ-