Era la media noche y la tormenta eléctrica que empezaba a caer sobre la ciudad de Areguá, una ciudad muy tranquila que estaba ubicado en un país llamado Paraguay a principios de febrero del año de 1990, un joven médico de unos 35 años de edad salía corriendo del área de urgencias del hospital regional de la ciudad de dicha ciudad, seguido de una hermosa mujer de unos 32 años que agarraba con todas sus fuerzas unas frágiles telas que envolvían algo y tenían forma de un pequeño ovalado.
Detrás de ellos salía un jefe del área de urgencias gritando a viva voz - “¡Doctor Luis Palmerola, se lo advierto una última vez regresé al hospital! Como profesional usted sabe bien que se hizo todo lo posible, no puede simplemente agarrar unos equipos médicos y largarse!” -; al ver que su advertencia no hizo ningún efecto tanto el jefe del área de urgencias como los guardias que fueron tras ellos.
El Doctor Luis Palmerola y la mujer que lo acompañaba seguían corriendo a todo dar hacia su vehículo que yacía estacionado unos metros más adelante. Al llegar a su viejo vehículo que era un viejo Jeep CJ-7 de color gris con varios parches de óxido además de un techo de tela, al subirse al medio de transporte el doctor Luis Palmerola de reojo y con una mano destapo la frágil tela para ver la imagen de un bebé de casi 3 meses de edad y a la mujer que lo acompañaba que lo sostenía con todas sus fuerzas y una delicadeza que solo una madre podría tener cuando se trata de proteger a su hijo.
El doctor a penas tuvo tiempo de reaccionar cuando uno de los guardias se abalanzó sobre una de las puertas tratando de forzar su entrada, al ver que el guardia se subía por la barandilla del Jeep para forzar su entrada por el techo de tela, el médico coloco las llaves en el interruptor de arranque para encender el viejo Jeep que se negaba a arrancar, el doctor hizo otro intento mientras bombeaba el embrague y el motor del viejo Jeep cobro vida.
Sin pensarlo dos veces acelero a toda potencia, lo que hizo el Jeep derrape mientras avanzaba en el lodazal del estacionamiento y a consecuencia de ello el guardia que yacía colgado perdió el deficiente agarre que tenía sobre el viejo Jeep, lo que hace que caiga del viejo auto y se escucha un *splat* seguido de un *crack* de la pierna que fue aplastada por la rueda de la vieja camioneta, el guardia grita a todo pulmón mientras el otro guardia y el jefe de área de urgencias corren para asistirlo.
Ya alejándose del hospital, el doctor cambiaba la frecuencia de radio de su walkie-talkie que tenía que estar instalado en cada vehículo que era usado por todo el personal médico, policial y militar que trabajaban exclusivamente para el estado de dicho país, en aquella transmisión se escuchaba una orden de arresto proveniente del canal de la policía nacional.
La mujer que estaba alado de él estaba asustada y estresada por la situación que estaba pasando, reunió todas sus fuerzas y tratando de no quebrarse pregunto - “¿Luis... era necesario traicionar a tu amigo?” -;
A lo que el doctor replico - “Preocúpate en agarrar fuerte a nuestro hijo, Lucia” -; seguido de eso, el doctor empezó a acelerar lo más que pudo su viejo Jeep en las viejas calles llenas de barro empezaban a llenarse cada vez más de agua debido a las intensas lluvias que no hacía más que empezar y hacer que su viaje sea muy abrupto y peligroso debido a la velocidad que se conducía el viejo Jeep, al cruzar la intersección de una avenida, la mujer sintió un giro brusco hacia la derecha y a duras penas logro gritar - “¡CUIDADO!” -; para luego sentir un fuerte estruendo del Jeep impactando contra el costado de otra camioneta todoterreno perteneciente a la policía nacional.
Al percatarse que solo fueron unas abolladuras el doctor Palmerola, volvió a hacer un cambio de marcha para seguir acelerando tarea imposible porque el agua empezaba a llenar la avenida para convertirse en un raudal de agua cada vez más peligroso, a la vez que escuchaba el sonido de la patrulla que los perseguían a todo dar, el Jeep al cruzar otra intersección peligrosa gira a la izquierda y empieza a acelerar con todo, al estar en una posición incómoda la cabina empieza a llenarse de agua debido al raudal a duras penas lograron salir antes de que la corriente les termine arrastrando, el doctor Palmerola ponía las manos en el espejo retrovisor, solo para ver como la camioneta de la policía era arrastrada por la corriente hacia el lago que yacía calles más abajo, en la radio se escuchaban el pedido de auxilio de los ocupantes de la patrulla, pero solo se escuchó un silencio por unos segundos seguido de la negativa de algunas unidades cercanas debido a que las calles empezaban a ser cada vez más intransitables debido a los raudales que llenaban las viejas calles de barro como si fueran las venas más peligrosas de algún río de la selva del Amazonas, sumado a los pozos y baches enormes de las calles por falta de interés en la reparación de la intendencia de la zona de dicho país.
Cerca de llegar a su destino, el tablero del Jeep empezaba a marcar errores de sobrecalentamiento del motor y lecturas de falta de presión de aceite, debido a los malos tratos que recibió por cruzar el raudal, aun así el doctor Palmerola seguía sobre esforzando el motor viejo motor acelerando lo más que podía, la mujer llamada Lucia con todas sus fuerzas agarro a su bebé y con su otra mano se sujetó bien en su asiento, antes de que el viejo Jeep vuelva a impactar, esta vez de frente contra un viejo portón metálico, lo que conllevo a que en el motor empiece a salir humo blanco debido al sobrecalentamiento y el jeep avance sin control hacia adelante hasta que se detuvo bruscamente al chocar contra la estatua de un Ángel que adornaba un viejo jardín de un gran castillo coqueto, pero despintado, los residentes del esa ciudad conocían a ese viejo castillo como el Castillo Palmerola, una reliquia de principios del siglo XX que fue construido después de una de las guerras más sangrientas que el continente suramericano habría conocido.
El fuerte impacto fue escuchado por las hermanas dominicanas que vivían en una de las alas del castillo, y al salir hasta el pórtico del castillo vieron un viejo jeep que sacaba mucho humo y había destrozado parte de la base de la estatua del Ángel, las hermanas dominicanas corrieron en ayuda al ver que los dos ocupantes del vehículo a duras penas salían de allí, al percatarse de que era el doctor Luis Palmerola uno de los ex-dueños del castillo y gran amigo de las hermanas porque les donaba parte de su sueldo y ayudaba a atender gratuitamente a los huérfanos que vivían en una casa más alejada del castillo.
Las hermanas dominicanas ayudaron a entrar a los heridos a la sala principal, pero el doctor ignorando sus heridas rápidamente se levantó para revisar las heridas de su esposa y los signos vitales de su hijo, una de las hermanas que traía un pequeño botiquín de primeros auxilios, pregunto - “Esto es todo lo que tenemos doctor, pero le sugiero que vayan al hospital regional que está a unas cuantas calles de acá” -;
El doctor Luis Palmerola pensó unos segundos y sin miedo espeto - “Hermana Felicia... todavía tienen ese enorme libro que herede de ese monstruo al que nunca lo reconocí como mi padre” -;
Todas las hermanas dominicanas guardaron silencio por un momento, hasta que la hermana Felicia respondió - “Doctor... ese libro está maldito... tratamos de destruirlo de diferentes maneras, inclusive lo guardamos adentro de un tanque lleno de agua bendita y sigue intacto como si el agua no lo afectara” -;
Lucia, que seguía abrazando a su bebé, asustada-mente pregunto - “¿Luis, qué carajos quieres hacer?” -;
El Doctor Luis, ignorando la pregunta de su esposa Lucia, les pide a las hermanas dominicanas que salgan de la sala un momento para hablar en privado con su mujer, a lo dudosamente todas ellas acceden, estando ya solos el doctor le responde a su esposa y le dice - “Lucia... sabes que como profesional médico agotaría todas mis opciones para salvarle la vida a otra persona, y como esa persona es mi hijo daría hasta mi vida con tal de evitar verlo morir” -;
Lucia, que seguía abrazando a su bebé, siente como su pareja la abraza y le susurra suavemente al oído - “Lucia... sabes que yo nunca tuve un padre en mi vida, hasta que mi madre que era una de las ex-dueñas de este gran castillo, me comento de su existencia y en su lecho de muerte me comento quien era...” -;
La mujer con una mirada vacía veía los débiles temblores del cuerpo de su bebé a causa de una gran fiebre, le estaba costando su pequeña existencia debido a las limitaciones de la época para tratar las enfermedades en los niños, la probabilidad de que un niño menor de 5 años para abajo fallezca por alguna enfermedad rondaba entre el 47%, debido principalmente a la falta de insumos médicos en la mayoría de los hospitales para poder tratar cualquier emergencia en los niños.
El doctor Luis rompiendo el abrazo vuelve, le toma la temperatura y el pulso al bebé que yacía en los brazos de su madre cuando ve que empieza a sacar espuma por la boca, la madre al ver esto empieza a gritar y llorar al ver que ya no había nada más que hacer, el hombre al escuchar la impotencia de la madre corre rápidamente a uno de los bolsos médicos que se tenía guardado en uno de los muebles, y saca una jeringa, cuando se acerca nuevamente hacia la madre y el bebé. El doctor Luis susurra - “Lo siento Lucia...” -; Para luego inyectarle un sedante a la mujer.
Lucia rápidamente se sacude del doctor y grita - “¡Que hiciste!” -;
A lo que el Doctor le replica - “Lo necesario, para mantenerte a salvo y evitar que cometas una imprudencia como yo” -;
La madre, que intentaba mantenerse consciente mientras abrazaba con todas sus fuerzas a su bebé que estaba en shock, solo ve el destello de un trueno por una de las ventanas cuando se cae de espaldas sobre la alfombra de la sala.
El Doctor Luis se acerca para revisar si su pareja se hizo una herida al quedarse inconsciente, luego de revisarla y ver que no tenía nada, agarra a su hijo en brazos que seguía sacando espuma de su pequeña boca, para luego dirigirse a la salida de la sala.
La hermana Felicia, que traía lo que el joven doctor le pidió, abre la puerta solo para encontrarse con el médico que tenía en sus brazos a su bebé de 3 meses agonizando, luego nota la figura de la esposa que yacía tendida en el piso, dice - “Espero doctor, que no sigas los pasos de su padre” -;
El doctor Luis replica tajantemente - “Por dios no, hermana Felicia... mi trabajo es salvar vidas, no extinguirlas como lo hacía ese monstruo al que dices que es mi padre” -;
This content has been misappropriated from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.
La hermana Felicia le responde - “Claro disculpa, Doctor Luis, si necesita un lugar privado puede usar el sótano del castillo, sígame” -;
El doctor Luis sigue a la hermana por una zona donde no había electricidad, guiándose por las luces de un candelabro que sacaba un humo negro de las velas blancas, llegan a una zona donde había una escalera en forma de caracol, que daba tanto al sótano como el tejado del Castillo, ambos bajan hacia abajo.
El médico que hacía RPC cada cierto tiempo a su bebé para que su corazón no dejara de latir, entra al sótano, mientras que la hermana Felicia prende las velas de las paredes para luego proceder a poner el libro en medio de la mesa.
La hermana Felicia, que seguía sujetando el candelabro, le dice - “Puedo ayudarlo con su hijo si necesita, mientras trata de abrir y leer ese libro” -;
A lo que el Doctor le responde - “No es necesario hermana Felicia, necesito que cuides de Lucia mientras yo trato de salvar a mi hijo” -;
La hermana Felicia asiente con su cabeza y sale del sótano, Ya estando solo el Doctor Luis exhala mientras trata de contener sus lágrimas al sentir que los latidos de su hijo se están apagando a la vez que sé su cuerpo empieza a ponerse poco a poco más azulado.
En su desesperación abre su navaja suiza que tenía en su bolsillo y se corta la mano, para posteriormente abrir el libro y derramar su sangre en medio de las hojas, la puerta del sótano se abre al instante, lo que hace que se apaguen casi todas las velas excepto las que estaban alrededor del libro.
Una voz espectral y erizarte se escucha en todas las direcciones del sótano
< “Acaso tu padre no te enseño... que debías ser más cuidado con las cosas que haces”>
A lo que el doctor Luis Palmerola responde - “Yo no tengo padre... sea lo que seas muéstrate” -;
< “¿No tienes padre? Pero aun así sigues sus pasos, *SE RÍE* humano no estás en posición de decirme que hacer y que no hacer ni siquiera tienes un círculo de protección como para protegerte” >
El humano le replica - “Yo no seguí los pasos de mi padre, yo me dedico a salvar las vidas de las personas, a diferencia de él... yo trato de hacer un mundo mejor” -;
< “Ja, ja, ja, un mundo mejor... típico de los humanos, sin embargo...” >
Se revela de entre la oscuridad la figura de un cadáver humanoide con la cabeza en forma de un cráneo de vaca mezclado con un canino y ojos amarillos, que gotea una sangre espesa tendiendo a un rojo carmesí oscuro, al quedar enfrente del humano y su hijo, pone ambos brazos en la mesa y mira fijamente al médico. Y una voz macabra retumba en la habitación otra vez < “No eres el primero en querer usar el poder este libro, pero si el más estúpido en abrirlo, marcharlo con tu asquerosa sangre y para tu mala fortuna ni siquiera estás usando un círculo de protección, sabes que esa cosa moribunda no sería un sacrificio digno para el Episteme” >
El doctor Luis mira a los ojos de la abominación que tenía enfrente y espeta - “Esa cosa no es un sacrificio, es mi hijo y estoy tratando de salvarlo” -;
<“¿Salvarlo?, ¡Ja! No digas incoherencias humanas... sabes que esa cosa a la que llamas hijo esta condenado a morir”>
El doctor Luis le replica - “No te pedí tu opinión, sé bien lo que eres y de lo que eres capaz” -;
< “Tu arrogancia de querer hacer lo correcto me irrita bastante, humano” >
El doctor Luis le contesta - “Como te dije, no me interesa tu opinión, solo necesito tu ayuda” -; mientras vuelve a agarrar a su hijo en brazos para realizarle pequeños rcp, para evitar que su hijo se muera.
La figura monstruosa, furiosa de un golpe seco, parte la mesa en dos y la aparta a un lado para acercarse al médico que lo ignoraba por estar desesperado en tratar de salvar la vida a su pequeño hijo.
El doctor Luis sin miedo y mirándole a los ojos a la figura monstruosa vuelve a decir - “¿Vas a ayudarme, o solo viniste a estorbarme?” -;
El monstruo con una voz fría y de ultratumba contesta < “¿Y qué me ofreces, a cambio humano?” >
El doctor Luis, mirando la pálida cara azul de su hijo, contesta - “Todo... con tal de que mi hijo pueda seguir viviendo sin miedo a poder morir” -;
Se escucha una risa de ultratumba por toda la habitación, seguido de la voz del demonio que dice < “Con el libro del Episteme, podríamos arreglar este problema...” >
El monstruo, con sus garras huesudas y llenas de una sangre necrótica, agarra ambos hombros del joven médico, lo que hace que se forme un glifo mágico en forma de pentagrama por donde estaban parados y se empiece a liberar una gran energía oscura a todo su alrededor.
Una voz femenina gritando por la entrada del sótano dice - “¡DOCTOR LUIS ALÉJESE DE ESA COSA!” -;
El doctor Luis gira su cabeza para ver a la figura de la hermana dominicana, seguidamente escucha una voz espectral llena de rabia proveniente del monstruo que tenía enfrente que decía < “¡ESTÚPIDO NAZI!” >
Al girar su cabeza hacia el monstruo el doctor siente como este le arrebata a su hijo a la vez que siente que una fuerza lo jala hacia la pared que tenía detrás, impactando con una gran fuerza la sangre del doctor sale disparando por todos orificios de la cara, además de que una gran mancha de sangre queda pegada a la pared junto con restos de tela, huesos y carne debido al impacto.
El cuerpo inerte del doctor se va cayendo poco a poco y con su visión borrosa a duras penas ve como la figura monstruosa sostiene a su hijo, ve como con una de sus garras le va rayando la espalda a su pobre hijo, a medida que su visión se va volviendo oscura ve como un glifo se quiebra en la espalda de su hijo, a la vez que todo comienza a temblar a su alrededor y lo último que escucha es el trueno de un rayo antes de finalmente quedarse dormido...
El joven médico siente unas sacudidas en su cara y una voz que le dice
- “¡Doctor Luis...!¡Doctor Luis...!¡Doctor Luis...!¡Doctor Luis...!” -;
El joven médico vuelve a abrir los ojos, para ver como se encontraba en una silla del área de emergencias, a la vez que la enfermera le golpeaba la cara suavemente la cara y con la otra mano le hacía oler alcohol rectificado para despertarlo, aturdido el joven médico dice - “Enfermera María... que... esa maldita cosa... ¡DONDE ESTÁ MI HIJO!” -;
Eufórico, el doctor Luis se levanta de la silla, la pobre enfermera trata de calmarlo... mientras otros dos guardias de seguridad lo sujetan para evitar que se mueva bruscamente, a los segundos se escucha una voz en el fondo del área de urgencias. - “Doctor Luis Palmerola... su hijo se encuentra estable en el área de internados” -;
- “¡NO! ¡ESA COSA SE LLEVÓ A MI HIJO!” -; volvió a decir el doctor luis tratando de sacudirse del agarre de los guardias y la enfermera
A lo el que jefe de área de urgencias se acerca hacia él y le dice - “Por favor luis... ni siquiera pasaste 10 minutos al entrar acá para pedirme ayuda con la pequeña fiebre que tenía tu hijo, te terminaste desmayando de cansancio... te daré dos opciones o te calmas ahora y te vas a ver a esposa e hijo que te están esperando en el área de internados, o te inyectamos un tranquilizante y nos ahorramos la rabieta que tienes a causa de tu pesadilla” -;
El doctor Luis vuelve a mirar la sala y mira que el reloj decía que eran las 23:30 PM, suspirando y tratando de calmarse responde - “En que sala están” -;
A lo que el médico del área de urgencias dice - “Ve a descansar Luis antes de que empiece a la tormenta, pero en serio debes cuidarte más haber hecho un maratón para ir por tu cuenta para atender gratuitamente a todos los orfanatos y barrios de escasos recursos en menos de 72 horas, es demencial casi termino atendiendo a vos primero que a tu hijo... Recupérate Luis, tu familia te necesita, ellos están en la sala número cuatro...”
Al quedar libre el Doctor Luis se va retirando hacia la puerta que da acceso al pasillo y escucha la voz del médico de área de urgencia que le vuelve a decir - “Apenas te recuperes totalmente, Luis la próxima semana me reemplazaras porque pienso irme de vacaciones” -;
A lo que el doctor Luis solo levanta la mano para mostrarle el dedo del medio, mientras se escucha unas risas, al caminar por el pasillo hacia el área de internados el doctor Luis encuentra la puerta número cuatro del área de internados, levemente mira la ventanilla para ver a su esposa y a su hijo durmiendo plácidamente.
Saca su billetera y la abre para ver la foto de su hijo de 3 meses que yacía en los brazos de su madre, mientras su hijastra de 7 años de edad que era la hija de su esposa lucia abrazaba a su madre mientras que él posaba lado de ellas.
- “Es una lástima que me haya desmayado, y que no estés aquí cuidando de tu madre y tu hermanito” -; se dijo para su mismo el Doctor Luis
Cerrando su billetera y guardándola se dirige a los baños que estaban en el fondo del pasillo, al estar allí se lava la cara mientras se mira al espejo, escucha como en las pequeñas ventanas el sonido de la lluvia se mezcla con el sonido del agua que sale del grifo, cuando se está lavando la cara con agua fría fija su mirada en el espejo, solo para ver dos ojos amarillos en donde debería estar el reflejo de sus ojos.
- “¡TÚ!” -;
< “¿Crees, que me olvide de nuestro trato?, ¿Doctor Luis Méngüele Palmerola?” >
- “¡Mi nombre solo es Luis Palmerola!, y no tengo nada que ver con las cosas que cometió ese monstruo al que dices que es mi padre!” -;
< “Sin embargo... usaste estúpidamente ese libro que fue forjado con la sangre de varios sacrificios humanos a lo largo de toda la historia... todo acto tiene un pago... y tu padre lo sabía bastante bien” >
- “Pago... ¿Eso significa que viniste a matarme?” -;
< “¿¡MATARTE!?, ¡JA! En el momento que manchaste ese libro con tu sangre te condenaste a ti mismo... Y para tu mala suerte ni siquiera pudiste salvar a tu hijo... lo único que lograste al manchar el Episteme fue destruirlo con tu estúpido acto de bondad... la patética arrogancia de querer cambiar la vida de las demás personas sin importarte las consecuencias es lo que te termino matando” >
- “¿Si estoy muerto, porque sigo estando aquí?” -;
< “Porque tu acto de bondad conmovió mi frío y pútrido corazón... tanto que decidí alargar tu vida unas horas más, para que puedas ver como use cuerpo de tu hijo como recipiente para la resurrección de uno de mis primogénitos, además solo quería ver tu patético rostro junto lleno de impotencia y arrepentimiento antes de que termines falleciendo”>
El doctor Luis se empieza a reír enfrente del espejo mientras ve que su nariz está sangrando.
Mientras la figura monstruosa molesta dice < “Ni si quieras comprender la magnitud de tu estupidez” >
- “Ni es necesario que lo sepa porque con solo sentir tu enojo al ver que ese estúpido libro quedo totalmente destruido, puedo entender que ni siquiera lograste tu objetivo” -;
< “Realmente tu soberbia me es irritante humano...” >
El monstruo poco a poco empieza a salir del espejo
- “¿Tú crees?, esa soberbia lo adquirí gracias a la tenacidad de mi abuela” -;
< “Oh sí... Esa misma enseñanza te llevo a casarte con la bisnieta del que mando a asesinar al padre de tu abuela en los tribunales de San Fernando” >
El joven médico, sin pensarlo, le mete un puñetazo a la cabeza huesuda del monstruo que recién salía del espejo, lo que hace que el espejo se rompa y se corte la mano izquierda a la vez que grita - “¡UNA MONSTRUOSIDAD SIN ALMA COMO TU NO TIENE EL DERECHO A JUZGAR EL AMOR QUE ALGUIEN PUEDA SENTIR POR OTRO!” -;
En todo el baño se escucha una risa inhumana, a la vez que la mano del doctor Luis empieza a sangrar a borbotones, el pobre médico con su otra mano se arranca un pedazo de su camisa y procura de hacer un torniquete para evitar desangrarse, cuando se escucha la tétrica voz del monstruo que dice < “Todo tu esfuerzo fue efímero... aunque debo agradecerte por liberarme del contrato fallido que tenía con la familia de los ‘López’ desde hace 122 años” > seguidamente unas manos huesudas agarran con mucha fuerza ambos brazo del joven médico, mientras este trata de salirse de su agarre se desprende el torniquete que tenía en uno de sus brazos.
El monstruo solo mira directamente a los ojos del joven médico mientras susurra con una voz fría < “Ahora mira... todo el daño que has desatado al querer cambiar el destino de tu único hijo...” >
El reloj de la sala de emergencias comenzaba a marcar la media noche y la tormenta eléctrica estaba empezando a caer raudamente sobre la ciudad de Areguá, los truenos y la fuerte lluvia opaco los gritos del joven médico, solo un guardia que estaba revisando que el agua no filtre adentro del hospital escucho un leve grito y cuando trato de abrir la puerta noto que el viento empujaba fuertemente lo que lo imposibilitaba a acceder al baño, rápidamente pidió ayuda a su otro compañero por radio para poder acceder a esa zona, ya que escuchaba unos gritos desesperados.