=EAU CLAIRE, WISCONSIN. 2 DE FEBRERO DE 2005=
En un garaje oscuro, dentro de un barrio de mala muerte, se encuentran dos personas. Una luz tenue amarilla iluminaba el lugar. Un hombre barbudo, con tatuajes grotescos en su cuerpo, se encontraba cruzado de brazos, mirando como una niña, vestida de forma provocativa y con algunos moretones en sus extremidades, terminaba de encintar una caja.
-Está listo, tío Johnny. -dice la pequeña niña, que se acerca al hombre.
-Bien, Sally, bien. -el hombre mira hacia la puerta del garaje levemente, y vuelve a centrado en la caja. -Este loco ya debe estar por venir.
Por las calles de ese barrio, un tipo avanza con la cabeza agachada, cubierta por la capucha de su sudadera blanca. Aún así se lograba distinguir su cabello castaño, parecido al de los emos, y su piel excesivamente clara, apunto de llegar a la palidez.
Tras caminar un poco por las calles, el tipo llega a la entrada del mismo garaje. Golpea con fuerza, mientras en su cara se formaba una horripilante sonrisa. La pequeña Sally es la que le abre, y duda un poco en dejarlo pasar. Ella no conocía a ese hombre.
-¿Es usted el señor...?
-Bosque. Jeffrey Woods. -responde el encapuchado con seguridad.
-Genial, pase señor.
Jeff entra al garaje y cierra la puerta detrás de él. La pequeña Sally se posiciona al lado de su tío, Johnny Williams, quien ya portaba la caja en brazos. Jeff sonríe al ver esa caja de cartón goteando sangre, sabiendo que tenía lo que quería. Procede a sacar del bolsillo de su sudadera un fajo de billetes, el cual en total contiene diez mil dólares.
-¿Es el pago que acordamos? -pregunta Johnny, mientras le entrega la caja a Jeff, para después agarrar el fajo.
-Sí, son diez mil en efectivo. -responde Jeff, quien procede a sacar un cuchillo del bolsillo de su sudadera. -Si crees que te estafo ya sabes dónde vivo.
Johnny le da fajo a Sally para que esta lo cuente, ya que él era analfabeto y la chica iba a la escuela primaria. Jeff, mientras tanto, corta la caja con su cuchillo, y logra ver el interior con fascinación. Frente a sus ojos, dos riñones humanos.
-Uno de esos es de un exmilitar. Dicen que acabó muy mal, ciego y sin un riñón. Supongo que podrías hacer publicidad con eso.
-Lo haré. -responde Jeff, y procede a despedirse de Johnny con una fuerte presión de manos. - Si todo sale bien, me verán más seguido. Que tengan buena noche. -culmina Jeff, y sale del lugar riéndose maniáticamente.
Con la caja escondida en el bolsillo de su sudadera, la cual rápidamente se mancha de rojo, Jeffrey Woods emprende el camino hacia casa. Ignorando amenazas, insultos, el barro, las heces de la calle, y la puesta de sol que lo acompañaba, finalmente llega a su barrio.
- Esto será un éxito. -dice el joven, convencido de si mismo mientras caminaba a casa.
-¡Jeffrey! -una voz púbera lo saluda. Al mirar hacia un costado, ve a Diego, un chico de aspecto inofensivo, pero que era uno de sus mejores soldados.
Jeff lo mira con una sonrisa, y lo saluda con la mano, mientras sigue avanzando en dirección a su casa personal.
=3 DE FEBRERO DE 2005=
Por la mañana, el joven Jeffrey se levanta. Se miraba fijamente al espejo, sin camisa, sintiéndose un flacucho débil y feo. En su mano derecha tenía un cuchillo, el cual poco a poco comenzó a acercarse a su cara.
Toc, toc, toc. El golpeteo suave y continuo en la puerta principal lo sacó de ese trance. Procedió a colocarse una sudadera gris, y bajo rápidamente las escaleras de la casa. Al llegar a la puerta, se abrió rápidamente.
-Buen día, Jeffrey, ¿estás ocupado?
Era Christopher Hopkins. Un chico de cabello negro, similar al de Jeff. A pesar de sus cortos de 16 años, ya era un miembro reconocido de su clan, y un gran amigo de la familia.
- ¿Qué quieres ahora, Chris? ¿Por qué no vas a molestar a su hermana?
-Ella me mandó a buscarte, Jeff. Dice que Liu quiere verte ahora.
Jeff suspira algo frustrado, y suelta una risa desagradable que logra controlar a los pocos segundos.
-¿Vienes? -pregunta el chico, dispuesto a guiar a su amigo.
-Vamos. No va a dejarme en paz hasta que vaya a verlo.
Jeff sale de su casa, y tras cerrar la puerta, va detrás del chico, quien lo guía hasta la casa familiar de los Woods. Era la casa más desecha de todas, hasta parecía estar abandonada, y la familia no pagaba impuestos de ningún tipo.
Al entrar, lo primero que ve Jeff es a Nina Hopkins, hermana de Christopher, sentada en el sofá, usando una laptop. Ella abre los ojos con cierta felicidad al verlo, y ambos se acercan para darse un beso en los labios.
-¿Cómo va todo? -pregunta el castaño, mientras la sostenía de la cintura.
-Excelente, mi vida. He estado negociando con varios en estos días, se lo llevará el que pague más.
-Je. Sabía que podía confiar en ti, bella.
El momento de los tortolitos se acaba cuando una voz más grave entra en escena, llamando a Jeff repetidamente. Nina lo suelta, yéndose nuevamente al sofá, y Jeffrey va con cierto enojo hacia la cocina de la casa.
Allí, estaba Liu Woods. Su hermano mayor, quien lo esperaba apoyado contra el fregadero, con una notoria expresión de ira.
-Ya estoy aquí, ¿para qué molestas tanto? -preguntaba el menor ciertamente molesto.
-Te vieron nuevamente con los Williams. Y casualmente ahora tenemos una página web donde vendemos órganos. -Liu toma un vaso de agua que tenía a su lado, y le da un sorbo antes de seguir. -De un supuesto exmilitar.
-Son tiempo difíciles, Liu. Hay mucha competencia. Hay que darle una excusa a la gente para comprar nuestra mercancía.
-Así que quieres competir. -Liu mira fijamente a su hermano. -Contra la banda de Los Pintores, y además comprándole a sus mismos proveedores. ¿En serio, Jeff? ¿Crees que podemos contra unos tipos que son putos ninjas? ¡Tienen putos machetes, nosotros nos manejamos con unas navajas de juguete!
Jeff se ríe de forma desagradable, era su reacción natural ante una situación de estrés, debido a su trastorno.
-Esa cosa que tienes de reírte va a traerte problemas. Y lo sabes. Pensé que cuando te dejaría a cargo de los negocios no harías estupideces, pero veo que es inevitable para ti.
-¡Yo estoy a cargo, Liu! -responde Jeff con euforia, y con los ojos excesivamente abiertos. -¡Y tú saldrás ileso, Helen Otis va a matarme a mí, no a ti!
Tras terminar de gritar, y liberar toda su energía, Jeff logra calmarse. Finalmente decide irse de la casa, mientras se iba poniendo la capucha de la sudadera.
-¡A las 8 te quiero aquí! ¡Son noticias importantes! -exclama Liu desde la cocina, mientras logra ver como su hermano sale de la casa.
En un edificio lujoso ubicado en Nueva York, el ascensor llega hasta el último piso. Un tipo sale de él, vestido con una sudadera naranja, y llevando una peculiar y característica melena rubia, extensamente larga hasta la mitad de su espalda. A paso lento va hacia la puerta de una oficina, la cual abre cuidadosamente.
-Señor Kyobshee. -dice el chico, dirigiéndose hacia un hombre que estaba sentado en un escritorio en medio de la pequeña oficina. -Ya estoy aquí.
-Perfecto, hijo. -dice el hombre con la voz un poco más grave. Un tipo calvo, sin barba, se le nota que los años le han pasado factura en las arrugas de su cara. -¿Es esto lo que me pediste? -el hombre le acerca una hoja al chico.
El joven agarra la hoja. Ésta contenía nombres, información personal y fotos de unas personas específicas. Atentamente comienza a leer uno por uno.
1. Liu Woods. Nacido el 19 de noviembre de 1982 (edad 22 años). Vive en Eau Claire, Wisconsin. Líder de la banda de crimen organizado "Clan Killer".
Analizó su foto con atención. Un chico de piel blanca y pura, cabello pelirrojo y excesivamente lacio. Parecía una persona completamente inofensiva, su cara angelical no lograba transmitir el terror que debería dar. Tras eso, procede a analizar el siguiente nombre.
2. Jeffrey Woods. Nacido el 25 de mayo de 1986 (edad 18 años). Vive en Eau Claire, Wisconsin. Gánster, asesino, miembro de la banda de crimen organizado "Clan Killer".
Este tipo imponía mucho más miedo. La foto era de frente, tomada por la policía. Su cabello negro estaba peinado hacia el costado, exponiendo su cara entera. Era demasiado blanco, llegando casi a la palidez, sus ojos oscuros, sumado a su sonrisa terrorífica generaban una gran sensación de desagrado al ver su foto.
A las afueras de Wisconsin, en mitad de un campo hay una casa que parece algo descuidada, casi que abandonada. Estaba bastante despintada, y a la puerta le faltaban algunos trozos de madera. Un caballo, cabalgado por un chico joven, aparentaba unos 18 o 19 años. Vestía completamente de azul, y estaba encapuchado.
El chico baja del animal, y lo deja atado a un lado de la casa. Tras eso, abre la destrozada puerta de una patada, rompiendo un trozo de la misma. Dentro, va hacia otra puerta que estaba a su izquierda. Esta era completamente negra, completamente limpia y bien cuidada, y su cerrojo emitía una luz roja.
Parado frente a la puerta, el chico saca de su bolsillo una tarjeta de identificación. Esta era pequeña, y contenía información básica. Las siglas de la organización era lo primero que aparecía, abajo, en medio de la tarjeta, una foto del chico, y debajo, su nombre: "Cody Taylor". Debajo del nombre, aparecía un código específico. Cody acerca ese código al cerrojo, el cual lo aprueba emitiendo ahora una luz verde.
La puerta se abre casi por arte de magia hacia atrás, dándole paso al joven a un gran pasillo de escaleras pintadas cuidadosamente de negro, y las cuales conducían a un piso subterráneo.
3. Cody Taylor. Nacido el 5 de agosto de 1974 (edad 30 años). Locación específica desconocida, se sabe que ronda por Wisconsin. Sicario profesional, miembro de la organización terrorista paramilitar llamada "Organismo de Apoyo No-Gubernamental (OANG)".
Es el último nombre que aparece en la lista. Un chico de cabello castaño oscuro, algo desordenado, eso era lo único que podía verse, además de algunos rastros de su piel blanca. Llevaba unos lentes azules, grandes y redondos, y una especie de máscara de gas que cubría toda su boca y nariz. Dada la calidad de la foto, parecía haberse tomada a traición, o en pleno combate.
-¿Está todo? -pregunta el señor Kyobshee al jóven.
-Está todo. -responde el contrario, y hace la lista a un lado para saludarse con el hombre. -Le prometo que esto saldrá bien, señor Kyobshee.
-Confío en ti, agente Jeffrey Hugger. -Ambos finalmente sellan el trato con un fuerte apretón de manos.
De nuevo en Eau Claire, Jeffrey Woods entra en el comercio local de su barrio. Un lugar bonito a comparación de la gran mayoría de casas del lugar. Además de servir como comercio, tenía barra de bar, y una mesa para jugar al pool. Un lugar ideal para que se reúnan todos los habitantes mayores de edad a pasar el rato.
Jeff camina hacia la barra nada más entrar. El lugar recién estaba recibiendo gente, ya que había abierto hacía apenas dos horas. Sentado en la silla, acomodo sus brazos como una especie de "almohada", y apoyo su frente en ellos, escondiendo su cara ayudado por su cabello.
-¡Jeff, hijo! -una voz alegre interrumpe la tranquilidad del momento. Era el gerente del lugar, apodado por la gente como "el sonriente Jack" por la alegría que transmitía su figura. -Te ves mal, eso se arregla con un buen whisky, ¿eh?
-No, Jack. -respondió Jeffrey todavía cubriendo su cara, manteniendo su posición. -Solo quiero relajarme un poco. Encárgate de los otros borrachos.
-Está bien, hijo. Si es un problema amoroso, puedo darte un par de consejos, jajaja.
No hubo respuesta, generando así un silencio algo incómodo. Por la mente de Jeffrey pasaban mil imágenes al mismo tiempo. El dolor de cabeza y el estrés de la situación causaban que cada tanto soltara una risa desagradable, que lo hacía rabiar, dándole golpes a la plataforma de madera en la que apoyaba sus brazos.
-¡Cody, hermano! ¿Cómo estás? -nuevamente la voz de Jack hace presencia, saludando otro persona con un choque de sus palmas.
-¿Qué te cuentas, Jacky? -responde otra voz, y Jeff escucha como alguien se sienta en la silla a su lado. Sabía perfectamente quien era. Levantó su cabeza, y acomodo un poco su cabello.
-Todo bien, amigo, abrí hace solo un par de horas, todavía no llegan los clientes, jejeje. -respondió Jack, irradiando esa alegría inconfundible. -¿Qué vas a tomar, Cody?
-Tráeme una cervecita, tranquilo. Estoy aquí por otra cosa.
Tras esas palabras, el hombre miro hacia su izquierda, cruzando miradas directamente. Jeffrey Woods y Cody Taylor, sus familias llevaban siendo amigas desde hacía muchísimo tiempo.
-Jeffrey Woods. El vendedor de tabaco y alcohol más poderoso del bajo mundo, sentado en un bar, jajaja. ¿Cómo va todo, amigo?
-Je, todo está bien.
-¿Seguro? No creo que si todo está bien estés en un bar, sentado como un niño enojado. -en ese momento Jack le acerca una jarra de cerveza a Cody. Este le remunera con un par de monedas, y le da un sorbo, empapando sus labios.
-Me abruma el éxito, ya sabes.
-Jajaja, ya veo. -Cody deja la jarra sobre la mesa, y acerca un poco su cuerpo a Jeff, quien deja de mirarlo para centrar su mirada fija hacia delante. -En realidad, no todo está bien, ¿sabes?
-¿Ah, sí? ¿Qué le pasó ahora, señor Taylor?
-Bueno, no sé si ya lo sabías. -Cody mira hacia los lados, cerciorándose que nadie escucha su conversación. -En el organismo hay gente infiltrada en todos lados, ¿sabes? Llegamos a todos lados, y nos ha llegado información últimamente. Kyobshee Corps, ¿te das cuenta de qué te hablo, verdad?
-Sí. -alcanza a responder Jeff antes de largarse a reír.
-Bueno. -prosigue Cody cuando Jeff para de reírse. -Kyobshee Corps está metiendo sus narices en Wisconsin. Están investigando un supuesto robo de armamento militar, y... resulta que han estado solicitando información de distintas personas. Esas personas somos tú, Liu y yo. -en el rostro de Jeff se dibuja una expresión de sorpresa. -Los tres mosqueteros, ¿eh?
Cody se aleja un poco de él, habiéndole contado lo que quería. Jeff lo mira, todavía manteniendo la expresión de sorpresa.
-Te veo anonadado, ¿estás asustado acaso, Jeffrey?
Antes de poder responder, el celular de Jeff comienza a vibrar debido a una llamada entrante. Jeff aprovecha la llamada para poder salir del bar, por lo que se despide de Cody chocando sus puños, y sale fuera del bar, mientras lleva el dispositivo hacia su oreja.
-Hola, Iza. -ese era el nombre de una chica joven, de tan solo 16 años, que trabajaba para los Woods. La relación entre ellos era algo "especial".
-Hola, señor Woods. -ese tono seductor de la joven encendía a Jeff al instante. -Solo pensaba en ti, como siempre.
-Siempre tan linda tú. ¿Necesitas algo?
-A ti. Necesito que nos veamos cuanto antes, créeme que no aguanto más.
-Tristemente estos días estaré un poco ocupado. Pasan muchas cosas, tú lo sabes. -Jeffrey comienza a caminar hacia su casa mientras habla. -Pero prometo ir a verte antes de que termine la semana, ¿sí?
-Está bien, mi amor. Sabes que estoy para ti siempre que lo necesites.
-Sí, para eso te pago, jajaja. -tras eso, Jeff corta la llamada abruptamente, y sigue el camino hacia su casa.
En el estacionamiento subterráneo de Kyobshee Corps, se encuentra el agente Jeffrey Hugger. Allí abundan camiones de helados, estacionados en todas las plazas disponibles del lugar. Hugger sonríe maliciosamente, y se frota las manos.
Se hacen las 19:50, la noche ya comienza a aparecer levemente. En una habitación, iluminada con fuerza por un luz blanca emitida por una lampara, se encuentran dos personas. Despojadas de sus ropas, Nina Hopkins, y su furtiva amante, y también miembro de la familia, Natalie Ouellette. Ambas recostadas en la cama, desnudas, sudando, respirando ciertamente agotadas.
-Eso... estuvo... genial. -acertaba a decir la joven Nina, mientras recuperaba el aire poco a poco. Rápidamente clava sus ojos en Natalie, quien mantenía su mirada fija en el techo.
-Sí, pero ya va tiempo así, Nina. Llevo 2 meses complaciendo sexualmente a una niña de 16 años, mientras en unos meses ya voy a cumplir 25.
-Nati, lo sé. -la adolescente posa su mano en el brazo de la contraria. -Prometo que pronto dejaré de usarte, me conseguiré un chico, tal vez el chico Diego sea un buen pretendiente, pero solo te pido paciencia, ¿sí?
-Es que... -Natalie baja un poco el volumen de su voz. -Me gustaría ser algo más que un simple encuentro...
-¡Mierda, la reunión! -Nina se levanta exaltada, tanto que no alcanza a escuchar las palabras de su acompañante, y comienza a vestirme rápidamente con la ropa que se había quitado hacía tan solo unos minutos.
-Espérame, vamos juntas.
Natalie se levanta con cierto desánimo, y también comienza a vestirse con la ropa que se había quitado. Con ambas listas, salen de la casa, la cual pertenecía a Natalie Ouellette. A paso lento van hacia la casa familiar.
Finalmente el momento llega. Liu Woods se encuentra apoyado contra la espalda del sofá, siendo el foco de atención en la reunión. En la mesa ubicada en el medio del living, se encuentran sentadas Natalie Ouellette y la madre de los Woods, Margaret. Nina se encuentra apoyada contra las escaleras, con su hermano Chris a su lado. Por otro lado, Jeffrey Woods se encuentra apoyado en el marco de la puerta de la cocina, teniendo a Liu con la mirada de frente.
-Familia, convoqué esta reunión para comunicarles algo muy importante. -comienza Liu. Deja unos segundos para cerciorarse de que todos lo están mirando, y vuelve a romper el silencio. -Resulta que ayer, de tarde, Diego se fue a Iowa. El chico tiene a su familia ahí, ya lo saben, y quiso ir a visitarlos. Ese no es el punto, sino que nuestro amigo Diego vio a varios tipos extraños en las calles. Era payasos, pero tenían mucha fuerza, y además, iban armados. Me los describió de una forma parecida al payaso de la película de IT, jejeje. Ellos preguntaban a los civiles por nosotros, el "Clan Killer", no sabían en que parte del país estábamos. Interrogaron a nuestro chico, él quiso hacerles frente, pero lo terminaron amenazando con matarlo, y terminó confesándoles que estamos aquí, en Wisconsin.
Liu suspira, y mira las caras de sus familiares. Todos parecen confundidos, excepto Jeff, el cual mantenía una sonrisa macabra en su cara, y poco a poco agachaba su mirada.
-Jeffrey, hey. -Liu llama la atención de su hermano. -Quiero escuchar tu opinión.
-¿Quieres escuchar mi opinión?
-Sí, quiero escucharte, porque sé que me ocultas algo.
-¡Jajaja! Que listo eres, Liu. Esos payasos no son escapados de un circo, son putos sicarios. -ahora todas las miradas se centran en Jeff. -Tienen un líder, que no se maquilla como payaso, sino que se camufla como un civil más. Se transportan en camiones de helado, va a ser fácil identificarlos si los vemos por aquí.
-¿Quién sería capaz de mandarnos sicarios? -preguntaba Margaret, con cierto tono de preocupación por la salud de sus hijos.
-Esos tipos fueron los que expusieron a SPLENDORMAN. Demostraron que su fachada de medioambientalistas era falsa, y que en realidad eran criminales, y los obligaron a huir hacia donde están ahora, en Texas. Su principal objetivo es la OANG, y como tenemos vínculos con ellos, es probable que nos quieran usar para obtener información.
-¿Por qué mierda sabes tanto, Jeffrey?
-Quise investigarlos en silencio, Liu, para no levantar sospechas. ¿Querías que te cuente todo, para que se termine enterando todo el barrio?
Stolen story; please report.
-¡Que importa, chicos! -interrumpe Nina, con cierta confianza en su tono de voz. -No le tememos a los policías, ¿por qué sí a un grupo de payasos? Una navaja se mueve más rápido que un revólver.
-¿Es todo, Liu? -pregunta Jeff dirigiéndose hacia su hermano.
-En esta familia no se oculta nada. -el tono dominante de Margaret se impone al de Liu. -¿No tienes nada más que contar, Jeffrey?
-Nada que te interese, mamá.
Por otro lado, el joven Diego se encuentra en su casa, y por mera curiosidad, decide espiar un poco por su ventana, por la cual podía ver todo el barrio. La levanta levemente, y logra ver algo muy extraño.
Un camión de helados, completamente diferente a los que se veían en ciudad, recorre el barrio. Las ventanillas del piloto y copiloto estaban bajadas, y de ambas salían dos revólveres, empuñados por un dúo de payasos, que recorrían y observaban el lugar con cierto desprecio.
Jeffrey Woods camina encapuchado como siempre hacia su casa, con la cabeza agachada ya que sabía el camino de memoria. Cuando llega a la puerta, la abre lentamente, sintiéndose observado. Jeff se queda parado unos segundos, y se da la vuelta repentinamente empuñando su navaja. Frente a él, estaba Natalie Ouellette. El chico baja el arma blanca, volviendo a guardarla en sus bolsillos, y mira a la contraria con cierta molestia.
-¿Qué quieres ahora, Omelette?
-Mira, Jeff, esto es algo que deberías saberlo ya. -ella se acerca, y entra a la casa junto a Jeff, cerrando la puerta, para poder hablar en privado. -Tal vez los demás no puedan, pero todos los que estamos en casa sabemos cuando estás ocultando algo. Eres muy obvio, a pesar de que estés mal de la cabeza.
-Ya conté todo lo que sé, no molestes ahora. -responde Jeffrey, mientras se dispone a ir hacia las escaleras que llevan a su habitación, pero Natalie lo somete de atrás, derribándolo.
-Cuéntame lo que sabes, Jeff. No tendría pudor en matarte, no llevas mi sangre. -la navaja de Natalie estaba en el cuello de Jeff, presionando levemente. -Así que si valoras tu vida, cuéntame ahora todo lo que sabes.
-Bien, bien. -esa situación estresante hacia que Jeff se riera inevitablemente. -Lo haré pero sin un cuchillo en mi garganta.
-Ugh. -Natalie se separa de Jeff, y lo deja recomponerse. -Adelante, cuéntame todo.
-Solo necesito que lo mantengas oculto. Porque podría descontrolar a toda la familia. -Jeff la mira unos segundos antes de seguir. -Hace aproximadamente una semana, mandé al matrimonio Hopkins, ya sabes, Charlie y Nancy, a que vayan a robar un cargamento de mercaderías como siempre.
-¿Por qué mandarías a esos dos maniáticos? ¿Eres estúpido?
-Creí que sería divertido. Lo que no fue divertido fue lo que trajeron. -suelta un suspiro, una pequeña risa, y prosigue. -Los Hopkins trajeron un cargamento de Kyobshee Corps, repleto de armas para vender. Dentro, habían 25 AK-47, 25 M16, 25 MP5 y 10 mil municiones.
-¿Te deshiciste de eso? -ahora el tono de voz de Natalie refleja el miedo que sentía al escuchar eso.
-Jeje. No.
-¡Imbécil! -regresa el tono agresivo a la voz de la chica, quien le da un rodillazo en la entrepierna a Jeff. -¡Kyobshee Corps trabaja codo a codo con el puto gobierno! ¡No vienen aquí por el organismo ese de inútiles, vienen por las armas, Jeff! -tras soltar su ira, deja unos segundos de silencio para relajarse. -Deshazte de ellas, y ni se te ocurra intentar venderlas, o te juro que te mato yo antes de que lo haga la policía.
Tras soltar toda su ira, la joven se va de la casa, cerrando la puerta con fuerza. Jeff está tirado en el suelo, riéndose del dolor, sintiendo una gran presión por la gravedad de la situación. Decide sacar su celular, y llama a un número de un conocido, Charlie Hopkins.
-Charlie, amigo. Necesito algo de ti.
-¿Estás bien, Jeff? -pregunta una voz ronca del otro lado. -Parecieras que estás estreñido.
-Las mujeres, Charlie, las mujeres. -ríe levemente, antes de proseguir. -Escúchame, necesito que compres ladrillos. Mientras más grandes mejor. Y que nadie fuera del clan se entere, ¿está claro?
-Perfecto, Jeffrey. Lo haré.
Margaret Woods sale de su casa en mitad de la noche. Vistiendo un vestido negro con un gran escote, como si fuera a salir de fiesta, va hacia otra casa diferente dentro del propio barrio. Tras golpear un par de veces, alguien le abre, y ella entra rápidamente.
-Hola, mi vida. -tras saludarse con palabras, procedieron a darse un beso apasionado. -Te extrañaba ya, amorcito.
Ese hombre, el amor de su vida, no era otro que Cody Taylor. Ambos mantenían su relación secreta, sabiendo que no caería bien la noticia en los hermanos Woods.
-Yo más, princesa. ¿Vamos al cuarto? Hoy hay que pasarla bien.
-Mmm, tenía ganas de ir a tomar algo. Ya sabes, en lo de Jack.
-Ese tarado solo quiere cortejarte. Me doy cuenta yo, y no tú. -los celos se notaban en las palabras del hombre. -Quedémonos aquí, yo te tengo a ti, y tú me tienes a mí.
-Está bien, mi amor. -ambos se toman de las manos suavemente, y van hacia la habitación del chico. Era una casa pequeña y modesta, además de algo descuidada, pero el amor le gana a todo.
-¿Cómo fue todo? -pregunta Cody, haciendo referencia a la reunión de la cual Margaret le había comentado. Ambos se sientan en la cama para poder charlar.
-Pues... resulta que hay un grupo de sicarios, vestidos como payasos, y van detrás de la OANG.
-Ssshhh. -Cody lleva un dedo a la boca de la mujer. -No lo digas en voz alta, somos confidenciales.
-No quiero que te pase nada, mi vida. ¿Me prometes que todo estará bien?
-Amor, yo ya sabía de esto desde antes de ayer. No te preocupes, entre los chicos nos protegeremos.
Cody besa la mano de su amada, y ambos se quedan mirándose a los ojos. El deseo era inminente, poderoso, hipnótico. Finalmente se enfundaron en un beso apasionado, desesperado, con ganas de saciarse mutuamente. Ambos cayeron acostados sobre la cama, con el dominante encima de su presa, a la cual comenzaba a quitarle ese frágil vestido negro. Esa noche no importaba la edad, o las circunstancias, simplemente la pasión, y el amor.
=4 DE FEBRERO DE 2005=
Temprano en la mañana, de nuevo un nublado día, una figura avanza entre las calles del putrefacto barrio. Una chica, esbelta, con la tez morena, vestida con botas y un provocativo vestido negro, avanzaba con la mirada puesta en un lugar específico, el local de Jack.
Las puertas estaban cerradas, pero sin seguro, ya que Jack estaba dentro, ordenando un poco los productos para vender. La chica entra en el lugar cuidadosamente, para no asustar a Jack.
-Hola, buenas. -la voz suave y dulce de la joven, llama inevitablemente la atención de Jack. Escasas eran las mujeres que venían al bar.
-Hola, ¿Qué necesitas? Esto no es un local de escort. -preguntaba el hombre mirando con cierto desprecio las ropas de la chica.
-Lo sé, vengo por el puesto de bartender aquí. -ella da unos pasos adelantes, y estrecha su mano ante el hombre. -Me llamo Nina Smile, mucho gusto.
Jack se queda unos segundos confundido, sin reaccionar ante la mano estrechada de la joven. Tras unos segundos analizándola, decide responder.
-¿Es una broma?
-No, señor. Solo busco trabajo, lo vi en el periódico.
-Mira como vienes vestida, mira al barrio al que vienes. ¿No te das cuenta de donde te estás metiendo?
-Lo sé perfectamente, señor. Pero realmente necesito el trabajo.
-No puedo, no vas a durar ni dos días aquí antes de que te violen todos y termines huyendo.
-¡Por favor! -la joven suplica con sus manos. -Realmente lo necesito, haré lo que sea para demostrarle que soy la adecuada.
-¿Harás lo que sea? -la mirada del hombre recorre de arriba a abajo el cuerpo de la chica.
-Sí, lo que sea.
-Mmm. -una sonrisa sádica se dibujaba en la cara del agradable Jack. Ya había dejado de mirarla a la cara, solo miraba ese joven y sexy cuerpo. -Quítate el vestido.
-¿Qué?
-¿Harás lo que sea, no? Quítate el vestido. -Jack agarra una silla que tenía a mano, y se sienta frente a la joven. -Y cabálgame como una vaquera putita.
La joven, resignada, pero dispuesta a hacer realmente lo que sea, comienza a quitarse el vestido lentamente, para el placer visual de aquel hombre, que ya comenzaba a masajearse la entrepierna.
Por otro lado, en el estacionamiento subterráneo de Kyobshee Corps, estaba un gran grupo, de aproximadamente 100 personas. Todos maquillados de payasos. El comandante de ese gran grupo, era un joven de ojos verdes y tez clara, el cual no estaba maquillado, y llevaba ropas totalmente diferentes. Parecía alguien realmente inofensivo, a pesar de cargar una escopeta en sus brazos.
-¿Qué le parece, señor Kyobshee? -decía Jeffrey Hugger, quien hablaba con el señor Kyobshee, ambos observando a todas las tropas. -Son 100 soldados, rápidos, con un físico privilegiado, y portando un revólver. Su jefe es mi mejor amigo, Liu Surprise. -señalaba con su dedo al joven de la escopeta, quien hablaba amistosamente con uno de esos payasos.
-Sin duda que parecen muy efectivos para limpiar la ciudad. Espero que usted sea efectivo para investigar, señor Hugger.
-Por favor, señor. Si echamos a la mafia de los medioambientalistas, estos criminales comunes va a ser un juego de niños para los muchachos y para mí. En menos de una semana, las armas estarán de nuevo en su posesión.
-Bien, confío en ustedes. Es lo que me queda. Saben que tienen a la policía de su lado, así que no tengan ningún tipo de piedad.
Pasadas unas cuantas horas, la lluvia cae sobre Eau Claire casi al mismo tiempo que la noche. Liu caminaba hacia su casa a paso apurado, sintiendo una mala sensación, una especie de... miedo. Al pasar por un callejón, una mano agarra su brazo, y lo atrae hacia la oscuridad.
Liu cae al suelo eufórico, y rápidamente se da cuenta que está rodeado por cuatro personas. Un relámpago cae justo en ese momento, dejando ver las caras de los hombres. Eran payasos. Aterrado, Liu intenta golpearlos, pero rápidamente es agarrado entre los 4, recibiendo una dura paliza a base de golpes y patadas. Tras unos segundos así, finalmente el chico queda inconsciente, y comienza a ser arrastrado por los payasos.
"Despierta, bastardo, despierta." esas palabras se repetían constantemente, hasta que terminan haciendo efecto. Liu abre los ojos. Una luz tenue ilumina un poco el lugar, logrando que pueda ver a una persona que estaba parada frente a él. Lo siguiente que nota, es que sus manos y pies están atados a la incomoda silla en la que se encontraba sentado.
-¡Imbécil! ¿No te das cuenta quién soy yo? -las amenazas de Liu solo generaban risas en la persona que tenía delante de él.
Al mirar a su alrededor, se daba cuenta que estaba en un lugar horrible. Algunas ratas hacían actos de presencia, y un olor desagradable abundaba todo el ambiente. Tras mirar un poco, se daba cuenta, que estaba metido dentro de una alcantarilla.
-¿¡Qué mierda hago aquí? -Liu preguntaba con desesperación, mirando fijamente a la persona que tenía delante. Un tipo vestido de naranja, con el cabello notoriamente largo.
-Querido Liu Woods. Líder del "Clan Killer". -la voz era muy similar a la de su hermano, Jeff, pero este no era Jeffrey Woods. Es Jeffrey Hugger. -Seré concreto, sé que eres un hombre ocupado, y bueno, tampoco queremos molestarte. -Hugger junta sus manos con fuerza, en una especie de aplauso, y se agacha para que sus caras queden a la altura. -¿Qué sabes del robo?
-¿Qué? -la duda era genuina. Liu no sabía nada de ningún robo.
-Parece que no será por las buenas, ¿eh? -responde el contrario con cierto tono amenazante, y lleva las manos al bolsillo de su sudadera, sacando la navaja del propio Liu, la cual acerca a su cara. -Dime, una vez más, ¿Qué sabes del robo?
-¡No sé de ningún puto robo!
-Ay... señor Woods. -agachó la cabeza el rubio, mientras Liu lo miraba completamente aterrado. Manteniendo la navaja pegada a la cara de este último, en un rápido movimiento, corta. Una gran herida, en la mejilla derecha, llegando hasta la nariz.
-¡AGH! ¡No sabes con quién te estás metiendo, bastardo! -la sangre brota de esa piel tan blanca y joven, mientras el atacante solo reía exacerbado.
-Una última vez. -de nuevo acerca el cuchillo a la cara de Liu, esta vez, a su boca. -¿Qué sabes del robo?
-¡Nada, no lo sé, no le hemos robado a nadie!
De nuevo, corta. Primero a un extremo de la boca, y después al otro. Ese tipo duro y agresivo, ahora tenía una sonrisa eterna plasmada en su cara. Solo se escuchaban sus
gemidos de dolor, y su llanto desconsolado, mientras la sangre brotaba de su cara con intensidad.
-¿Sabe qué, señor Woods? Sé que está diciendo la verdad, y no sabe nada sobre ese robo. -tras pronunciar esas palabras, Hugger estalla de risa ante la cara del demacrado Liu. -Esto es solo por diversión. De todas formas, creo que podemos ayudarnos.
Hugger se levanta con alegría, y tras indicarle a sus hombres que curen a Liu para que no muera desangrado, y poder seguir la charla con él, comienza a limpiar su cuchillo cuidadosamente. Todavía quedaba una larga noche.
=5 DE FEBRERO DE 2005=
Se hacen las 10 de la mañana, y Nina Smile se encarga de abrir el comercio de Jack. Éste último se encuentra en la trastienda, por lo que Nina es la que se pone para atención al cliente. Parece ser un día tranquilo, hasta que unos pasos apurados se acercan a la puerta, y dos personas entran de forma abrupta.
Jeffrey Woods y Christopher Hopkins entran al comercio rápidamente. Ambos se acercan a la barra apurados, mientras Nina los mira con cierta sorpresa.
-Dos aspirinas. -exige Jeff, mientras analizaba cada parte del cuerpo de Nina.
La chica asiente sumisamente, y agarra dos aspirinas que estaban en un pequeño cajón debajo de ella. Tras dejarlas sobre la mesa, Hopkins las agarra rápido. Jeff y Nina cruzan miradas unos segundos.
-¿Eres prostituta? -la pregunta de Jeff buscaba denigrar el físico y la forma de vestir de la chica. -Si la respuesta es sí, huye. -estalla de risa en la cara de la pobre mujer, para después irse corriendo junto a Chris, sin dejar ni un solo centavo.
Nina suspira disgustada, abrumada por las malas vibras que le transmitía ese tipo. En ese momento, Jack regresa de la trastienda, y ve a la chica aturdida, reposada sobre el mostrador.
-¿Está todo bien, linda?
-Sí. Solo un tipo perturbador, Jacky. -la chica mira al contrario, y le finge una sonrisa.
-Ten mucho cuidado. Si es el tipo perturbador que creo, te advierto que es el jefe de la banda criminal local. Ellos controlan todo y a todos. Hasta a mí.
La atmósfera en la casa familiar de los Woods era tensa. El adolorido Liu se encontraba sentado en el sofá. Hugger demostró que lo quería vivo, al encargarse personalmente de coser y desinfectar los cortes en la cara de Liu, el cual ahora iba por la vida con una sonrisa permanente en su cara. Su madre Margaret, acompañada de Nina y Natalie lo consolaban. Su salud mental había quedado todavía más destruida.
Ese ambiente tenso se rompe por unos segundos cuando Jeff y Chris regresan a la casa. El pequeño Hopkins se va con Margaret para colocar las aspirinas en un vaso de agua, y Jeff se queda mirándose fijamente con Liu.
-Quiero hablar contigo. Necesito tu opinión. -empieza el mayor.
-Dime, Liu. Te escucho.
-El tipo que me hizo esto... fue mandado por Jason Kyobshee. Él me lo dijo directamente. Al parecer Kyobshee lo contrató para resolver un robo de mercadería de su empresa, disfrazándolo como armamento militar para que el gobierno pueda encubrirlo sin meterse en problemas.
Jeff suelta una risa desagradable, la cual intenta frenar ocultando su boca. Natalie, ya sabiendo toda la realidad, mira a Jeffrey con cierto desprecio. Liu espera que su hermano controle su risa para poder seguir.
-Él quiere nuestra ayuda. Quiere que seamos sus ojos y sus oídos en Wisconsin, a cambio de algún beneficio, como un mejor trato con la policía. Le dije que lo discutiría con la familia, y le daría una decisión dentro de poco.
Liu es el único que hablaba. Jeff mantenía un silencio sepulcral, y agachaba la cabeza. Parecía estar escuchando a su hermano, pero... simplemente estaba pensando.
-No es mala idea, Jeff. Piénsalo. No colaboramos con SPLENDORMAN ni con la OANG, ¿por qué no colaborar con Kyobshee? Nos va a traer más beneficios.
-¡Hey, no! -interviene Nina, ciertamente enojada.- No puedes estar planteándote que es buena idea vendernos al puto gobierno.
-Cállate, Nina. -rezonga Liu, y vuelve a mirar a su hermano. -Dime qué opinas, Jeff.
De nuevo el silencio abunda la casa. Jeff no emite ni una palabra, porque de hecho, no había escuchado ni una palabra. Estaba en un trance de sus pensamientos.
-¡Di algo, maldita sea! ¡Di una maldita palabra!
-Cálmate, Liu. -suelta Natalie ciertamente preocupada, poniendo las manos en los hombros de Liu, y mirando a Jeff. -
-Me harta que no responda, y que me oculte información. Por favor, Jeffrey, dame una respuesta.
Jeffrey finalmente sale de su trance de pensamientos, y mira a Liu tras escuchar sus exigencia. Eso solo le provoca una risa desagradable y sarcástica. Tras pensar unos segundos, finalmente decide salir de la casa.
Finalmente llega la noche. En la casa de Cody Taylor, un ambiente cálido envolvía todo el lugar. En la habitación del joven, nuevamente estaban los dos tortolos. Cody y Margaret. Ambos se estaban besando apasionadamente, ya caldeando el ambiente.
-Amor, ¿todo está bien con tu hijo? -pregunta Cody, buscando charlar un poco antes de seguir.
-Cody, no, no quiero hablar de eso.
-Margaret, es tu hijo, le dieron una paliza. Al menos me gustaría saber cómo está, quién fue el culpable.
-Por favor, otro día. Quiero hacer otras cosas hoy.
Las intenciones de la mujer se vieron claras cuando tomó la mano de su enamorado, y la llevo a uno de sus pechos. El joven comenzaba a masajearlo suavemente.
-¿Estás segura de lo que quieres, Margaret?
-Sí, sé lo que quiero. Quiero olvidar, olvidarlo todo por un momento, y que tú seas lo único que me importe y me complazca. Tú y solo tú.
De nuevo el deseo volvió a unirlos, en un amor indebido y secreto ante los ojos del mundo. Los besos, los gemidos, los susurros y el calor envolvieron un ambiente placentero y pasional. Un refugio temporal para ambos de sus realidades tan distópicas.
Por otro lado, Jeffrey Woods se encuentra en su habitación. Completamente desnudo, apreciaba su cuerpo completo. Estaba teniendo un ataque psicótico. No podía parar de reír, y sus ojos estaban abiertos hacia su máxima capacidad.
-¡Blanco como la luna, labios como la sangre!
Jeff saca de un cajón una pequeña cajita con varios artefactos de maquillaje. Se aplica sobre toda su cara y cuello, volviéndose totalmente blanco, como siempre había fantaseado. Tras eso, tomó un pintalabios, del color rojo más fuerte y puro. Cuidadosamente pintó sus labios, formando un gran contraste entre ese color rojo sangre, y su piel completamente blanca.
-¿¡Quien es este ser tan divino!? ¿¡No parezco salido de un cuadro!?
Se apreciaba como un semidiós, una completa obra maestra. Mientras varios pensamientos intrusivos pasaban por su cabeza al mismo tiempo, metió la mano dentro del mismo cajón, y sacó su navaja. Solo podía pensar en la sonrisa de su hermano, eterna, y se imaginaba a él mismo así, cosa que lo ponía muy cachondo. Rápidamente llevo la navaja a su boca, y la apretó con sus dientes.
-¡Una sonrisa eterna! Morir sonriendo, ¿no sería hermoso?
Cuando estaba a punto de cortar, terminó arrepintiéndose. Frustrado golpea la mesa, sintiéndose un cobarde sin gracia, y usando su brazo comenzó a frotarse el maquillaje de su cara, quitándoselo con torpeza, llegando a lastimar un poco algunas partes de su piel.
Volvió a mirarse al espejo, totalmente desalineado. Se sentía como un cuadro roto, una obra maestra que no se ha terminado de realizar.
-Tal vez, simplemente... soy único.
Soltó una última risa psicótica, y procedió a irse a su habitación. Necesitaba un descanso mental y físico.
=6 DE FEBRERO DE 2005=
Cerca de las 11 de la mañana, la joven Iza se encontraba sentada en su cama. Tenía las luces apagadas de su casa, solo la luz emitida por su celular iluminaba su cara. Con él, marca a un numero específico.
-Hola, señor Woods. -dice la chica cuando su objetivo, Jeffrey Woods, contesta a la llamada.
-Hola, Iza. Sé que prometí ir a verte pronto, pero han sido días duros.
-No se preocupe, señor. Usted me sigue poniendo cachonda todos los días. ¿Cuándo podríamos vernos?
-Mañana, a esta hora estoy en la puerta de tu casa. Espero me des una muy buena sorpresa, putita.
-¡Claro que sí, amo! ¡Su putita va a hacer todo lo que usted le pida!
-Así me gusta. Tengo que irme ahora. Nos vemos mañana.
Jeff corta la llamada abruptamente como solía hacerlo. Iza sonríe, y se levanta de la cama. Tras revisar un poco en su mesita de luz, saca una Desert Eagle, la cual esconde debajo de una de las almohadas de la cama. Hecho eso, la chica le manda un mensaje a otra persona.
-Señor Hugger, Jeff ya ha caído en mis garras. Mañana. ¿Lo quiere vivo o me encargo de él?
En cuestión de segundos recibe una respuesta.
-Excelente servicio, agente Iza. Déjamelo vivo a mi tocayo, tengo unas cuantas cosas pendientes que hablar con él.
Unas cuantas horas después... Jeffrey Woods avanza entre la oscuridad de la noche, llegando a la puerta de una casa algo vieja, todavía dentro del barrio. Tras golpetear un poco, le abre un hombre, la cara llena de arrugas y los ojos azules le caracterizaban. Él era Charlie Hopkins, padre de Nina y Christopher.
Tras verse ambos se saludan con un fuerte apretón de manos, y Charlie vuelve a entrar a la casa. En segundos sale, arrastrando una bolsa llena de ladrillos, la cual suelta al lado de Jeff.
-Aquí está todo. Supongo para lo que son realmente, ¿al fin te decidiste a deshacerte del problema, eh?
-Lamento informarte esto, Charlie, pero hay un cambio de planes. -suelta una risita corta, ante la mirada confundida del contrario, y prosigue. -Quiero que saques las armas del barrio, en tu carro, y las lleves a una casa que compré hace poco, es a las afueras de este barrio. Te deje un papel con la dirección en tu carro.
-¿Y si me para la policía en el carro, Jeff? ¿Y si allanan esa casa? ¿No piensas en esas cosas?
-Mandé unos cuantos chicos de prueba esta tarde. Si actúas tranquilo, solo te pedirán la licencia de conducir y te dejarán irte. Y... ese barrio ya fue allanado por ellos, no volverán a ir ahí, no encontraron nada. Así que no te preocupes por todo eso, no las encontrarán allí.
-Estás jugando con fuego, Jeff. Con el puto gobierno. Estoy dispuesto a entregarme yo solo, con las armas, que me fusilen a mí, pero mantener esas cosas en tu posesión es poner a tu familia en riesgo.
-Llévalas hacia donde te dije, Charlie. Es una orden.
Tras eso, Jeff se retira del lugar, riendo sarcásticamente. Charlie suspira frustrado, y ciertamente enojado. Sus palabras nunca eran escuchadas. Aún así, ya es muy tarde para salirse del negocio.
Por otro lado, nos transportamos a un afamado hotel de Wisconsin. Dentro de una habitación, iluminada con una fuerte y hasta desagradable lampara amarilla, se encuentran dos personas. Desnudos, sudando. Un hombre y una chica, compartiendo cama, apreciando ese bello momento.
-Que bien que lo haces, Nina. Realmente me ayudas a desestresarme.
-¿Por qué estás estresado, Hugger? ¿Han salido mal las cosas?
Ambos miraban hacia el techo mientras hablaban, todavía recobrando fuerzas tras la escena de acción que acababan de vivir.
-Han salido bien, solo que trabajar tanto en este mundo te genera un poco de estrés. -soltó un suspiro profundo, antes de seguir. -Interrogué a Liu, el líder del Clan Killer. Un imbécil, no sabía nada. Al menos le dejé un recuerdito de mi parte, je.
-Creo que Liu no es el líder, señor. Es Jeffrey. Fue a visitar el bar, y Jack me lo terminó diciendo directamente. Es el líder.
-Jejeje, muy bien pequeña. -él miro a su joven agente, y chocó sus puños, como felicitación. -Yo también lo sé. Liu me lo confesó mientras se meaba en sus pantalones. Solo no quería decirte para saber si eras buena investigando, veo que sí, y sé que puedo confiar en ti.
Ambos acercaron sus caras con una sonrisa, y tras darse un pequeño beso en los labios, decidieron pasar juntos lo que quedaba de esa corta noche.
=7 DE FEBRERO DE 2005=
Toc, toc, toc. El golpeteo corto generado por Jeffrey Woods, en la puerta de una casa moderna, casi en las afueras del barrio, es lo único que suena.
-¡Pase, está abierto! -grita desde adentro esa voz característica, que Jeff reconoce al instante.
-¿No tienes miedo que sea un secuestrador pintado de payaso? -pregunta Jeff con ironía, mientras entra, y cierra la puerta detrás de él.
-Eso me excita. -responde la joven Iza, quien aparece, en la cima de las escaleras, envuelta únicamente con una toalla, y con su cabello húmedo. -Sube, mi amor.
La chica se va corriendo de forma traviesa a su habitación, donde deja caer la toalla, exponiendo su físico. Jeffrey sube rápidamente, mientras comenzaba a sufrir una erección.
Al entrar dentro, una fuerte luz morada los envuelve. Ambos se unen en un beso completamente pasional. Jeff cae a la cama, mordiéndose los labios, y comienza a quitarse la sudadera rápidamente.
Cuando se quita su vestimenta, mira hacia un costado, y se da cuenta de todo. Iza lo apuntaba con una Desert Eagle, una pistola de grueso calibre, directamente a la cabeza.
-Arrodillate, Jeffrey Woods. Ahora.
Jeff cede ante las exigencias de la joven, y se arrodilla frente a ella, mientras sonreía sádicamente. Notaba un leve temblor en las manos de la joven, y su mirada demostraba lo insegura que estaba.
-¿Es la primera vez que agarras un arma, verdad?
-¿Q-qué te importa? Te voy a llevar con la autoridad ahora mismo.
-Sí, es la primera vez. Se nota en como agarras el pomo.
-¿Cuál pomo?
Jeff aprovechó la distracción, para darle un manotazo al arma, lanzándola al suelo. Antes de que Iza pueda reaccionar, el castaño se lanza contra ella. Tras darle un par de golpes en la cara a la joven, la deja completamente aturdida al encajarle un fuerte rodillazo en el estómago.
Tras tomar el arma del suelo, apunta directamente a la cabeza de la joven, quien se encuentra arrodillada ante él, todavía recobrando el aire.
-¿Últimas palabras? -decía Jeff, mientras jalaba el martillo del arma. De su boca salía una risa bajita, burlándose del miedo de la joven.
-S-señor, señor, no, por favor. -las palabras se arrastraban saliendo de la boca de esa temerosa chica, de tan solo 16 años. -L-lo hice por mi madre, Hugger amenazó con matarla.
De sus ojos comienzan a brotar las lágrimas. Solo se escuchaban sus sollozos, mientras miraba fijamente al tipo que tenía delante. Finalmente, se formó un segundo de silencio.
La explosión del disparo resonó en toda la habitación. El cuerpo de la joven caía hacia delante, con la cabeza destrozada, expulsando cantidades desorbitadas de sangre. Jeff miró su cuerpo, manchado de sangre, y comenzó a reírse descontroladamente. Placer, deseo, arrepentimiento, miedo, venganza. Varios sentimientos pasaron por la cabeza de ese joven asesino en solo un instante.
Mientras el sol iluminaba y parecía dar paso a un alegre día en Eau Claire, Wisconsin, Jeffrey Woods regresaba a su casa, a paso apurado. Su sudadera blanca tenía algunas manchas rojas, y aunque reía descontroladamente, de sus ojos salían lágrimas, revelando un tormento muy oscuro, y bien oculto en su corazón.
Cuando llegó a la puerta de su casa, allí lo esperaba su hermano mayor. Jeff alza la mirada levemente, ya sabiendo quién es, y mantiene la cabeza agachada, mientras Liu se acerca a él.
-Nina lo hizo. -exclama Liu en seco, y deja unos segundos de silencio antes de seguir. -¿Ya lo sabías, eh, bastardo? ¡Nina lo hizo! Vendió el puto riñón, por ¡20 mil dólares! ¡Es el precio más alto que se ha pagado por algo así desde que existe el puto mercado!
-Sí, lo es. -responde Jeff con un tono más bajo, mientras sonreía. -Y ahora KillerClan.com se expandirá por el barrio bajo, ganaremos más dinero, y tendremos nueva competencia, ¿no es emocionante?
-Siento que hablar contigo es una maldita pérdida de tiempo.
-Déjame hacer el trabajo sucio, y te harás rico. Por ahora solo... -Jeff se acerca a la puerta, y la abre mientras habla. -...sigue sonriéndole a la vida.
La risa maníaca de Jeff se escucha hasta que este cierra la puerta de un fuerte golpe. Liu se queda perturbado, ya la vez lleno de ira y frustración.
Por la noche, Jeffrey Hugger se sienta en la cama de su hotel. Leía el periódico, donde una noticia resaltaba por encima de todos los demás.
"Joven de 16 años asesinada en su casa con un disparo en la cabeza".
Esto pareció llamar toda su atención. Siguió leyendo la noticia, hasta que llegó a la foto del cadáver. Su color característico de cabello le hacía darse cuenta de todo. Era Iza, la chica que esta noche le traería a Jeffrey Woods inconsciente, y atado de manos y pies. Soltó una pequeña risa, y dejó el periódico a un lado, planeando su próximo movimiento, sabiendo que este tipo no era nada tonto.
Acostado en su cama, Jeffrey Woods tenía la cabeza dando tumbos. Solo podía recordar la imagen del cadáver de Iza, una y otra vez. De repente, el sonido del celular, advirtiendo que tenía un nuevo mensaje llama su atención. Jeff lo levanta a duras penas.
-Hablé con Charlie, y no me dijo nada. Te lo pregunto a ti directamente. ¿Lo hiciste?
Los mensajes eran de Natalie. Jeff sabe a qué se refiere, y responde en cuestión de segundos.
-Sí, lo hice.