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Crímenes de arena
Ábrete, Pandora.

Ábrete, Pandora.

Spoiler: Spoiler

 Lean la descripción del libro por favor! Ahí explican el comienzo. Grax besos. 

Ciroe tosió. Lo que luego vendría a describir como aridez azotaba sus pulmones, mientras que su pecho cobrizo y desnudo se desadecuaba al aire que moraba justo afuera del cobertizo que suponía su mundo.

Si bien sus años de templanza, analizando su mundo interior y demás lo habían hecho fuerte, el prospecto de encontrarse con un techo de la inmensidad del cielo, y parajes desérticos de magnitudes kilométricas lo aterrorizaba. Si no fuese por la voz que conocía como Siripe, ahora mismo seguiría en la oscuridad de su cueva sin la necesidad de usar sus ojos en tal luminaria.

-Finalmente libre, soldado! Ya era hora de que te pueda enseñar acerca del mundo detrás de ese sótano de mierda.

Ciroe había conocido a Siripe hace aproximadamente 4 años, luego de recrear su Paisaje usando la energía del ambiente, partícula a partícula. Al ser la primera voz que escuchó, no entendió un carajo. Después de un año de proyecciones astrales de la entidad dentro del joven, finalmente adquirió algo a lo cual llamar idioma, y entonces fue que pudo aprender bajo la voz. Se pasaban los días hablando de cultivación espiritual, ciencia, y artes marciales, además de lo básico respecto a algo que Sirope llamaba "mundo exterior". Ahora Ciroe sabía a que se refería.

-Tu desierto es basura. Me duelen los ojos, me queman los pies, y tengo. Sed. En la cueva tenía agua infinita y pan inacabable. Como puedes comparar eso a este sentimiento de... Necesidad.

-Pf. Si tuviera un cuerpo nunca me rebajaria a comer ese pancito. Y si el agua te parece deliciosa, es porque te gusta el prospecto de supervivencia descomunalmente. Todavía no conoces el gozo de probar un jugo o una cerveza.

-Ni carne. Siempre hablas de la carne.

-Deja de tenerle miedo al consumo de otro ser vivo. Es el círculo de la vida, dulzura.

Ciroe siguió caminando, sudoroso, a través de las interminables dunas mientras conversaba con su único amigo. Su cuerpo de un inexplicable cobrizo pálido empezó a notar un cambio a los pocos días de caminar sin parar. Poco a poco, la arena se había estado levantando según su voluntad, recobrando su vitalidad con una eficiencia incalculable. Cada segundo que pasaba, el acondicionamiento al que se veía sometido su avatar interior, con respecto a su Paraje y su cuerpo, se presentaba más solemne. Si Ciroe hubiese tenido un espejo, de hecho, estaría infinitamente triste. La grandiosidad de su espiritualidad, al haber estado en modo de concentración absoluta por toda su vida, no se comparaba ni un ápice con su deplorable estado actual. Subsistir de pan y agua te dejaban, como es de esperarse, muy pero muy flaco. A primera instancia, si alguien pasase por ahí, diría que el hombre no debería andar.

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Sin embargo, su cuerpo contaba con una fuerza de voluntad más fuerte que la vida misma, por lo cual su espíritu proporcionaba el sustento necesario para evolucionar en base a ejercicio solamente.

Después de la primera semana, ya se apreciaba vitalidad en su semblante, y firmeza en sus pasos.

Después del mes, empezaron a notarse músculos visibles, así como brotaban de a pocos destellos de aura azul, la cual significaba un cambio fundamental en un organismo. 

A los tres meses, lo rodeaba la arena. Su capacidad natural para la magia había despertado, y la energía se acumulaba respecto a él, en parte debido a su inexperiencia.

A los cinco meses, tras haber llegado a la equidad entre cuerpo, mente y alma, Ciroe se detuvo. Y entonces se dio cuenta...

-Oye, Siripe

-Dime.

-¿No sabrás por casualidad si he estado yendo hacia donde debería?

-Estaba seguro de que estabas caminando en círculos, sin hablarme, a propósito. Para acomodarte al terreno y eso.

-...Carajo. Bajo qué cerebro sería concebible eso. Me gusta mejorar y todo eso, pero hace un calor de mierda. ¿Qué te pasa?

Después de renegar por horas, para desistir prometiendose que si su amigo algún día tuviese cuerpo le pegaría durísimo, Ciroe se encontró con un camino.

Poco a poco, mientras lo seguía, visualizó colores y sensaciones diferentes. Conoció el verde de los cactuses, y el dolor de pincharse. Conoció la piedra y su dureza. Sintió su primera lluvia, viendo destellos azules en los relámpagos que caían. Y de pronto...

-¿Y eso?

-Creo que es... Una persona. No. Una mujer.

-¿Y eso es...?

-Es difícil explicar, así que te cuento como si uno mas uno. Es como tu, pero bonito. Si tu eres un "el", eso es un "ella".

-Ahhh. Si me hablaste de eso. Esas son de las que orinan por huecos, y si pongo mi...

-Para. Está mirando hacia acá y la vas a perturbar si te escucha.

-Puedo ver dos sombras atrás suyo. Mis nociones de "persona" me jurarían que es imposible.

-No, tu también tienes dos. La otra sombra es su... ¿Lo puedes ver?

-Si, una es verde y la otra es azul. Que divertido. ¿De qué color son las mías?

-Deberían ser gris celestoso y gris. O gris celestoso y celeste. Pero siempre he tenido mis dudas.

-Nos siguen mirando. Deberíamos...

De pronto, Ciroe pestañeo. La mujer ya no estaba. Y todo se volvió negro. 

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