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Lys [Español]
Primera Misión, Segunda Pesadilla [Capítulo 4]

Primera Misión, Segunda Pesadilla [Capítulo 4]

Al momento de abrir sus ojos sintió como ya no se encontraba más en aquel granero, arrastrada al interior de un profundo sueño, una memoria, una pesadilla… De nuevo forzada a recordar la vida que más quería dejar atrás, aquello que había considerado como la gran mentira que le había tocado vivir en total desconocimiento por tanto tiempo.

En lo profundo de una mansión, en lo que parecía ser un gigantesco laberinto interno bajo tierra se encontraba la base secreta de los cuervos sangrientos. Allí abrió los ojos y se levantó, sintiendo un absoluto terror ante la visión de aquel lugar que fácilmente reconocía, la sensación fue efímera pues estaba claro que no era la realidad, solo un sueño, otra pesadilla.

Pronto vería a Sauvre acercarse a saludarle, extendiendo su mano hacia la chica que por aquel entonces aún conservaba su cabello negro por completo, aquel asesino no había sido solo su compañero de misiones, también era su maestro y uno de los mejores y más altos rangos de la organización. Su cargo no era muy importante a nivel toma de decisiones, pero era conocido como el mejor de todos en el trabajo y cuando alguien fallaba era quien se encargaba de que nadie se enterase de nada y todo siguiese el curso que debía seguir.

Levantándose y esbozando una amable sonrisa hacia su maestro, aquella Lys no sentía las presiones ni el miedo con los que ahora cargaba, era una tranquilidad extraña el recordar los tiempos en los que podía dormir, tiempos en los que sus ojos no poseían grandes ojeras por dormir apenas unas dos o tres horas diarias debido a las pesadillas y el miedo a ser emboscada.

“Llegó la hora Lys, no mas entrenamientos, hoy será tu primera misión fuera de esta prisión. Espero estés preparada.” El hombre con aspecto de veterano con varias marcas cruzando su rostro, barba incipiente de varios días sin afeitarse y pelo castaño corto comenzó a caminar haciendo una leve señal con la mano hacia Allyson para que le siga el paso.

“La misión no será difícil, o no debería serlo con nuestras habilidades. Viajaremos a una taberna que según la información que se ha recaudado, mantienen reuniones en su sótano, reuniones donde claramente hablan en contra del actual monarca. Rebeldes.” Mientras Sauvre hablaba ambos continuaban caminando. Pasaban por una habitación repleta de herramientas de tortura, afortunadamente vacía en ese momento, luego por un alargado pasillo que parecía ir en subida, hasta por último llegar a una puerta.

Aquello que parecía una puerta de un lado, era de hecho una pared del otro, saliendo en mitad de la noche de aquel pasadizo secreto que daba a un callejón vacío, el afamado “Callejón Maldito”. Habían creado la historia de que allí había una maldición y que cada vez que alguien se acercaba aparecía muerto semanas luego para evitar que alguien se acerque, era efectivo, nadie que no fuese un miembro de los cuervos sangrientos se acercaba a aquel lugar.

La chica palmeo el hombro de Sauvre para intentar llamar su atención, mientras comenzaba a hacer una serie de señas con las manos, extrañas señas de variadas formas intentando comunicarse mediante ellas, sin embargo el asesino siguió su camino un poco más, esperando la puerta por la que habían salido se cerrase para detenerse antes de salir de aquel callejón, en ese momento se giró.

“Lo siento, no te escuche. ¿Qué decías?” Una sonrisa picaresca se dibujaba en el rostro de aquel hombre, quien claramente le estaba tomando el pelo a la pobre joven muda, esta le miraba con clara expresión de furia comenzando a hacer las mismas señas con gran velocidad, claramente le había hecho enojar.

“Hey, Hey, ¡Dije que lo sentía!” el cuervo veterano soltaba una leve risa ante el enojo de su compañera, negando para sí.

“Vamos, calma, más despacio que no entiendo. Vamos desde el principio.” La chica suspiro pesadamente y volvió a mover las manos con más precisión y menos velocidad, buscando hacerle entender a su compañero que es lo que quería decirle.

“Detesto cuando haces eso. ¿Qué haremos cuando lleguemos allí? ¿Entraremos en secreto o de manera normal y tendré que intentar escuchar si hay algo raro debajo?” Aquel idioma de señas era su única manera de comunicarse, algo que solo Sauvre entendía.

A través del rumor de un idioma así entre sirvientes de la nobleza de un reino alejado, el veterano de los cuervos había decidido echar un vistazo por allí y aprender dichoso idioma para facilitar el entrenamiento de su pupila estrella.

“Por supuesto que haremos eso. Lo segundo claramente. ¿De qué otra manera podríamos actuar?” Dijo el hombre con una sonrisa sardónica, le gustaba molestar a su querida aprendiza, pues sabía que esta no podía hacer mucho al respecto.

“Por eso dije que sería una misión fácil para ambos, entramos, yo creo un poco de distracción, veo si puedo hacer que alguien hable y tu simplemente te quedas en tu esquina escuchando.” La chica simplemente se quedó allí mirándole de mala manera. La verdad es que estaba algo nerviosa y Sauvre se había dado cuenta, era por eso que le distraía molestándole para que se olvide que estaban por hacer una misión, la chica funcionaba mucho mejor cuando estaba calmada y él lo sabía.

“Si somos afortunados, los agarramos en medio de una reunión, sino, tendremos que hacer esto por varios días hasta que demos con ellos.” Dijo finalmente mientras se subía una simple capucha que descansaba en sus hombros, no era necesario que se cubriesen tanto para esa misión, no aun, después de todo debían pasar como simplemente dos personas comunes que iban a tomar algo a aquella taberna, nada más.

Tras algunas horas de caminata para llegar a la alejada taberna en la zona de los muelles, el dúo se adentró en aquel antro, era pasada la medianoche para cuando llegaron, las horas perfectas para una reunión oculta.

Sauvre se acercó a la barra y pidió la mesa de la esquina más alejada, el lugar no parecía estar muy frecuentado, había algunos borrachos en la barra y el bardo local ya tenía varias copas demás encima por lo que se encontraba tirado en un rincón con un laúd en mano y una sonrisa de oreja a oreja. Pidió dos cervezas y señalo la mesa deseada, mientras tanto él se quedó en la barra para esperar los tragos.

La joven se movió con timidez y nerviosismo por aquel lugar, era la primera vez que estaba en algún lugar así, al menos que ella pudiese recordar, y la gente no parecía ser la más amable de todas, después de todo si de algo tenían fama las tabernas de muelles era de llenarse de piratas que se hacían pasar por corsarios para poder entrar sin riesgo de ser encarcelados. Por fortuna esa noche no había mucha gente.

Lys tomó asiento en aquella mesa alejada de todo, se distrajo por el exceso de ruido que había en general, los gritos de los borrachos, una discusión sonora en otra de las mesas llena con media docena de hombres con aspecto de maleante. Mientras tanto Sauvre tras pedir algo de tomar en la barra decidió jugar un poco a ver que tanto podía sacar de información del tabernero.

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“Así que… Linda noche ¿No? No pareces tener mucha gente para ser tan temprano…” el hombre tenía carisma, sabía cómo hablar con calma y apelar al instinto de los demás de querer contar lo que les estuviese sucediendo, su sonrisa picaresca fue contestada por un escupitajo del tabernero hacia la jarra donde le serviría, pasando un trapo por su interior.

“Seh. Un montón de idiotas se quisieron ir sin pagar y el gigante de la esquina tuvo que golpearlos.” El tabernero señalaba a un hombre en una esquina, de expresión somnolienta, sentado frente a una puerta de madera, un hombre de gran tamaño quizá superando los dos metros, sumamente musculoso, estaba claro que no era un guardia cualquiera.

“Lástima, escuche que las cosas se ponían divertidas aquí por la noche, ya sabe, mucha gente, muchos insultos, muchas peleas y algunos trabajos sucios en algún rincón del lugar, todo lo que hace a un hombre sentirse emocionado de vivir en este maldito reino eh” Mientras Sauvre intentaba sacar algo de información sutilmente mediante su magnético carisma, Lys debía dedicarse a lo que mejor sabía hacer, escuchar.

Tras reaccionar ante un pequeño rato de distracción por los constantes ruidos del lugar, la chica intentó dejar atrás el nerviosismo y calmarse, la concentración era lo que fortalecía la afinidad común, siendo la falta de esta lo que le volvía débil y en casos muy raros descontrolada.

Concentró la energía de su alma directo sobre sus oídos, sin embargo al mismo tiempo se llevó las manos para cubrírselos, no quería quedar expuesta a todo el ruido repentinamente pues eso podía ser problemático, debía aislar todo lo que no le importaba escuchar y buscar lo que realmente le servía, siendo en aquel caso alguna señal de que hubiese gente reunida en el sótano.

Era difícil considerar aquel día como afortunado o desafortunado. La joven había escuchado justo lo que venían a buscar, una reunión se estaba llevando a cabo en aquel lugar, en un pequeño sótano, podía escuchar sus voces, poco a poco concentrándose cada vez más y aislando el resto de ruidos intento discernir de lo que estos hablaban…

“Esto es horrible, cada día hay más robos, mi familia teme hasta que salga a trabajar ¿Cómo se supone que vivamos así en este lugar?” Un hombre de voz preocupada y temerosa se hacía escuchar, algunos susurros de inquietud sonaban entre todos los que allí se encontraban.

“Solo nos queda actuar, si el rey no lo hace, tendremos que hacerlo nosotros.” Su voz era grave e imponente, sin embargo también sonaba desgastada como si fuese de alguien de avanzada edad.

“Si la guardia está confabulada con los criminales que nos acechan constantemente habrá que demostrarles que un Rey no puede ser rey sin el apoyo de su pueblo, quemaremos sus barracas y colgaremos a todo criminal en frente de todo el muelle para que sepan que nadie debe meterse con nosotros.” El mismo hombre avejentado seguía su discurso, estaba claro que era exactamente lo que buscaban.

El discurso siguió, hablando sobre el deber de todos los que habitaban en los muelles, de unir a todo el pueblo para actuar en contra de la guardia y del rey que tanto les ignoraba, que aquella era la única manera de poder vivir en paz. Sin embargo la reacción general del resto presente en aquella reunión era de miedo.

Solo eran hombres de familia que buscaban proteger lo que amaban, no eran guerreros, no eran idealistas ni rebeldes, solo querían que su hogar sea seguro, pero aquel hombre les estaba transformando en algo más.

La joven en principio se asustó, dejó de cubrirse sus oídos con sus manos, quedando aturdida por el fuerte ruido de alrededor mientras intentaba concentrarse nuevamente para que sus oídos vuelvan a la normalidad. Para ese entonces Sauvre se encontraba allí en la mesa frente a ella, sonriéndole con calma y apoyando su mano sobre la de ella para calmarle.

“Tu rostro me dice que no escuchaste algo agradable, Lys. ¿Qué sucede?” Con un tono tranquilizador y una sonrisa de lado que denotaba un aprecio por su pupila, el asesino tranquilizó a la chica que, después de todo se encontraba en su primera misión oficial por lo que era entendible que estuviese algo nerviosa también.

“Están abajo, están hablando de…de quemar las barracas, de colgar criminales, de ir en contra del rey.” La chica gesticuló con las señas que solo ellos dos conocían, Sauvre asintió con calma tomando ahora una expresión más severa y fría, sabía perfectamente lo que debía hacer a continuación, debía entrar a la reunión y asesinar a todos los que se pudiesen oponer al rey, era por el bien del reino, aquella había sido su orden.

“Bien, tu trabajo termina aquí Lys, ahora me toca a mí.” Cuando se estaba por levantar, la joven asesina le toma la mano con fuerza, intentando evitar que se aleje con clara expresión de miedo y desesperación.

“Estaré bien, no te preocupes.” La chica negó repetidas veces con nerviosismo, no era eso lo que le estaba molestando, sabía bien que su maestro era más que suficientemente capaz de matar a una docena de civiles por sí solo, no eran ningún peligro para él, mas sentía cierto apego por aquellas personas, iban a morir solo por las palabras de un único hombre cuando lo único que querían era encontrar seguridad para sus familias.

¿Sus padres hubiesen hecho lo mismo? Eran inocentes, no habían hecho nada más que ser convencidos por otro ¿Cómo era eso justo para el pueblo que se supone debían proteger con sus acciones? Aquellas preguntas atormentaban la mente de la chica quien terminaba por soltar la mano de su compañero, pasando luego a gesticular en aquel idioma de señas que usaba.

“Son… son solo personas que quieren seguridad, no es justo… solo su líder habló en contra del rey, tienen miedo, pero no tienen otra opción, no es su culpa.” La chica esperaba que su compañero entendiese, pero una orden del cuervo era algo imposible de faltar, estaban en aquella reunión y por ende eran rebeldes.

Sauvre clavó su penetrante mirada en su aprendiza, severo y completamente frio, negó sin mas y se giró para dirigirse a cumplir su objetivo. En aquel instante la joven se levantó de la mesa y apoyó su mano sobre el hombro de su compañero, cuando este volteo nuevamente no pudo evitar sorprenderse.

“No lo hagas.” Los labios de la chica se movían, mencionaban aquellas palabras que simplemente no podían ser escuchadas mientras lagrimas caían por su rostro…estaba llorando como si aquellos hombres allí hubiesen sido algo importante para ella, como si fuesen familia cuando en realidad eran completos desconocidos.

El cuervo veterano no supo qué hacer, se congeló allí por unos momentos, sintió algo que jamás había sentido en muchísimos años, sintió compasión, sintió el dolor por el cual su aprendiza estaba pasando, la desesperación de intentar hacer lo correcto, de salvar una vida que no hizo nada para merecer el peor de los castigos.

Matar se había vuelto tan natural durante todos esos años en los que fue parte de aquella organización, lo había hecho tantas veces que había perdido completo sentido de lo que significaba el acabar con la vida de otra persona. El entrenamiento para volverse un cuervo sangriento usualmente tenía ese efecto, sin embargo sin importar que tan severo haya sido con Lys, ella seguía sintiendo empatía, sentía el dolor de aquellos que no conocía como si fuese suyo propio.

Sabía las consecuencias que podían traer sus actos pero simplemente no podía observar aquello y no hacer nada al respecto. Dirigió su mano hacia el rostro de la joven, pasándolo por sus lágrimas para quitárselas, luego se acercó y le dio un simple beso en la frente.

“Está bien Lys, tu ganas. Solo matare al líder, si estas tan segura que son inocentes te creeré ¿Está bien así?” El hombre perdió aquel rostro severo digno de un asesino entrenado para mostrar su lado más tierno, sonriendo de lado con amabilidad ante aquel gesto de compasión por parte de su compañera.

Lys simplemente asintió mientras se limpió las lágrimas, su llanto no había atraído la atención de nadie allí pues era incapaz de hacer el más mínimo ruido, aquella era su eterna maldición después de todo. Ambos se sentaron nuevamente, la chica comenzó a calmarse poco a poco, dejando el llanto de lado y mirando a su compañero… habían decidido hacer las cosas bien pero… ¿Cómo iban a lograrlo?