Entre sueños y memorias aquella taberna de los muelles volvía a presentarse. Sauvre y Allyson se encontraban sentados en la misma mesa que habían pedido, dos bebidas a cada lado de ellos completamente ignoradas habiendo sido llevadas momentos antes por una mujer que trabajaba allí, y una discusión entre señas que nadie más que ellos mismos podía entender.
“Bien… ¿Cómo haremos para hacernos cargo de su líder sin que el resto se interponga?” Sauvre comenzó a utilizar las señas también para evitar que alguien pueda escucharles, después de todo planear en voz alta lo que iban a hacer allí mismo no era la idea más inteligente de todas.
“No lo sé. Tenemos que actuar rápido y hacer algo para disuadir al resto de actuar a favor de ese hombre. Sentí mucho miedo en sus voces, sé que no lo hacen por gusto sino por obligación, pero aun así su opinión es respetada y sus órdenes acatadas.” La joven asesina se había calmado tras un pequeño rato de descanso y ahora con la mente más clara debía pensar alguna manera de ayudar a aquella gente inocente.
“Lo fácil sería simplemente esperar a que se vayan, seguir a su líder y… problema resuelto. Pero no vas a aceptar eso ¿O sí?” El cuervo veterano esbozo una sonrisa de lado, sabiendo perfectamente cuál sería la respuesta de su aprendiza.
La joven negó sin mas, pues estaba claro que si asesinaban en silencio y en otra situación a aquel hombre solo lo volverían un mártir, y con algo de mala suerte alguien más podría surgir que realmente haya sido más convencido de sus ideales, y ahí si no tendrían otra opción más que asesinarlos a todos como rebeldes, esa era su obligación para con el reino.
Mas había una manera de actuar que podría permitir el escape de los civiles y solo la caída del hombre que les lideraba, un plan en particular que serviría para todo lo que querían lograr, algo que al veterano Sauvre se le había ocurrido.
“Hay algo que podemos hacer.” El hombre seguía con aquella sonrisa que ahora tomaba un tono picaresco, había encontrado un plan divertido de ejecutar.
“¿Qué se te ocurrió?” Preguntó con velocidad la chica, utilizando siempre aquellas señas para hablar pues no tenía otro método de comunicarse. Lys por otro lado estaba nerviosa y ansiosa, temiendo que sin importar que tanto piensen se vea obligada a presenciar el asesinato de una decena de inocentes, temiendo que por un capricho suyo todo salga mal y haya repercusiones horribles. Que podía decirse, la chica estaba deprimida.
“Complicado y simple a la vez. Debemos entrar a la reunión ahora mismo.” Dijo con su propia voz esta vez, levantándose al instante de la mesa, su rostro perdía aquella sonrisa y retomaba la seriedad y frialdad de un asesino.
“Descuida, es una buena idea. Tu solo sígueme y trata de parecer mas… malvada.” Desconcertada y sin entender qué clase de idea se le había ocurrido a su compañero, la joven decidió confiar de todos modos y seguirle el paso.
“Hey tú, gigante, la reunión ya termino, ya puedes dejar de vigilar la puerta.” Sin ningún temor de ser descubierto, el veterano cuervo se acercó a aquel hombre de gran tamaño y le mintió como si fuese lo más natural del mundo para él.
El gigante se sacudió un poco de su silla mientras reaccionaba, se había quedado dormido, soltó un fuerte bostezo y luego observó a Sauvre con cara de pocos amigos.
“Hey tú, que ha-“ El tabernero grito desde la barra al verles acercarse al gigante, sin embargo Sauvre se giró y observó al hombre con aquellos ojos penetrantes, una mirada que dejaba en claro que una sola palabra más de él solo adelantaría el final de sus días por mucho. El tabernero cerró la boca ante el miedo, moviéndose para atrás y comenzando a actuar como que no había visto nada, lavando algunas jarras de cerveza.
“¿Ah? ¿Terminó? Pero... ustedes no estaban dentro… y si terminó… ¿Cómo salieron?” Con un tono de voz grave y sumamente somnoliento aquel hombre de gran tamaño pregunto hacia el dúo de asesinos que se encontraba frente a él, sin siquiera tomarse el esfuerzo de ponerse de pie, que incluso así ya era igual de alto que ambos.
“¿Ves la chica esta? Va a asesinar a tu jefe ¿Entiendes? Me dijo que está aquí para matarlos a todos, me está obligando a mentirte.” Su expresión cambiaba a una de miedo actuado mientras se acercaba al gigante para mencionar aquellas palabras en un tono más bajo y sutil, sabía bien que aun así su compañera iba a escucharle, era todo parte de su plan.
Ahora el gigante comenzaba a levantarse con cara de enojado, creyendo las palabras del cuervo veterano y mirando hacia abajo a lo que para él parecía una simple mosca entrometida.
“Tú no le harás nada al jefe” La chica realmente se asustó al tener a semejante bruto frente a ella, en una pelea cercana estaba claro que sus oportunidades eran muy bajas contra una masa de músculos como él. Sin embargo todo estaba pensado y meditado por el mejor asesino que los cuervos tenían, si en algo era bueno era en crear planes.
Mientras el gigante comenzó a dirigirse hacia Lys, la misma retrocedía ante el imponente tamaño del mismo, temiéndose lo peor. En aquel momento una gigantesca ráfaga de viento comenzó a entrar por la puerta principal, pegándose a la pared de cada lado para generar un efecto envolvente.
Fue allí que Lys se dio cuenta del plan, y con gran miedo de aquel que tenía en frente, tomó fuerzas y soltó la patada más fuerte que pudo hacer directa a los bajos más preciados de todo hombre, en este caso de aquel gigante. Con gran velocidad y precisión el golpe fue directo e incluso alguien de aquel tamaño no pudo evitar enmudecer y caer de rodillas ante el dolor mas agonizante que un hombre era capaz de sentir.
Tras caer de rodillas, el viento comenzó a amontonarse y como si hubiese calculado el tiempo de manera exacta, ahora el gigante había perdido el equilibrio y estaba justo en un camino recto hacia la puerta de salida. El viento envolvió al gigante por ambos lados empujándolo con una fuerza brutal hacia la calle, no era un ataque mortal, no para alguien como él, pero le tomaría un largo rato levantarse de eso.
Sauvre mostraba nuevamente aquella expresión picaresca ante un plan bien ejecutado mientras Lys le miraba incrédula de lo que acababa de suceder. La había usado de carnada para tener tiempo de concentrar el viento suficiente para actuar, y de no ser por qué la chica le conocía y se imaginó que era lo que iba a hacer para debilitar al gigante, nada de eso hubiese funcionado.
Ya desde aquella primera misión sus habilidades y sus mentes estaban coordinadas de una manera excelente, podían predecir lo que iba a hacer el uno del otro y actuar de manera acorde para completar la otra parte del plan sin siquiera mencionar una sola palabra, eso fue lo que les convirtió en un dúo increíblemente eficaz para cualquier trabajo que los cuervos sangrientos le den.
Tras sacar volando a aquel gigante del lugar, el veterano borró su sonrisa y retomo la seriedad para comenzar a moverse con decisión y velocidad hacia el interior de aquella puerta que vigilaba, Lys le siguió sin mucha duda, todavía algo nerviosa por toda la situación pero sabiendo que aquellos nervios debían quedar bajo control si quería ser de utilidad para salvar a todas aquellas vidas inocentes.
Descendieron por un pasillo que pronto dio a otra puerta cerrada, ahora los gritos de aquel hombre que buscaba motivar a los ciudadanos a actuar contra el reino se podían escuchar con claridad, mas Sauvre no se dejaría distraer por aquello, se puso de espaldas a la puerta y le guiño un ojo a su compañera, en aquel instante una oleada de viento chocó contra él y lo hizo atravesar la puerta.
Un silencio repentino se hizo presente, las palabras de Sauvre al inicio resonaron en la mente de Lys “Y trata de parecer mas… malvada” Estaba claro que tenía que ver con lo que acababa de hacer, así que improvisando intentó poner su rostro más frío y serio, dio un paso al frente y golpeó con ambas manos a las paredes a su lado, la misma piedra de la que estaban compuestas comenzó a deformarse y cerrar la única salida que aquel lugar parecía tener.
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Con una expresión de total miedo en el rostro de aquel que parecía un veterano lleno de marcas en el rostro que le hacían parecer un hombre severo y frío, ahora demostrando un temor absoluto como si estuviese en presencia del infierno mismo, aquel era el rostro de Sauvre que buscaba asustar a los que allí se encontraban.
“¡Es un monstruo! ¡Nadie se le acerque, nos va a matar a todos!” Exclamó con una voz que parecía quebrarse por el mismo grito, que podía decirse era un maestro de la actuación, por eso y mucho mas era el mejor de todos los cuervos.
La gente común retrocedió empatizando al instante con el hombre que había entrado violentamente empujado por lo que se vio para ellos como una fuerza sobrehumana, sintieron gran temor hacia la figura que se presentaba frente a ellos, imaginándola como si estuviesen frente a sus peores pesadillas ¿Qué clase de monstruo era capaz de infligir tanto miedo en un hombre con tanto aspecto de veterano de guerras?
El hombre que les lideraba pronto alzó la voz con imponencia, él no se había dejado llevar por la actuación y su rostro solo denotaba confusión, no era alguien que caería demasiado fácil, no era alguien que sería manipulado ante aquel acto.
“¡¿De qué se trata todo esto?! ¡Intrusos! ¡¿Dónde está mi guardia?!” Exclamó mientras al instante desenfundaba una espada corta que llevaba en la cintura, apuntándola hacia Lys aunque todavía a distancia de poder lastimarle.
“¡Muerto mi señor, muerto! ¡Nadie puede hacerle frente, es una bruja sumamente poderosa y viene por vuestra cabeza! ¡Dice que usted es un criminal de su reino, me ha obligado a ayudarle, hice lo que pude para evitarle que entrase!” Por mas actuado que pudiese sonar para alguien paranoico o quizá muy atento, no era mentira que algo le había hecho volar y atravesar la puerta con fuerza sobrehumana, y que el hombre con aspecto de veterano se encontraba claramente herido y tumbado en el suelo con expresión de temor.
“¡Asesina silenciosa! ¡Eso dijo que era, que lo buscaba por incitar al pueblo en contra de su rey y escapar tras fallar!” El rostro de aquel viejo con espada en mano solo demostraba confusión, no entendía qué estaba sucediendo, nada de lo que estaba siendo dicho tenía sentido, él era de allí, pero aquellas palabras de Sauvre habían sembrado la duda en el pueblo común allí presente.
“Podría ser verdad.” Murmuró uno por lo bajo. “Oh dioses en que nos hemos metido, esto es un error…” Dijo otro al otro lado de la habitación. “Estamos condenados, todo por seguir a este demente con sus planes, seremos ejecutados por traidores.” La voz de otro se escuchó junto a decenas de murmullos de temor.
Lys simplemente observaba desde la puerta con la expresión más seria que podía dar, no podía hablar así que aquel era su papel, el de una asesina silenciosa que su único trabajo era matar a aquel hombre, mas para sus adentros estaba algo asustada de que todo termine horriblemente mal.
Una oscuridad repentina comenzó a aparecer por alrededor de la mujer quien se encontraba justo frente al a única salida ahora distorsionada y cerrada por su poder. La oscuridad le daba un aspecto más temeroso, sus ojos se clavaron sobre Sauvre, aunque la realidad es que estaba esperando alguna especie de señal que le diga cómo actuar, la oscuridad repentinamente cubrió sus ojos dándole un aspecto infernal y mas de amenaza.
El cuervo veterano quien se encontraba tumbado allí en mitad de aquel pequeño sótano cerrado comenzó a hablar nuevamente para continuar con aquel acto.
“¡Me dijo que solo lo quiere a él, si le dejamos que se lo lleve a su reino no nos asesinara a todos!” Dijo sin más, esperando ver la reacción de la gente.
“¡Ataquen a estos dos idiotas, no dejen que arruinen todos nuestros esfuerzos, recuerden que es lo que queremos, el rey no merece nuestra obediencia si ni siquiera es capaz de darnos seguridad, no crean sus mentiras, nací en este reino y moriré en el!” Aunque inspiradoras, sus palabras caían en oídos sordos, los simples aldeanos allí presentes, hombres de trabajo simple y sin ningún entrenamiento ya habían caído presos del miedo.
“¡Llévenselo!” Gritó uno. “¡Jamás quisimos ir en contra del rey, solo queríamos seguridad!” dijo otro. Lys tenía razón, era solo un hombre quien poseía los ideales de rebeldía contra la monarquía, solo un culpable. La joven elevo su mano hacia aquel que estaba incitando al pueblo, sin embargo tras la sombra que ahora le cubría había miedo y nervios ¿Debía ser ella la que de él golpe final? Todo en aquel acto parecía indicar eso mismo pero… no sabía si realmente podría.
De sus manos comenzó a crearse una daga arrojadiza, el hombre con la espada ya dándose cuenta de la situación en la que se encontraba y de cómo todos no dudaron ni un instante en ponerse en su contra, decidió cargar directo hacia la chica con una estocada de su espada. Sin embargo en aquel instante la oscuridad comenzó a disiparse con lentitud mientras el viento de aquella habitación comenzó a arremolinarse justo frente al hombre y Lys.
La daga repentinamente se soltó de las manos de la joven y voló de manera directa al cuello del hombre que se había detenido por el viento, mientras ella intentaba mantener un poco la seriedad de aquel acto y una expresión fría en su eterno silencio, la verdad es que se sentía liberada de no haber tenido que ser ella quien dio el golpe final.
“¡Oh maestra del alma todopoderosa, señora imbatible, espíritu de los asesinatos, déjanos ir en libertad, no quisimos obrar a favor de este horrible hombre, ya habéis cumplido vuestro cometido y os pedimos piedad!” Quién otro más que Sauvre en su eterno acto podía decir algo así con tanta seriedad. La gente allí presente ni siquiera dudo mas de un instante que se pusieron de rodillas a pedir piedad.
La chica se giró y apoyó su mano sobre la pared, deshaciendo el bloqueo sobre la única salida, moviéndose hacia el centro de la habitación y dejando un claro espacio para que la gente comenzase a salir desesperada de aquel lugar.
“¡Ignorad mis heridas, salvaos ustedes mismos, corred por vuestra vida!” Gritó Sauvre mientras toda la gente salía con desesperación de aquel lugar, estaba más que claro que ninguno de ellos volvería siquiera a pensar en actuar en contra del rey después de lo que acababan de ver. Cuando todo se vació, el cuervo veterano comenzó a reírse a carcajada pura de todo aquel acto.
Lys negaba para sí mientras observaba a su compañero reírse, esbozando una leve sonrisa de lado, su expresión se había calmado pero todavía se notaba que estaba nerviosa, sus manos le temblaban un poco, por un momento había considerado lanzar aquella daga, ser ella quien de él golpe final, pero su compañero sabía perfectamente que aún no estaba lista para eso.
“Agh… ese golpe dolió.” Decía entre risas y muecas de dolor mientras intentaba levantarse, afortunadamente siendo un hombre con un cuerpo sumamente trabajado aunque oculto tras sus oscuros ropajes, no había recibido nada más que golpes contundentes carentes de riesgo real para su cuerpo cuando se lanzó a sí mismo contra la puerta.
Apenas terminó de levantarse se vio abrumado por un abrazo de la chica y un pequeño beso en la mejilla, con nerviosismo la misma se alejaría al instante para hacer una única seña con sus manos.
“Gracias.” No podía estar más agradecida de tener a un compañero y maestro así, nadie podía ser mejor que él, había cambiado todo e incluso rechazado órdenes solo por un capricho suyo. El cuervo veterano sonrió con amabilidad y simplemente negó con calma.
“Volvamos.” Dijo sin mas, mientras comenzaba a caminar de regreso a la base secreta de los cuervos sangrientos.
Allí se habría terminado el sueño, allí debió haber terminado, pues aquello no era la realidad, pero tampoco era un sueño, sino una pesadilla, y toda acción posee una reacción, en este caso una que dejaría marcado el final que tendrían.
Como si el tiempo avanzase a gran velocidad, ahora se encontraba días más adelante y aquello que se dibujaba frente a sus ojos era algo digno de atemorizar hasta el más valiente. La visión de aquel a quien apreciaba por encima de todos siendo torturado frente a sus ojos en aquella cámara de tortura, el torso descubierto de Sauvre repleto de marcas y heridas horribles que jamás había visto, y un hombre de imponente tamaño golpeándole con un afilado látigo con bordes metálicos.
Aquel había sido el horrible precio a pagar por no respetar las órdenes de su líder, por no cumplir con la misión tal como se les había indicado, pero el castigo no iba a recaer sobre la joven que fue quien pidió que todo cambiase ,sino sobre quien se supone debía vigilar que la misión se cumpliese como era debido, y ese era Sauvre, Lys había cumplido su misión al momento de comprobar que había una reunión, y eso debió ser el final de su trabajo y el comienzo del de Sauvre.
Sin embargo a ojos del líder cuervo ahora había una decena de personas que eran testigos de dos cuervos sangrientos y que encima habían aceptado seguir las órdenes de un traidor a la corona, de un rebelde, solo ese hecho ya los marcaba como posibles rebeldes y debieron ser ejecutados, mas ahora era imposible rastrearlos uno por uno.
Semanas enteras de tortura fue el precio a pagar por su querido maestro, y el suyo fue ser testigo de aquella tortura. Podía sentir como aquel sueño se convertía en una pesadilla, como la imagen de Sauvre siendo torturado se volvía cada vez más nítida, como si estuviese volviéndolo a vivir, hasta que repentinamente despertó en lo que hubiese sido un grito de terror, enmudecido y solo mostrando una expresión de terror absoluto. ¿Aquel sería su precio a pagar si le atrapaban? ¿Era por eso que recordaba esto justo ahora?
Ahora en la realidad podía ver el rostro de preocupación de Jerre frente a ella, el mareo se había ido por lo menos, pero todo a su alrededor, herramientas y la misma paja donde dormía, había sido completamente desintegrado. Su poder se había activado incluso mientras dormía sin siquiera darse cuenta por culpa de aquella horrible pesadilla… ¿Que iba a hacer ahora? Había sido descubierta, y pronto… pronto terminaría enfrentándose nuevamente a los cuervos… y eso jamás terminaba bien…