Una mañana de cacería es la mejor manera de mantener una buena condición física y los sentidos agudos, además de servir para hacer reconocimiento del estado actual del bosque.
Los ancianos de la aldea no hicieron buena cara cuando dije que cubriría esta zona del bosque. “Es demasiado cerca de la ruta usual que usan los humanos”, decían… ¿Acaso ahora vamos a cederles más espacio? Ni piensen que vamos a darles más terreno del que ya tienen. Además de que no me molestaría saber que han estado tramando últimamente.
El bosque de Shervag, ubicado al centro del continente y rodeado por el Reino humano de Melingrath, es donde se encuentra mi aldea. Una pequeña pero trabajadora villa de cazadores y granjeros con una gran tradición mágica.
La raza élfica siempre se ha caracterizado por su profundo arraigo a las tradiciones de nuestra cultura, el llevar a cabo acciones como la caza, cosecha de frutos o hacer uso de los recursos del bosque requiere un estricto apego a este legado; Como seres protectores del bosque es importante mantener el equilibrio y cuidado de éste. Es por esto por lo que la interacción con los humanos que viven a las orillas del bosque es distante y en ocasiones conflictiva.
Sin embargo, por necesidad, mantenemos el comercio entre ambas especies, tratando de ser cordiales con ellos.
El intercambio de bienes es habitual, aunque no entiendo la absurda necesidad de los humanos en darle uso a lo que llaman “Dinero", me parece un mal trato y una muestra más de la avaricia de su especie, desde mi perspectiva al menos. Los humanos y sus ridículas ideas nunca traen nada bueno.
¡Deberían de dejar de perder el tiempo con asuntos innecesarios cuando hay cosas más importantes que hacer! Como tener comida en la mesa o proteger la pureza de nuestro bosque, ¡Son imperdonables las constantes faltas de respeto y abusos por parte de los humanos!
Mejor dejo esos pensamientos de lado, evita que me concentre en el ciervo que he estado siguiendo por buena parte de la mañana; me encontraba precisamente por sobre uno de los caminos que los transportes humanos suelen frecuentar. Este no es precisamente el lugar óptimo para emboscar a un animal salvaje, pero justo había podido acomodarme lo suficiente para tenerlo en la mira de mi arco.
Ensure your favorite authors get the support they deserve. Read this novel on Royal Road.
“Sólo un poco más cerca, vamos.”
Murmurando mientras tensaba la cuerda de mi arco, enfoqué toda mi atención en el ciervo. No es por presumir, pero mis sentidos están particularmente bien desarrollados inclusive entre los elfos. Quizás fue por eso por lo que el repentino relinchar de un caballo me hizo perder la concentración, y el equilibrio; Provocando que cayera ridículamente de la rama sobre la cual estaba posada.
Se trataba de un carruaje que iba demasiado rápido, como si huyera de algo y los caballos relinchaban del esfuerzo que el chofer les estaba haciendo pasar. Si bien la altura no era demasiada, el ángulo de la caída provocó que me golpeara en la cabeza. Desorientada y adolorida, no podía hacer más que tratar de enfocar en vano la vista a lo que me rodeaba. El ruido y las vibraciones de los caballos y el carruaje que arrastraban eran aún más estridentes a nivel del suelo, mermando aún más mi recuperación.
Me atacaba un horrible zumbido en los oídos que hacía que perdiera el equilibrio, no tenía la cordura como para concentrarme lo suficiente. Mi único pensamiento era intentar encontrar mi arco, no podía darme lujo de perder una reliquia tan importante para mi familia.
“Sé que está por aquí… no pudo haber caído tan lejos.”
A tientas mientras me arrastraba por el suelo buscando, cometí el grave error de acercarme más y más al camino; alentada por la borrosa imagen de mi preciada arma al otro lado de la empolvada senda… una equivocación que pagaría muy caro.
Todo pasó tan rápido que no recuerdo haber sentido dolor alguno ni siquiera recuerdo haber recibido algún golpe. La última imagen en mi cabeza es la de un grupo de caballos abalanzándose sobre mí… luego de eso, todo se oscurecía, lentamente el sonido de los caballos, las aves... del resto del bosque se hacía cada vez más tenue hasta desaparecer junto con mi conciencia... o al menos por un instante.
Lo que ocurrió después fue confuso, tanto que parecería haber sido borrado de mi mente. Cuando desperté, o al menos así es como puedo llamarle, me encontraba en un sitio extraño, aunque familiar.
-Fin del prólogo-