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El olvidó

EL PANTEÓN DE LOS DIOSES

En tiempos antiguos, un esclavo egipcio recibió un mensaje: “¿Quieres ser mi hijo?”. Sin pensarlo, aceptó, sin saber lo que ese simple “sí” traería consigo.

Reloj Tik

Mostrando cómo en el futuro un hombre llega a su fin

Reloj Tak

En un paisaje helado, yo estaba muriendo, aferrándome desesperadamente a la vida. De repente, apareció un mensaje:

“Al dios de la diversión le pareciste entretenido. ¿Aceptas su bendición?”

“Sí” – respondí, sin dudarlo.

Y así, me convertí en el único que los dioses llamaban hijo, y también en aquel a quien ellos traicionaron.

Reloj Tik

Nebu: —¿Eh? ¿Dónde estoy?— Se preguntó, mientras sentía que lo acechaban desde la nieve. Una manada de lobos apareció a lo lejos.

Nebu: —¡Tengo que correr!— gritó, mientras los lobos lo atacaban. Forcejeó con el primero, le dio una patada y echó a correr. De repente, una ventana apareció en el aire, y a través de ella, pudo ver que los dioses lo estaban mirando.

Nebu: —¿Qué es esto…?— murmuró, sorprendido. En ese momento, uno de los lobos lo mordió en el brazo. Nebu gritó de dolor, y antes de que pudiera reaccionar, otro lobo lo atacó desde el costado.

Volviendo al presente.

Nebu se agarra la cabeza, murmurando para sí mismo:

Nebu: “Solo fue un pensamiento intrusivo…”

Artemisa: “¡Ya va a empezar el Dumnezeu! ¡Todos, prepárense!”

A lo lejos, se escuchan a dos dioses hablando sobre lo que recibe el único y verdadero dios en el Dumnezeu:

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En un mundo donde los dioses se han retirado y su existencia se recuerda solo en mitos y leyendas, existe un antiguo artefacto llamado el “Corazón de la Eternidad”. Este artefacto es un fragmento del poder primordial que dio origen a los dioses. Fue forjado por una entidad suprema que, cansada de las disputas divinas, dividió su esencia y la dispersó por el universo, escondiéndola en lugares imposibles de encontrar, salvo por un fragmento que quedó oculto en la Tierra.

Ese fragmento es lo que da origen a un dios. Y hoy, se lo otorgarán al elegido.

El elegido es Nebu. Todos miran con asombro al cosmos mientras el Corazón de la Eternidad se acerca a su portador. La atmósfera se llena de una energía palpable y la tensión crece.

Una luz resplandeciente comienza a emanar del Corazón, envolviendo a Nebu en un halo brillante. Los dioses y los observadores en el universo contemplan el fenómeno con una mezcla de admiración y temor. El Corazón flota suavemente hacia Nebu, su luminiscencia intensificándose a medida que se acerca.

Con un estallido de luz que ilumina todo el firmamento, el Corazón de la Eternidad se fusiona con Nebu. La luz se convierte en un vórtice de energía pura, envolviendo a Nebu en una transformación cósmica. Sus formas y rasgos humanos comienzan a desvanecerse, reemplazados por una presencia divina y omnipotente.

El Corazón y Nebu se integran en una sola entidad, creando así al único y verdadero dios. La reacción de los dioses es un mix de sorpresa y resignación, mientras el nuevo dios asume su papel en el orden celestial. El cosmos mismo parece ajustarse a la nueva realidad, reflejando el poder y la majestad de la recién formada deidad.

”¿Pero qué está pasando aquí?” dice Hermes, visiblemente confundido y alarmado por la transformación en curso.

Dionisio se acerca a Nebu y, susurrándole al oído, le dice:

“No olvides que eres un simple mortal. Gritando a todos los dioses:

’¡La raza más débil entre razas, ni siquiera los animales se podrían comparar con ustedes! No sé qué vio el cosmos en ti, pero es hora de que comprendas tu lugar. Eres solo un humano. No podrás soportar el peso del Corazón. La mente humana es débil.’”

Nebu, abrumado por las palabras de Dionisio y la tensión del momento, comienza a dudar por primera vez. El Corazón de la Eternidad, al captar su inseguridad, empieza a retumbar ominosamente, resonando a través de su cuerpo y su mente.

Hermes observa el cambio y se da cuenta de la oportunidad. La duda de Nebu, sembrada por las palabras de Dionisio, comienza a desestabilizar la fusión. El poder del Corazón parece vacilar, y el destino de Nebu y del universo pende de un hilo.

Nebu, exhausto por el agotador ritual y perturbado por la crisis mental que lo consume, intenta lanzar un golpe desesperado hacia Dionisio. Sin embargo, su fuerza ha disminuido drásticamente, y su movimiento es torpe y debilitado. Dionisio, con una sonrisa fría y segura, fácilmente esquiva el ataque.

”¿A dónde crees que vas?” dice Dionisio con desdén, mientras los dioses superiores comienzan a sellar el Corazón de la Eternidad.

En un movimiento rápido y decisivo, los dioses, ahora seguros de su victoria, envían a Nebu al Vacío Infinito, un abismo eterno que se extiende más allá de cualquier frontera conocida del cosmos. Este vacío, una vasta e interminable oscuridad, es el lugar al que los dioses envían a aquellos que han fallado o amenazan el equilibrio del universo.

“Has fallado en cargar con el peso del Corazón,” declara Hermes con voz firme. “Tu lugar no es entre los dioses. Ahora serás expulsado al Vacío Infinito, donde tu existencia será una lección para los demás.”

Mientras Nebu es arrojado hacia el abismo, su grito de desesperación se pierde en la inmensidad del vacío. Sus últimos intentos de sostenerse y luchar contra el destino son en vano, y pronto desaparece en la vasta oscuridad, donde el Corazón de la Eternidad ya no puede alcanzarlo.

El Corazón, ahora asegurado y protegido en una prisión divina creada por los dioses superiores, es custodiado para evitar que el poder caiga en las manos equivocadas de nuevo.

“La humanidad ha demostrado ser demasiado débil para manejar tal poder,” observa uno de los dioses superiores con pesar. “Que esta experiencia sirva como un recordatorio de las responsabilidades y limitaciones que conlleva la inmortalidad.”

Una voz: “Despierta… despierta…”

La voz se intensifica gradualmente: “¡Despierta! ¡Despierta!

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