Una chica de baja estatura, con cabello largo, desarreglado y negro, con un abrigo café que le llega hasta los tobillos junto a unos jeans azules y una camiseta roja. Además, su piel es morena clara, sus ojos amarillos corriendo entre los pasillos de una escuela repleta de estudiantes.
—404a, 404a, 404a —repetía la estudiante mientras corría.
Esta intenta subir por las escaleras en U, pero se termina chocando con unas personas jugando cartas.
—Perdónenme— se lo decía a los estudiantes con los que se tropezó mientras seguía corriendo.
—Ten más cuidado —se lo advertían a la estudiante.
Mientras seguía corriendo, se encontró con varios estudiantes tapando el pasillo; entonces dio un salto muy grande para superar a la multitud.
—¿Qué es eso…? —lo dijo un estudiante antes de que la estudiante le pisara la cara para lograr cruzar al otro lado —eso me dolió mucho.
Siguió corriendo hasta que logró llegar a un salón.
—¡Lo logré! —gritaba la estudiante.
—Tú no eres de aquí, te equivocaste, otra vez —explicaba la profesora adentro del salón con una cara aparentemente molesta.
—¿Cómo me equivoque? —lo decía la estudiante confundida.
—Este es el 202a, el 404a está más arriba —diciéndole a la estudiante con molestia.
—¿Y cómo sabe que voy para el 404a?
—¿Por qué tú casi todos los días te equivocas de piso? —diciéndole a la estudiante muy enojada.
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—Ja, sí es cierto —diciendo la estudiante, rascándose la nuca por la vergüenza —espera, ósea, que llegue tarde.
La profesora asienta con la cabeza.
—¿Y tendré que esperar afuera hasta el cambio de hora?
La profesora asiente otra vez con la cabeza.
—Bueno, ya me voy, perdón por gastar de su tiempo. Se va la estudiante del salón de la profesora y se sienta en las escaleras en las que se había chocado con los estudiantes jugando cartas.
Mientras pasa el tiempo se queda dormida, pero un sonido de pronto la despierta.
—¡¿Qué fue eso?! —gritando sorprendida la estudiante.
La estudiante mira cómo un cofre con los bordes negros y el resto totalmente blanco también estaba demasiado polvoriento y malgastado. Este se arrastra adelante de ella en el pasillo de enfrente muy lento, causando un ruido molesto.
—¿Con qué era eso? —diciendo la estudiante.
De pronto el cofre agarra más velocidad; por esto el estudiante empieza a perseguirlo a través de los pasillos de la escuela. En un momento la estudiante salta y lo atrapa; después de esto se levanta y empieza a analizar el cofre.
—Me pregunto con qué te movías si no tienes ni un hilo, ni algo para que te muevas —dijo la estudiante revisando por todas partes el cofre para encontrar un hilo o lo que sea que lo estuviera jalando el cofre.
De pronto el cofre se empieza a agitar; por esto la estudiante lo coge muy fuerte, pero de pronto un aura empieza a salir. Por esto la estudiante lo suelta, pero una voz empieza a salir del cofre.
—¿Qué crees que estás haciendo? —decía la voz con un tono aterrador.
La estudiante quedó petrificada del miedo. El cofre no solamente estaba hablando, sino que éste no tenía nada de peso y lo más extraño de todo es que sentía como si algo de su interior se le fuera arrancado en ese momento. —Señor Diablo, si le soy sincera, ni yo misma sé —respondió la estudiante temerosa por su pregunta.
El cofre se quedó estático en un momento, pero este empezó a agitarse aún más hasta que salió el brazo de un espíritu de color rojo.
—Muy bien, dime tu nombre, que eso decidirá si estarás viva o no —dijo el espíritu.
—Mi nombre es Revolver— le contesta la estudiante, alejándose con unos pocos pasos del espíritu.
—Hoy es mi día de suerte; lo que va a pasar será esto: te dejaré noqueada y seguramente en unos minutos lo olvidarás; por cierto, qué nombre más estúpido —dijo el fantasma en un tono bastante decidido, chasqueando los dedos con felicidad.
—Espera ¿qué? —diciendo revolver antes de caer noqueada al piso por un golpe del espíritu.