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Lamar 1.1

Lo que para algunos era un lugar donde dormir, para Lamar era un sitio donde estaba sintiendo los nervios a flor de piel. Sus latidos palpitaban en sus oídos acompasados con el subir y bajar de su pecho. Su respiración era rápida, nerviosa y silenciosa. En sus manos también podía sentir su propio latido, asustado de que igual lo escucharan y lo descubrieran. A su alrededor todo estaba en silencio, lo único que podía oír era el abrumador ruido de su corazón y los pasos y voces agitados del exterior.

- ¡Busquen por todas partes! No dejen ni una sola puerta por abrir ni una sola sombra por inspeccionar.

La voz se alejó y consigo el resto de pasos que se alejaban progresivamente por el pasillo. El armario donde se había escondido era grande y amplio, pero estaba lleno de gabardinas y capas: tan pronto vinieran a recogerlas, sería descubierto. Tenía que salir de su escondite tan pronto como pudiera y salir de aquel lugar. Arrimó su oreja a la puertecita y escuchó atentamente: ya no se oían ni pasos ni voces: ahora o nunca. Aferró su mano alrededor de la empuñadura de su espada, preparado para atacar ante cualquier peligro inminente. No iba a mentir, aquella situación le causaba una gran sensación de molestia.

Entreabrió la puerta y observó detenidamente las salidas, asegurándose de que aquel lugar estuviera desierto. Lentamente, deslizó un pie fuera del ropero y a continuación el otro, con el máximo cuidado de no hacer ruido. Cerró la puerta tras de sí y salió corriendo de manera silenciosa en dirección derecha del pasillo donde se encontraba, recordando una de las muchas rutas de escape que había preparado con antelación. Sus pasos se sucedían sigilosamente, pisando la mullida alfombra roja que cubría la mayor parte del suelo del edificio. Los pasillos y salas estaban decorados con cuadros y esculturas de alto valor, mostrando el gran poder adquisitivo y social que poseían las personas que se reunían en aquel lugar. Aquel edificio era un laberinto para aquellos que no lo conocieran a causa de la ausencia de ventanas en la mayor parte de estancias y corredores.

No había podido descubrir qué ocurría ahí, pero Lamar había tenido el tiempo suficiente para confirmar que los negocios llevados a cabo en aquel lugar no eran ordinarios. Siguió avanzando por el laberinto de pasillos del edificio. Todas las luces estaban encendidas y se escuchaba el ir y venir de los guardias. De pronto, su nuca se crispó ante un mal presentimiento. Había pasos detrás de sí que se acercaban velozmente. Sin pensarlo, Lamar abrió la puerta que tenía más cerca y se encerró en aquella habitación. Poco después escuchó los pasos de tres personas, de masa corporal media para un hombre adulto.

- ¿Klengel, qué haces ahí parado? - Lamar tragó saliva. Una gota de sudor bajó por su frente lentamente. En la penumbra, vio a una mujer que le hacía un gesto cómplice para que se acercara.

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- Me pareció ver esa puerta abrirse… - el sonido de los pasos se acercó, muy al mal pesar de la persona que se escondía dentro.

- Oye, pero este pasillo ya fue inspeccionado. No podemos …! - el compañero con el que estaba hablando abrió la puerta de un portazo y entró en la estancia. Se trataba de una habitación amueblada sencillamente y una cama con un dosel donde había una mujer recostada con un hombre con la cara en un lugar un poco íntimo.

- Hay un intruso y venimos a inspec…- el segundo guardia iba continuar cuando escuchó el gemido de la mujer que había dentro. Echó fuera al primer guardia y cerró la puerta con la cara y las orejas encendidas.

Los pasos se alejaron por el pasillo y Lamar y la mujer de aquella habitación se separaron, bruscamente. Él se pasó una mano por el cabello y respiró dificultosamente, tratando recuperar el aliento después de tanta tensión. Desvió la mirada hacia la mujer que había en la cama con los pechos descubiertos y su bata caída sobre sus hombros. Ella trató de ver su rostro, pero todo estaba oscuro para apreciar la cara de él, envuelta en las sombras. Pasó una de sus manos por encima de sus clavículas detenidamente:

- ¿Solo se va a quedar en esto? - lanzó una mirada fogosa aunque él la ignoraba. Avanzó por la cama a cuatro patas y en aquella penumbra le dirigió una sonrisa. Susurrando, dijo: - Soy capaz de muchas cosas.

Lamar levantó una ceja mientras soltaba una frívola carcajada.

- Siento decirle que no estoy interesado.

- Pero es lo mínimo que puedes hacer para devolverme el favor… Te he salvado la vida con mi actuación. Pero te diré algo… sin actuar es mucho mejor - ella no lo vio, pero él hizo un mohín al verla relamerse los labios.

- No te pedí ayuda, no hay favor que devolver - se acercó al pomo de la puerta, pero ella lo detuvo.

- Pero tampoco rechazaste la que te ofrecí - se había levantado y lo había empezado a abrazar por detrás. Sintió como trataba de camelarlo frotando sus pechos tras su espalda. Un escalofrío lo recorrió: aquello era horroroso y repulsivo. - Por lo menos déjame ver tu rostro antes de marcharte o dame un nombre - ella siguió invadiendo el espacio personal de Lamar - Quizás me puedas devolver el favor más adelante - con sus dedos recorría los fibrosos brazos de él - Ya…

Lamar la empujó hacia atrás y la dejó inconsciente antes de salir de aquella estancia y de aquel maldito edificio. Nada más llegar de vuelta se daría un maldito baño.

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