Novels2Search

Prólogo

En lo más profundo del Tetraedro, donde la penumbra acechaba en cada rincón y las sombras cobraban vida propia, se libraba una batalla entre dos monarcas: Freya, la reina del Sol Radiante, y Morelik, la reina de las sombras.  

El aura mística que sondeaba el espacio comenzaba a tornarse electrizante y el choque de sus espadas resonaba en la vasta cámara. En ese momento, ambas tomaron un respiro para examinar a su contrincante. 

—¿Este es tu plan? ¿Matarme y quedarte con el poder? —preguntó Freya, su mirada fulminante desgarrando el aire, cargada de desdén y desafío. 

—Tú tienes la culpa de todo esto —respondió Morelik con severidad—. Los dioses te han abandonado y la podredumbre ha consumido nuestras tierras. Tú ya no tienes ningún poder aquí. 

—¿Piensas solucionarlo? Ridícula. ¿Te estás escuchando? La Gran Madre y los Dioses son seres que ni tú ni yo podremos comprender jamás. No importa quién lidere la Orden Dorada, nuestra situación no cambiará. 

—¿Que no lo ves? Nuestro mundo se está pudriendo. Ya es hora de un cambio y si los dioses no están satisfechos contigo, entonces yo te reemplazaré. Arkya se convertirá en una colonia, y yo gobernaré. ¡Con mi sabiduría guiaré a tu reino a un futuro próspero! 

—¡Olvídalo! —exclamó Freya; sus cabellos dorados oscilaban con el viento etéreo que circundaba a su alrededor. 

Con una expresión resuelta, Freya avanzó. Su armadura plateada resplandecía en la oscuridad. Con la espada en alto, imbuida en la energía del sol, su determinación ardía con la intensidad de mil estrellas. El calor que irradiaba su arma contrastaba con el frío penetrante de la habitación. 

—No dejaré que la oscuridad devore nuestro hogar —murmuró para sí misma. 

Mientras tanto, Morelik emergió de entre las sombras con un movimiento fluido y silencioso. Envuelta en un manto oscuro, parecía desmaterializarse en la oscuridad. 

—La luz no es más que una ilusión pasajera —susurraba Morelik mientras se desplazaba volando sobre Freya, tejiendo un velo de incertidumbre en el aire. —Las sombras son eternas, y yo soy su reina —recitaba con un eco tenebroso. 

Morelik atacó con su espada desde el aire en su forma espectral. Pero Freya se defendió, desatando ráfagas brillantes que bloqueaban sus ataques. 

—¡Inmensus! —exclamó la bruja, conjurando con su mano un hechizo de oscuridad inconmensurable y lo arrojó sobre Freya.

—¡Praesidium! —vociferó la reina del sol. Convocando una barrera luminosa con su mano libre. Freya bloqueó la poderosa esfera de energía oscura, extinguiéndola por completo.

The author's narrative has been misappropriated; report any instances of this story on Amazon.

—Esto no es por las tierras, hermana, tú siempre me has odiado. La envidia y el rencor te consumen, ¡mira dónde te han llevado! —exclamó Freya. 

Morelik volvió al suelo y se rió con descaro frente a ella, acomodándose su sombrero puntiagudo. 

—Mi querida hermanita, la luz solo ciega a aquellos que se niegan a ver la verdad. Hoy le pondré fin a nuestras diferencias —dijo Morelik; sus iris púrpuras destilaban una malicia indomable. 

—¡Labyrinthum umbrarum! —exclamó la bruja, convocando un hechizo oscuro que tejió un laberinto de sombras alrededor de su enemiga, impidiendo que se desplace con libertad. 

Freya había perdido de vista a su contendiente, y viendo su desventaja decidió actuar. Canalizó todo su poder solar en su espada y vociferó:

—¡Lucens! — Freya desencadenó un estallido de energía que inundó la cámara con luz radiante, contrarrestando el hechizo de la bruja y disipando las sombras. Morelik se escondió momentáneamente detrás de una columna, cegada por el resplandor. La hechicera pudo notar que el brillo de su poder empezaba a desintegrar las columnas a su alrededor.

Cuando el destello se detuvo, Morelik vio su oportunidad. Se impulsó con la columna, lanzándose hacia su enemiga, y logró conectar una estocada directa en su pecho, derribándola indefensa en el suelo.  

Freya sintió el impacto como un trueno que recorrió todo su cuerpo, dejándola aturdida y sin aliento. Cuando levantó la mirada, su hermana se alzaba sobre ella. Entonces, un escalofrío paralizante le recorrió la espalda y el terror irrumpió en su corazón. 

El silencio descendió sobre la cámara, roto solo por la respiración agitada de Morelik, que miraba triunfante a su oponente derrotada. Con una sonrisa de satisfacción, la reina de las sombras se inclinó para dar el golpe final. 

Freya alzó su brazo y susurró:

—Solis Radius — La hermana menor lanzó un poderoso rayo de su mano que le atravesó el pecho a la reina de las sombras y esta cayó jadeante a su lado. 

Después de un breve silencio, interrumpido solo por el eco de sus respiraciones agitadas, Morelik se acercó arrastrándose hacia Freya. Su mirada se posó en la caballera del Sol Radiante con una mezcla de admiración y respeto, pero también con un atisbo de sombría reflexión. 

—Siempre has sido la preferida. No podía permitirme verte superarme —confesó la bruja. 

Freya, aunque gravemente herida, abrió los ojos débilmente y se esforzó por levantar la cabeza.  

—Hermana, a pesar de nuestras diferencias, siempre me has guiado de tu mano —susurró con voz apenas audible, su mirada borrosa. 

Las palabras de Freya retumbaron en su corazón. 

—Quizás... en otro tiempo y lugar, podríamos volver a estar juntas —admitió Morelik, extendiendo una mano hacia Freya. 

Freya aceptó la mano de Morelik con un apretón débil, una pequeña sonrisa cruzó su rostro fatigado. En ese momento, pudo notar que una masa amorfa y oscura se arrastraba hacia ellas. Incapaz de moverse o hablar, un escalofrío recorrió su cuerpo al comprender que no había escapatoria. 

Y así, en el silencio sepulcral de la cámara, dos hermanas compartieron un momento de entendimiento mutuo. En la oscuridad que las rodeaba, la luz y las sombras convergieron en un breve instante de paz antes de desaparecer en la eternidad del tiempo. 

Previous Chapter
Next Chapter