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Capítulo 1: El Primer Día de Todo

Mis padres fallaron cuando yo tenía apenas 10 años. Desde entonces,

mi vida dio un giro drástico. Viviendo en el país de Kagerō, en la ciudad de

Hanasato, tuve que asumir una responsabilidad mayor: cuidar de mi hermana

menor, Charlotte, de 9 años.

Esta mañana me encuentro en casa, preparándome para un nuevo y

emocionante capítulo de mi vida: mi primer día de escuela secundaria. A pesar

de los retos que enfrenta en mi corta vida, estoy decidido a aprovechar

esta oportunidad para crecer, aprender y disfrutar de las experiencias que me

esperan.

Con el uniforme escolar bien colocado y mi mochila lista, observa un

viejo retrato de mi familia antes de salir de casa. Charlotte, ahora de 14 años,

me despide desde la puerta con una sonrisa radiante. Aunque tengo muchas

responsabilidades, también siento una mezcla de nervios y emoción por las

nuevas aventuras que la escuela traerá.

Charlotte me miró con una sonrisa radiante mientras ajustaba su

pequeña mochila. "Hermanito, en un año yo también iré a tu escuela", dijo con

una energía contagiosa, sus ojos brillando de emoción.

No pude evitar sonreír ante su entusiasmo. "Sí, hermanita, te estará

esperando. Aunque yo ya estará en segundo año de preparatoria, será genial

tenerte allí", respondió mientras me agachaba para darle un cariñoso golpecito

en la cabeza.

Ella ascendió con fuerza. "Bueno, hermanito, cuídate mucho hoy. ¡No

llegues tarde a tu primer día!" dijo con un tono mezcla de seriedad y travesura.

Reí suavemente y levanté la mano en un además de despedida. "Claro

que sí, pequeña jefa. Prometo tener cuidado", dije mientras le guiñaba un ojo,

intentando aliviar un poco su preocupación.

Con eso, salí de casa con mi mochila al hombro y una sonrisa en el

rostro. Charlotte se quedó en la puerta, saludándome con una energía

inagotable. Sabía que, a pesar de lo difícil que había sido todo desde la pérdida

de nuestros padres, ella siempre lograba darme fuerzas.

Mientras caminaba por las tranquilas calles de Hanasato, el sol matutino

iluminaba los tejados y las aceras, llenando el ambiente de un cálido

resplandor. Estaba concentrado en mis pensamientos, imaginando cómo sería

mi primer día en la escuela, cuando escuché una voz familiar llamándome

desde el otro lado de la calle.

"¡Biel! ¡Espérame!" Gritaron con entusiasmo. Me giré y vi a Bastián, mi

mejor amigo de la infancia, corriendo hacia mí mientras agitaba la mano.

"¡Bastián! Siempre llegas tarde a todo", le dije mientras reía. cuando

Finalmente me alcanzó, respiraba agitadamente, pero con una sonrisa de oreja

a oreja.

"¡Oye! No es mi culpa que mi despertador decidiera tomarse el día libre",

dijo, fingiendo indignación mientras se acomodaba la mochila.

"Claro, claro. Siempre tienes una lista de excusas", respondió entre risas.

"¿Estás listo para nuestro primer día?"

Bastián se alzó las cejas y mostró una expresión despreocupada. "Por

supuesto. Aunque dudo que pueda igualar lo emocionante que fue el día en

que atrape un pez gigante en el lago el verano pasado."

"¡Eso ni siquiera se compara!" Dije mientras negaba con la cabeza,

tratando de contener la risa. "Pero estoy seguro de que encontrarás la manera

de hacer que cada día sea una aventura, como siempre."

Caminamos juntos hacia la escuela, charlando y bromeando sobre

nuestras expectativas y temores. La presencia de Bastián hacía que me sintiera

menos nervioso y más emocionado por lo que nos esperaba.

Y por fin llegamos a la escuela Tsubaki Gakuen. La entrada principal era

impresionante, con altos portones de hierro adornados con intrincados

detalles y un camino de piedra que conducía hacia un edificio principal que

parecía salido de un sueño. Los jardines que flanqueaban el camino estaban

perfectamente cuidados, con flores de colores vibrantes que daban vida al

lugar.

Bastián observó a su alrededor, cruzándose de brazos. "Se parece a mi

anterior escuela", dijo con un aire casual mientras sonreía levemente.

"Bueno, eso sí", respondió mientras echaba un vistazo al edificio. "Pero

esta es mucho más detallada que la anterior escuela en la que estuvimos.

Mira esas ventanas, parecen sacadas de una revista de arquitectura."

Bastián asintió, aunque su atención pronto se desvió hacia un grupo de

estudiantes que conversaban animadamente cerca de la entrada. Antes de que

pudiera comentar algo más, el sonido de unas bocinas resonó por todo el

campus, captando la atención de todos.

"Estimados estudiantes, por favor diríjanse hacia el auditorio de nuestra

prestigiosa institución", anunció una voz clara y autoritaria.

Bastián me miró, levantando una ceja. "Prestigiosa, ¿eh? Espero que eso

signifique menos tareas y más diversiones".

Reí entre los dientes y sacudí la cabeza. "Vamos, no hagas que nos

retrasemos desde el primer día".

Sin perder tiempo, ambos siguen el flujo de estudiantes que se

dirigieron hacia el auditorio. Mientras caminábamos, no podía evitar sentir una

mezcla de nervios y emoción.Este era el comienzo de algo nuevo, y aunque no

Sabía exactamente qué esperar, estaba listo para enfrentarlo junto a Bastián.

Al llegar al auditorio, nos dirigimos hacia los asientos asignados,

rodeados de un mar de estudiantes que hablaban en voz baja, llenos de

expectativa y curiosidad. El auditorio era amplio, con techos altos y una

decoración que mezclaba modernidad con un toque clásico. Bastián, como

You might be reading a stolen copy. Visit Royal Road for the authentic version.

siempre, buscó el asiento más cómodo y se dejó caer con un suspiro de alivio.

"¡Esto se siente como una conferencia de famosos! Mira esas luces y ese

escenario", bromeó mientras se acomodaba en su asiento.

Le sonreí, aunque yo también sentí el peso del momento. "Es algo

grande, ¿no crees? Este es el inicio de todo", dije mientras observaba el

escenario principal, donde varios profesores se alineaban.

Uno de ellos, un hombre alto con gafas y una expresión serena, tomó el

micrófono y comenzó a hablar. Su voz resonó con claridad, imponiendo

atención de inmediata.

"Queridos estudiantes, les damos la bienvenida a su nueva etapa

escolar", comenzó, con un tono que mezclaba autoridad y amabilidad. "Espero

que todos se lleven bien y que aprovechen al máximo esta oportunidad.

Recuerden que esta etapa no solo es para aprender, sino también para crecer

como personas. Dedíquense a ser los mejores en todo lo que hagan."

Hizo una pausa mientras algunos estudiantes intercambiaban miradas y

murmuraban entre ellos. Bastián se inclinó hacia mí. "¿Crecer como personas?

Eso suena complicado. Estoy bien siendo genial tal y como soy", dijo en voz

baja, provocando una risa que intentó contener.

El profesor continuó. "También quiero dar una especial bienvenida a

todos los nuevos ingresados de primer año de preparatoria. Estamos

emocionados de que formen parte de nuestra comunidad."

Una leve ronda de aplausos llenó el auditorio. Yo me uní al aplauso,

sintiendo un nudo de emoción y nervios en el estómago. Este era el momento

en que todo empezaba.

"Los estudiantes de preparatoria, por favor diríjanse hacia el cuadro de

estudiantes nuevos, ubicado en el vestíbulo junto al auditorio. Allí podrán ver

el aula, clase y paralelo que les ha sido asignado. Recuerden que contamos con

los paralelos A, B y C , distribuidos en las aulas 1, 2 y 3", explicó el profesor

mientras algunos estudiantes ya se levantaban de sus asientos.

Bastián se levantó con energía y me dio una palmadita en el hombro.

"¡Vamos! Espero que no nos separen. Aunque, si terminamos en aulas

distintas, me aseguraré de encontrar la forma de escapar a tu clase."

Negué con la cabeza, sonriendo. "Sería un milagro que no te atraparan

haciendo algo así. Pero sí, espero que tengamos suerte."

Nos unimos a la multitud que salía del auditorio hacia el vestíbulo. La

emoción y el nerviosismo llenaban el aire. Mientras avanzábamos, miré

alrededor, observando las expresiones de los demás estudiantes. Algunos

parecían tan nerviosos como yo, mientras que otros, como Bastián, parecían

estar disfrutando cada momento.

"¡Esto es como una lotería!" dijo Bastián con entusiasmo mientras nos

acercábamos al cuadro de asignaciones. "Espero que me toque algo

interesante. Aunque, claro, cualquier cosa es mejor que matemáticas a primera

hora".

"No te confies. Con nuestra suerte, eso podría ser exactamente lo que

pase", respondió con una sonrisa nerviosa mientras nos preparábamos para ver

nuestras asignaciones.

Cuando vi el cuadro, me di cuenta de que estábamos en el aula 2,

paralelo B. Algo me hizo sonreír al instante, y fue darme cuenta de que Bastián

también estaba en mí misma clase. ¡Mi mejor amigo! Mi rostro se iluminó con

una sonrisa, y no pude evitar mirar a mi alrededor para encontrarlo. Cuando

nuestras miradas se cruzaron, él también se escuchó, mostrando su entusiasmo.

"¡Biel! ¡Mirá, estamos juntos!", exclamó Bastián, levantando la mano y

agitándola en mi dirección.

"¡Qué suerte, eh! Pensé que iba a ser una tortura estar solo, pero ahora

va a ser más divertido", respondió, mi voz llena de alivio y alegría.

Ambos sabíamos que la escuela era un nuevo reto para nosotros, pero

la idea de estar juntos hacía todo más soportable. Mientras caminábamos hacia

la puerta del aula, el sentimiento de nerviosismo se mezclaba con la emoción

de empezar algo nuevo. El ambiente era diferente, las caras eran desconocidas,

pero al menos sabía que Bastián estaría a mi lado.

"¿Qué crees que nos espera en esta nueva etapa?", preguntó Bastián

mientras entrábamos en el aula, lanzándome una mirada curiosa.

"Espero que sea algo interesante. No soy fan de la escuela, pero si es

con amigos, tal vez cambió un poco la perspectiva", respondió con una sonrisa,

aunque una pequeña parte de mí aún sentía un nudo en el estómago. La

escuela era un lugar donde todo podía cambiar, y aunque me emocionaba,

también sabía que no todo sería tan fácil.

Nos sentamos juntos, en la misma fila, en el centro del aula. La maestra

entró, y todos se llamaron de inmediato. Era una mujer de expresión seria, con

gafas que no dejaban de observar a todos en la sala. Los primeros minutos

Pasaron en silencio, mientras ella nos explicaba las reglas y cómo funcionaría

el año.

Pero a pesar de su formalidad, no pude evitar mirarle a Bastián, quien,

con su energía habitual, me lanzó una sonrisa traviesa. "¿Te imaginas lo que

vamos a hacer este año? ¡Esto va a ser épico!"

"Claro que sí. No podemos hacer que todo sea aburrido, ¿verdad?"

Respondí, sintiendo cómo la ansiedad comenzaba a disiparse, reemplazada por

una sensación de anticipación.

La clase continuó, pero para mí, este era solo el comienzo de una nueva

etapa. Un capítulo diferente en nuestras vidas. Con Bastián a mi lado, todo

parecía un poco menos aterrador.

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