Ashura se sentó en el trono en medio del infierno, contemplando el caos y la destrucción que había dejado a su paso, rodeada por un silencio sepulcral que acentuaba la desolación de los dominios de Lucifer. El paisaje, cubierto de llamas y cenizas, reflejaba la destrucción que había sembrado a su paso. Las llamas se retorcían en el horizonte, reflejando la intensidad de su furia. Aunque adoraba la devastación, su inconformidad persistía. Había esperado mucho más de este enfrentamiento. pero él seguía ausente. ¿De qué servía todo esto si Lucifer no aparecía para enfrentarla?
Mientras permanecía absorta en sus pensamientos, dos pequeñas figuras surgieron de entre las sombras. Kuro y Akane, criaturas con una apariencia sorprendentemente adorable e inocente, pero de naturaleza maliciosa, se acercaron a Ashura sin un ápice de miedo, con sonrisas y ojos llenos de un brillo juguetón. Su dulzura contrastaba con la oscuridad que los rodeaba, pero Ashura sabía que detrás de esa fachada se escondían mentes retorcidas. No eran amigos, ni aliados, solo oportunistas que disfrutaban del caos tanto como ella.
—Ashuraaaa, ¡hiciste un trono para ti! —exclamó Akane, sus ojos brillando de aparente admiración mientras giraba a su aledor—. ¡Es tan elegante!
—Sí, aunque un poco exagerado, ¿no crees? —añadió Kane, inclinando la cabeza con una sonrisa traviesa mientras se subía con cuidado al brazo del trono—. Pero no te preocupes, ¡nos encanta!
—Tiene razón —dijo Akane, sonriendo con fingida seriedad—. No es algo que Lucifer haría. Pero a nosotros nos gusta que seas un poco... pretenciosa.
La mirada de Ashura se endureció. Un destello de furia cruzó sus ojos, y, sin previo aviso, alzó una mano hacia Kuro, lanzando un ataque que el pequeño esquivó con sorprendente agilidad, dejando tras de sí un rastro de cenizas.
If you discover this tale on Amazon, be aware that it has been stolen. Please report the violation.
—¡Ay, no seas así! —dijo Kuro, fingiendo un puchero mientras se escondía detrás de Akane—. Solo queríamos decirte lo genial que te ves en ese trono.
—Sí, sí, no tienes que enojarte tanto, Sabes que no puedes matarnos—agregó Akane, entrelazando sus manos y mirándola con ojos brillantes—. Sabes que solo queremos lo mejor para ti, Ashura.
—Kuro sonrió con aire travieso, acomodándose sobre el respaldo del trono. — Aúnque a veces es divertido verte perder la paciencia.
Ashura frunció el ceño y se levantó lentamente. Las criaturas dejaron de hablar por un momento al notar el cambio en su expresión. Con un suspiro pesado, Ashura finalmente rompió el silencio.
—Lucifer no se toma nada en serio. Si no entiende la amenaza que soy, entonces no vale la pena insistir ahora. —El semblante de Ashura se endureció aún más, y una sonrisa oscura se dibujó en su rostro—. Hay cosas más importantes.
Kuro ladeó la cabeza, como si estuviera procesando lo que ella había dicho.
—¿Eso significa que... vas a buscar algo más emocionante? —preguntó, con un tono curioso que apenas ocultaba su entusiasmo.
—¿Oh, oh! ¿Será algo peligroso? ¿Algo grande? —añadió Akane, juntando sus manos con emoción fingida—. ¡Nos encanta cuando tienes esos planes geniales, Ashura!
Ashura se levantó del trono con una sonrisa tensa. Las dos criaturas dieron un paso atrás, mirándola con atención, pero sus sonrisas no se desvanecieron.
—Es momento de dejar esto atrás. Hay algo más importante que debo hacer primero. —Su voz sonaba decidida, casi fría.
—¡Sabía que te lo tomarías en serio en algún momento! —dijo Kuro, batiendo las manos como si estuviera celebrando—. ¡Esto será tan divertido!
—Sí, aunque admito que extrañaré los días llenos de caos sin rumbo.... —suspiró Akane, llevándose una mano al pecho con una sonrisa nostálgica.
—¿Así que vas a buscarlo? —preguntó Kuro con una sonrisa ladina.
Ashura no respondió. En cambio, comenzó a caminar, dejando el trono y el paisaje devastado a sus espaldas. A medida que avanzaba, su determinación crecía. al igual que su emoción por lo que estaba por venir.
—Es momento —murmuró, sin voltear hacia las dos criaturas que la seguían como sombras—. Voy a encontrar a mi padre.
Kuro y Akane la siguieron de cerca, sus sonrisas adorables intactas, aunque en sus ojos brillaba algo más oscuro, algo que no podían ocultar del todo